Por casos de corrupción
y crisis del mundo político
Sergio Grez: “El cambio estructural que
se necesita
supone el harakiri de la casta política”
27 de abril de 2015
27 de abril de 2015
Por Vanesa Vargas Roja (El Desconcierto)
El académico de la Universidad de Chile recalcó la única solución
de fondo a la crisis política pasa por un nuevo cuadro institucional, que
podría legitimarse democráticamente a través de una asamblea
constituyente.
Durante la jornada de este viernes,la presidenta Bachelet recibió las propuestas de la
llamada comisión Engel, que tiene por objetivo buscar soluciones y tomar la
iniciativa ante un escenario político marcado por la corrupción y la falta de
representatividad. En este contexto,ElDesconcierto.cl conversó con el historiador
y académico Sergio Grez.
Durante la jornada de este viernes,
Creo que esta comisión no va a aportar
soluciones de fondo, ni al tema de la corrupción ni a la falta de legitimidad
de la casta política y del sistema político vigente, puesto que sus
indicaciones no van a alterar el sistema institucional que hoy está haciendo
crisis. El problema es estructural, tiene que ver con el modelo económico
neoliberal, pero también con el sistema político que nos rige desde los ’90.
Estas son soluciones parciales que no ven que el tema de fondo es el carácter
de este sistema pseudo democrático, con una democracia tutelada, restringida y
de baja intensidad. No se arregla con comisiones, ni con elecciones anticipadas,
ni con renovación del personal político, sino mediante una solución de fondo:
un nuevo cuadro institucional, una nueva constitución y una refundación
política mediante la única vía plenamente democrática: la asamblea
constituyente.
¿Cree usted que la clase política
realmente está enfrentando este proceso de deslegitimación institucional o
simplemente tendremos que conformarnos con los procesos judiciales que se
llevan a cabo en paralelo, que finalmente podrían terminar en condenas no muy
contundentes ni satisfactorias para la sociedad?
No existe una estrategia única en el seno de
la casta política, hay distintas propuestas. Hay quienes, como Correa Sutil,
han lanzado el video de las elecciones anticipadas. Hay otros personeros que se
oponen fervorosamente a esta idea, probablemente porque quieren salvar los
puestos que ocupan actualmente y pareciera que hay un cierto desconcierto entre
quienes han dirigido la política chilena durante el último cuarto de siglo. Eso
nos habla de una profunda crisis, de la desorientación y de la ruptura de
ciertos consensos, considerando el carácter profundo de la crisis política que
nos aqueja y nos repercute a todos.
Hagan lo que hagan, cualquiera sea la
solución, ya sea echarle tierra a los casos judiciales, mediante presiones
políticas o subterráneas, o bien sacrificando algunos elementos más
comprometidos, aplicando la política caiga quien caiga, eso no soluciona en el
tema de fondo. El cambio de algunas cabezas, la sustitución de algunos
liderazgos por personajes menos involucrados, no significa un cambio
estructural, no significa un cambio en las reglas del juego y eso no es lo que
necesita el país. La ciudadanía pide instalar un sistema político efectivamente
democrático, pero esto debe ir acompañado también de transformaciones en el
modelo económico, más que transformaciones en el modelo, un cambio de modelo.
De tal manera que todo estos actos parecen manotazos de ahogado para tratar de
cambiar algo para que no cambie nada sustantivo, es una política gatopardista destinada
a salvar lo que la casta política considera más esencial: la permanencia del
modelo, del cual obtienen jugosos beneficios, y la permanencia de ellos, en
tanto personal político administrador del modelo, continuando por la senda del
poder.
Bachelet justamente decía hoy que ella
no supo condenar con fuerza y a tiempo estos casos. Públicamente ha mostrado
una actitud autocrítica y dolida por lo que está pasando y ahora se espera que
anuncie en cadena nacional las propuestas de este informe. ¿Cómo evalúa su
desempeño político en el último tiempo?
Ha manifestado cierta desorientación, una que
no tiene que ver con su relación personal con el caso de Dávalos, sino con
el seno de su círculo de hierro, el más estrecho, que ha evidenciado una
notoria desorientación respecto de qué hacer, qué postura adoptar para hacer
frente a esta situación que amenaza con transformarse en naufragio. Por lo
tanto, has oscilado entre una negativa y una defensa firme. Me acuerdo que, en
febrero, tras el caso Caval, el ministro Gómez dijo que se trataba sólo de una
cuestión entre privados. Les costó aceptar, finalmente, que lo ocurrido no
correspondía, aún cuando no fuera un delito.
