Emergencia climatica:
¿reforma o revolución?
6
diciembre, 2019
Por John
Bellamy Foster, Profesor de la Universidad de Oregon , Estados Unidos.
Hoy estamos observando lo que parece
ser el comienzo de una revolución ecológica, un momento histórico diferente a
cualquier otra experiencia de nuestra historia reciente. Tal como Naomi Klein
sugiere en su nuevo libro “On Fire”, no sólo el planeta está ardiendo, sino que
se está alzando un movimiento posiblemente revolucionario como respuesta.
La gran cantidad de protestas por el
cambio climático*** durante el último año se ha debido en alguna medida a la
toma de conciencia que provocó el informe del organismo creado por las Naciones
Unidas denominado “ Panel Intergubernamental del Cambio Climático” (IPCC). Este
documento de expertos revela que si las emisiones de dióxido de carbono se
mantienen en el nivel actual, el mundo obligatoriamente deberá disminuir en un
45 por ciento las emisiones antes de el 2030 para llegar a cero el 2050.
Según este informe una reducción
drástica de las emisiones contaminantes es la única posibilidad que tiene la
humanidad para evitar la catástrofe ambiental que producirá el aumento de 1.5ºC de la temperatura
global del planeta.
En el último año, un número
incalculable de personas se ha dado cuenta de que para alejarse del precipicio,
es necesario un cambio socioeconómico acorde con la delicada crisis del
“sistema de la tierra”. En un breve lapso el movimiento estudiantil de la
“huelga climática”, las protestas de los jóvenes, el Movimiento Sunrise y el
llamado New Deal Verde han impulsado la lucha ambiental en los estados capitalistas
avanzados.
Este combate está adoptando
posiciones cada vez más radicales. El cambio de sistema – y no solo el combate
contra el cambio climático – se está convirtiendo paulatinamente en el
mantra en los movimientos ecológicos en los Estados Unidos
Hasta ahora el movimiento ha sido
mayoritariamente reformista. Su programa buscaba cambiar las inversiones
capitalistas en una dirección “consciente con el clima”. De hecho, la gran
marcha de Nueva York en 2014, organizada por el Movimiento por el Clima, se dirigió
al lugar donde se reunían los grandes empresas que negociaban los términos de
los acuerdos climáticos.
Ahora, organizaciones como
Extinción-Rebelión, Sunrise y la Alianza por la Justicia Climática
son conocidas por su acción directa. Estos nuevos movimientos son jóvenes,
audaces, diversos y puede llegar a ser revolucionario en su desarrollo. En la
lucha actual por el planeta, estas organizaciones empiezan a reconocer que las
relaciones de producción sociales y ecológicas deben transformarse radicalmente.
Se abre paso, no sin dificultades, la
idea que sólo una transformación revolucionaria puede sacar a la humanidad de
la trampa que el capitalismo le ha impuesto. Hasta la joven activista Greta
Thunberg declaró en la Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, el 15 de
diciembre de 2018: «si las soluciones dentro de este sistema son imposibles de
encontrar, entonces tal vez deberíamos cambiar el sistema».
Nuevo acuerdo verde: ¿reforma o
revolución?
El surgimiento de propuestas de
diferente signo ha hecho que la lucha contra el cambio climático se este
transformando en una fuerza aparentemente imparable. Lo nuevo en los
movimientos ambientales es que el llamado Nuevo Acuerdo Verde y otros
programas, que proponen unir la justicia social con la lucha ecológica
El New Deal Verde no fue
originalmente una estrategia de transformación, sino más bien una propuesta
reformista moderada. El término surgió en 2007 en una reunión entre Colin
Hines, ex jefe de la Unidad de Economía Internacional de Greenpeace, y Larry
Elliott, editor de economía del periódico The Guardian,.
Frente a los crecientes problemas
económicos y ambientales, Colin Hines sugirió una dosis de gasto keynesiano,
etiquetándolo como un New Deal Verde en una referencia al New Deal de Franklin
Roosevelt. Entonces, Elliott, Hines y el empresario británico Jeremy Leggett,
lanzaron el Grupo Green New Deal del Reino Unido.
