Los pueblos
originarios de América Latina en la era Covid-19
Por Gerardo Szalkowicz
Editor
de NODAL – Mayo 4, 2020
Sin
servicios básicos, excluidos por el sistema de salud, sin documentación para
acceder a programas sociales y con caminos cortados que impiden abastecerse de
alimentos, ¿cómo impacta la pandemia en las comunidades indígenas de
Latinoamérica?
“En
esta pandemia no estamos todos en el mismo barco, estamos en el mismo mar; unos
en yate, otros en lancha, otros en salvavidas y otros nadando con todas sus
fuerzas”. La sencilla metáfora a la que apelaron en un comunicado siete
organizaciones indígenas en el estado mexicano de Hidalgo ayuda a problematizar
a qué sectores sociales afectará más el impacto del coronavirus. En América
Latina, los pueblos originarios aparecen entre quienes van tirando manotazos en
el agua, resistiendo al menosprecio de gobernantes y ninguneados en pantallas y
micrófonos.
Nulas
o insuficientes medidas focalizadas o protocolos especiales; carencia de
servicios básicos (principalmente agua potable); enfermedades preexistentes
vinculadas a la pobreza y ausencia o lejanía de servicios de salud;
complicaciones para la venta y compra de alimentos por el cierre de caminos y
mercados; falta de documentación para acceder a programas sociales; poca
difusión preventiva con enfoque intercultural y en lenguas indígenas. Un combo
de problemáticas que dejan a gran parte de las comunidades originarias de la
región en extrema vulnerabilidad. Si el panorama previo ya era de emergencia,
la pandemia profundiza las desigualdades.
La
conquista europea que arrasó con los pueblos que habitaban el continente no
sólo tuvo la espada y la Biblia como armas principales. El factor
epidemiológico fue clave: las enfermedades importadas (tifus, viruela, peste bubónica)
ayudaron y mucho a diezmar a la población autóctona durante el mayor genocidio
de la historia, de hecho se dice que fue la viruela la que realmente destruyó
al imperio azteca. Otras epidemias, como malaria, sarampión e influenza,
también hicieron estragos en territorios indígenas a lo largo de la historia. Por eso la
irrupción del Covid-19 encendió las alarmas y multiplicó los reclamos de
atención urgente. Su penetración en las comunidades sería trágica y le haría un
gran favor a las trasnacionales extractivistas, siempre ávidas de tierras y
bienes naturales.
La
población indígena en Latinoamérica supera los 45 millones de personas, lo que
representa el 8,3% de la región, siendo la zona de mayor densidad demográfica
indígena del planeta. Se registran 826 pueblos indígenas distintos. En su
informe anual de 2019, la CEPAL destacó que la pobreza de las y los indígenas
es 26% mayor a la de las personas no indígenas.
Recientemente,
el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el
Caribe (FILAC) exhortó a los gobiernos de la región a propiciar una reunión
específica sobre el tema y señaló que “ninguna de las fuentes de información
globales o regionales incluye datos desagregados con relación a la población
indígena”.
Perú: lavarse las
manos con agua empetrolada
En
la Amazonía peruana, los ríos se tiñeron de petróleo en las últimas décadas,
multiplicando problemáticas y enfermedades. Cuatro federaciones indígenas del
Departamento de Loreto alertaron sobre “las condiciones precarias en que nos ha
encontrado la pandemia: un contexto de persistente contaminación petrolera que
envenena el agua y los alimentos, focos de malaria o dengue, y la ausencia del
Estado que a menudo implica días de viaje para asuntos básicos como llegar a un
centro de salud”.
Las
organizaciones reclaman medidas para evacuar a posibles afectados e
“información para difundir en las comunidades con claridad, seguridad,
pertinencia y en idioma indígena”. El Perú tiene más de 4 millones de personas
que se identifican con una lengua diferente al castellano. Si bien algunos
materiales de difusión fueron traducidos, aparece otro problema: muchas
comunidades no cuentan con internet, electricidad o equipos electrónicos para
trabajar con la plataforma educativa oficial “Aprendo en casa”. La Asociación Interétnica
de Desarrollo de la
Selva Peruana , que agrupa a unas 1.800 comunidades nativas,
acusó al gobierno de “desatención evidente y reiterada discriminación” y
denunció ante las Naciones Unidas “el peligro de etnocidio por la inacción del
Estado peruano”.
En
el Perú, donde ya se reportan tres indígenas infectados, se está dando otro
fenómeno: el éxodo masivo de familias pobres que huyen de Lima a pie por el
hambre y la falta de trabajo. Gran parte son indígenas que retornan con lo
puesto a la sierra y a la selva.
Colombia: la
pandemia de la violencia
La
población indígena en Colombia –casi dos millones de habitantes, el 4,4% del
total- tiene un gran desarrollo organizativo. La Organización Indígena
de Colombia (ONIC) emitió por primera vez una alerta epidemiológica y activó un
plan de contingencia que incluye el bloqueo de caminos permitiendo sólo el paso
de transportes de alimentos y productos básicos. Desde La Guajira hasta el
Amazonas, la denominada “Guardia Indígena” impide el ingreso a los poblados de
turistas e instituciones privadas. Las primeras en hacerlo fueron las
comunidades de la Sierra
Nevada de Santa Marta que bloquearon el acceso al Parque
Nacional Tayrona, uno de los principales atractivos turísticos. “La estrategia
de prevención y contención la dividimos en tres acciones: pedagogía para
entender la pandemia, control territorial a través de las guardias indígenas y
movilización del conocimiento de los sabedores en medicina indígena”, explicó
Ángel Jacanamejoy, dirigente de las Autoridades Tradicionales Indígenas.
