Entre la providencia y el autogobierno
El futuro de la estrategia antineoliberal
en Argentina
11 de agosto de 2020
Por Brian Kreschuk (Rebelión)
IntroducciónEl siglo XXI ha entrado en turbulencia permanente. Los débiles pilares en donde se asentó la utopía neoliberal comienzan a quebrarse. La extrema concentración de la riqueza se pone de manifiesto ahora al alcance de todos. La crisis del 2008 no hizo más que alertar a propios y ajenos que el corazón del ciclo de acumulación está arrítmico y que cualquier sobrecarga pondría en peligro todo el sistema. Ante esto, rápidamente brotaron desde las academias burguesas cientos de teorías de salvataje; léase: Redistribución vía impuesto a las grandes fortunas, renta básica, propuestas de un capitalismo ecológico, revivir al Estado de bienestar, entre otras. También han hablado aquellos que se regocijan en
La pandemia del Covid 19 al parecer dejará secuelas profundas tanto a nivel estructural como en los modos de vida. La conflictividad inherente pasará a violencia constante y el mundo ya no será igual para los de arriba y para los de abajo.
En Argentina el gobierno peronista del “frente de todxs” desde un principio ha advertido los límites del actual modelo económico. Su discurso antineoliberal se mostró como el elemento más dinámico para consolidar su oposición al gobierno de Macri. Sin embargo, es muy prematuro vaticinar una estrategia clara, sobre todo sabiendo que el ejercicio del poder por parte del peronismo valida la extensión de la racionalidad capitalista. Así lo demostró profundizando el modelo agroexportador y rentístico, habilitando al cercamiento del espacio público, la megaminería y poniendo a la propiedad en el centro de su modelo de Estado.
Sin embargo este artículo no intenta discutir en clave periodística con los discursos anti-neoliberales que giran alrededor de los partidos y movimientos sociales en Argentina. Aquí tenemos la intención de poner de manifiesto dos formas de pensar la estrategia contra el neoliberalismo en la actualidad, que se expresan tanto a nivel local como internacional.
El elemento central de nuestra afirmación será a que para combatir al neoliberalismo en toda la extensión de su racionalidad no alcanza con el instinto conservador del Estado de la providencia sino que es necesaria la adopción del principio político de lo común y la democracia radical por vías del autogobierno y el combate contra toda forma de propiedad.
Un nuevo neoliberalismo entre nosotros
Lo que empezó como una alternativa a la crisis económica del estado bienestar en Europa se desarrolló abruptamente en todos los ámbitos de la vida social occidental. Desde un punto de vista estructural el neoliberalismo supo cómo disciplinar notablemente al trabajo. Romper la mayoría de sus cercos históricos de derecho y desarticular su organización. Desordenar su experiencia en los lugares de trabajo y enfermar las expectativas de un mundo obrero. El consenso de Washington del cual el Chile de Pinochet fue el primer ensayo, tuvo la claridad histórica para iniciar un periodo de acumulacion depredador, ingresando elementos de la vida social antes no explorados por el capital como la educación, la salud, las cajas previsionales, los genes y el conocimiento, entre otros elementos tragados por agujero negro del capital (Harvey, 2007).