La idea se impuso rápidamente dentro
de los círculos de la política ambiental. El columnista del New York Times
Thomas Friedman, comenzó a promoverlo en los Estados Unidos aproximadamente al
mismo tiempo que formulaba una nueva estrategia capitalista eco-modernista.
Barack Obama avanzó una idea similar
en su campaña de 2008, sin embargo, abandonó la terminología después de las
elecciones de mitad de período en 2010. En septiembre de 2009, el Programa de
Medio Ambiente de la ONU emitió un informe titulado Global Green New Deal ,
consistente en un plan de crecimiento sostenible.
Ese mismo mes, la Green European Foundation
publicó una estrategia capitalista verde y keynesiana, hoy conocida como el New
Deal Verde Europeo.
Todas estas propuestas – encuadradas
bajo el manto de un New Deal Verde -eran creaciones políticas de arriba hacia
debajo que postulan un keynesianismo verde con una planificación tecnocrática
empresarial sin preocupación por el empleo y la erradicación de la pobreza;
todos son proyectos de un capitalismo verde ligeramente reformista.
A este respecto, las primeras
propuestas Green New Deal tenían más en común con el primer New Deal de
Franklin Roosevelt (de 1933 a
1935) que fue de carácter empresarial y muy pro-negocios, que con el segundo
New Deal (de 1935 a
1940) que fue consecuencia de una rebelión generalizada de la clase trabajadora
de mediados de la década de 1930. En contraste, con las primeras propuestas
empresariales, las últimas versiones del New Deal Verde tiene su inspiración en
la gran rebelión desde abajo del Segundo New Deal de Roosevelt.
Una fuerza clave en esta metamorfosis
fue la Alianza para la
Justicia Climática que surgió en 2013 a través de la fusión
de varias organizaciones pro-justicia ambiental . Esta alianza actualmente
reúne a sesenta y ocho organizaciones que representan a comunidades de bajos
ingresos y de color, comprometidas con la lucha por la justicia ambiental y una
transición justa.
El concepto de una transición justa
tuvo su origen en la década de 1980. Fue enunciado por Tony Mazzochi, un
dirigente eco-socialista (del Sindicato de Trabajadores del Petróleo, Químicos
y Energía Atómica) que propuso por primera vez construir un movimiento de
justicia laboral y ambiental.
Este movimiento propuso la lucha por
un “Nuevo Acuerdo Verde de los Pueblos” que supere el abismo entre las luchas
económicas y ecológicas mediante una Transición Justa, más allá de la
protección del clima.
Durante las campañas presidenciales
del Partido Verde de Jill Stein, en 2012 y 2016, el Green New Deal se
transformó en una estrategia con base popular.
Entonces, el New Deal del Partido
Verde tenía cuatro pilares: (1) una declaración que incluía derechos laborales,
empleo seguro, atención médica, educación universitaria gratuita, (2) una
transición que promoviera la inversión en pequeñas empresas, la investigación y
los empleos verdes; (3) una reforma financiera real, que incluía el alivio de
la deuda de los hipotecados y los estudiantes, la democratización de la
política monetaria, la regulación de los derivados financieros , el fin de las
fondos financieros y de los rescates gubernamentales a la banca y, (4) una
democracia participativa que derogaba la Ley Patriota de Bush
y reducía el gasto militar en un 50 por ciento.
No hay duda sobre la naturaleza
radical (y antiimperialista) del programa original del Partido Verde. La
reducción a la mitad del gasto militar era la clave de este programa plan para
aumentar el gasto federal en otras áreas.
En el corazón de este programa se
encontraba un ataque a la estructura económica, financiera y militar del
Imperio estadounidense, al tiempo que sus propuestas económicas proporcionaban
veinte millones de nuevos empleos verdes.
Irónicamente, la transición verde era
el componente más débil de este New Deal . Sin embargo, gran la innovación que
introdujo fue vincular el cambio ambiental con un cambio social igualmente
necesario.
Acuerdos Verde que no son
Antiimperialistas
Pero no fue hasta noviembre del 2009
que la idea de un New Deal Verde reventó en el Congreso. Un proyecto presentado
por la
diputada Alejandra Ocasio-Cortez , se convirtió rápidamente en
un nuevo factor en la política de Estados Unidos.
