No existe la minería sostenible
ni responsable, eso es
un discurso
corporativo
16 mayo 2019
Una entrevista
sobre las implicaciones ecológicas, sociales y humanas de los megaproyectos
Minero-Energéticos en Colombia.
En el mes de Octubre una comisión de líderes sociales
colombianos estuvieron de gira por Europa con el apoyo y organización de
Friends of the Earth International. Tras ubicarse Colombia, junto a Honduras y
Palestina, como uno de los tres países prioritarios de la organización a causa
de la situación de violación de derechos humanos, emprendieron camino en esta
gira Danilo Urrea, miembro de CENSAT Agua Viva- Amigos de la Tierra Colombia ,
Blanca Nubia Anaya del Movimiento Social Ríos Vivos en defensa del Sogamoso en
Santander y Jonathan Ospina del Colectivo Socio-Ambiental Juvenil de
Cajamarca – COSAJUCA – en el departamento del Tolima.
Nos reunimos con la comisión para ahondar en el estado de la
situación y presentar las violaciones colectivas a los derechos de los pueblos
que están teniendo lugar en el país por la participación del capital
transnacional en la construcción de megaproyectos.
Colombia se
ha caracterizado por décadas por su actividad económica de tipo extractiva. La
extracción y exploración de hidrocarburos como principal fuente de ingresos
nacionales, se vio sin embargo, consolidada junto al énfasis en los proyectos
minero-energéticos a gran escala como uno de los pilares de desarrollo
económico en el plan nacional de desarrollo 2014-2018. ¿Qué implicaciones
ha tenido esta afamada «locomotora minero-energética “en los territorios donde
se ubican dichos proyectos?
Danilo: Señalaría un aspecto, sí es cierto que el modelo se consolidó
entre 2014 y hasta 2018 por el plan de desarrollo, pero la viabilidad del
modelo y su incursión firme en el país las entrega la política de “seguridad
democrática” durante la presidencia de Uribe, en la que se hizo todo por atraer
la inversión extranjera directa, causando 4 millones de desplazados, 5 millones
de hectáreas de tierra tomadas por el paramilitarismo. Es la seguridad
democrática la que garantizó el modelo, Santos, el presidente actual, lo que
hizo fue darle un impulso a esas garantías para el capital transnacional. Pero
ya eso estaba bien consolidado.
Jonathan: Este modelo ha hecho que haya un desconocimiento de las
comunidades en los territorios por parte del estado, desde la centralidad. Al
perseguir esta estrategia de desarrollo, se han causado nuevos y numerosos
conflictos con las comunidades, conflictos por la tierra y por el ambiente. Lo
que se ve amenazado es la tradición y la permanencia en el territorio.
¿Es posible
hacer minería a gran escala sostenible, responsable y respetuosa de los
derechos?
Danilo: No existe la minería sostenible ni responsable. Es un discurso
corporativo, que incluso ha calado en todo el sistema de Naciones Unidas que ha
garantizado que a través de esos discursos lleguen a territorios específicos
con esas falacias.
Es
contradictorio. La misma actividad es de tipo extractivo. De explotación. No
puede ser sostenible ni sustentable. Desde la mirada científica es
contradictorio. Tampoco es responsable. De lo único que es responsable es del
desplazamiento, de la criminalización de la lucha, de la contaminación de agua,
de enfermedades respiratorias y estomacales. Lo demás es una falacia. Todo el
modelo de responsabilidad social empresarial, que ha sido montado alrededor de
la minería, es un favorecimiento del modelo corporativo. Porque una
responsabilidad social corporativa que se hace por ejemplo responsable de pagar
las fiestas patronales del Tolima para que la gente se comprometa a permitir la
entrada de la transnacional, o de pagar la construcción de escuelas en
las que se les enseña a los niños indígenas que se tienen que convertir en
mineros por fuera de toda su concepción tradicional y ancestral, un puesto de
salud donde ni siquiera hay energía necesaria para poner a funcionar las
máquinas para realizar exámenes y atender a la población, son claramente sólo
lavados de imagen corporativo para lograr exención de impuestos como está
comprobado hasta la saciedad en el caso colombiano. Por todo eso, ese modelo de
responsabilidad social y el discurso de minería sostenible es sólo una
estrategia para garantizar la entrada más fácil de los proyectos y las mineras
a los territorios. (VER: El drama de la salud de las
comunidades de La Guajira por la minería de El Cerrejón)
Y en últimas
para liberar también al estado de su responsabilidad como garante de las
condiciones para el desarrollo de los territorios y la vida de las personas.
