jueves, 7 de mayo de 2020
Generalicemos la conciencia sobre qué democracia nos rige: "Gobernantes, terratenientes, empresarios, aparato judicial, aparato represivo y distintas instituciones gubernamentales, conforman un aceitado mecanismo para el despojo y usurpación de las tierras comunitarias. La frontera agropecuaria se corre día a día e irrumpe la soja donde antes estaba el monte, confinando a los habitantes a territorios cada vez más pequeños".
Argentina_Salta:
El agronegocio y el genocidio del pueblo wichí
Por Julia Callejón/APL
«Pueblos
como el wichí padecen un verdadero genocidio como resultado de decisiones
políticas conscientes. Un gobierno que primero los desalojó de sus tierras y
que luego los abandonó, porque las comunidades, resistiendo se transforman en verdaderos
escollos para la explotación de rapiña del modelo extractivista. La realidad
wichí habla de un brutal déficit estructural. La ausencia de lo más básico de
las necesidades humanas. Hablamos de falta de acceso a agua potable, comida y
cloacas. Una población que no tiene acceso a electricidad, que no tiene acceso
a
Salta es la provincia con mayor población indígena
y la etnia wichí es la más numerosa, según el censo realizado en 2010. Durante
años, terratenientes y empresarios, en comunión con los gobiernos de turno,
empujaron la frontera agropecuaria, despojando a los wichís de buena parte de
sus tierras ancestrales, convirtiéndolos en uno de los pueblos nativos más
pobres y desposeídos del país. Gobernantes, terratenientes, empresarios, aparato
judicial, aparato represivo y distintas instituciones gubernamentales,
conforman un aceitado mecanismo para el despojo y usurpación de las tierras
comunitarias. La frontera agropecuaria se corre día a día e irrumpe la soja
donde antes estaba el monte, confinando a los habitantes a territorios cada vez
más pequeños. Esto constituye un verdadero problema para el pueblo wichí que
vive de esos montes, esenciales para la reproducción de su vida material y
cultural.
La
agricultura guiada por el capital reemplaza los ecosistemas y por este motivo
los pueblos originarios son sus opositores, y su simple permanencia cuestiona
el agronegocio del monocultivo transgénico. Su existencia atenta contra el
“desarrollo” y el “progreso”, que la agricultura de las topadoras nos vendrían
a traer, y es la razón por la cual no hay una política seria que revierta esta
situación y permita a la comunidad wichí sobrevivir. Si bien Salta ha declarado
la emergencia sociosanitaria, la situación no ha cambiado.
El
agronegocio desmontó, en los últimos diez años, 1.400 millones de hectáreas, y
desalojó a cien mil mujeres, hombres y niños. Sólo en los últimos cuatro años,
Salta arrasó con casi 80 mil hectáreas de bosques. Gran parte merced al ex
gobernador Juan Manuel Urtubey, que gobernó por 12 años, y autorizó ilegalmente
el trabajo en zonas protegidas por la Ley de Bosques.
Sin
embargo, el cambio de gobierno no ha servido, y el actualmente continúa la tala
y el desmonte. Según denuncia Greenpeace, ni en cuarentena las topadoras han frenado,
señalando que entre el 15 y el 31 de marzo se desmontaron un promedio de
La
situación es la misma desde hace muchos años y ningún gobierno dio una
respuesta de fondo al problema. Poco podíamos esperar del macrismo, pero el
compromiso que supuestamente mantiene el gobierno actual con los Derechos
Humanos (así como los 12 años de kirchnerismo anteriores), ha quedado reservado
mayormente a declaraciones políticas sobre la última dictadura cívico-militar,
sin redundar en medidas que garanticen efectivamente derechos esenciales para
la vida de amplias franjas de la población, y desde ya los derechos no alcanzan
a comunidades pobres e indígenas. Este Estado, que sustenta buena
parte de su modelo en actividades como la soja, el petróleo y la minería,
siempre atenta contra los pueblos originarios, cuando honrar sus derechos
confronta con intereses económicos.
Un modelo genocida
Pueblos
como el wichí padecen un verdadero genocidio como resultado de decisiones
políticas conscientes. Un gobierno que primero los desalojó de sus tierras y
que luego los abandonó, porque las comunidades, resistiendo se transforman en
verdaderos escollos para la explotación de rapiña del modelo extractivista. La
realidad wichí habla de un brutal déficit estructural. La ausencia de lo más
básico de las necesidades humanas. Hablamos de falta de acceso a agua potable, comida
y cloacas. Una población que no tiene acceso a electricidad, que no tiene
acceso a
A
las muertes por desnutrición y deshidratación, se suman dengue y chagas, y
ahora también la amenaza inminente del COVID 19. En lo que pareciera el fin del
plan de apropiación de tierras, observamos absortos un pueblo que muere
lentamente. Sobre ellos no hay cifras oficiales: denuncian 13 muertos en enero
y 12 en febrero, solo si contamos niños desnutridos. De marzo no hay demasiada
información, pero sabemos que los números se incrementan considerablemente si
incluimos adultos, ancianos, muertes de mujeres en partos, y ahora los
suicidios que se suman como el nuevo flagelo.
https://agenciaparalalibertad.org/
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