Ocasio-Cortez, que había participado
activamente en la protesta de los indígenas por el oleoducto de Dakota del
Norte, se comprometió en su campaña (en el Distrito 14 que representa al
Bronx y parte de Queens) con el Movimiento ecologista Sunrise
La “sentada” de este Movimiento en la
oficina de la Presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, fue el vamos al
Green New Deal que presentó Ocasio-Cortez, y Markey.
Este proyecto señala las
responsabilidades de los Estados Unidos asociando la emergencia climática
mundial a «crisis relacionadas» tales como: la disminución de la esperanza de
vida, el estancamiento salarial, el descenso de la movilidad entre clases
sociales, la desigualdad creciente, la división racial en la riqueza y la
brecha salarial de género.
Este New Deal se propone reducir las
emisiones netas de gases de efecto invernadero a través de una «transición
justa», creando «millones de empleos, promover la justicia y la equidad y
terminar con la opresión a los pueblos indígenas, comunidades de color,
emigrantes y sectores desindustrializados”. Plantea una «movilización nacional
de recursos por 10 años», con el objetivo de alcanzar un “100 por ciento de
energía a través de fuentes limpias, renovables y de cero emisiones».
Junto con oponerse a la actividad de
los «monopolios nacionales e internacionales» plantea crear: una agricultura
familiar, una infraestructura vehicular de cero emisiones, una red de
transporte público y ferrocarriles de alta velocidad; el intercambio de
tecnología relacionada con el clima; asociaciones de sindicatos y cooperativas;
garantías laborales, capacitación y educación superior a la población activa;
atención médica universal y protegen las tierras y aguas públicas.
A diferencia del New Deal del Partido
Verde, el proyecto de Ocasio-Cortez y Markey, no se opone directamente al
capital financiero o al gasto militar de los Estados Unidos y por tanto, a la
expansión del Imperio.
Su carácter se limita a estimular el
desarrollo económico con algunas medidas redistributivas para las comunidades
marginadas con el combate contra el cambio climático mediante una “transición
justa”. Pese a sus limitaciones, se puede decir que tiene un carácter
“progresista”, porque si se llevara a cabo completamente se requeriría la
expropiación de la industria de combustibles fósiles.
Bernie Sanders va más allá. Propone
un 100 por ciento de energía renovable para la electricidad y el transporte
para 2030 y una descarbonización completa para el 2050 (lo que equivale a una
reducción del 71 por ciento en las emisiones de carbono en los EEUU).
El proyecto de Sanders dedica 16.3
billones de dólares a la inversión pública para terminar con los combustibles
fósiles, declara la emergencia climática, prohibe la extracción en alta mar, el
fracking y de carbón y ofrece una transición justa para los trabajadores y las
comunidades marginadas. Destina 200 mil millones de dólares para un Fondo Verde
para que los países pobres reduzcan las emisiones en un 36 por ciento para
2030.
Para garantizar una transición justa
para los trabajadores, Sanders plantea «hasta cinco años de garantía salarial,
asistencia a la colocación y reubicación, ayuda para la vivienda a todos los
desplazados, atención médica, una pensión basada en el salario anterior y
capacitación remuneradas en carreras universitarias de cuatro años.
El costo de la atención médica
estaría cubierto por Medicare para todos. Se respetarían los principios de
justicia ambiental para proteger a las comunidades indígenas con 1.12 mil
millones para programas de acceso y extensión de tierras tribales.
La financiación provendría de varias
fuentes: (1) “aumento de los impuestos sobre los ingresos de los combustibles
fósiles contaminantes y de los inversores corporativos en esta área”, “aumento
de las sanciones por contaminación por parte de las grandes corporaciones”; (2)
«eliminación de los subsidios a la industria de combustibles fósiles»; (3)
“generación de ingresos por la energía producida por autoridades regionales”
(4) «recortes al gasto militar dirigido a salvaguardar los suministros
mundiales de petróleo; (5) «recaudación de ingresos fiscales adicionales como
resultado del aumento del empleo; y (6) «nuevos impuestos a los más ricos».
