domingo, 29 de diciembre de 2019

I. Pensemos porqué estar contra el capitalismo agrario y mirar hacia la agricultura comunitaria

III. El lado oscuro de
la expansión de la soja
Soja, acaparamiento de tierras y violación de los derechos humanos
Marzo 2019
Amigos de la Tierra

El crecimiento de la superficie global destinada al cultivo de soja ha crecido de menos de 30 millones de hectáreas en 1970 a más de 100 millones de hectáreas en 2012, y se prevé llegar a los 141 millones de hectáreas en 2050 si el consumo de carne sigue aumentando17. Esta considerable expansión del cultivo industrial de soja conlleva una serie de impactos graves en el medio ambiente y los derechos humanos. Estos se han hecho sentir principalmente en Brasil, Argentina y Paraguay.18 En 2012, se dedicaron más de 24 millones de hectáreas de tierra al monocultivo de soja, 19 millones en Argentina y 3 millones en Paraguay19.

El resultado ha sido la pérdida de millones de hectáreas de selva, sabana y pradera, destruyendo comunidades, biodiversidad y ecosistemas y contribuyendo de forma significativa al cambio climático. Los monocultivos de soja siguen amenazando bosques y selvas primarios como la Amazonia, la mata atlántica o el bosque seco Chiquitano, así como la zona tropical del Cerrado, el cálido y semiárido Gran Chaco, la pampa argentina y los campos uruguayos20.

La soja genéticamente modificada requiere grandes cantidades de herbicidas, que agotan el suelo, contaminan las aguas dulces y subterráneas y ocasionan problemas de salud para las personas y la fauna. La violación de los derechos humanos está ampliamente extendida, ya que se expulsa por la fuerza a los pequeños agricultores, llegando en ocasiones incluso a asesinarlos durante expropiaciones de terreno para plantar soja. Solo en Paraguay, 129 líderes campesinos han sido víctimas de ejecuciones extrajudiciales, y miles de agricultores han sido encarcelados dentro del marco de luchas por el territorio desde el fin de la dictadura en 198921. El comercio de la soja y la agroindustria depredadora desempeñan un papel muy importante en el discurso político de los países productores sudamericanos, a menudo vinculado a iniciativas políticas dañinas para el medio ambiente, los pueblos indígenas y los trabajadores rurales.22

La soja y la Política Agraria Común de la UE (PAC) A la PAC le corresponde parte de la responsabilidad sobre la expansión global de la soja y los problemas asociados en los países productores. Los subsidios y mecanismos de mercado de la PAC promueven un sistema agrícola en la UE que conduce inevitablemente a la intensificación de la ganadería. Dado que la PAC no proporciona suficientes incentivos a los agricultores para que pongan en práctica sistemas de ganadería extensiva alimentada con pasto y producción agraria mixta, estos se ven abocados a intensificar y especializar su producción. Debido a las condiciones en las que se crían, los animales de ganadería intensiva requieren piensos con un alto contenido en proteínas.

La soja es una leguminosa con un elevado contenido proteico, perfectamente adaptada para piensos de ganadería intensiva, y el hecho de que no haya aranceles sobre la soja importada para piensos garantiza que la UE facilite su comercio. La demanda desde dentro de la UE se mantiene elevada, y los impactos medioambientales, sociales y sobre los derechos humanos del cultivo industrial de soja siguen sin abordarse.23

IV. Producción de proteína vegetal en Europa Cultivos proteicos en la UE

Los cultivos ricos en proteínas que se producen en Europa suelen dividirse en oleaginosas y leguminosas. La mayor parte del suministro proteico propio de la UE, alrededor del 65 %24, procede de oleaginosas. Las oleaginosas más extendidas en Europa son la colza, el nabo y el girasol. Una vez extraído sus aceites, la harina sobrante, rica en proteínas, se usa como pienso para ganado. Los cultivos leguminosos (familia Fabaceae) se puede dividir en leguminosas de grano (o legumbres) y leguminosas forrajeras. Proporcionan alrededor del 3 % de las necesidades de proteínas de la UE.25 Entre las leguminosas forrajeras se incluyen la alfalfa y el trébol. Las legumbres más habituales son las judías, lentejas, garbanzos y guisantes. Los cacahuetes y las habas de soja también son legumbres, pero debido a su elevado contenido en grasas, se clasifican como oleaginosas y se registran por separado. Los principales cultivos de leguminosas en la UE son los guisantes forrajeros, habas y altramuces. El guisante forrajero se cultiva predominantemente en Francia, España y Alemania; las habas y habas panosas, en Reino Unido y Francia, y los altramuces, en Polonia.26