La institucionalidad estatal rápidamente se transformó para agilizar el nuevo movimiento histórico. Reformas laborales, nuevos códigos civiles, incluso constitucionales abrieron paso a la flexibilización, a la mundialización financiera, a barrer trabas a la circulación de capital y a redireccionar el grueso de la financiación estatal al sector privado. (Dardot y Laval, 2015)
En la dimensión cultural la busqueda de un nuevo hommo economicos, el ser de la ontología de los negocios del que nos habla Fisher (Fisher, 2016), pasó a ser el fetiche neoliberal. Hacer del ser humano una empresa, la vida en su conjunto una empresa. Es así que tomaron fuerza la figura del emprendedor y el inventor. Esta gran trampa, esconde sobre todo, las limitaciones para integrar a amplias capas de la población mundial sin trabajo estable y el no poder cumplir la promesa contra
Hoy, en el año 2020 vemos con claridad que el sistema ha encontrado límites insuperables. El calentamiento global ya no es la predicción malintencionada de una novela distópica. Es una realidad incuestionable. El planeta no puede sostener el nivel de producción y consumo o el actual modelo de desarrollo (Gonzalez Reyes, 2020). Los recursos energéticos escasean y el paso a los renovables por utilidad, tiempo, costos y recursos no es una opción válida para el capitalismo (Gonzalez Reyes, 2020). El nivel del mar es un peligro ineludible para muchos países en los próximos años y las pandemias como vimos recientemente ponen en jaque la articulación económica internacional y la seguridad sanitaria de los ciudadanos. El nivel de crecimiento económico estimado para la próxima década vaticina un escandalosos 3% y no hay quien no espere un crecimiento exponencial de la desocupación y por lo tanto una disminución de la extensión del capital. Las economías que sobreviven en su mayoría por el nivel de deuda se exponen a la explosión inminente de sus burbujas. La guerra económica internacional imperialista re-ordena a los países bajo una incertidumbre constante. En síntesis, el neoliberalismo está en fase de guerra económica, esto abre la puerta a la aplicación espontánea de políticas de excepción o de la construcción de una ingeniería legal contra la exepcion, dos caras de un movimiento contra la democracia (Dardot y Laval, 2017) Un ejemplo claro de esto en argentina es la actividad constante del gobierno por decreto (Mauricio Macri en solo cuatro años ejecutó 70 DNU), la judicialización de la política o el papel activo de los aparatos de inteligencia con fines persecutorios y corruptos.
Pero ante este escenario oscuro, la estrategia compleja del neoliberalismo, lejos de ser conservadora ha demostrado hacer cualquier cosa para la ampliación de la racionalidad capitalista y ha diferencia de del fascismo de Estado total, el fascismo neoliberal que expresan Trump, Bolsonaro, Moreno, Yanez, Salvini, Abascal, Le Pen y el neoliberalismo depredador de cara lavada de Macron, Merkel o Lacalle Pou, despliegan en esta etapa todas las estrategias que sean necesarias para radicalizar el modo de vida de racionalidad económica total. Este contexto de crisis y guerra para estos no es un problema. Ellos ejercen el poder desde la crisis, o mejor dicho, utilizan la crisis como modo de gobierno (Dardot y Laval, 2017). Así como de los laberintos se sale por arriba, de la crisis neoliberal se sale radicalizandose, auto expandiéndose, sobreviviendose contra todo. El neoliberalismo construye su existencia en la ilimitación, todo es comparable, cuantificable, apreciable, destruible. La vida en su totalidad puede y debe ser capitalizada.
Los estados nacionales cada vez más debilitados en su intención genealógica de economías patrióticas, han puesto al ritmo de la actual relaciones de fuerza, toda su legitimidad y su estructura institucional al servicio del despojo. Con ello las democracias cada vez más flacas se juegan la vida entre lo mediático y la resistencia interna de grupos que defienden lo poco que queda del Estado social.
La burguesía y el Estado argentino desde su subordinación lógica a los grandes capitales, desde la década del 70 han desarrollado las modificaciones que la nueva etapa del capitalismo demandaba para la ampliación de la tasa de ganancia y la racionalidad neoliberal. Es así que, dictaduras, reformas laborales, constitucionales, privatizaciones, integración por consumo y todas aquellas leyes que favorecieron a la circulación financiera y la extensión de la lógica de la propiedad privada, como la ley de semillas, la ley de educación superior, los cercamientos del espacio público, la ley anti-terrorista, entre otras. También impedir el ejercicio de la democracia vía poderes populares alternativos ha sido un elemento clave de la gobernanza argentina en todas sus variantes políticas. Institucionalizando en el Estado movimientos, cooperativas, fábricas recuperadas, centros culturales o simplemente reprimiendolos (Mazzeo, 2014). La burocracia de los técnicos, la burguesía industrial, los nuevos enriquecidos desde el Estado y la nobleza de los profesionales al gobierno, son sin dudas el patrón central de la gestión estatal en Argentina.
