Por Julián Mileo
Previo al fallo que condenó a los responsables de Once, dialogamos
con Julián Radic, exdelegado de Emfer, dando un panorama de los trabajadores
que integraban la empresa y el rol de diversos funcionarios para la “Revolución
ferroviaria”.
“No hay opción, la lucha es la única alternativa”, así lo entiende
Julián Radic, exdelegado de los talleres EMFER, empresa de los hermanos Mario y
Claudio Cirigliano, quienes también tenían la concesión de Trenes de Buenos
Aires (TBA) y que fueron protagonistas del fallo histórico por la tragedia de Once, que
dejó 52 muertos. El accionar de Radic y el cuerpo de delegados de la fábrica
fue clave para que estos dos empresarios fueran procesados: “Logramos rescatar
documentos que se estaban quemando en un volquete y que comprometían a los
dueños de la empresa respecto al accidente de Once. También salvamos una
cantidad enorme de carpetas y biblioratos que estaban escondidos en una
caldera”.
A partir del momento en que presentan las pruebas a Claudio
Bonadío, juez que tiene a cargo la causa Once , empieza la criminalización de los
delegados: “Nos acusan de robo agravado poblado en banda por llevarnos la
documentación”, comenta Radic y agrega que en total tiene 7 causas en su
contra, todas llevadas adelante por el mismo fiscal. Por la situación procesal
en la que se encuentra, no puede salir del país y tiene sus bienes inhibidos.
Reflexiona sobre el ensañamiento de la Justicia contra ellos: “El problema es
que somos trabajadores y del otro lado está Cirigliano, que tiene un montón de
plata y es una persona influyente. No importa que hayamos ayudado en la causa Once. Es una
cuestión de clase. Somos los negros de mierda que peleamos por las víctimas de
esta tragedia y por nuestras fuentes de laburo”
Emfer, fábrica que
terminó en la quiebra y sus 500 trabajadores fueron reinsertados en las
diferentes líneas del ferrocarril, era uno de los puntales con el cual los
Cirigliano desviaban para otros fines los 2800 millones de pesos en concepto de
subsidios que el Estado le entregaba por la concesión de los trenes: “No les
ponían un mango a los talleres de la línea, no les hacían mantenimiento a
los coches y los dejaban en circulación hasta que no sirvieran más. Entonces,
nos mandaban esos vagones destruidos a nosotros, les hacíamos una reparación
integral que se sobrefacturaba, y se los vendían al Estado como si fuesen
nuevos. Todo esto a sabiendas de los funcionarios gubernamentales y violando el
contrato de adjudicación que explicitaba que las formaciones no podían mandarse
a reparar a otra empresa en cual sus titulares fueran los mismos que estaban a
cargo de la concesión de los trenes.” Justamente, ante la
responsabilidad del Gobierno, Radic esperaba con ansias que los dos ex
secretarios de Transporte, Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi sean condenados.
“Son los asesinos de las víctimas de la tragedia, culpables de la corrupción y
de haberse enriquecido a costillas de todos los trabajadores”, mastica
con bronca el delegado.
-Después de la tragedia de Once, el Gobierno Nacional anunció una
“revolución ferroviaria” e invirtió 841 millones de dólares en comprarle trenes
a China, con el agravante de que los repuestos se deben importar ¿Cómo los
afectó esta medida?
-Para empezar, cada vez que salían en la tele a hablar de
revolución ferroviaria, sentía que estaban insultando y cagándose en todos los
laburantes que murieron en ese tren y en el de Castelar. Desde el punto de
vista del trabajo, se cagaron en la industria nacional y en todos los puestos
de laburo que se podían derivar de fabricar los trenes en Argentina. Emfer no
es la única fábrica que hacía vagones, había un montón más. Se podría haber
hecho algo mucho más estratégico, pero lo que se hizo fue salir a responder de
manera urgente a un problema que lo consideraron político, que a mi parecer,
tiene un costado profundamente humano. Salieron a callar la masacre que
hicieron. Hoy es muy difícil tener una perspectiva para reparar coches. Todo el
parque ferroviario fue renovado con flota china. Si la revolución ferroviaria
la hubiesen hecho el primer día que asumieron como gobierno, para el 2010 gran
parte de la flota estaría renovada y hoy podrían estar pensando en exportar
coches y no importarlos de China.
-Mientras se cocinaba ese acuerdo, Emfer era vaciada por sus
dueños y el gobierno tampoco les mandaba trenes para no quedar pegado a los
Cirigliano ¿Pudieron contactarse con algún funcionario del gobierno para buscar
una solución alternativa?
-Presentamos varios proyectos que tenían que ver con la
continuidad de los talleres y con la expansión de la fabricación de
formaciones, pensando en el segundo y tercer cordón del conurbano bonaerense.
Nos juntamos con varios ingenieros ferroviarios, que fueron dejados de lado de
todo este asunto de la compra de los trenes a China. Lo que podíamos aportarles
para un proceso de recambio del ferrocarril fue absolutamente ninguneado.
-Estuvieron varios días con la fábrica tomada, sin embargo no
pudieron evitar el cierre ¿Cómo fue el proceso de reinserción de los 500
trabajadores en las líneas del ferrocarril?
-La organización gremial fue disuelta. Hay 200 compañeros que
estamos en la línea
Sarmiento , que dirige la lista Bordó , liderada
por el Pollo Sobrero del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Nos
recibieron con los brazos abiertos y logramos que se respeten nuestros oficios.
Muy diferente es la situación de los que están en el Mitre o en el Roca, que la
representación sindical está en manos de la lista Verde de Julio
Sasia, reemplazante de José Ángel Pedraza, hoy encarcelado por el asesinato de
Mariano Ferreyra. Ahí están compañeros que tienen un conocimiento de años
de estar trabajando en el ferrocarril, porque la fábrica es una escuela de
oficios: torneros, bobinadores que no vas a encontrar más y que hoy están
cortando boletos, de banderilleros o limpiando baños. Lo reconoció Florencio
Randazzo en cada entrevista: dijo que los trabajadores de Emfer son mano de
obra calificada que no hay que perder. Se lo tendría que haber explicado a su
amigo Sasia, que hizo lo posible para que no se respetara el trabajo de los
compañeros. Eso responde a la poca coherencia que han tenido en todo este proceso.
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