Danilo: Suplantación ficticia del estado.
Y además
dividen a la población para ganar adeptos. ¿Cómo hicieron por ejemplo en
Cajamarca para reunir a la mayoría en contra del proyecto de minería de oro?
Jonathan: Sólo tuvimos 15 días para organizar a la gente. Sobre minería
ya habíamos hablado por muchos años. Para todos era claro que Cajamarca en su
mayoría iba a votar No a la
minería. Ese día de la votación, ofrecieron paseos para irse
a otros lados, en otros casos ofrecieron 400.000 pesos para retener cédulas y
después las devolvían al final de las votaciones. A pesar de esas maniobras de
último minuto, nuestro proceso de información y sensibilización ya tenía
efectos irreversibles. Los pequeños grupos que estaban a favor de la minería
eran porque tenían contratos u otros beneficios directos con la empresa.
Colombia
transita por un proceso de construcción de paz. Ya con la ley de víctimas, y
después del acuerdo de paz, se comenzó a implementar y reforzar en Colombia la
política restitutiva, reparativa y de redistribución de tierra. Pero todo
eso va en paralelo compitiendo con la “Locomotora
Minero-energética ” y con políticas o leyes como la ZIDRES- Zonas de
Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social- . ¿Uds. creen que esta
competencia de políticas se constituye en un impedimento efectivo para la paz?
Danilo: En primer lugar es importante señalar que es un error tratar
los temas agrarios en el marco de los planes de desarrollo territorial
integral. Cuando hablamos de desarrollo rural, se habla de la tierra en
términos de explotación, de lo productivo. Diferente a cuando hablamos de lo
agrario. Más allá de ésto, el obstáculo real es que todo el andamiaje normativo
de Colombia está en contravía del acuerdo. Por ejemplo las ZIDRES van a crear
clústeres productivos, es decir que la única vía será integrar a las Zonas de
Reserva Campesina con las ZIDRES como anexo para fortalecer los megaproyectos
en la zona. Esta
anexión implica que las zonas campesinas, van a ser devoradas por el modelo
corporativo que dirige las ZIDRES. Esa fue una jugada brillante del gobierno,
ya que ahora todo ese esquema normativo y las políticas de desarrollo rural van
a ser validadas y legitimadas en su totalidad por los Planes de Desarrollo
Territorial – PDET-, que son parte del acuerdo de la Habana. No dejan
ventana ni chance de articular de ninguna forma alternativa los territorios
rurales y las actividades productivas. Todo queda atrapado en el modelo
corporativo.
Se ha
discutido ya ampliamente, que tras la retirada de las FARC de los territorios,
éstos quedan totalmente libres para que el gobierno y las multinacionales
entren con sus megaproyectos de minería o agricultura intensiva y monocultivo.
¿Puede ser que la ausencia de las FARC conduzca a una catástrofe natural y
social en territorios que por tradición habían sido intocables por la
protección del grupo guerrillero?
Blanca: De hecho en varias comunidades, la misma gente no ha querido
que la guerrilla se vaya. La gente tiene miedo. Ha habido muchas amenazas a
pobladores diciendo que apenas se vayan las FARC los van a ajusticiar.
Danilo: Es importante dejar claro que nosotros respaldamos cien por
ciento el acuerdo como posibilidad de terminar un conflicto armado de tan larga
data. Pero eso no quiere decir que estemos de acuerdo con lo que se quiere
implementar como paz. Las comunidades han construido paz desde siempre desde
sus mismas formas de habitar el territorio, en una dirección totalmente
diferente al modelo corporativo impuesto por el gobierno.
