“La seguridad
jurídica es privar a los Pueblos Indígenas de garantías
que les corresponden”
28 de septiembre de 2014
28 de septiembre de 2014
Por OPSur
Jorge Nahuel,
referente de la zonal
Xawunko de la Confederación Mapuche
de Neuquén, repasa en diálogo con el OPSur los impactos y conflictos que han
causado los últimos veinte años de explotación hidrocarburífera y lo que ha
significado el nuevo avance de la frontera petrolera a partir de la explotación
de yacimientos no convencionales. La falta de reconocimiento jurídico, la no
regularización de sus tierras y la ausencia de aplicación del derecho a la
consulta son, a su juicio, los tres pilares de la privación de garantías que
viven las comunidades en desmedro de la industria petrolera. “Hay una política
de absoluta impunidad y la principal víctima de esa situación son los Pueblos
Indígenas”, sostiene el dirigente mapuche.
-Del relevamiento que hizo el Observatorio de Derechos Humanos de
Pueblos Indígenas en 2012 se desprende que aproximadamente 20 comunidades
atraviesan conflictos por la concesión de sus territorios para la exploración y
explotación de hidrocarburos o por los impactos que esta actividad. Da la
impresión de que en otros momentos la conflictividad estaba más vinculada con
la apropiación de tierras por parte de particulares y que en los últimos años
ese lugar lo ocupan los proyectos extractivos.
JN: Sí, claro. El primer problema que tenemos los Pueblos
Indígenas es con las extractivas, después hay problemas con vecinos, con
terratenientes, municipios, empresas o la forestación.
El problema principal es con las
extractivas, sobre todo porque exige un campo desocupado, libre, y la petrolera
entra y necesita que esa tierra sea desocupada, por lo tanto va generando una
política de desplazamiento a las buenas o a las malas.
La cuestión de los Pueblos Indígenas y la industria extractiva es
un problema global, porque la [frontera] extractiva avanza de manera
completamente impune, amparada en las políticas que los Estados han asumido. No
hay estrategia de defensa de la soberanía ni tampoco una estrategia para
garantizar la seguridad y el ambiente para las generaciones futuras. En el
campo indígena hay una normativa excepcional en cuanto a reconocimiento de derechos,
pero todos esos avances son letra muerta al lado de la impunidad con que estos
grupos económicos, que sostienen el extractivismo, establecen las reglas del
juego. Y nos encontramos con este panorama actual, donde de pronto se entrega
una concesión sobre un área que está ocupada por comunidades indígenas, pero
como previamente a esa comunidad se la despojó de todo lo que sea
reconocimiento, no tiene garantías territoriales: no tiene título de propiedad,
no tiene personería jurídica, y está siendo cuestionada hasta su propia
existencia cultural.
En este caso, el responsable fundamental es el Gobierno
Provincial. ¿Por qué el provincial y no nacional? Porque el provincial es el
que tiene la competencia, la facultad para reconocer personerías jurídicas,
regularizar la tierra y aplicar el Derecho a la Consulta, que son los tres ejes
del conflicto. El Gobierno Nacional, por supuesto, tiene la responsabilidad de
estar promoviendo un modelo global de explotación y de híper producción, cueste
lo que cueste.
-El reconocimiento, las personerías jurídicas, son
reivindicaciones permanentes; incluso el relevamiento que ordena la Ley 26.160,
que en Neuquén todavía el gobierno debate si aplica o no la norma.
JN: La Ley de Relevamiento Territorial no es una mensura de la
tierra, ni la titularización de la tierra, es un paso previo, que es relevar la
demanda que los Pueblos Indígenas están planteando desde siempre. Con la
realización del relevamiento quedaba claro qué es lo que quieren los Pueblos
Indígenas. Sin embargo, se aprobó en el 2006 y recién en 2014 se implementa,
pero con un condicionamiento tremendo, porque es una ley que tiene como eje la
participación y la consulta, dos principios fundamentales en la normativa
indígena. Y ni la consulta ni la participación están garantizadas en la
realización del relevamiento, las decisiones políticas las toman Nación y
Provincia, y recién en el aspecto técnico hay participación indígena. Es una
ley que nació bien pero que se está aplicando de una manera totalmente restrictiva
y hoy avanza a pasos muy lentos. El otro condicionamiento que tuvo la ejecución
de la ley es que solamente se van a relevar las comunidades que tienen
personería jurídica.