La producción de cultivos de leguminosas en Europa se ha reducido de forma notable a lo largo de los últimos veinte años debido a su escaso rendimiento, bajos incentivos económicos y la importación libre de aranceles de proteaginosas y oleaginosas del extranjero.
Aunque todavía es pequeña, la producción de soja en la UE ha crecido con rapidez en los últimos años. Entre 2007 y 2015, aumentó un 183,2 %28, alcanzando los 2,7 millones de toneladas entre septiembre de 2017 y 2018.29 El principal productor de soja es Italia, seguida de Francia, Rumanía y Croacia. También se ha empezado a cultivar recientemente en Hungría y Austria. Serbia, que en estos momentos está en el proceso de adhesión a la UE, también cuenta con una producción significativa de haba de soja. Una vez acceda a la Unión Europea, se convertirá en el segundo mayor productor de esta.

Quién está invirtiendo en la soja europea
Un estudio reciente, encargado por la organización de agricultores de Rumanía Eco Ruralis30, muestra algunos de los agentes implicados en la actualidad en la producción de soja europea. Muchos de ellos son grandes corporaciones que llevan décadas dedicadas a la producción de soja en Latinoamérica. Uno de los agentes más activos del mercado europeo, ADM, está invirtiendo en plantas de procesamiento de soja; Cargill, un gigantesco comerciante de materias primas, está presente en todo el sector de granos y oleaginosas europeos y ha invertido en los últimos años en adquisiciones en Europa Oriental (Rumanía y Ucrania); Bunge, activo en el sector de procesamiento y prensado de aceites, está construyendo plantas de procesamiento en los Países Bajos y Francia. Las empresas que pertenecen a uno de los principales productores de productos porcinos del mundo, Tonnies Group, ya explotan unas 7000 ha en el noreste de Rumanía. Al mismo tiempo, el capital financiero se está convirtiendo en una de las fuentes principales de financiación de la soja europea y se está animando a los inversores a especializarse en la especulación con terreno agrícola, sobre todo en Centroeuropa y Europa del Este. Asimismo, grupos como FEFAC (fabricantes de piensos), COCERAL (representa a los comerciantes de piensos) y FEDIOL (asociación de la industria de aceites vegetales y harinas proteicas) también apoyan la expansión del cultivo de soja dentro de Europa31. Además, también quieren garantizar que los agricultores europeos reciban financiación suficiente para producir oleaginosas, de forma que puedan obtener insumos baratos para sus productos. Amenaza a las pequeñas explotaciones agrarias El número total de explotaciones agrícolas en la UE lleva varias décadas siguiendo una trayectoria descendente. Entre 2003 y 2013 ha cerrado un tercio de las explotaciones agrícolas de la Unión Europea. Estos acontecimientos se producen en toda Europa: la mitad de los países han perdido entre un tercio (Bélgica, República Checa, Alemania, Italia, Polonia, Reino Unido, etc.) y dos tercios (Bulgaria, Eslovaquia) de las mismas32. El patrón generalizado del desarrollo agrícola de la UE se ha dirigido hacia una mayor concentración de actividad agrícola en las manos de relativamente pocas explotaciones, hasta el punto de que, en 2013, el 3 % de las explotaciones agrícolas eran dueñas de más de la mitad del suelo agrario.33 Según Eurostat, más del 80 % del área agrícola dedicada a cereales especializados, oleaginosas y proteaginosas está siendo trabajado por explotaciones agrícolas grandes o muy grandes (≥ 25 000 EUR).34 En Rumanía, un país que aporta el 33,5 % del número total de explotaciones agrícolas en la UE-28, y una de las naciones identificada como una de las que cuentan con mayor potencial para aumentar la producción doméstica de soja de la UE, el porcentaje del número total de explotaciones agrícolas en manos de minifundistas ronda el 95 % (< 8000 EUR), de las cuales más del 65 % son explotaciones muy pequeñas (< 2000 EUR). Las pequeñas explotaciones desempeñan un papel clave en la sociedad: fomentan el empleo rural, contribuyen considerablemente al desarrollo del territorio, proporcionan productos locales especializados y respaldan los servicios sociales, culturales y medioambientales. Por tanto, una mayor expansión de la producción de soja a escala industrial, particularmente en Centroeuropa y Europa Oriental, amenazaría la existencia de productores agroecológicos a pequeña escala y desplazaría la producción agrícola existente a otros lugares.