Nosotros como firmes defensores del proceso de paz, sabemos
la importancia de la reconciliación como primer paso para construir paz. Pero
la reconciliación debe ser completa. También debe haber reconciliación con la naturaleza. La
guerra también ha sido declarada a la vida no humana. Reconocer, reparar y
enmendar el camino es parte de la construcción de la justicia ambiental para
una paz integral.
Ustedes
representan procesos colectivos locales de resistencia y rechazo a los
megaproyectos minero-energéticos. En Cajamarca se llegó a ese punto culmen con
la consulta popular en la que el 97% votó en contra de la mina de Oro “La
Colosa”. En Sogamoso, la represa siguió su curso como proyecto pero es conocido
que la resistencia de la comunidad ha obligado a gobierno y a empresa a hacer
un pare y negociar con la gente ¿Cómo fue el proceso colectivo del pueblo para
llegar a esos puntos determinantes en la defensa del territorio?
Blanca: En Sogamoso, no ha sido nada fácil, duramos 6 meses en
protesta y en paro organizado en uno de los parques de la localidad. Nuestras
condiciones fueron muy difíciles. En últimas la sede de la CUT-Central Unitaria
de Trabajadores- fue la que nos prestó techo y refugio sobre todo para nuestros
ancianos y niños. Tal fue nuestra resistencia que la empresa ofreció 1.300
millones de pesos (39.000 euros) para solucionar la situación. Pero
eso no era ninguna solución. Somos más de 2000 familias, y no se nos ofrecen
tierras para cultivos ni soluciones de vivienda. Tras seis meses rompimos la
huelga pues no aguantábamos más a sol y a lluvia todos los días. Seguimos
movilizándonos y exigiendo. Requerimos apoyo internacional.
Jonathan: Un año antes de la llegada del proyecto “La Colosa”, ya
existían algunas organizaciones sociales. Con la llegada de la minera y su gran
campaña de prensa y su discurso de progreso económico en las jornadas de
socialización con la comunidad, ya comenzaron con gran escepticismo a
organizarse los mismos pobladores en comités como el Comité Ambiental en Defensa
de la Vida -CADV-. Se formaron redes locales, municipales, departamentales,
nacionales e internacionales en apoyo a la causa. Se utilizó muchísimo el “voz a voz” y se
generaron iniciativas de movilización ciudadana como las marchas-carnaval.
También se produjeron materiales, cartillas, y contenidos de tipo informativo y
didáctico en las que se lograron explicar todas las implicaciones de la minería
a cielo abierto a gran escala.
De igual forma nos asesoramos con abogados y fuimos muy
activos en usar todas las herramientas jurídicas para no sólo hacer respetar el
derecho a la consulta previa, sino el hecho de hacer valer la presencia de
representantes de la comunidad en sesiones de consejos locales o nacionales y
mantener vivo el tema de la minería en el agenda pública.
Y después de
la consulta, la empresa también se agarró de argumentos jurídicos para
deslegitimar los resultados. El argumento de que habían ya adquirido los
derechos de explotación tras haber obtenido la licencia para exploración
durante 10 años, fue utilizado decididamente por la minera para argumentar su
negativa a dejar el territorio. ¿Cómo se alegó contra esos argumentos?
Jonathan: En primer lugar, esos argumentos no tienen un peso jurídico
real. En la legislación colombiana, la licencia para exploración no concede de
manera automática la licencia para explotación. Es una mera expectativa.
Entonces la empresa no tenía ningún derecho adquirido real. No cuentan con
licencia ambiental y con los resultados de la consulta tampoco la obtendrán.
Danilo: En todo caso, los resultados de la consulta sí son
vinculantes. Lo que pasa es que hay un vacío jurídico. Esos mecanismos de
participación están garantizados en la constitución, pero no hay gran
desarrollo en su reglamentación. Por esta razón después de los resultados hay
un gran bloqueo porque no hay claridad de cómo implementar o seguir el proceso.
