Los defensores de los transgénicos,
¿Juegan limpio?
13 de abril de 2015
Por Carmelo Ruiz Marrero
La única verdadera
conclusión que se puede sacar sobre la candente controversia en torno a los
alimentos genéticamente modificados- también llamados transgénicos- es que la
discusión científica sobre el asunto no está resuelta. De hecho, no existe
consenso científico en torno a la inocuidad de los alimentos transgénicos.
Para hacer este punto
de manera contundente, la
Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social
y Ambiental publicó una declaración a este efecto. Desde su publicación
original en 2013, sobre 300 científicos la han firmado y ha sido revisada por
los pares para publicación. Según el preámbulo de la declaración:
"Una amplia
comunidad de estudiosos e investigadores científicos independientes cuestiona
las recientes alegaciones de un consenso sobre la inocuidad de los organismos
transgénicos (OGM). En la siguiente declaración conjunta se demuestra que el
alegado consenso es un constructo artificial que ha sido falsamente perpetuado
mediante diversos foros. Irrespectivamente de la evidencia contradictoria en la
literatura referida, como se documenta más adelante, la afirmación de que ahora
hay un consenso en torno a la inocuidad de los OGM continúa siendo diseminanda
ampliamente y de manera acrítica. Por décadas, la inocuidad de los OGM ha sido
un tema calurosamente controversial que ha sido muy debatido alrededor del
mundo. Los resultados publicados son contradictorios, en parte debido a la
amplia gama de diferentes métodos investigativos empleados, procedimientos
disponibles inadecuados, y diferencias en el análisis e interpretación de
datos."
"La declaración
conjunta desarrollada y firmada por sobre 300 investigadores independientes no
afirma que los OGM sean peligrosos o seguros. En lugar de eso, la declaración
concluye que la escasez y naturaleza contradictoria de la evidencia científica
publicada hasta la fecha impide hacer declaraciones conclusivas sobre la
inocuidad o falta de ésta, de los OGM. Las alegaciones de consenso sobre la
inocuidad de los OGM no están apoyadas por un análisis objetivo de la
literatura referida"(ver informe).
Según la declaración, nunca se han hecho
estudios epidemiológicos humanos para determinar los potenciales efectos sobre
la salud de los alimentos transgénicos, por lo tanto la afirmación escuchada a
menudo de que millones de personas han comido estos alimentos por los pasados
20 años sin experimentar efectos adversos tiene cero fundamento científico.
En la ausencia de
investigación epidemiológica humana, sólo contamos con estudios de alimentación
animal para acceder a datos de salud reales. ¿Demuestran tales estudios que no
hay riesgos a la salud, como alegan los promotores de los transgénicos? Los
autores de la declaración hacen referencia a una revisión minuciosa de estudios
de alimentación animal revisados por los pares, que concluye que hay
aproximadamente tantos estudios con resultados preocupantes como estudios que
no encuentran razón para uno preocuparse. La gran mayoría de los últimos fueron
financiados por la industria de biotecnología (ver informe).
Los firmantes de la
declaración también discrepan de los "innumerables estudios" que
alegadamente encuentran que los transgénicos son seguros. El Proyecto de
Investigación de la
Unión Europea , el cual cita 50 estudios financiados por la UE
realizados entre 2001 y 2010, que es a menudo citado a ese efecto, "no fue
diseñado para probar inocuidad y no provee evidencia confiable de
inocuidad"(ver
informe). Y los "cientos de estudios" a los que hace
referencia la página web pro-transgénicos Biofortified en su mayoría no
atienden el asunto de la inocuidad y algunos hasta presentan preocupaciones a
respecto.
Este debate ha asumido una nueva urgencia en
vista de la aprobación por parte de las autoridades reguladoras de Estados
Unidos de la manzana transgénica "ártica" en febrero de 2015, a pesar de la
acalorada oposición de agrupaciones de consumidores y ambientalistas*. En
respuesta a la cobertura mediática carente de sentido crítico que alabó y
celebró este producto novedoso, los firmantes publicaron la declaración de
nuevo y le exhortaron a los medios a
ser más honestos en su cobertura del debate de los transgénicos.
"Ni un sólo
estudio de inocuidad independiente y público ha sido realizado sobre la manzana
ártica, y aun así algunos reportajes en los medios
han afirmado que es 'segura'", dijo Michael Hansen, científico de
Consumers Union. "Hacemos un llamado a la prensa a que reporte con
precisión sobre la ciencia de los transgénicos, particularmente sobre las
preocupaciones de salud y ambientales presentadas por científicos y la falta de
estudios de inocuidad requeridos, la cual nos deja con cuestionamientos sobre
la inocuidad de los alimentos transgénicos."
Los críticos de los transgénicos estuvieron
particularmente molestos con un artículo en el ejemplar de marzo 2015 de la revista National
Geographic , titulado "The War on Science" (La
guerra contra la ciencia) (ver
informe). El artículo, de la autoría de Joel Achenbach, denuncia
la popularidad de la seudociencia y creencias irracionales y después coloca los
adversarios de los transgénicos en la misma categoría que los creacionistas cristian os y los negadores del cambio climático,
basándose en el inexistente consenso científico en pro de los alimentos
transgénicos.
