Mirada desde el Sur
Europa: Un continente
a la deriva
31 de diciembre de 2015
Por Raúl Zibechi (Brecha)
Observada desde el Sur, la Unión Europea
aparece desdibujada. El continente que jugó fuerte en América Latina en la
década de las privatizaciones neoliberales, haciéndose con empresa estratégicas,
parece haber perdido su propio perfil cuando el mundo atraviesa su mayor crisis
de dominación.
“Quien lleva la batuta en Europa es Alemania y
tiene una gran complementariedad económica con Rusia”, sostiene el analista
geopolítico Alfredo Jalife. El aserto no sólo pega en la diana sino que
consigue explicar lo sucedido en 2013, el año de inflexión donde la Unión Europea
terminó por someterse a la política del Pentágono de cerco a Rusia para
conseguir un cambio de régimen, o sea su aniquilamiento como potencia
geopolítica global.
Zbigniew Brzezinsky -ex asesor de Seguridad
Nacional de Carter y consultor de Obama- hizo su apuesta al factor militar
señalando en un tuit, a principios de febrero de 2015, que “un pequeño contingente de tropas
de Estados Unidos en los países bálticos en forma continua deberá hacer más
reticente a Putin para que no cometa algo estúpido”.
En Europa central se juega una vez más una
partida de ajedrez entre Occidente y Oriente, con repercusiones para todo el
mundo. No por casualidad, la mayor parte de las 850 bases militares de Estados
Unidos están en Europa. En total, son 342 instalaciones del Pentágono en suelo
europeo, de ellas 179 en Alemania, 58 en Italia (aunque varias fuentes aseguran
que superan el centenar) y 27 en Inglaterra.
Cuando existía la Unión Soviética el
discurso occidental decía que esas instalaciones tenían por objetivo defender a
Europa de una eventual invasión del Pacto de Varsovia. Cuando desapareció el
régimen soviético y Rusia se convirtió en un país capitalista, los soldados y
las bases siguieron en su lugar, no para defender a Europa sino para mantenerla
ocupada, o sea dentro del área de influencia de los Estados Unidos.
¿QUIEN DIJO EURO? Desde el fin de la segunda guerra
mundial, Europa es rehén de Estados Unidos. Ni siquiera la creación de la Unión Europea ha
podido fortalecer a la región que a través de la moneda única buscó hacer
escuchar su voz en el mundo.
El euro se introdujo en los mercados el 1 de
enero de 1999 con vocación de convertirse en alternativa al dominio del dólar.
Comenzó operando a 1,17 frente al dólar, alcanzó su pico de 1,59 dólares por
euro en julio de 2008. En poco tiempo se convirtió en la segunda moneda de
reserva del mundo. Pero la crisis de la zona euro, más política que económica,
provocó el hundimiento de su cotización que en diciembre de 2015 se sitúa en
torno a 1,09.
En paralelo, el yuan chino comenzó a desplazar
tanto al euro como al dólar y terminó siendo aceptado por el FMI. A fines de
noviembre, el FMI incorporó el yuan en los Derechos Especiales de Giro (la
canasta de divisas creada en la década de 1960 para complementar las reservas
oficiales de sus miembros) pese a la oposición de los funcionarios
estadounidenses. El yuan se convirtió en la segunda moneda más utilizada en el
financiamiento comercial y la cuarta en los pagos transfronterizos, ya que el
Banco Popular de China tiene cuarenta acuerdos bilaterales de permuta de
divisas con otros tantos bancos oficiales del mundo.
El 18 de diciembre el Congreso de Estados Unidos
aceptó a regañadientes que el FMI reformara el sistema de cuotas con la
incorporación del yuan, siendo “el
cambio más importante dentro del FMI desde 1944, el año en que se construyeron
los acuerdos de Bretton Woods”, según el economista Ariel Noyola (Russia
Today, 21 de diciembre de 2015).
Lo cierto es que el FMI necesita recursos y
sólo China se los puede aportar. Por eso luego de cinco años de negativas los
parlamentarios estadounidenses dieron su brazo a torcer. China es el gran
vencedor al convertirse en el tercer país con más poder por detrás de Estados
Unidos y Japón. Los votos de China pasan de 3,8 a 6%, mientras Alemania,
Francia, Italia y el Reino Unido disminuirán su participación. No se trata de
un cambio radical, ya que Estados Unidos mantiene su poder de veto, sino de un
cambio gradual que anticipa otros mayores.
DEMOCRACIA O ESTADO DE EXCEPCIÓN.
Por primera vez desde su creación, el think tank situado en Francia, Laboratorio
Europeo de Anticipación Política (LEAP), sostiene que Europa ha perdido el tren
de la democracia y su capacidad de liderazgo. Por eso sostiene que el viejo
continente ingresó en un período de oscuridad cuyo destino es ser gobernada por “los nietos de Hitler, Petain,
Mussolini…” (Geab N° 100, diciembre de 2015).