La ONIC confirmó la primera muerte por coronavirus
e informó que hay siete indígenas infectados y 90 bajo observación. También
denunció que “la escasez de agua potable, alimentos e implementos de
bioseguridad y el confinamiento por el conflicto armado agravan la situación”.
Es que, más allá del Covid-19, el mayor peligro siguen siendo los grupos
paramilitares. Durante el gobierno de Iván Duque ya fueron asesinados 162
indígenas. Y el hostigamiento y las muertes no amainaron durante la cuarentena. Luis Fernando
Arias, consejero mayor de la ONIC, relató: “En estas últimas semanas se han
venido registrando hostigamientos, sobre todo en el norte del Cauca. El
genocidio contra los pueblos indígenas se ha convertido en la peor pandemia
nuestra en estos últimos años”.
México: defensa
zapatista
Con
unas 16 millones de personas, México es el país con mayor población indígena de
la región. En
muchas zonas también se implementó el corte de accesos. El Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) declaró en alerta roja a sus comunidades y cerró
sus centros organizativos “considerando la falta de información veraz y
oportuna así como la ausencia de un plan real para afrontar la amenaza de la
pandemia”. También colocó retenes y filtros sanitarios en el ingreso a sus
comunidades y activó una cuarentena preventiva para quienes regresaron a sus
poblados. El EZLN exhortó además a “no dejar caer la lucha contra la violencia
feminicida y en defensa del territorio y la Madre Tierra ”. El
comunicado finaliza diciendo: “Llamamos a no perder el contacto humano, sino a
cambiar temporalmente las formas para sabernos compañeras, compañeros, hermanas
y hermanos”.
Medidas
similares tomó el Congreso Nacional Indígena (CNI). Carlos González, uno de sus
dirigentes, coloca otro elemento importante: “En los pueblos indígenas los
ancianos y las ancianas juegan un rol fundamental, vital, para la pervivencia
de las comunidades y su reproducción. Es una preocupación muy seria”. González
coincidió en remarcar la precariedad de las infraestructuras sanitarias pero
destacó que, como contraparte, los pueblos originarios “podrán generar una
mejor defensa gracias a su propia vida comunitaria”. El CNI prevé que la peor
situación para las y los indígenas será en las ciudades, por lo cual realiza
colectas para apoyar a las familias urbanizadas.
Desde la
Patagonia hasta el Rio Bravo
Los
mismos miedos, dilemas y exigencias se repiten por toda la geografía del
continente.
En
Bolivia, la Ley reconoce a 34 naciones y pueblos originarios. En el Territorio
Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), que contiene a 64
comunidades, denuncian la desatención del gobierno de facto, la falta de
información y el desabastecimiento de medicamentos y alimentos por la
interrupción del comercio. El dirigente Pedro Moye aseguró que “al área rural
no llegó ningún material de bioseguridad ni medicinas ni ningún protocolo que
debamos seguir en caso de registrar algún contagio. Sólo se abocaron a
capitales de provincia”. Y remarcó otra dificultad: “No hay ambulancias ni
medios para sacar a un enfermo rápidamente a un hospital. Esa es la
preocupación más grande”.
En
Brasil, donde ya hay al menos tres indígenas fallecidos y 31 contagiados,
sobrevuela el fantasma no tan lejano de la gripe A-H 1N1 que provocó la muerte de cientos de
indígenas principalmente guaraníes. El temor al Covid-19 se potencia ya que un
tercio de las muertes de indígenas en Brasil son por enfermedades
respiratorias. El Foro Nacional Permanente en Defensa de la Amazonía exigió “un
plan de contingencia que tenga en cuenta las especificidades de sus pueblos y
sus formas de vida comunitarias, que sin duda facilitan la rápida propagación
del virus”.
La
otra gran amenaza se llama Jair Bolsonaro, que además de minimizar la pandemia
e ir a contramano de todas las recomendaciones, dio carta blanca a la
deforestación de la Amazonía y expulsó al contingente de médicos cubanos, lo
que dejó a muchas comunidades sin atención sanitaria. Nice Gonçalves,
periodista y activista indígena, señala: “En 2019 aumentó en 12% la mortalidad
de niños por la retirada de los médicos cubanos y el desmantelamiento de la
salud indígena”.
También
es crítica la situación en Paraguay, donde indígenas realizan bloqueos de
rutas. La
organización Tierra Viva expresó: “Las estadísticas previas a
la pandemia ya señalaban que el 65% de los indígenas se encuentran en situación
de pobreza y más del 30% en pobreza extrema; a lo que se suma la situación
actual de aislamiento que imposibilita salir a trabajar. La exclusión
estructural se profundiza y el hambre golpea fuertemente a las comunidades del
Chaco”.
Es por ahí
El
mundo que está pariendo la pandemia deja al desnudo el rostro del sistema y
abre las puertas a los debates urgentes sobre la necesidad de un nuevo
paradigma civilizatorio. Tal vez sea el momento oportuno para poner el foco en
las filosofías de vida que pregonan los pueblos originarios, sintetizadas en
conceptos como “sumak kawsay” o “buen vivir”.
https://kaosenlared.net/los-pueblos-originarios-de-america-latina-en-la-era-covid-19/
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/05/04/nuestramerica-los-pueblos-originarios-en-la-era-covid-19/
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