"El artículo
apenas toca la controversia transgénica o la ciencia", dijo Timothy Wise,
profesor de la Universidad de Tufts, comentando sobre el artículo del National Geographic (ver
noticia). "Lo que estamos viendo es una campaña concertada
para hacer exactamente lo que el National Geographic ha hecho consciente o
inconscientemente: pintar los críticos de los transgénicos como anti-ciencia,
sin ofrecer una discusión seria sobre la controversia científica que aun
continúa a todo furor."
Los defensores de los
transgénicos ridiculizan y le arrojan abuso verbal no solamente a quienes
cuestionan si la tecnología es segura, sino también a quienes plantean la realidad
de que no existe consenso científico en el asunto. ¿Por qué? Considerando el
historial de manipulación corporativa de la opinión pública mediante expertos
"independientes" quienes incidentalmente son financiados por las
mismas industrias que defienden, no es injusto preguntar si algunas personas en
el debate de los transgénicos están recibiendo paga. No es una preocupación
irrazonable, en vista de este reporte de febrero de 2015:
"Una petición
hecha bajo FOIA (Ley de libertad de información de Estados Unidos) por
Greenpeace ha logrado la liberación de documentos que muestran que el
científico del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian Wei-Hock Soon, uno de
los científicos más frecuentemente citados que decían que las emisiones de
gases de efecto de invernadero no contribuyen al calentamiento global, ha
recibido $1.2 millones en financiamiento de la industria de combustibles
fósiles en la pasada década. En ese tiempo Soon regularmente ha evitado
mencionar el conflicto de interés en sus publicaciones científicas,
aparentemente violando en al menos ocho ocasiones las pautas éticas de las
revistas que publicaron sus trabajos" (ver
informe).
¿Cuán independientes
son los expertos "independientes" que abogan en pro de los alimentos
transgénicos? ¿Están recibiendo paga secretamente como el "escéptico"
del clima señor Soon? El grupo activista U.S. Right to Know decidió averiguar.
En febrero de 2015 radicó una petición bajo FOIA para ver los correos
electrónicos y correspondencia de profesores de universidades públicas que
escriben para GMO Answers, una página web pro-transgénicos establecida por la
agencia de relaciones públicas Ketchum. "Nosotros los contribuyentes
merecemos saber los detalles cuando nuestros empleados pagados por el público
contribuyente se prestan de pantalla para corporaciones privadas y sus
escurridizas firmas de relaciones públicas", declaró Gary Ruskin, director
ejecutivo de la organización.
En un comunicado de
prensa, la organización dijo "Los pedidos de documentos públicos radicados
por U.S. Right to Know cubren correspondencia entre profesores que trabajan
para universidades financiadas por el público, y compañías agroquímicas como
Monsanto, al igual que entre ellos y firmas de relaciones públicas como Ketchum
y Fleishman Hillard, y entre ellos y gremios empresariales como la Grocery
Manufacturers Association y el Council for Biotechnology
Information. Estos pedidos no son un esfuerzo por obtener información personal
o sobre investigaciones académicas que estén realizando los profesores" (ver
informe).
Según informes de la
prensa, las universidades peticionadas se molestaron con el pedido, y por lo
menos una se negado a cooperar (ver
aquí). El 12 de febrero Biofortified publicó un comentario del
profesor Kevin Folta, de la Universidad de Florida, titulada "Silencing
public scientists" (Silenciando a los científicos del sector público), que
describía el pedido FOIA como un acto de mala fe dirigido a intimidar
científicos (ver
informe).
Al día siguiente,
Ruskin le contestó a Folta con una carta abierta. "Estos profesores son
empleados públicos", dice la carta. "Ellos son pagados por los
contribuyentes para trabajar en pro del bien público; sus afiliaciones
universitarias les dan el estatus de expertos 'independientes', y son
frecuentemente citados en los medios
como expertos independientes. Pero cuando estos profesores están estrechamente
coordinando con corporaciones agroquímicas y sus firmas de relaciones públicas
para darle forma al diálogo público en modos que fomentan la ganancia privada
para corporaciones, o cuando actúan como la cara pública de las relaciones
públicas de las industrias, entonces tenemos derecho a saber qué hicieron y
cómo" (ver
informe).
De particular interés
para USRTK es averiguar si profesores de universidades públicas,
particularmente la Universidad de California (UC), estuvieron involucrados en
la campaña financiada por la industria de biotecnología en contra de la
Propuesta 37 de 2012, una medida sometida a voto popular en California que de
haber sido aprobada por el electorado hubiera hecho compulsorio el etiquetado
de alimentos transgénicos en el estado.
¿Estuvieron profesores
de la UC, empleados del estado de California, involucrados en afectar el
resultado de un referendo estatal? Y si es así, ¿Estaban recibiendo
secretamente dinero de industrias privadas?
Por lo tanto, no está
mal preguntar, Las personalidades públicas y expertos supuestamente
independientes que hacen campaña por los transgénicos, ¿están jugando limpio?
Si se niegan a hacer públicos sus contactos con la industria de los
transgénicos, ¿Qué esconden?.
Este artículo fue
publicado originalmente en inglés en la página web de Telesur English el 20 de
marzo de 2015 (ver
sitio)
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Los_defensores_de_los_transgenicos_Juegan_limpio
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