Profundizar la revolución fortaleciendo
el poder popular
5 de diciembre de 2015
Por Gilberto López y Rivas (La Jornada)
El domingo próximo tendrán lugar elecciones legislativas en la República Bolivariana
de Venezuela. El control mayoritario de la Asamblea Nacional
por la oposición derechista pondría en riesgo los logros de la revolución
iniciada por el comandante Hugo Chávez Frías, y constituiría un duro golpe para
la estabilidad, e incluso permanencia, del gobierno del presidente Nicolás
Maduro. Hoy más que nunca hay que recurrir al legado político e ideológico de
Chávez, como guía para la acción frente al reto constante de una derecha
golpista, que cuenta con el respaldo político-militar de Estados Unidos.
El presidente Chávez restituyó el sentimiento
y la conciencia de patria. Comprendió a cabalidad lo que los marxistas
denominamos cuestión nacional, a partir del rescate de los próceres
independentistas, especialmente Bolívar, y transmitió esta conciencia
patriótica a sectores mayoritarios del pueblo. Antes de Chávez, la palabra
patria no era más que un recurso retórico en efemérides oficialistas de las
democracias tuteladas. Hoy en Venezuela la nación-pueblo ha recobrado la idea
de patria, en un contexto planetario de trasnacionalización neoliberal, que
destruye patrias y soberanías. Durante estos años se han fortalecido la
dignidad nacional y el sentido de pertenencia incluso a la Patria Grande , esa
Nuestra América de José Martí. Una derrota de la revolución por la vía de un
proceso electoral intervenido por el boicot económico, el crimen organizado al
servicio del capitalismo trasnacionalizado y el paramilitarismo, trabajando
codo con codo con la derecha apátrida, significaría un retroceso estratégico en
el ámbito continental.
A partir de la base nacional, el comandante
Chávez rescata también el concepto de socialismo. Esto es, le imprime una
perspectiva de clase a un movimiento nacionalitario que se desarrolla a pesar
de la crisis de los paradigmas e imaginarios en torno al socialismo por la
debacle y desaparición de la
Unión Soviética y el campo socialista. Con estas dos
perspectivas teórico-ideológicas, patriotismo y socialismo, se fortalece el
antimperialismo, que, en su interrelación, constituyen los factores claves de
la sobrevivencia y el desarrollo de la Revolución Bolivariana ,
no puede haber el uno sin los otros, es el sustrato mismo de esta gesta
revolucionaria, y uno de los legados más importantes de Chávez.
En lo interno, el comandante busca la unidad
de los revolucionarios, pero para lograrla utiliza dos mecanismos fundamentales
de una efectiva opción emancipatoria: la crítica y la autocrítica que, si se
pierden, podría abrirse el camino de la derrota del campo popular. Documentos
como Golpe de timón deberían ser estudiados todos los
días, porque constituyen las grandes enseñanzas de Chávez. Él hace una crítica
a la corrupción, al arribismo, a la arrogancia y prepotencia de quienes en los
aparatos de Estado piensan que son únicos y predestinados. Recuerdo al
comandante Tomás Borge diciendo nos
creímos dioses, en referencia a la derrota electoral del Frente Sandinista de
Liberación Nacional en 1990. Hay quienes de pronto se marean en un tabiquito, y no se dan cuenta de que
están en posiciones de gobierno porque se ha producido una revolución popular.
Chávez fue un gran estratega de la lucha de
clases. Ante cada ofensiva de la derecha, incluyendo las huelgas petroleras, el
golpe de Estado, el uso de la violencia y la subversión, él respondió con una
radicalización de la
revolución. Esto es fundamental. Hay quien piensa que al
conciliar con la derecha y el imperialismo, se logra la estabilización del
gobierno revolucionario; ¡todo lo contrario!, es la manera de desestabilizarlo.
A cada golpe del imperialismo y la oligarquía –siempre hermanos siameses–, la
reacción de una dirigencia revolucionaria debe ir hacia adelante, hacia la
radicalización del poder popular. Porque la única fuerza capaz de derrotar al
imperialismo –lo probó Vietnam y lo ha probado Cuba– es un pueblo políticamente
consciente, un pueblo que asume esa perspectiva indisoluble de
patriotismo-socialismo-antimperialismo.
Recordar el legado de Chávez es luchar contra
el burocratismo y la
corrupción. El revolucionario no se prueba en la lucha
armada, en la clandestinidad, ahí se prueba un combatiente; el revolucionario
se prueba en el ejercicio del poder público. De aquí, el principio zapatista de para todos, todo, para nosotros, nada.
La verdadera izquierda es la que coadyuva a construir poder popular sin esperar
ni pedir nada a cambio.
Otro de los legados de Chávez es la unidad
cívico-militar: la ruptura de la relación fuerzas armadas-poder oligárquico, el
seguimiento de la estrategia de guerra de todo el pueblo, de creación de
milicias; ya que una oligarquía que pierde el poder político va a buscar
recobrarlo a toda costa y, sobre todo, hacerse de un brazo armado que defienda
sus intereses de clase; lo va a buscar dentro o fuera del país: mercenarios
colombianos, militares desafectos, fuerzas especiales de Estados Unidos, crimen
organizado, y sus propios reclutas entre sectores populares cooptados y
desclasados. Las oligarquías no pueden existir sin su aparato represivo,
brutal, parafascista. Chávez comprendió que no hay reconciliación posible con
la derecha recalcitrante, a la cual debe aplicarse toda la fuerza de la ley,
cuanto más en un estado de derecho revolucionario.
El próximo domingo es la prueba de fuego de la
revolución y del pueblo venezolano. No hay táctica electoral más poderosa que
la que irradia de los procesos inmanentes de las familias, los campos, los
barrios, las escuelas, las fábricas, las universidades, las clínicas, las
viviendas, los poderes comunales, que la revolución chavista-bolivariana asumió
como suyos. Es el momento de cumplir con la palabra empeñada por la patria y el
socialismo.
Fuente original:http://www.jornada.unam.mx/2015/12/04/opinion/024a2pol
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206455
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