Los gobiernos llamados por algunos populares, han sabido ejercer una fuerte redistribución del ingreso, sin embargo su espíritu conservador y su carácter ineludible de clase, no ha temblado un segundo al descargar la represión cuando las contradicciones propias del capitalismo como la dinámica de la acumulacion, son desfavorables y la expresión resistente del pueblo se les manifiesta. En toda latinoamérica los gobiernos populares fortalecieron sus aparatos represivos, su legalidad contra la protesta, y han operado desde la cooptación y la persecución a las formas de poder disidentes. Es en este aspecto que nos vamos a detener en el próximo punto. La Lógica de gobierno neoliberal se nos presenta en esta etapa recargada, y ante esto emergen dos variantes que queremos exponer que se expresan como alternativa para combatirlo.
El estado de la providencia
Como punto inicial en el desarrollo de este apartado es necesario echar un poco de luz acerca de la conceptualización del estado como “providencial” o “de la providencia” y debatir acerca del dominio de “lo común” por parte del Estado. En términos genealógicos el concepto de providencia puede rastrearse en la mayoría de las tradiciones religiosas. El
En Argentina la fuerza organizada que representa el peronismo es la expresión consciente de una estrategia providencial para el ejercicio del poder estatal. El acuerdo de clases, los pactos sociales son siempre su modo de gobierno. La complejidad de dicha organización no nace de ninguna manera de su cuerpo doctrinario, tampoco del ejercicio de sus políticas de Estado. Hasta el más inútil de los sociólogos podría encontrar sostenidas regularidades en su forma de gobernar. La verdadera dificultad para pensar el peronismo recae en las múltiples capas de poder que expresan los diferentes niveles de gobernabilidad. Desde versiones barriales hasta las más altas cabezas de
Desde un punto de vista doctrinario pensar en una roja reconversión peronista no es más que una expresión de deseo, que muy pocos en el siglo XXI se atreverían a sostener. Estratégicamente el centro doctrinario del peronismo es la conciliación de clases, el ejercicio providencial de la política, la pretensión de exclusividad en la ejecución del don. En definitiva, y a sabiendas que en este razonamiento le estamos dando al estado más poder que el que tiene, el anti neoliberalismo peronista es solo una buena obra de teatro.
Sin embargo sabemos que existe una izquierda dispuesta a gobernar con el peronismo, nutriendo el movimiento con sus filas organizadas y colaborando en términos de representación, de lo beneficioso que resulta en términos comparativos, el peronismo en el poder. Esta izquierda que sin dudas enuncia sus expectativas revolucionarias no puede escaparle al despliegue de una lógica providencial por al menos dos motivos: El primero porque su pragmatismo lo ha hecho definir una teoría del Estado conservadora y providencial. El segundo punto es la falta de una estrategia de ruptura sistémica. En relación a su teoría del Estado, estos han adquirido una visión utilitarista, esto es, consideran válido el desvío de la lógica instituida de la institucionalidad por medio de
Un punto central para comprender la confusión estratégica en la que cae la izquierda providencial nace de pensar que lo instituido y formalizado en la institucionalidad puede modificarse por su forma de uso. El acto instituyente es previo al uso y lo instituido no puede ser destituido. Solo por medio de una práctica consciente de institución puede ser transformada la sociedad. (Dardot Y Laval, 2015). Esto es, solo por la generación de nuevas prácticas que desafían las viejas lógicas y prácticas, podemos conseguir la transformación, el nuevo escenario para la significación, en definitiva, un nuevo sujeto social. Un nuevo mundo implica intervenir las instituciones, pero para arrancar su lógica y configurar nuevas. Su simple gestión tendrá muy cerca las fronteras de lo instituido, de su racionalidad.