En eso se excusa el gobierno Colombiano para no actuar de acuerdo a la voluntad
de los votantes. Sin embargo, sí existe la jurisprudencia de la corte
constitucional que indica que toda decisión de los entes territoriales debe ser
previamente consultada y que los resultados de las consultas son vinculantes.
La verdadera pregunta es cómo se están interpretando los
desarrollos de la corte constitucional y las discusiones alrededor de éstos. Y
eso va para largo.
Entonces en
el caso de Cajamarca ¿tampoco se ha implementado?
Jonathan: El proceso de implementación en principio sigue tres etapas.
El local, luego el departamental y por último el nacional. Los consejos
municipales tienen que reglamentar los resultados de la consulta en el
ordenamiento territorial, entonces en Cajamarca, el consejo municipal sacó el
decreto por el cual adopta los resultados de la consulta popular pero
lamentablemente lo hizo a espaldas de la comunidad y quedó un decreto muy
vulnerable que puede ser atacado en cualquier momento por la empresa. Pero bueno,
desde lo local ya se puede decir que se implementó. En el nivel regional, la Corporación Autónoma
del Tolima – CORTOLIMA- falta que le quite los permisos ambientales a la
empresa; los que tiene de exploración. Y de orden nacional falta que los
ministerios le quiten los títulos mineros. 80% del territorio en Cajamarca está
titulado como territorio minero, entonces seguimos exigiendo que esos títulos
se deroguen, pues si la actividad minera está prohibida pues no tendrían por
qué estar activos. Al día de hoy la empresa sigue como titular de los
territorios, tienen seguridad privada. La empresa expresó que estaría
esperando la resolución del tema minero y allí retornarían o se irían; en un
total desconocimiento de la voluntad de Cajamarca.
¿Cómo ha
sido la situación en relación a la seguridad e integridad de los líderes
sociales que defienden los territorios de los mega proyectos y las grandes
empresas?
Danilo: En Colombia ha habido un cambio del dispositivo de
criminalización en los últimos diez años y el cambio no significa que se haya
dejado de usar la forma clásica que es el asesinato y el encarcelamiento. En
los últimos diez años hubo todo un desbloqueo de las tecnologías del poder y
cambiaron a tener otras estrategias como la deslegitimación del trabajo de la gente. Tiene que ver
con mostrar a esas personas como que tienen problemas diversos, más allá de lo
que se refiere a su trabajo y tiene que ver con un intento de presentar a los
líderes y lideresas como si hicieran parte de grupos insurgentes. Aun cuando
eso no se lleve a escenarios penales, genera bastante desconfianza en la
población local. Este nuevo dispositivo de criminalización ha tenido un
resultado. La estigmatización ha sido producto de una muy buena coordinación
entre los medios que están asociados a las empresas privadas y a éstas que a su
vez aportan dinero a esos medios.
Blanca: Cuando empezó a entrar con fuerza la empresa en el
territorio para construir la represa, sucedieron 4 asesinatos de líderes. Aún
siguen esos y otros casos en la completa impunidad. Así mismo tenemos
compañeros y compañeras a quienes les han ensuciado su imagen de manera tal que
es casi imposible poder recuperar la credibilidad o confianza por parte de los
demás. Es muy lamentable. Apenas ven cabezas visibles en la resistencia y
defensa de la causa, se implementan varias estrategias para afectarlos. En el
peor de los casos, desaparición o asesinato.
Jonathan: En Cajamarca sucedió lo mismo, el asesinato de 3 líderes,
dos en 2013, otro en 2014. Según las investigaciones siempre se ha arrojado que
los crímenes fueron aislados y desvinculados de su protagonismo en la lucha por
la defensa del territorio, sin embargo, se han encontrado también
inconsistencias en estas investigaciones. Además también ha habido muchas
amenazas al movimiento y sus líderes por parte de grupos paramilitares; en
otros casos por personas desconocidas. La empresa incluso ha tenido
históricamente escándalos de vínculos con grupos paramilitares en otras partes
del mundo, en Ghana o Sudáfrica, por ejemplo.