El New Deal de Sanders se distingue
del proyecto de Ocasio-Cortez en: (1) establecer un cronograma para los
recortes de emisiones de gases de efecto invernadero ; (2) confrontar
directamente a las grandes empresas del “capital fósil”; (3) diseñar una
transición justa para la clase trabajadora y las comunidades marginadas; (4)
especificar, la creación de veinte millones de nuevos empleos; (4) prohibir la
perforación en alta mar, el fracking y la extracción de carbón; (5)
confrontar el papel de los militares en la salvaguarda de la economía de los
combustibles fósiles; (6) destinar 16. 3 billones de dólares del presupuesto
federal durante diez años para financiar este programa; y (7) aumentar
los impuestos a las corporaciones contaminantes.
A pesar de todo esto tan prometedor,
el programa de Sanders todavía está muy lejos de la propuesta del Partido Verde
para reducir a la mitad el gasto militar del Imperio.
Necesitamos transformaciones
revolucionarias
A diferencias de la propuestas de los
Demócratas la estrategia del «New Deal Verde de los Pueblos» constituye lo que
en la teoría socialista se llama reformas revolucionarias, es decir, reformas
que se proponen una transformación radical del poder económico, político y
ecológico, y que apuntan hacia una transición del capitalismo al socialismo.
Los cambios propuestos por los
eco-socialistas son una amenaza real al poder del capital. La desinversión
completa en combustibles fósiles, incluidas las reservas, constituye un tipo de
abolicionismo que su parecido más cercano fue la abolición de la esclavitud en
los Estados Unidos en 1860.
Para detener el cambio climático es
necesario poner fin a la industria de los combustibles fósiles (su estructura
financiera, industrias e infraestructuras relacionadas) lo que implica
enfrentamiento con el poder y los poseedores de la riqueza. Para los
eco-sociales un cambio verdadero solo será posible como con una profunda
transformación social y ecológica.
Al respecto, en 2016 el Banco
Interamericano de Desarrollo reveló que las compañías de energía perderían unos
28 billones de dólares si se reduce el uso de los combustibles fósiles.
Las corporaciones de energía, escribe Naomi Klein, «deberían dejar bajo tierra
billones de dólares de sus reservas y que hoy cuentan como activos».
Los capitalistas saben desde el
principio, que un
cambio realmente ecológico amenaza
todo el actual orden político-económico. Una vez que la población este
movilizada, todo el metabolismo de la producción capitalista será cuestionado
en sus raíces, pero para que esto ocurra se requerirá una lucha de clases en
progresión ascendente
Esta claro que las propuestas de los
Demócratas de Estados Unidos están muy lejos de abordar la magnitud de la tarea
que exige la actual emergencia planetaria actual. Sin embargo, el desarrollo de
la lucha puede llegar a desencadenar una lucha revolucionaria.
Aunque algunos de los cambios
planteados por los demócratas de izquierda van en contra de la lógica del
capital sus estrategias tienen contradicciones insalvables en su base
conceptual. Estas contradicciones están relacionadas con el énfasis que hacen
en el crecimiento económico y en la acumulación de capital.
Todas las propuestas “reformistas”
olvidan que para estabilizar el clima se debe imponer drásticas restricciones
al capitalismo y que esto significará cambios en la estructura subyacente del
actual sistema de producción. Ningún New Deal Verde considera el nivel de los
residuos acumulados, en cambio, promueven irresponsablemente un crecimiento
económico rápido y exponencial. En otras palabras un nuevo proceso de
acumulación de capital, a pesar de que estas medidas de todas las maneras
agravará la emergencia planetaria.
Como advierte Naomi Klein, un Green
New Deal fracasará en proteger el planeta y en una transición justa si toma el
camino del «keynesianismo climático».
Las estrategias de mitigación
A pesar de sus ambigüedades el
movimiento ambiental y los New Deal están amenazando con destruir el relato
político que ha liderado el PaneI Intergubernamental del Cambio Climático de
las Naciones Unidas (IPCC).
En marcado contraste con un cuidadoso
tratamiento de las causas y consecuencias del cambio climático el enfoque el
IPCC recomienda políticas inspiradas en la ideología de los economistas
neoclásicos que se subordinan todos los cambios a los procesos de acumulación
capitalista.
Las pautas de mitigación del IPCC se
circunscriben básicamente a dos dispositivos; uno, utilizar nuevos modelos
informáticos (IAM) y, dos mantener la vías comerciales habituales (SPP). Estos
modelos deliberadamente conservadores, descartan cualquiera alternativa que
cuestione el poder de la gran empresa y hacen evaluaciones poco realistas de lo
que se puede y debe hacer.