En el despiste de mirar la institución y no lo instituido “lo que entonces se significa es el sistema de reglas que rige una colectividad más que el acto mismo de legislar, la agrupación social cuya cohesión es asegurada por un poder de coerción más que el acto de transmitir o conferir dicho poder, el establecimiento de una instrucción más que el acto de instruir(Dardot y Laval, 2015).El esfuerzo entonces de la estrategia providencial está puesto en modificar los resultados y no el acto. Viajar por los carriles de lo instituido y no en los de la creación de algo nuevo.
El imaginario sin dueño que representa la representatividad política está instituido, la propiedad y el uso legítimo de la violencia física y simbólica están instituidas. ¿Realmente cree una estrategia providencial que es posible cambiar el mundo desde un eterno acto de resistencia mediante la pasividad gestora dentro de las instituciones actuales? evidentemente si. Desconociendo que activan la puesta en práctica de una resistencia reaccionaria, si, una resistencia estéril y contraproducente para una revolución social.
De esta manera sostenemos aquí que no es posible detener el avance de un neoliberalismo recargado con las herramientas del Estado. El neoliberalismo como modo de vida necesita de la ampliación constante de su racionalidad en las prácticas culturales de los sujetos individualizados. Las nuevas tecnologías de comunicación, plataformas, avances sobre la territorialización del trabajo y todas aquellas tácticas desplegadas para una profundización de la alienación social, deben ser contra-atacadas con nuevos caminos para la subjetivación social, que conviertan a la experiencia de vivir de forma radicalmente opuesta a la abstracción neoliberal. Encaminar un nuevo mundo hacia el valor de uso contra el imperio del valor de cambio.
A continuación expondré elementos retomados de la corriente de los comunes y reflexiones que podrían echar luz en el camino del desarrollo de una estrategia antineoliberal.
Comunes y autogobierno
La izquierda a nivel mundial se encuentra en un momento opaco en términos estratégicos. Los manuales se agotaron en las puertas del siglo XXI y la deriva ha llevado a muchos de los revolucionarios a la impotencia o la renuncia de sus objetivos de máxima. Algunos han optado por ser bomberos de crisis, otros encuentran el regocijo en la caridad crónica, también hay quienes han convertido la historia de la lucha de clases en un recetario doctrinario. Por último están los que se rindieron o que cambiaron de bando. En este contexto desértico de las vanguardias, los pueblos como siempre dan muestra de sus propias capacidades para luchar. Es así que desde los años 90´ vemos la emergencia de organizaciones y movimientos que descolocan a la ciencia de izquierda y plantean nuevas salidas al capitalismo.
