Resistencia o
integración
25 de noviembre de 2019
Exposicion de Aldos Casas, en la presentación del libro Resistencia e
Integración.
Buenas tardes. Gracias a todas y todos
los que acá están para intercambiar ideas y experiencias y a los organizadores
de la actividad por darme la
palabra. Sobre todo porque, a diferencia de les otres a
quienes acompaño en este panel, yo no escribí ninguno de los artículos
publicados en el libro que nos convoca. Sólo puedo alegar que contribuí a su
publicación en cuanto miembro del colectivo y editorial Herramienta. En su
momento “no me animé” a colaborar en la escritura del libro, porque no tenía
muy claro ni qué decir, ni desde que lugar hacerlo. Sin embargo, después de
leer el libro ya editado, me animo y tengo ganas de compartir algunas
opiniones. Serán cuatro párrafos: algo sobre el contexto mundial, una reflexión
sobre el momento regional, y dos comentarios específicamente referidos al
libro.
1) El capitalismo, a nivel mundial,
está inmerso en una crisis sistémica que tiende a agravarse. Las incesantes
innovaciones productivas y tecnológicas que se vienen introduciendo
(explotación de nuevos “recursos naturales”, robótica, automatización, informatización)
no logran impulsar un nuevo ciclo de expansión. Lo que sí aumenta es la
precarización del trabajo, el desempleo estructural, la financiarización. Y
una potencial guerra comercial hace más creíbles las predicciones de los
economistas de que estaríamos en los umbrales de una grave recesión a escala
internacional.
El desarrollo y las disputas
geopoliticas a nivel técnico-económico y de la informática posibilita su
utilización con fines de control social y proporcionando al capital y a los
Estados una capacidad sin precedente de control y manipulación. Políticamente,
asistimos a lo que el sociólogo Ricardo Antunes (tomando una fórmula utilizada
por Florestán Fernandes para Brasil) ha denominado “contrarrevolución
preventiva y generalizada”, que la disputa entre la declinante hegemonia de los
Estados Unidos y las pretensiones de Rusia y China torna más compleja. Una
fractura que eventualmente podrá ser aprovechada para resistir las pretensiones
de los yanquis sobre lo que consideran su “patio trasero”, lo que no justifica
creer que Putin o el super-capitalista Estado chino puedan ser considerados
aliados de nuestros pueblos. En fin, la amenaza de barbarie se agiganta a
consecuencia del cambio climático y del agotamiento de los recursos naturales
vitales. En este marco la lucha contra el capitalismo adquiera la importancia
de una lucha por la supervivencia misma de la civilización y la especie humana,
emancipada del molde productivo colonizador y destructivo (de pueblos y
naturaleza) que el capitalismo impuso urbi et orbi.
2) América Latina ha ingresado en un
momento de abruptos cambios, al calor de grandes confrontaciones entre
desposeídos y las pretensiones del gran capital. Esa disputa se expresa en
revueltas populares y reacciones de los opresores. En un polo afloran
esperanzas colectivas y en el otro las elites recurren a los más bárbaros
recursos contrarrevolucionarios. Las batallas se dirimen en las calles y en las
urnas. Los poderosos recurren a la represión policial y militar, manipulan la
información, y alientan el resentimiento de la clase media empobrecida
ofreciendo agitando los fantasmas del vandalismo y el extremismo para lanzarlas
con métodos neofascistas contra diversos “chivos expiatorios” y la izquierda. En toda
la región y en un proceso vertiginoso, victorias significativas coexisten con
derrotas y preocupantes retrocesos. En lo que va del siglo XXI, Nuestra América
es la región del mundo que no ha dejado de luchar, oponiendo resistencias y
momentáneas barreras al avance del neo liberalismo, desarrollando multivariadas
fuerzas contestarias que, sin embargo, no han logrado confluir para erigirse en
plural sujeto antagónico al capital, un sujeto con fuerza social, organización
colectiva y proyecto alternativo estratégicamente orientados para ir mas allá
del capital. La plena solidaridad con la admirable resistencia de la Venezuela
bolivariana, no debe ocultar que el “golpe de timón” que reclamara Chavez no se
dió, y hoy todo el esfuerzo del gobierno parece agotarse en sobrevivir a como
de lugar. En Bolivia, el golpe de estado que no ha terminado de consolidarse
implica una regresión brutal, que debemos denunciar y combatir, dejando de lado
la ilusoria meta del “capitalismo andino-amazónico” que frustró las iniciales
expectativas del proceso de cambio, la Constituyente, el Estado Plurinacional y
los proclamados (pero no aplicados) principios del Buen Vivir. En nuestro país,
Macri fue derrotado electoralmente, pero la fuerza política que triunfó es la
misma que so pretexto de salvar la “gobernabilidad” le permitió llevar hasta el
fin el programa de ajuste, endeudamiento y entrega. Y que llega al gobierno
pidiendo paciencia y tiempo para disminuir la pobreza y reactivar el mercado
interno, apostando a que un Pacto Social permitiría pagar la deuda externa (al
FMI y los acreedores)terminando al mismo tiempo con el hambre y mejorando
salarios. Negocian la despenalización o legalización del aborto con la Iglesia,
los evangelistas y gobernadores “antiderechos” con incierto resultado. Máximo
Kirchner aplaude el compendio de buenas intenciones que se presenta como un
programa de buen gobierno elaborado por los movimientos sociales integrados en
el Frente de Todos, pero se elige un gabinete comprometido con la
profundización del perfil agro-exportador y extractivista que requieren el
mercado mundial y las Transnacionales. Derrotar al golpismo, al imperialismo y
al neoliberalismo es el gran objetivo de las luchas actuales, pero para
lograrlo sera imprescindible que con la movilización se intensifique la acción
política, demostrando en ese terreno que hemos aprendido de las debilidades y
errores que tan bien sabe aprovechar la derecha. Entiendo
que para ésto pueden servir el libro que nos reúne, y las futuras elaboraciones
que le den continuidad.