-Según la
Confederación Mapuche , en Neuquén hoy existen sesenta y
cuatro comunidades, ¿la provincia cuántas reconoce?
JN: Cincuenta, porque hace 14 años que no entrega personerías
jurídicas, hay catorce comunidades que están reclamando su personería jurídica.
Una cosa que no tiene lógica desde ningún punto de vista, porque no se puede negar
una personería jurídica; es como que nace una persona y se le niega su DNI. No
depende del Estado, “se lo doy o no se lo doy”, es una obligación registrar a
las comunidades. Y no lo hace porque es parte de las reglas del juego que
impone este tipo de modelo. Se
necesita garantizar seguridad jurídica a las concesiones que están entregando,
y ellos entienden que la seguridad jurídica es privar a los Pueblos Indígenas
de las garantías que les corresponden. La movilización indígena está
demostrando que es todo lo contrario, que en la medida en que no se nos
reconozcan esos derechos, no van a poder ejecutar en paz su planes.
-En el marco de estos conflictos, el gobierno y las empresas
señalan a la Confederación y a vos como fabricantes de comunidades.
JN: No es una novedad ese descalificativo, porque lo han aplicado
con Kaxipayíñ, lo aplicaron con Logko Puran lo aplicaron con Huenctru
Trawel Leufú. (1) Exactamente los mismos argumentos: “vienen de otro
lugar”, “no son originarios”, “están inventados”, “genéticamente no son
mapuches”. Porque ellos empiezan a promover eso: “que demuestren que son de
raza mapuche”, “deben acreditar su origen étnico”. Una cuestión que tiene un
carácter racista y discriminador, a esta altura de la historia no corresponde
que un organismo público te exija que acredites tu origen étnico. En el ‘94
cabían esos argumentos, porque el Convenio 169 no estaba ratificado, no existía
la
Constitución Provincial , no existía la Declaración Universal
[de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas de la ONU], no existía el
relevamiento territorial.
Hay una impunidad y un abuso de poder sin límites en la provincia,
porque ni siquiera han actualizado sus argumentos. Incluso hay un fallo de la Corte Suprema del 10
de diciembre [de 2013], que ganó la Confederación contra el gobierno de
Neuquén, porque Sobisch había sacado un decreto [1184/02] para fundamentar
estos argumentos: “Hay que condicionarlo en cuanto a la cantidad de familias
para reconocer una comunidad. Tienen que demostrar una continuidad centenaria
en el espacio. Tienen que acreditar su origen étnico”. Todo eso lo escribió
Sobisch en un decreto, motivo de juicio que llegó a la Corte Suprema y
falló que ninguno de esos argumentos era válido y que ese decreto era
inconstitucional (2). Cuando salió el fallo de la Corte, dijimos: “Bueno, acá
se acabaron todos los argumentos, nunca más van a volver a decir eso”. Y ahora
nos llega la respuesta del pedido de personería de Campo Maripe donde repiten
exactamente todos los términos del decreto de Sobisch. O sea, hay una actitud
decidida a negar, negar, negar, y judicializar. Porque saben que un proceso
judicial lleva diez, veinte años; el fallo de la Corte llevó once años de
proceso.
Ellos apuestan a judicializar porque eso hace que pateen la pelota
para adelante, y nosotros apelamos a la resolución política, que el Estado de
Neuquén se comprometa a no violar más las leyes y a reconocer lo que tiene que
reconocer. No es una tarea sencilla porque el gobierno de Neuquén lleva 50 años
en esta política.
-Varios puesteros nos plantearon que las relaciones con las
empresas controladas por el Estado -YPF y GyP- eran mucho más complicadas que
con el resto. Y pensábamos en esto que planteas con respecto al racismo
del Estado, porque, de lo contrario, no se entiende el desprecio al campesino,
al indígena, que hace que entren a los campos como si nada y no quieran ni
pedir permiso. ¿Ustedes creen que se da de esa manera?