Con la caída del muro como sabemos, muchos sostuvieron la idea de que ingresamos en una etapa de eternidad para el sistema capitalista. Sin embargo en el nuevo escenario de fuerzas que se comenzaba a esclarecer, emergen nuevos movimiento, organizaciones, protestas, demandas al calor de un mundo en transición. Es aquí donde se vislumbra el brote de un paradigma contra la globalización, el avance de la propiedad, la creaciones de espacios comunes de deliberación, todos bajo la idea de que otro mundo era posible y este no podía comprarse ni venderse. Esto tomó forma de movimientos en todo el mundo desde la década del 90. Seattle, Portugal, el EZ, Piqueteros, Cochabamba y las luchas por el agua. Más acá, Los Indignados españoles, las ocupaciones de Wall Street, de
Entendemos como
común el principio político por el cual los sujetos establecen relaciones de
cooperación y co-obligación, involucrando directamente la satisfacción de sus
necesidades con su actividad de deliberación. No existe común si este no se
desarrolla dentro de una relación de actividad compartida. Un principio que no
es más que el corazón de la democracia y solo puede ser ejercido mediante la
negación de una institucionalidad providencial y opresiva y a través de la
creación de nuevas instituciones o transformando las actuales por vías del
autogobierno. Abonar una estrategia de fortalecimiento y ensanchamiento de la
actual institucionalidad Estatal, no es más que una práctica conservadora,
llevada a cabo en terreno enemigo y que al fin y al cabo configura para el
desarrollo de nuevas instituciones populares, un movimiento reaccionario
(Dardot y Laval. 2015). En Argentina todavía vuelan por el aire algunos
discursos y organizaciones que pregonan contra el neoliberalismo formas de
autogobierno como por ejemplo la vieja guardia anarquista, organizaciones de
herencia piquetera y espacios autonomistas. Sin embargo esta izquierda no es
más que el pataleo estéril de grupos que se sienten inmunes a la contradicción. El
caso más paradigmático en Argentina es el Anarquismo, que pasó de ser el
movimiento más dinámico, creador de cientos de instituciones populares que aún
prevalecen, impulsor de los ejes centrales del derecho obrero a principios del
siglo XX y que hoy está casi desaparecido. En las últimas dos décadas han
desfilado varias organizaciones que lo único que pudieron conseguir es la
autoafirmación de su condición de anarquistas. Una bola de nieve doctrinaria
que los redujo a ser parte de la izquierda de la efeméride. Perdidos
en la infertil discusión de los niveles de organización, esto es, política,
movimiento, sociedad, convirtieron a sus organizaciones en embudos donde
depositar su doctrina, pero sin retorno para que la sociedad los transforme. De
esta manera su lugar en la historia actual es la extrema marginalidad. Una
verdadera lástima debido a la compatibilidad del desarrollo histórico de la
cultura política anarquista en Argentina y la cultura Argentina. Fue
y será su carácter conservador y doctrinario el que los frena como una foto en la historia. Para este
sector le llegó el tiempo de rediscutir su teoría política, para hacer
sobrevivir al menos su impronta revolucionaria y aportar lecturas históricas
fundamentales como el papel del federalismo, la democracia radical y la
centralidad de debatir la autoridad y la burocracia.
Acercarse a la
corriente de los comunes podría ser una puerta interesante desde donde
reconvertirse. Sin duda alguna el esfuerzo conservador de una izquierda
providencial frente a estos sectores es ampliamente más progresivo. Lo importante para nosotros en este caso es poder plantear
el porqué de nuestra afirmación acerca de que solo una estrategia de lo común y
el autogobierno puede oponerse a la racionalidad neoliberal.
Como hemos advertido más arriba, el
neoliberalismo es un modo de vida, una racionalidad social generalizada, un
imaginario social sin amo llamando a Castoriadis (Castoriadis, 1983). El cual
ha hecho de la empresa capitalista el modelo de pensamiento de la sociedad
occidental. Para su supervivencia necesita auto expandirse. Y el elemento central
de su expansión es la ampliación de la lógica de la propiedad y el valor de
cambio a todos los ámbitos de la cultura.El capital con todas sus instituciones pone a bailar sobre sus rieles al conjunto de
La estrategia providencial piensa desde las categorías instituidas, desconfía de lo nuevo, de lo genuinamente nuevo, porque su voluntad no debe rebasar los límites de lo posible.
Una estrategia anti neoliberal, contra neoliberal o por la positiva para los más sensibles, de mundo nuevo, necesita partir desde la generación de una práctica consciente de ruptura y de institución. Aca empieza el camino para dilucidar
Contra la racionalidad neoliberal, contra el imaginario social de empresa o Estado total se debe presentar una racionalidad nueva del derecho de uso y la inapropiabilidad, apoyarse en el imaginario de lo común existente en la sociedad para instituir lo común. Formas de organización que basen su razón de ser en la cooperación y
Ahora bien, de qué manera una estrategia de lo común puede materializarse contra el neoliberalismo.¿Cómo escaparle a un simple ocio intelectual y al regocijo de una verdad de papel?