Causa curiosidad que las amenazas realizadas por el grupo
paramilitar “Las Águilas Negras” utilicen el mismo lenguaje y discurso
utilizado por la empresa: El famoso discurso del progreso. Existen muchos
indicios que ponen a pensar que realmente existen nexos entre estos grupos y la
empresa, teniendo en cuenta que la empresa tiene convenios de seguridad con
cuatro batallones de alta montaña del ejército. Es bien sabido por todos cómo
no sólo en Cajamarca, los grupos militares han trabajado de la mano con grupos
paramilitares. La misma fuerza pública además ha sido de los principales
actores que han vulnerado los derechos de los líderes y las comunidades en
defensa del capital y los megaproyectos asociados. Este año volvieron a
intentar nuevos asesinatos; hubo disparos por parte de una persona desconocida.
Se trató que la investigación se hiciera de una manera efectiva pero no hay
respuesta ni intención explícita de investigar a fondo. Vemos que los derechos
se vulneran constantemente no sólo por los directamente involucrados en las
agresiones sino por parte del estado entero al no tener voluntad ni disposición
para investigar y esclarecer los hechos. Muestra de ello la impunidad total en
la que quedan todos estos casos.
¿Qué mensaje
principal quieren dejarle a nuestros lectores y cómo se pueden vincular y
participar para lograr el mejoramiento de la situación?
Jonathan: Visibilizar los casos. Que no se quede la información en los
territorios. Difundir la información. Presionar al gobierno colombiano en
dirección a que respete la democracia participativa, los derechos y que
implemente las medidas para que se dejen e vulnerar éstos de manera
sistemática. Así mismo hacemos un llamado a que las personas cuestionen y
cambien sus prácticas del día a día. El consumo excesivo e innecesario está
conduciendo a que las empresas vayan a los países “subdesarrollados” para
extraer los recursos naturales y así garantizar que otras personas en otros
países vivan lo más cómodamente
posible a costa de la vida de otras personas. Si cambiamos nuestras prácticas
de consumo no habría necesidad de ir a otros países a explotar y extraer
sus recursos hasta acabar con los territorios. Antes de comprar o desechar
algo, hay que pensar que otras personas están sufriendo o perdiendo la vida
para que ese producto o servicio esté al alcance.
Blanca: Toda la explotación que se hace, se hace de recursos
naturales que no son renovables. El agua es vital para sobrevivir. La gente
debe ser consciente de que cuando un bombillo está prendido innecesariamente,
es el agua la que se está acabando, cuando usamos y botamos mucho papel,
también. Al atentar contra el agua, atentamos contra la vida misma. La gente
debe despertar y enterarse de dónde y cómo se producen las cosas que adquieren
o tienen.
Danilo: Lo principal es tener una mirada crítica frente al modelo
global de producción y consumo y lo que implica que una sociedad participe en
el modelo de producción y consumo de otras sociedades. En el fondo, la
discusión debe ser cómo una situación como la Colombiana, depende de una
presión internacional muy fuerte; desde los pueblos de otros países. Se debe
saber que no es una democracia la que se vive en Colombia, que la idea de que
Colombia ha vivido como la democracia más antigua de Suramérica es una idea
falsa. Es una creencia justificada en un modelo legal pero falsa. Creo que como
mensaje quiero decir que en Colombia no hay garantías democráticas para el
ejercicio de la defensa del bien natural y el territorio y que hasta que no
cambie esa concepción de las sociedades europeas de que Colombia es una
democracia, no va a ser posible intervenir para acabar con el modelo de dominación,
que es un modelo de dominación oligárquico, de una clase social sobre las otras
y sobre la naturaleza.
El mensaje sería que hay que construir una democracia basada
en la autodeterminación de la gente.
Publicado
originalmente en Contagio Radio.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Documentos/No-existe-la-mineria-sostenible-ni-responsable-eso-es-un-discurso-corporativo
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