JN: No podría marcar esa diferencia porque las empresas
transnacionales también usan y abusan de esa impunidad que les da el Estado. El
derecho a la consulta es un derecho que estamos discutiendo con YPF, porque a
YPF le conviene para su Plan de Trabajo, pero el derecho a la consulta es un
derecho que tiene que aplicar el Estado. El Estado está obligado, antes de
entregar una concesión, a verificar que ese espacio esté libre, y si hay
comunidades mapuche tiene que generar un procedimiento de consulta a las
autoridades comunitarias. El Estado lo que hace es entregar a la empresa,
nacional o trasnacional, el territorio supuestamente libre. Y por eso es que
las empresas usan esas ventajas que les da el Estado, y cuando vas a reclamar
dicen: “Reclámele al Estado, yo tengo acá mis papeles en orden, apártense”, y
te abren una picada. El conflicto es entre el Estado y el Pueblo Mapuche, no
hay ninguna duda.
-Funcionarios públicos de Añelo reconocían que a partir de la
explotación masiva de no convencionales se reconfiguraba el territorio,
cambiaban los términos de la ocupación y uso del suelo, pero subrayaban que la
producción campesina, la actividad de los crianceros, iba a permanecer, aunque
con algunos cambios. Decían que era posible la convivencia de la explotación
petrolera con la ganadería, pero que se perdería la cría animales en el monte y
se tendría que pasar a la cría a corral. Por la experiencia en las comunidades,
¿es posible que puedan convivir ambos tipos de producción?
JN: Nosotros decimos que es incompatible un modelo y otro. El
modelo de pequeña ganadería que el mapuche sostiene y que es parte de su forma
de vida -que no digo que tenga que ser un modelo único, que no se pueda
transformar-, con el petróleo no puede convivir, menos aún con el sistema del
fracking. Esa ilusión que quieren crear, que es posible que convivan, es la
foto de Añelo con los viñedos y los pozos petroleros de fondo. Te muestran esa
postal, eso es una farsa, porque si vos afectas lo más elemental para la salud
y el ambiente, que es el agua, no hay nada que pueda salvarse del impacto y las
consecuencias.
Acá es como el
“encuentro de culturas” que te querían mostrar [al conmemorarse] los 500 años
[de la llegada de los españoles a América], eso fue un avance y un
desplazamiento a sangre y fuego y la industria petrolera ingresa así a los
territorios. No ingresa a debatir cómo pueden convivir ambos sistemas, entra y
empieza a utilizar el criterio de tierra de nadie, y esa es la realidad que
no logran revertir. Hay un objetivo absolutamente económico que es lograr una
híper producción y no le importa el precio que se pueda pagar por eso.
-Más que de cara a
la Provincia, de cara a la sociedad, ¿es posible plantear el debate sobre la
administración de los recursos? ¿Está preparada la sociedad para ese debate?
JN: Primero, el que
no está preparado es el Pueblo Mapuche para una estrategia de ese nivel, porque
al Pueblo Mapuche lo han condenado a estar en una política de resistencia
absoluta las últimas dos décadas, desde que llegó el petróleo a la región. Está dentro
del reconocimiento de la preexistencia de los pueblos indígenas en la Constitución Nacional ,
que después se replicó en la Constitución Provincial ; la diferencia es que
cuando se replica en la Constitución Provincial queda en la parte
dogmática, en cambio, en la Constitución Nacional , está como tarea del
Congreso elaborar leyes para. La Constitución de Neuquén dice: “Se reconoce la
preexistencia del Pueblo Mapuche, se reconoce la personería jurídica, la
transferencia del dominio de sus tierras, y se reconoce la participación en la
gestión de sus recursos naturales”. Ese “sus” es un principio de propiedad que
establece la Constitución, no dice “los recursos naturales del Estado”, porque
tiene que ver con un concepto de territorio. Entonces podría ser un principio
que nos permita establecer una estrategia de ser parte de los beneficios
económicos que pueda generar esa actividad, pero hoy el Pueblo Mapuche está en
un debate donde hay una posición de que hacerse parte de los beneficios de la
industria extractiva es hacerse parte de la destrucción que está generando. Por
eso hay una actitud cerrada del Pueblo Mapuche a debatir ese principio.