3) Resistencia o Integración. Como bien
se dice desde el título, para evitar la integración y tras ella las derrotas
más sangrientras, será necesario que la nueva resistencia alumbre un proyecto
societario alternativo, que deberemos construir sobre la marcha. Debemos
romper con la parálisis que pregona el “posibilismo”, reconociendo y asumiendo
la necesidad y actualidad de la revolución, pero esto sólo será posible
atreviéndonos a revolucionar la concepción misma de la revolución y de sus
contenidos, que no son ni podrían ser los mismos que nutrieron a las
revoluciones del siglo XX, marcadas por las ilusiones en la Modernidad, el
Progreso, el Desarrollo productivista y una ilimitada “explotación de la
naturaleza”. Vale aclarar asumir una perspectiva revolucionaria y descartar el
reformismo y el posibilismo por ser orientaciones políticas basadas en la
falacia de que la estabilidad y progresividad del capitalismo harían
innecesario o imposible ir más allá del capital, no significa en modo alguno
renunciar a la lucha por reformas o despreciar conquistas parciales, por
mínimas que sean. Distinguiendo, es claro, entre efectivas reformas (cada vez
más improbables e inestables) y los cambios cosméticos que se proponen para que
nada cambie. Y atendiendo a la posibilidad de ocasiones en que pueda lucharse
por lo que Harvey denomina “reformas revolucionarias” que en vez de consolidar
desestabilizan al sistema. Enfrentamos problemas teóricos y prácticos de
inmensa complejidad que debemos asumir y discutir sin complejos ni disimulos,
para destacar y profundizar acuerdos, para reconocer tensiones, matices y
énfasis diversos que enriquecen y ayudan a considerar con equilibrio el alcance
de las discrepancias y reconociendo que frente a muchas cuestiones no tenemos
respuestas. El libro que nos reúne hace un significativo aporte a esta
necesaria e impostergable reflexión y elaboración colectiva, aporta voces y
experiencias: desde la inmensa movilización los feminismos y su aporte a la
interseccionalidad, desde la luchas por la defensa y transformación de la
educación pública, desde el sindicalismo clasista, desde las luchas ambientales
y territoriales, recuperando el revolucionario e imprescindible combate por la
democracia socialista, por mencionar sólo algunos de los temas abordados. Me
permito reivindicar específicamente la profunda crítica y autocrítica de
nuestra propia experiencia (la de la “izquierda independiente”, “popular” o
como se prefiera denominarla) que escribe Miguel Mazzeo. También la lúcida y
valiente postura de Sergio Nicanoff y Fernando Stratta señalando que “evitar la
cooptación y la subordinación política sera esencial de cara al futuro. Es
factible un escenario donde la inestabilidad económica y política sea un rasgo
de la coyuntura sino un elemento de largo plazo”. Y advierten sin medias tintas
sobre los actuales limites y contradicciones de movimientos sociales con una
subjetividad en gran medida integrada y referentes comprometidos a defender la
gobernabilidad del sistema. Para enfrentar un nuevo ciclo de previsible ajustes
a fin de pagar la deuda externa con el FMI y los acreedores, y de
profundización del modelo dependiente, extractivo-exportador, se proponen
elementos de una estrategia alternativa. Claro que estos artículos, como el
libro todo, no pretenden cerrar sino proponer nuevas y fructíferas discusiones…
4) La lectura del libro y la
constatación de significativas coincidencias, me llevan a una reflexión final.
Por banal y sabido que pueda parecer, me atrevo a recordar que con estudiar y
discutir no alcanza. Para construir respuestas a los dilemas que nos plantea la
realidad son imprescindibles los aportes de la historia, la teoría social, el
ecologismo y el feminismo… pero para actuar e incidir en el presente es
necesario, como dijera hace décadas el filósofo Walter Benjamin y repitió años
después el investigador-militante Daniel Bensaïd, reconocer la primacía de la política. Nada
puede reemplazar el desarrollo de prácticas, construcciones y luchas políticas,
echando raíces por abajo y entre los de abajo, desarrollando un empeño político
de largo aliento. Pienso que en las actuales circunstancias ese esfuerzo
debería ser canalizado, contenido y potenciado por la confluencia de diversas
organizaciones dispuestas a dotarse de un marco orgánico común, federativo o
movimientista pero con organismos (de coordinación, conducción y militancia de
base) comunes. La lectura del libro y esta misma reunión me dejan este
interrogante: ¿podrán/querrán las organizaciones aquí reunidas asumir el
desafío de intentarlo, sin esperar acuerdos plenos (que no pueden surgir del
aire), a sabiendas de que nadie puede garantizar que el intento sea exitoso.
Sin ultimatismos, sin buscar atajos ni acuerdos meramente formales o
circunstanciales. Sin apresuramientos, pero sabiendo que el ciclo político que
se inicia requiere que la izquierda “no tradicionalista” se construya, con este
tipo de esfuerzos y convergencias colectivas, en el seno del pueblo trabajador,
con sus multivariados componentes y frentes de lucha.
Aldo Casas, 20 de noviembre de 2019.
Fuente: http://www.dariovive.org/resistencia-o-integracion/
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