V. Métodos de producción beneficiosos para los agricultores y el medioambiente Sostenibilidad, agroecología y soberanía alimentaria
Cada vez hay un mayor reconocimiento internacional ante el hecho de que el sistema alimentario globalizado no es sostenible. Los Objetivos y Estrategia de Desarrollo Sostenible de la UE destacan la necesidad urgente de desarrollar sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes en Europa. Queda cada vez más aceptado que se necesita un sistema alimentario que dé de comer a una población creciente y, al mismo tiempo, proteja los recursos naturales, las comunidades rurales y la naturaleza. Se ha afirmado en ocasiones que la agricultura industrial a gran escala es más eficiente que la ecológica, y que proporciona métodos y tecnologías apropiados con los que alimentar a la cada vez más numerosa población mundial. No obstante, este argumento no tiene en cuenta los considerables problemas medioambientales, sociales y sanitarios derivados de la producción, procesamiento, distribución, consumo y residuos industriales de alimentos.35 En otras ocasiones, también se ha afirmado que hay que aumentar la producción de alimentos para subsanar el hambre y la malnutrición. Sin embargo, los científicos estiman que ya se está produciendo comida suficiente para alimentar a hasta 10 000 millones de personas, una población muy superior a la que actualmente habita en la Tierra.36 Las investigaciones muestran claramente que el origen del hambre no es una falta de suministro global de alimentos, sino que más bien se debe a la pobreza, falta de democracia y acceso desigual a tierras, agua y otras infraestructuras y recursos.37
Para poder cultivar comida suficiente para la población mundial de forma sostenible, es necesario proteger los recursos ecológicos esenciales para la producción alimentaria presente y futura. 40 años de investigación científica han demostrado que la agricultura agroecológica, unida a una agricultura orgánica diversificada, es la forma más eficaz de obtener una producción sostenible de alimentos al mismo tiempo que se abordan problemas medioambientales como el cambio climático, la erosión del suelo, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad.38 Plantar leguminosas en este sistema diversificado, usando variedades locales adecuadas como parte de una rotación de cultivos bien planificada, es un método con gran arraigo de reducir el uso de pesticidas artificiales, conservar e incrementar la biodiversidad agrícola y contribuir a una agricultura sostenible. Una parte importante de esto implica recortar drásticamente la producción ganadera para reducir la huella ecológica de la producción de alimentos.