Oficialmente, se le ha tratado de cargar
las piezas de responsabilidad sólo a la pareja Dávalos Compagnon ,
salvando a la Presidenta de toda responsabilidad, sosteniendo, como lo han
hecho Peñailillo y Elizalde, que la honorabilidad de Bachelet está fuera de
toda discusión. Este no es un tema de personas, sino de responsabilidades
políticas. Claramente el entorno de la jefa de Estado no quiere soltar la
presa, sacrificando a Dávalos pretendieron salvar al resto del equipo y los
proyectos, sacrificando la credibilidad de la ciudadanía en esta casta
política, incluso en la presidenta y su grupo más íntimo.
Han tenido que cambiar de estrategia
sucesivamente y pareciera que en la actualidad eso implica sacrificar a los más
impresentables, hacer que caigan dos o tres cabezas, para contentar a la
ciudadanía y seguir adelante sin el cambio estructural que se necesita. Este
cambio supone el harakiri de la casta política, ese es el punto en cuestión. Un
cambio estructural significa que el Parlamento se tiene que hacer una harakiri
y eso abriría las puertas para que la ciudadanía se exprese en una asamblea
constituyente. Una asamblea constituyente significa el fin del poder de todas
las autoridades políticas, de la presidenta de la República, del actual
Parlamento, de los municipios y de todos los órganos electivos del Estado.
Hoy hay mucha fuerza empujando en
dirección hacia la asamblea constituyente y aunque el momento político vuelve a
poner esta demanda sobre la mesa, Bachelet ha sido muy reacia al tema y no
parece ser posible en los próximos años de gobierno.
Exactamente. Tal como tú sabes, ella siempre
ha hablado de que tiene que haber un cambio constitucional y que este cambio
debe ser mediante la vía institucional y de manera participativa. Eso está en
el tono de la ambigüedad que siempre la ha caracterizado, con su manera de
pasar de los temas, de manera tal de que unos y otros crean lo que quieren
creer. A algunos partidarios de la asamblea constituyente les puede parecer que
eso deja la puerta abierta a la posibilidad. Y a quienes se oponen, les suena que
la Presidenta quiere hacer el cambio pero no a través de la vía constituyente.
Navegando entre dos aguas, ella y sus
asesores, han creído que de esta manera pueden obtener más apoyo político, pero
estas ambigüedades tienen un punto de tope, llega un momento en que son
necesarias las definiciones y el riesgo de quienes navegan permanentemente
entre dos aguas, es perder apoyo de un lado y otro y quedar reducidos a un
mínimo de base social, que parece ser la dirección en la cual se está
encaminando este gobierno.
En el plano de los movimientos
sociales. ¿Qué opina de lo ocurrido durante la última marcha del movimiento
estudiantil, multitudinaria y marcada por las consignas de rechazo a la
corrupción? Es una de las reacciones más evidentes hasta el momento desde la
ciudadanía, pero sigue estando muy acotada a los jóvenes.
Desgraciadamente es cierto eso que tú señalas.
El movimiento estudiantil, ante la ausencia de otros movimientos sociales
y políticos con capacidad equivalente de convocatoria, ha tenido que asumir
temas y lanzar convocatorias de tipo ciudadano general, que es bueno que las
hagan. Lo que no es bueno es que sólo lo haga el movimiento estudiantil. Por
ahora, el movimiento sindical, ni hablar, está muy por debajo de las necesidad
actuales y las tareas que históricamente emprendió, y no se avista ningún otro
movimiento con esas características.
Yo estuve en la marcha, como he estado desde
la primera manifestación en 2011, y pude apreciar que, si bien la inmensa
mayoría de los participantes son estudiantes, hay personas que aprovechan esas
convocatorias para poder salir a manifestarse. En la marcha del 16 de abril
ocurrió algo similar a lo que pasó con las marchas contra Hidroaysén, el 2011,
que precedieron a las protestas estudiantiles. Muchas personas salimos no sólo
porque estábamos en contra de ese proyecto hidroeléctrico tan nocivo, sino
también como forma de expresar un descontento. Hasta ese entonces no existía
otro canal, otra posibilidad, que esa convocatoria. Luego vinieron las
convocatorias del movimiento estudiantil, que agruparon a cientos y miles,
porque era el único espacio para poder manifestarse, incluso más allá de lo
educacional. Me parece que ocurrió lo mismo el 16 de abril y que puede seguir
ocurriendo durante los meses que vienen, si es que el movimiento estudiantil
tiene la sapiencia política suficiente como para no cometer errores, como los
cometió el año pasado, pasando todo el año en muchas conversaciones y diálogos
infructuosos con el ministro de Educación.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198079
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