En general, los escenarios de
mitigación incorporados por el IPCC: (1) suponen implícitamente la necesidad de
perpetuar la hegemonía político-económica actual; (2) auspician un cambio
tecnocrático basado en tecnologías que no existen o que no son factibles; (3)
enfatizan los factores tecnológicos del lado de la oferta, en lugar de factores
del lado de la demanda o de la reducción del consumo para reducir las
emisiones; (5) dependen de las llamadas emisiones negativas, es decir capturar
dióxido de carbono de la atmósfera; (6) suponen que el cambio será manejado por
las élites gerenciales; y (7) postulan respuestas demasiado lentas.
A la hora de proponer soluciones
realistas el IPCC recurre a las consabidas formulas mágicas (como el comercio
de carbono) y a una tecnología barroca inexistente y / o irracional, Todos sus
enfoques apuntan a que la sociedad siga viviendo con el modo productivo
capitalista.
Los modelos de mitigación climática
propuestos por este organismo de las Naciones Unidas promueve la plantación de
bosques a gran escala, para después quemarlos y así para producir energía. Al
mismo tiempo plantea capturar el dióxido de carbono de la atmósfera para
almacenarlo en una suerte de secuestro geológico y oceánico.
En el hipotético caso que se llegara
a implementar estas ideas, se requeriría una cantidad de tierra igual al
territorio de dos Indias y una cantidad de agua dulce que se aproxima a la que
actualmente utiliza la agricultura mundial.
La promoción de estos enfoques no son
una casualidad, son ideas establecidas por el orden capitalista subyacente al
que les sirven. En palabras del destacado climatólogo Kevin Anderson del Centro
Tyndall para la Investigación del Cambio Climático del Reino Unido:
“ El problema es que cumplir con el
compromiso de 1.5 a
2ºC exige
recortes de emisiones para las naciones ricas de más del 10% cada año, un dato
que va más allá de las tasas consideradas posibles con el sistema económico
actual. Al parecer, para remediar este atascamiento, los modelos informáticos
tienen un papel importante pero peligroso por ineficaces.
Detrás de una apariencia de
objetividad, el uso de estos modelos informáticos han profesionalizado el
análisis de la mitigación del cambio climático sustituyendo la política por un
formalismo matemático no contextual. Dentro de estos límites profesionales, los
algoritmos sintetizan modelos climáticos simples, respaldados por una
interpretación económica [ortodoxa] del comportamiento humano …
Por lo general, se utilizan modelos
basados en axiomas de libre mercado. Los algoritmos integrados en estos
modelos suponen cambios marginales cercanos al equilibrio económico y dependen
en gran medida de pequeñas variaciones en la demanda resultantes de cambios
marginales en los precios.
El acuerdo climático de París, por el
contrario, plantea un desafío que está muy alejado de los equilibrios de la
actual economía de mercado, en realidad propone un cambio inmediato y radical
en todas los aspectos de la sociedad.
La realidad, enfatiza Anderson, es
que “el modelo proporcionado por el IPCC
son suposiciones de los economistas neoclásicos, basados en los requisitos del sistema
capitalista de ganancias . Estos pautas no tienen sentido en el contexto de la
emergencia climática actual y son peligrosas, ya que inhiben la acción en
defensa del clima con el uso de una tecnología inexistente”.
Todo el proyecto de mitigación del
IPCC, explica Anderson, han sido un «completo fracaso». De hecho sus propuestas
han dado como resultado que:
«Las emisiones anuales de CO2 han
estado aumentado en aproximadamente un 70% desde 1990. «Y dado que los efectos
de emisiones son acumulativos y no lineales, el fracaso continuo de las
soluciones conservadoras para mitigar las emisiones, nos lleva a la necesidad
urgente de una reforma revolucionaria del sistema. Esta no es una posición
ideológica; surge directamente de una interpretación científica y matemática
del acuerdo climático de París «.
Reconociendo la emergencia climática,
el IPCC en su ultimo informe se aparta un tanto de sus documentos anteriores y
cambia levemente el enfoque incluyendo consideraciones del lado de la demanda.