Menos soja. Más leguminosas
La importación exenta de aranceles de oleaginosas y proteaginosas, junto con la falta de apoyo a los cultivos de leguminosas domésticos, han hecho que los agricultores pierdan tanto el interés por su producción como la capacidad de cultivarlos en Europa.39 En 2007, el número de programas de fitomejoramiento de proteaginosas nativas de Europa se había reducido a cinco. La escasa demanda de semillas y ayuda técnica ha hecho que la investigación europea en este campo también haya descendido. Aumentar la producción de leguminosas diferentes a la soja en Europa tendría efectos positivos para la agricultura y el medioambiente europeos. Gracias a su capacidad de fijar el nitrógeno, el uso de leguminosas en cultivos rotatorios puede reducir el uso de fertilizantes, y con ello la contaminación de acuíferos relacionada con el elevado uso de estos. Si rotación de cultivos se lleva a cabo de forma adecuada, permite rebajar el uso de abonos nitrogenados en hasta 100 kilos por hectárea al mes.40 Eso, a su vez, contribuye a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que el óxido nitroso que se forma debido al exceso de nitrógeno en el suelo tiene un potencial de calentamiento global 310 veces superior al del dióxido de carbono. Las rotaciones anuales de cultivos también reducen las enfermedades de las plantas y, por tanto, la necesidad de pesticidas. Contar con un alto porcentaje de leguminosas en una rotación de cultivos también refuerza la biodiversidad y beneficia a los insectos polinizadores. La reintroducción de una mayor diversidad de legumbres en la agricultura europea contribuiría además a mantener la diversidad de las semillas y a aumentar la resiliencia general. Los agricultores también se beneficiarían considerablemente de diversificar los cultivos y cultivar más legumbres. Usar menos fertilizantes y pesticidas ahorra costes, y la rotación de cultivos requiere menos arado, ya que se conserva el humus y la humedad del suelo. Un estudio de 2010 de la Comisión sobre Desarrollo Sostenible del gobierno francés calculó que el ahorro de usar menos fertilizante en Francia podría llegar a sumar los 100 millones de euros anuales.41 Casos prácticos en Polonia y Francia demuestran que el cultivo de leguminosas permite a los productores ahorrar considerablemente en los costes de transporte asociados con la compra de ingredientes proteicos.42 Para que este aumento de producción se produzca dentro de un marco agroecológico, en vez de seguir el modelo de negocio vigente, resulta esencial integrar sistemas agropecuarios, diversificar las especies y centrarse en las formas en las que cultivos y animales pueden beneficiarse mutuamente. La productividad puede mejorar con el tiempo, tanto en la explotación agrícola como en la cadena alimentaria, quitando el énfasis en el incremento de las cosechas mediante monocultivos. Es necesario prestar atención desde una perspectiva social y política a cómo las personas, comunidades y autoridades locales pueden contribuir a este cambio. Ayudar a los campesinos a pequeña escala a desarrollar cadenas de suministro locales debería ser una prioridad, en vez de apostar por el desarrollo de cadenas de suministro especializadas globales o europeas. Para estimular el cultivo de leguminosas de grano o forrajeras diversas en la Unión Europea, es necesario mantener los instrumentos que fomentan su cultivo, así como introducir otros nuevos instrumentos con ese mismo fin, que sean parte de una condicionalidad mejorada en la PAC, los «eco-esquemas» y los programas de desarrollo rural. Un buen ejemplo podrían ser los programas plurianuales para revivir el sector de fitomejoramiento de proteaginosas, complementados con educación y formación, así como instalaciones descentralizadas para la producción de piensos animales a base de variedades de cultivos regionales y locales. VI. Recomendaciones de políticas Amigos de la Tierra Europa celebra la iniciativa de la Comisión Europea de presentar un Plan de proteínas para Europa y la predisposición mostrada por los estados miembros de la UE a reducir la importación de soja de países del hemisferio sur. Amigos de la Tierra Europa aconseja a los legisladores a que examinen la raíz del problema: la ganadería industrial. La mayoría de las plantas proteicas que se importan y producen se usan como pienso para animales y no para el consumo humano. El problema de la ganadería industrial debería abordarse con una política orientada a «menos carne, pero de más calidad». Una verdadera transición a una producción de proteínas sostenible necesita incluir una estrategia agrícola diferente, basada en la agroecología, que incluya rotación de cultivos para todas las explotaciones agrícolas y ayudas específicas a los minifundios y las explotaciones sostenibles. Hay que evitar que amplíen su actividad con el fin de incorporarse en cadenas de valor controladas por comerciantes de materias primas, y toda acción deberá garantizar que conserven su diversidad y autonomía y que puedan participar activamente en el mercado.43 Para aumentar la suficiencia proteica de la UE, la Comisión Europea y los estados miembros deben: • Introducir medidas concretas para reducir la producción y consumo de cárnicos y lácteos industriales y aumentar la demanda de cultivos de proteínas vegetales para el consumo humano. • Incentivar la producción de cultivos proteicos diversos e infrautilizados para consumo humano por encima de la ganadería intensiva. • Promover la producción doméstica de leguminosas para piensos que contribuyan al mismo tiempo a la producción de otros bienes, como la apicultura, o sirvan para alimentar a polinizadores silvestres y a fijar el nitrógeno en el suelo. • Llevar a cabo una evaluación completa con indicadores de resultados sobre cómo pueden abordarse los objetivos del Plan de proteínas dentro de la PAC, incluido: o Introducir las leguminosas en la definición de rotación de cultivos de la condicionalidad mejorada para los pagos directos a los agricultores. o Retirar los apoyos a los monocultivos o rotaciones cortas, la ganadería intensiva y otras prácticas que conducen de facto a la concentración de tierras, así como garantizar que esas prácticas no se fomenten fuera de la UE. o Apoyar diversos métodos de agricultura agroecológica, y rotación de cultivos y las prácticas de diversificación que incluyan el cultivo de legumbres, creando cadenas de suministro cortas de la granja a la mesa a precios equitativos para agricultores y ciudadanos, por ejemplo a través de los «eco-esquemas». o Aumentar la dotación financiera del servicio de asesoramiento agrícola para mejorar la concienciación de los agricultores sobre el rol positivo de mejorar la fertilidad del suelo a lo largo del tiempo mediante el cultivo de leguminosas. o Proporcionar un fondo de subvenciones a través del segundo pilar para ayudar a los agricultores a diversificar, alejarse de la ganadería intensiva y pasar a la producción de animales alimentados con pasto y cultivos proteicos para el consumo humano. o Garantizar la disponibilidad de semillas y leguminosas no GM a precios equitativos y reconocer esto como una oportunidad para fomentar el fitomejoramiento ecológico de legumbres y leguminosas para el consumo humano y su comercialización en la cadena de valor.
o Proporcionar un fondo de subvenciones a través del segundo pilar para promover instalaciones descentralizadas y mejoradas de selección de semillas y de desarrollo, procesamiento, almacenamiento y comercialización de variedades locales y regionales de leguminosas. REFERENCIAS

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