¿Transformaciones y/o
transiciones?
Post-extractivismo y pluriverso
Este texto es parte de la
revista “América Latina en Movimiento”, No 473, correspondiente a marzo
2012 y que trata sobre "Extractivismo: contradicciones y conflictividad”
-
Por Arturo Escobar
El gran desafío está en visibilizar lo
“no-liberal/no-capitalista/no-estatal” en sus propios términos. Este
proceso –no sólo de descolonización epistémica sino de verdadera
re/construcción de mundos y conocimientos de otro modo-- desborda el
panorama actual de las ciencias sociales modernas, incluyendo las
vertientes europeas del pensamiento crítico. En otras palabras, el
proyecto de mundos y conocimientos de otro modo se vislumbra en los
bordes o límites de la teoría crítica,
pero sólo avanzará a medida que
construye otros lenguajes y otras formas del saber (aunque incorpore
aspectos de dichas teorías críticas de alguna manera).
Transformación o
transición
Si esta interpretación tiene validez, podríamos concluir que
América
Latina se encuentra en una encrucijada fundamental: entre proyectos de
transformación social y económica, alternativas a las que han
predominado en el continente durante la mayoría de su historia, pero que
tienen lugar de todas formas dentro el espacio/tiempo cultural definidos
por la modernidad dominante; y proyectos de transición cultural
o, mejor, de transiciones hacia modelos de vida diferentes
a los modelos occidentales modernos que definen la globalización, el
desarrollo, la economía y el progreso.
De hecho, el concepto de «transición» está surgiendo con fuerza a nivel mundial, particularmente a raíz de la crisis combinada de energía, clima, alimentación y pobreza (transiciones hacia sociedades post-petróleo, bajas en consumo de energía, sustentables, y hacia la soberanía alimentaria con producción local y autonomías locales, en particular), pero también en términos culturales y espirituales.
La mayoría de estos discursos de la transición están animados por una
preocupación profunda por la vida. Al hacer visibles los efectos
perniciosos de las ideologías del individuo y del mercado,
estos
discursos vuelcan la atención sobre la necesidad de reconstruir las
subjetividades y la economía, con frecuencia en tándem con aquellas
sociedades donde los regímenes del individuo y la propiedad privada no
han llegado a controlar por completo la práctica social.
Estos discursos igualmente propenden por economías diversas centradas en la vida, cual es el caso de muchas visiones de la economía social y solidaria. El énfasis de algunas de las visiones de transiciones en la espiritualidad, nos recuerda de la exclusión de esta importante dimensión por nuestras academias e izquierdas tan profundamente seculares. La importancia de reconectar naturaleza y cultura, por último, significa que los discursos de transiciones ubican en el centro del proceso la necesidad de reconectarse con todos los seres vivientes, humanos y no humanos. Todos estos factores apuntan hacia el surgimiento del pluriverso.(...)La dimensión cultural de la transición es clara a muchos niveles, por ejemplo en el cuestionamiento de la idea de que el consumo creciente significa mejorar la calidad de vida (Gudynas 2011). Pensar en el «Buen Vivir» y «los derechos de la naturaleza» significa embarcarse en estrategias ontológico-políticas de transición hacia el pluriverso. Hablar del pluriverso significa: revelar un espacio de pensamiento y de práctica en el que el dominio de una modernidad única haya quedado suspendido a nivel epistémico y ontológico; donde esta modernidad haya sido provincializada, es decir, desplazada del centro de la imaginación histórica y epistémica; y donde el análisis de proyectos descoloniales y pluriversales concretos pueda hacerse honestamente desde una perspectiva des-esencializada.Las alternativas a la modernidad tienden hacia formas de organizar la economía, la sociedad y la política –formas otras- que brindan, si no mejores, al menos otras oportunidades de dignificar y proteger la vida humana y no humana y de reconectarse con la corriente de la vida en el planeta.
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