Sin embargo modelos de mitigación del
IPCC, siguen siendo extremadamente limitado porque incorpora, a través de las
IAM y las SSP, un crecimiento económico rápido al tiempo que excluyen toda
política de contenido social.
Para algunos críticos – como Jason
Hickel y Giorgos Kallis – un enfoque medianamente realista del lado de la
demanda debe obligatoriamente limitar tanto los beneficios del capital como el
crecimiento económico (los beneficios llegan a solo al 0,1 por ciento de la
población mundial)
El camino esta abierto
Los más probable es que en una
primera etapa la auto-organización popular tendrá un carácter eco-democrática,
que se delimitará a la creación de una alternativa energética unida a una
transición justa. Pero este primer paso no contendrá una crítica sistemática al
modelo capitalista de producción o consumo.
Sin embargo, si se logra
desenmascarar el tupido velo de la ideología dominante el movimiento por el
cambio climático y la lucha por la justicia social puede llevar a la gente a
una concepción revolucionaria más integral,
Los “New Deal Verdes” están atados al
“keynesianismo verde” porque con sus promesas de empleos ilimitados, de
rápido crecimiento y de mayor consumo hacen imposible una solución real a la
emergencia ecológica planetaria.
Un New Deal Verde medianamente
creíble necesita un plan concreto para garantizar que los salarios no se
viertan de inmediato en estilos de vida de alto consumo que terminarán por
seguir aumentando las emisiones de gases invernadero (En el mundo actual
quienes tienen un bueno ingreso consumen masivamente productos- basura que
desechan rápidamente).
Lo que necesitamos es una transición
que establezca límites estrictos a la extracción y que simultáneamente creen
nuevas oportunidades para mejorar la calidad de vida y obtener satisfacción
fuera de un ciclo de consumo permanente.
El camino hacia la libertad ecológica
y social requiere abandonar un modo de producción basado en la explotación del
trabajo humano y en la expropiación de la naturaleza y de los pueblos; un
sistema que nos ha llevado a crisis económicas y ecológicas cada vez más graves
y frecuentes.
La sobreacumulación de capital bajo
el régimen del capital del monopolio financiero ha convertido el desperdicio –
en todos los niveles- en parte integral del sistema. Se ha creando una sociedad
en la que lo que es racional para el capital es irracional para la gente y la
tierra.
Este sistema fabrica una cantidad
increíble de productos inútiles solo para engrosar las cuentas de las grandes
corporaciones transnacionales, y de paso despilfarra los recursos naturales en
todo el mundo.
Por el contrario, la producción
humana y las riquezas de la tierra deben utilizarse para expandir la libertad
humana y satisfacer las necesidades individuales y colectivas asegurando un
medio ambiente sostenible.
En la actual crisis climática, los
países imperialistas son los que producen la mayor parte de las emisiones de
dióxido de carbono contaminante per capita. Además estos Estados, monopolizan
la riqueza y la tecnología necesaria para reducir drásticamente las emisiones
globales de carbono.
Por lo tanto, es esencial que las
naciones ricas asuman la mayor carga para estabilizar el clima mundial,
reduciendo sus emisiones de dióxido de carbono a una tasa del 10 por ciento o
más al año..
Con un sistema imperialista que abre
una brecha cada vez más grande entre los países ricos y pobres lo más probable
es que el ímpetu revolucionario provenga del Sur Global, donde la crisis
planetaria está teniendo efectos más crueles.
En la periferia del mundo capitalista
el legado de la revolución es más fuerte. Cuba y Venezuela, por ejemplo,
persisten en su camino a pesar de los despiadados ataques del Imperio
El papel de China es crucial y
contradictorio. Siendo uno de los países más contaminados ha hecho más que
cualquiera otra nación para desarrollar tecnologías de energía alternativa
orientadas a la creación de “una civilización ecológica”.
Sorprendentemente, para la mentalidad
capitalista, China goza de autosuficiente alimentaria debido a que la tierra es
de propiedad social y la producción agrícola depende de pequeños productores
que tienen una alta responsabilidad colectiva y comunitaria. El estado chino, y
aún más del pueblo chino, será clave para determinar el destino de la tierra con
la creación de una civilización ecológica.