Esa fue la anticipación formulada en 2009 por
su director, Franck Biancheri, si Europa no conseguía democratizarse. Días
atrás el filósofo Giorgio Agamben volvió sobre tu tema favorito en un artículo
titulado “Del estado de derecho al estado de seguridad” (Le Monde, 23 de diciembre de 2015). Sostiene que
la prolongación del estado de emergencia a raíz de los atentados en Francia es
parte de la transformación del Estado que estamos presenciando: “Es crucial, primero que nada,
desmentir el propósito de las mujeres y hombres políticos irresponsables, según
los cuales el estado de emergencia sería un escudo para la democracia”.
Recuerda que el estado de emergencia fue el
dispositivo mediante el cual los poderes totalitarios se instalaron en Europa
en las décadas de 1920 y 1930. “Cuando
la gente se sorprende de los crímenes que pudieron cometerse impunemente en
Alemania por los nazis, se olvida de que estos actos eran perfectamente
legales, porque el país estaba sometido al estado de excepción y las libertades
individuales estaban suspendidas”, reflexiona Agamben.
La cuestión es tanto más grave cuando las
democracias occidentales están caminando hacia un “Estado de seguridad”, porque
en la coyuntura actual “las
razones de seguridad han tomado el lugar de aquello que se llamaba, en otro
tiempo, la razón de Estado”. Invocando a Hobbes, argumenta que “el contrato que transfiere los
poderes al soberano presupone el miedo recíproco y la guerra de todos contra
todos: el Estado es aquello que viene precisamente a poner fin al miedo. En el
Estado de seguridad, este esquema se invierte: el Estado se funda duraderamente
en el miedo y debe, a toda costa, mantenerlo, pues extrae de él su función
esencial y su legitimidad”.
La actual política de seguridad no aspira a impedir los actos terroristas,
algo prácticamente imposible, “sino
a establecer una nueva relación con los hombres, que es la de un control
generalizado y sin límite”. Como la seguridad trabaja con el miedo, no se
trata de impedir el terrori sino de administrarlo. “Se ve así a los países proseguir
una política extranjera que alimenta el terrorismo que se debe combatir en el
interior y mantener relaciones cordiales e incluso vender armas a Estados de
los que se sabe que financian las organizaciones terroristas”.
Ante el paradigma de la seguridad caen la certeza judicial como
criterio de verdad, por los informes policiales y los medios
que dependen de la
policía. La despolitización de los ciudadanos cierra el
círculo del deslizamiento hacia un “Estado policíaco” que sería una de las
características de los estados actuales. Algo que no deja de sorprender en
Europa, que hasta hace poco tiempo se había mantenido al margen de las
involuciones democráticas en curso.
UN AÑO FATÍDICO.
Según el LEAP, en Europa “las tendencias progresistas y
reaccionarias estuvieron equilibradas hasta setiembre”, pero luego de la
oleada inmigratoria y los atentados en París se produjo un brusco giro a la derecha. El miedo es
el sentimiento dominante, que está empujando a buena parte de la sociedad hacia
posiciones extremas, como lo muestran los resultados del Frente Nacional en
Francia y el triunfo en Polonia de “un
dinosaurio del mundo de ayer”, en referencia a la victoria del partido
ultra conservador Ley y Justicia, que llevó a la presidencia a Andrzej Duda.
La reforma para quitarle poderes al Tribunal
Constitucional levantó una oleada de preocupaciones en Bruselas que pidió “respeto al estado de derecho”, ya que las medidas adoptadas afectan
la independencia de los jueces. El presidente del Parlamento Europeo, el alemán
Martin Schulz, mostró su preocupación por la situación que vive Polonia con
declaraciones en las que dijo que la llegada al gobierno de Ley y Justicia “tiene carácter de golpe de Estado” (Deutsche Welle, 23 de
diciembre de 2015).
No es el único caso que muestra los desvaríos
europeos. Meses atrás militares británicos dijeron que “un gobierno de Jeremy Corbyn
podría enfrentar un motín del Ejército si intenta rebajarlos”, en
referencia a su propuesta de retirarse de la OTAN o reducir las fuerzas armadas
(The Independent, 20 de setiembre de 2015). “Habría renuncias masivas en todos
los niveles y se enfrentaría a la perspectiva muy real de un evento que sería
efectivamente un motín”, acotó un oficial de alta graduación. En tanto, el
primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, pronosticó“una guerra
civil” en caso de que el
Frente Nacional ganara las elecciones (The Telegraph, 11 de diciembre de
2015).
Ni qué hablar de las permanentes amenazas a
las propuestas de independencia para Cataluña por parte del rey y la amenaza de
utilizar a las fuerzas armadas si se convocara un referendo. El LEAP asegura
que “una especie de colusión
entre los sectores público y privado está teniendo lugar amenazando las
libertades civiles, con el consentimiento de las poblaciones cada vez más
aterrorizadas”.