Nosotros ese
principio lo queremos hacer valer para poder condicionar o ponerle un límite a
tanta destrucción. Y lo utilizamos como argumento, pero para decirles: “paren,
porque esto no es lo que el Pueblo Mapuche quiere y necesita para su
futuro”. Una de las consecuencias más graves que ha generado la industria
petrolera es que, a través de la cuestión material, ha quebrado la vida
comunitaria, porque si perdés todos esos valores comunitarios que te dan
identidad, basados en el buen vivir, en el küme
felen, desapareces como cultura. Vos podés medir el impacto ambiental,
podés hacer un estudio técnico, generar políticas de remediación de ese
espacio, pero el daño cultural es de carácter irreparable. La sociedad tiene
que lograr medir esas consecuencias, porque también un estigma que le quieren
instalar a la comunidad mapuche, cuando la ven con un vehículo nuevo, con una
casa nueva, es “de qué se quejan si los beneficios también han llegado a
ellos”. Vos no podés medir los beneficios a partir de esa lógica capitalista
del bienestar material. Lo que
se reivindica como derecho es poder reconstruir la vida cultural mapuche, que
ya sin el petróleo está intervenida por la política del Estado; el petróleo
viene a profundizar y acelerar los procesos de destrucción comunitarios. Vaca Muerta va a atravesar alrededor
de veinte comunidades. Estamos hablando de Campo Maripe pero en ese conflicto
estamos dibujando el futuro que nos espera, el futuro inmediato. Si logran quebrar a Campo Maripe,
en todos los sentidos: cultural y material, ese es el futuro inmediato que nos
espera para las otras veinte comunidades que están atravesadas por Vaca Muerta.
-En estos veinte años, si bien hay constantes, ¿ha cambiado la estrategia en la avanzada del Estado y de las empresas sobre las comunidades? Por ejemplo, ¿se va reemplazando la represión abierta por la apertura de canales de diálogo mediados por ONGs?
JN: La estrategia
de Provincia no ha cambiado en lo absoluto, parten de que lo que hay que hacer
acá es negar, negar y negar, y reprimir jurídicamente. La Provincia hoy está
embarcada en una disputa de poder sobre esos recursos [no convencionales] y los
mapuches pasan a ser una cuestión secundaria, está tan enfrascada y tan cegada
por esa disputa que no alcanza a entender que hay un actor del cual no van a
poder liberarse, que son las comunidades.
De parte del Estado
Nacional ha habido un poco más de apertura en esa política, lo que busca es
ingresar por otros medios donde se
puedan consensuar algunos pasos a dar, de hecho logramos con YPF acordar un
protocolo de consulta en la comunidad de Kaxipayiñ. Pero no es mucho más lo que
se puede avanzar con la petrolera, porque actúa en base a un campo que le abre
la Provincia. Lo que le planteamos a YPF es que hoy es
una empresa con mayoría de acciones del Estado Nacional. El eje del discurso
oficial es poner los Derechos Humanos por sobre todas las cosas, por lo tanto
debería dar un ejemplo de respeto a los Derechos Humanos. Sin embargo, todavía
no han dado muestras de que estén dispuestos a asumir ese rol.
En medio de esos
actores -Nación, Provincia, Pueblo Mapuche- también opera toda una serie de
movimientos sociales, políticos, ONGs, que están involucrándose en lo que
implica convivir con esta industria, y con esos sectores el Pueblo Mapuche
tiene un mecanismo de relación permanente. Buscamos coordinar y fortalecernos,
porque ahí está la sociedad neuquina, la sociedad argentina, movilizándose
también por este tema.
-La referencia a
las ONG estaba dirigida a su rol en las políticas de Responsabilidad Social
Empresaria (RSE), que ha tomado mucha relevancia en estos años. Una parte de la
renta petrolera va a llegar al Estado a través de fondos de RSE cuya
administración compartirá con fundaciones, como es el caso de la Fundación YPF , y es
en estas políticas que intervienen una serie de ONG que no tienen nada que ver
con la movilización social sino con la mediación. Hace
veinte años la RSE no tenía la importancia que tiene ahora. ¿Cómo está jugando
eso? A través de las políticas de RSE, del puente que se establece entre las
empresas y las comunidades, ¿se pueden plantear otras discusiones más allá de
aportes materiales?