Mientras tanto la revolución
ecológica en camino enfrentará la hostilidad del sistema. En estas condiciones,
la respuesta de la clase capitalista (resguardada por su retaguardia de la
extrema derecha) será regresiva, destructiva y violenta
Un ejemplo es la administración de
Donald Trump. Ha tratado de impedir el combate contra el cambio climático
retirándose del Acuerdo de París y acelerando de la extracción de
combustibles fósiles.
En estas circunstancias solo una
auténtica lucha revolucionaria, y no reformista, podrá detener la catástrofe
que nos amenaza.
Una nueva era de cambios radicales
Es común en la literatura de la
ideología liberal reinante, suponer que la sociedad está organizada en torno a
las acciones individuales de sus componentes.
Los pensadores críticos presentan una
opinión opuesta sosteniendo que los individuos son el producto de la estructura
social. Una tercera visión considera que los individuos influyen en la sociedad
y la sociedad influye en los individuos en un movimiento de ida y vuelta.
En contraste con estas ideas, en su
mayoría liberales (que dejan poco espacio para una verdadera transformación
social) la teoría marxista, estudia lo que el filósofo Roy Bhaskar ha llamado
«el modo transformador de actividad social «
Para los marxistas los individuos
nacen un un momento histórico particular y se socializan en una sociedad
determinada (modo de producción), que establece los parámetros iniciales de su
existencia. Sin embargo, estas condiciones objetivas y relaciones productivas
subyacentes conllevan a la sociedad a contradicciones y crisis.
Atrapados en situaciones históricas
que no son de su elección, los seres humanos, tienen espontáneamente a actuar a
través de movimientos sociales (que reflejan su identidad de clase y otras
identidades individuales y colectivas) para transformar las estructuras dando
lugar a momentos históricos revolucionarios y rupturistas.
Al respecto Karl Marx escribió: “Los
hombres hacen su propia historia, pero no la hacen tal como quieren; no lo
hacen bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias
dadas y heredadas del pasado «.
Las relaciones sociales existentes se
convierten en cadenas para el desarrollo humano y en un período de crisis y de
transformación se produce el derrocamiento revolucionario del sistema de
producción. Marx también llamó a este proceso «metabolismo social de la
humanidad y la naturaleza»
En las actuales condiciones la
contradicción entre el capital y la naturaleza no tiene precedente en la historia. En la era
del Antropoceno, la emergencia ecológica planetaria se superpone a una
sobreexpropiación imperialista intensificada, creando una crisis económica y
ecológica mundial.
La sobreacumulación del capital es el factor determinante de
la crisis ecológica porque permanentemente impulsa al capital a buscar
nuevas formas de estimular el consumo para mantener las ganancias. El resultado
es una suerte de “Armagedón Planetario”, que amenaza no solo la estabilidad
socioeconómica, sino la supervivencia de la civilización y de nuestra
especie.
Para Naomi Klein, la explicación central es simple: «Marx
escribió sobre la “grieta irreparable” que produce el capitalismo con las
naturales. Un sistema económico basado en liberar los voraces apetitos del
capital destruirá los sistemas naturales de los que dependen la vida
humana ”.
Esto es exactamente lo que sucedió
después de la
Segunda Guerra Mundial , con la gran aceleración de la
actividad económica y el consumo excesivo por parte de los países ricos que nos
ha llevado a la consiguiente destrucción ecológica.
La sociedad capitalista ha
glorificado durante mucho tiempo el dominio sobre la naturaleza. William James ,
el filósofo del pragmatismo, en 1906 sostuvo que “ tenemos que reclutar un
ejército preparado para conquistar y dominar la naturaleza «.
Hoy, tenemos que revertir esta brutal
idea y crear un nueva concepción moral. No necesitamos reclutar un ejército
para conquistar la tierra, sino una auto- organización para salvar el planeta , el
único lugar del hábitat humano. Esto solo se puede lograr a través de un
combate intransigente por la sostenibilidad ecológica y por una igualdad
sustantiva que recupere los bienes comunes mundiales.
*** Cronología de las movilizaciones
contra el cambio climático (…)
Fuente: https://observatoriocrisis.com/2019/12/06/emergencia-climatica-reforma-o-revolu
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