El punto de inflexión fue 2013. Fue el año del golpe de Estado
contra el gobierno de Ucrania, cuando la Unión Europea aceptó
que grupos armados en la
plaza Euromaidan –con evidente apoyo de los Estados Unidos- mataran
decenas de civiles y policías hasta forzar la caída del presidente electo
Víktor Yanukóvich. Bruselas participó de la conspiración urdida por Washington,
con la excusa que los ucranianos querían ingresar a la Unión Europea ,
cuando en realidad se trataba de instalar un régimen anti ruso en las fronteras
de Rusia.
La ofensiva de los neoconservadores estadounidenses contra el
presidente Vladimir Putin, así como contra el sirio Bachar al Asad, es en los
hechos una apuesta para revertir militarmente su decadencia, bloquear la Ruta
de la Seda comercial entre China y Europa y reordenar el mapa de Medio Oriente
a favor de Israel. En todo caso, una actitud que Bruselas no hubiera tolerado
en otros países.
La fuerza de las armas sólo puede ser contenida, y eventualmente
enfrentada, por potencias que tengan una visión clara del mundo, por gobiernos
que cuenten con respaldo ciudadano y tengan la decisión para afrontar los
conflictos. Por el momento, sólo Rusia, China, Irán, y parcialmente la India,
parecen estar a la altura de los desafíos lanzados.
TIEMPOS OSCUROS.
Hasta 2013 el gobierno ruso “mostraba un deseo de
europeización”, con apertura en derechos humanos y la organización de
competiciones deportivas, jugando un papel moderado en la crisis siria. “Putin estaba jugando con las
reglas europeas, con el deseo de ser reconocido como un igual”, pero “la forma en que él y su país
fueron tratados en 2014, lo obligaron a inclinarse hacia China, relegar sus
esfuerzos en el campo de los derechos humanos, desarrollar el mayor desprecio
por los europeos…y ahora que coincidimos con su punto de vista, Europa tiene
que jugar con sus reglas” (Geab N° 100, diciembre 2015).
Una parte sustancial de los males que padece Europa, tanto la
demencial política de buscar un cambio de régimen en Rusia como el empeño en
derribar gobiernos en Medio Oriente que ha provocado la oleada de refugiados,
se habrían evitado si Bruselas hubiera puesto límites a las políticas agresivas
de Washington. Incluso los destrozos del Estado Islámico. serían
considerablemente menores si Europa le hubiera dicho a la cara a la Casa Blanca que no
jugara con fuego. Para eso hubieran sido necesarios liderazgos sólidos, capaces
de enfrentar tormentas como las que desató Estados Unidos contra el euro,
primero, las economías europeas luego, y poco después contra Rusia.
Frente a Turquía, se repiten los rasgos de irresolución y
debilidad endémicos, tolerando groseras violaciones de los derechos humanos. No
es, empero, una historia nueva. El ascenso del nazismo que Bertold Brecht
inmortalizara en su obra “La resistible ascensión de Arturo Ui”, enseña que los
errores del pasado vuelven a cometerse toda vez que domina una dirigencia “pusilánime e irresoluta”, como
destaca el think tank francés, que concluye con una afirmación
tremenda: “En cualquier caso,
la democracia no está en el programa de Francia en los próximos años”. No
lo dicen un puñado de anarkopunks sino uno de los más serios centros de
pensamiento europeos.
Sólo cabría agregar dos cuestiones.
·
Una, que el descarrilamiento de las democracias parece ser
el camino que seguirá toda Europa, cuyos dirigentes están cada vez más
distanciados de los ciudadanos, como lo puso en evidencia el referendo griego y
las presiones sobre el gobierno de Syriza.
·
La segunda, es que tratándose del islam y de los
inmigrantes, ni Francia ni Europa se caracterizaron nunca por un comportamiento
democrático ni humanitario. Tal vez sea conveniente echar un vistazo al pasado
inmediato –no ya a la masacre de argelinos en París, en octubre de 1961- sino a
lo sucedido en Argelia cuando el moderado FIS (Frente Islámico de Salvación)
ganó democráticamente las elecciones municipales de 1990 con el 64 por ciento
de los votos. En 1991, para evitar que ganaar en la segunda vuelta, se dio un
golpe con apoyo de Paris, por el que se instaló el estado de excepción (voilá!)
y se anuló el proceso electoral. El país de las Luces alentó la guerra civil
que sobrevino y supuso una degollina en la que murieron 200 mil argelinos.
Tres años atrás el Frente Nacional abrió su
oficina en la Escuela
Nacional de Administración (ENA) de París, “que forma en los últimos 143 años
las elites políticas francesas, desde los ministros hasta los presidentes de
todas las tendencias políticas” (Le
Point, 27 de agosto de 2015). Es evidente que las ideas que defiende el
Frente Nacional no sólo no van a evaporarse, sino que tienden a arraigarse en
uno de los estados más fuertes e influyentes de Europa. ¿Habrá que tocar fondo,
como sucedió en setiembre de 1938 con los Acuerdos de Munich, para que comience
una reacción de abajo arriba?
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