JN: Es difícil,
porque esos mecanismos que va estableciendo el capitalismo, que llegan atrás de
la extractiva, se van convirtiendo en mecanismos para la extorsión a las
comunidades. Tenés una
relación con YPF como concesionario del territorio comunitario, pero después
tenés alrededor de 70 empresas de servicios, y cada una tiene un mecanismo de
extorsión con la comunidad para quebrar las voluntades, para permitir un
trabajo en libertad, para que no haya medidas de fuerzas. Es ese mecanismo financiero: “yo te
ayudo, colaboro con vos. Mi deber es que de lo que yo gano dejarte una
contribución al desarrollo”. Es un mecanismo de extorsión permanente que rodea
la familia mapuche. ¿Por qué? Porque es parte de esta carencia de una política
pública hacia el Pueblo Mapuche, no hay un acuerdo estratégico entre los mapuche
y el Estado para ver cómo se va a respetar la forma de vida o el derecho de la comunidad. Y como no
hay una política, cada empresa establece su propia política de cómo se
relaciona con la comunidad y qué le va a ofrecer, incluso hasta tienen sus
agentes sociales que van, ingresan y les llevan propuestas. Y ante una
situación de carencia material, de vulnerabilidad, hasta son bienvenidos;
porque llegan a cubrirle necesidades básicas que el Estado debería estarle
cubriendo.
Es un laburo
silencioso de ir minando la voluntad y la resistencia de las comunidades todos
los días. Hay comunidades que tienen claro y que no van a aceptar que con esos
servicios le vayan a planificar la vida ni le vayan a comprar la voluntad de la
lucha mayor. Pero hay otras comunidades que no, que están a pan y agua y que
reciben felices la contribución de aquel que les hace un pozo, de aquel que les
abre un camino, que le hace una posta sanitaria, un salón comunitario; recibe
con alegría esa contribución. La lucha por la resistencia está interferida por
todo ese tipo de intervenciones que son invisibles, tan disimuladas que nadie
las ve, pero es parte de una industria criminal que se ramifica en nombre de
todas esas empresas de servicios que están todos los días, que entran y salen
del territorio.
-Después de veinte
años de conflictos permanentes generados por la concesión de territorio mapuche
para la actividad petrolera, ¿qué enseñanzas dejó esa resistencia para
enfrentar hoy la promoción de los no convencionales?
JN: Tenemos en
contra todo, los medios de
comunicación, que están totalmente comprados por esta industria, con un mensaje
permanente a la población que no hay otra forma de salir de la crisis; pero no
tenemos que bajar los brazos. Nos sentimos fortalecidos porque estamos coordinando
con distintas fuerzas esta resistencia y ya no es una lucha del Pueblo Mapuche
contra el fracking, la lucha no es en adhesión al Pueblo Mapuche, es una lucha
con el Pueblo Mapuche. Hoy los neuquinos entienden que el conflicto es global,
por lo tanto hay que consolidar ese mecanismo de coordinación, de frentes
comunes que hay que hacer para enfrentar semejante monstruo que arrasa con
todo. Tenemos a favor, si se puede decir que tenemos algo a favor, que el
impacto del fracking lo podemos mostrar hoy, no tenemos que hacer futurismo, lo
mostramos con lo que ha quedado en los distintos pueblos donde ha avanzado el
petróleo. De eso sí tenemos mucho para contar, y es un elemento para potenciar la resistencia. Estamos
enfrentándonos a este monstruo porque sabemos lo que va a pasar. No lo
imaginamos, lo sabemos, y eso es lo que hay que hacer a través de todos los medios .
Notas:
1. Las referencias a la ‘fabricación’ de las comunidades Kaxipayíñ y Logko Puran datan de mediados/fines de la década del ’90, mientras que las de Huenctru Trawel Leufú son de mediados de la década pasada.
2. Para más detalles del caso ver http://odhpi.org/2013/12/corte-suprema-fallo-a-favor-del-pueblo-mapuche-y-contra-el-gobierno-de-neuquen/
1. Las referencias a la ‘fabricación’ de las comunidades Kaxipayíñ y Logko Puran datan de mediados/fines de la década del ’90, mientras que las de Huenctru Trawel Leufú son de mediados de la década pasada.
2. Para más detalles del caso ver http://odhpi.org/2013/12/corte-suprema-fallo-a-favor-del-pueblo-mapuche-y-contra-el-gobierno-de-neuquen/
Fuente: http://www.opsur.org.ar/blog/2014/09/28/seguridad-juridica-es-privar-a-los-pueblos-indigenas-de-garantias-que-les-corresponden/
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