Un apoyo de la ciencia local
31 de marzo de 2015
31 de marzo de 2015
Luego de un año de trabajo de 17 expertos
científicos de 11 países, el máximo espacio para el estudio del cáncer de la
OMS categorizó al glifosato (el agroquímico más utilizado del mundo, pilar del
modelo transgénico) en la segunda categoría más alta vinculada a la enfermedad:
“Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales
de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenia en humanos”. La
evidencia “limitada” significa que existe una “asociación positiva entre la
exposición al producto químico y el cáncer”, pero que no se pueden descartar
“otras explicaciones”.
Con la nueva evaluación, el glifosato fue
categorizado en el “Grupo 2A” (segundo en una escala de 1 a 5), que significa para la
OMS: “Probablemente cancerígeno para los seres humanos”. La IARC-OMS afirmó que
el herbicida “causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”
(tiene relación directa con el cáncer y malformaciones) y detalló que se
detectó glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de humanos.
Rafael Lajmanovich es profesor titular de la
Cátedra de Ecotoxicología de la Universidad Nacional del Litoral, investigador
del Conicet y cuenta con más de 85 investigaciones sobre agroquímicos. “La
comunidad científica internacional advierte desde hace años, con estudios, de
que el glifosato en carcinogénico. Es bueno que la OMS lo haya reconocido”,
evaluó. Y, a modo de ejemplo, precisó las pruebas: “La Biblioteca Nacional
de Medicina de Estados Unidos (conocida como Medline) cuenta con más de 500
trabajos científicos sobre la toxicidad del glifosato”.
Fernando Mañas integra el Grupo de Genética y
Mutagénesis Ambiental (GEMA) de la Universidad Nacional
de Río Cuarto. Hace nueve años que investigan el efecto de los agroquímicos,
realizaron más de 15 publicaciones científicas y confirmaron la relación entre
glifosato y daño genético, que conlleva el aumento de las probabilidades de
contraer cáncer, sufrir abortos espontáneos y malformaciones genéticas. “La
reciente clasificación que la IARC-OMS es consecuencia de la creciente
evidencia científica generada por diversos investigadores independientes.
Esta
evidencia, hasta el momento deliberadamente ignorada, implica que se han
utilizado millones de litros de un herbicida con potencial carcinogénico con
las regulaciones propias de una sustancia prácticamente inocua”, cuestionó el
doctor en ciencias biológicas. Denunció que durante dos décadas poblaciones
enteras fueron “sometidas” a la exposición crónica del plaguicida “basado en
criterios elaborados por las mismas empresas que producen y comercializan” los
agrotóxicos.
El glifosato se utiliza en los campos con soja
transgénica, maíz, girasol, algodón, cítricos, manzana, pera, membrillo, uva,
yerba mate, pinos y trigo. Más de 28 millones de hectáreas de Argentina. Entre
los productores del herbicida figuran Syngenta, Monsanto, Basf, Bayer, Dupont,
Dow Agrosciences, Atanor, YPF y Nidera. Según la última estadística de la
Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), en 2012 se vendieron
182 millones de litros de glifosato. La Red de Médicos de Pueblos Fumigados
afirma que en los campos argentinos se arrojan 320 millones de litros de
glifosato por año.
Raúl Horacio Lucero (biólogo molecular e
investigador de la Universidad del Nordeste, con sede en Chaco) y Damián
Verzeñassi (Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario) estudian
el impacto de agroquímicos desde hace más de una década. Confirmaron
malformaciones y cáncer (entre otras consecuencias). Coincidieron en lo tardío
de la clasificación de la AIRC-OMS, pero al mismo tiempo señalaron lo
importante de que, en una escala de cinco, lo hayan clasificado en la segunda
categoría de productos cancerígenos. Ambos investigadores instaron a la
aplicación “urgente” del principio precautorio, vigente en la Ley General del
Ambiente: ante la posibilidad de perjuicio ambiental es necesario tomar medidas
protectoras.
Medardo Ávila Vázquez, de la Red de Médicos de
Pueblos Fumigados, explicó que, por la nueva clasificación, “el glifosato es
tan cancerígeno como el PCB (compuesto químico que se usaba en los
transformadores eléctricos, hoy prohibido) y el formaldehido, ambos miembros
del Grupo 2A”.
Monsanto, la mayor corporación del agro y
productora de glifosato, respondió con violencia inusitada a la agencia de la
OMS. “Monsanto está en desacuerdo con la ciencia basura”, inicia el comunicado
enviado por Victoria Manny, jefa de Asuntos Gerenciales. La gacetilla de la
compañía, firmada por Robb Fraley, director de Tecnología de la compañía,
reconoce: “Estamos indignados. El proceso de evaluación de la IARC no es
transparente y su decisión es irresponsable”. Monsanto acusó de “sesgada” la
evaluación y denunció a los expertos de no basarse en “ciencia de calidad”.
Pedido para proteger la salud
La Red de Acción en Plaguicidas de América
Latina (Rapal) instó a aplicar la legislación vigente (“principio precautorio”)
para limitar de inmediato el uso del glifosato y llamó a los ministerios de
Agricultura, Salud y a la Secretaría de Ambiente a tomar medidas urgentes para
“proteger la salud y prohibir el uso del herbicida”. Sofía Gatica, de la organización Madres
del Barrio Ituzaingó Anexo (Córdoba), recordó que los niños mueren
prematuramente y sufren discapacidad. “¿Por qué la OMS esperó tanto para
reconocer lo que hace el glifosato?”, preguntó y afirmó: “No pueden jugar con
la vida de nuestros hijos. No experimentan más con nuestro pueblo”.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-269352-2015-03-31.html
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-269352-2015-03-31.html
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