En primer lugar es necesario desterrar la necesidad de un control exhaustivo sobre la relación entre praxis y resultado. Es decir, abandonar la racionalidad cientificista de los partidos tradicionales que validan sólo aquellas luchas iniciadas, supervisadas o de las que participan a partir de una relación táctico-estratégica concebida en el laboratorio partidario. Para combatir al imaginario sin dueño del neoliberalismo es primordial desarrollar una práctica política consciente y orientada a la autonomía de los grupos o clases pero configurada en la lucha real y concreta. En síntesis, una práctica política de lo común nace, se desarrolla, se transforma y resulta de la propia actividad de coparticipación y co-obligación que activan los sujetos. Masticar en casa la lucha y escupirla en la realidad es una operación direccionada a
En segundo lugar, una estrategia de lo común debe saber que los comunes están ahí afuera, desarrollando cotidianamente en el seno de las sociedades en múltiples expresiones. Luchas juveniles, ecologistas, animalistas, obreras, feministas, y cientos más. En la actualidad por la propia lógica de rebaño que enhebran los partidos no existen coordinaciones claras de los comunes. Una tarea central es generar la identificacion y la coordinacion de esas luchas. Hacerlas parte de un itinerario lo más compartido posible. Esto solo se puede hacer si se respeta una visión de bajo control sobre la actividad general. Si se piensa en dirigir la diversidad desde la centralidad, no se avanzará un solo paso. Las prácticas de lo común que se ponen de manifiesto en las luchas de grupo o colectivos son siempre prácticas instituyentes, por el hecho de construir su actividad desde la cooperación y la co-obligación, enfrentadas de esta manera a las lógicas de representatividad profesional, progreso individual o ganancia privada. Crean nuevos modos de ser en el mundo. Los comunes no son por naturaleza anti capitalistas, son comunes en tanto y en cuanto desafían con su racionalidad una racionalidad instituida. En el caso de una estrategia antineoliberal y por lo tanto anti capitalista, lo común se enfrenta desde la institución de modos de vida democráticos, por los derechos de uso y desde la inapropiabilidad.
En tercer lugar, una estrategia de lo común y el autogobierno debe orientar todos sus esfuerzos a la formalización de las prácticas instituyentes de los comunes, convertirlas en instituciones. Esto permitirá la economización de esfuerzos y garantizará la actividad instituida. Si miramos al interior de la escena política popular Argentina las únicas instituciones de largo plazo fueron sindicatos, clubes de fútbol, bibliotecas, mutuales, centros culturales y alguna que otra cooperativa. Seguramente me olvide de muchas. Creadas en su mayoría a principio de siglo, partieron de una praxis instituyente de derecho de uso, de derecho laboral, de cooperación financiera, de co-obligación política. Estas sobrevivieron por su carácter de institución. Más allá de sus condiciones actuales. Siempre hay que tener claro lo que dijimos más arriba acerca de que lo instituido nace de una praxis concreta pero esta praxis es permanente y por lo tanto las instituciones pueden modificarse o no. Entonces, si la praxis de lo común es una práctica instituyente los grupos deben formalizarla. Y no se trata de crear una cáscara a la que llamar institución “tal” y ponerla en un edificio. Se trata de elevar a la categoría de derecho a lo instituido. Y aca un punto central en la estrategia contra el neoliberalismo. Es fundamental identificar los lugares donde este se reproduce con mayor velocidad en términos de derecho. Para decirlo de otra manera, si lo que se quiere es hacer retroceder se necesita apuntar a su corazón, para nosotros:
Primero Proudhon (Proudhon, 2005) y luego Marx (Marx, 1978) tenían bien claro que era el régimen de propiedad el que permitía estructurar las relaciones contradictorias en el capitalismo y su abolición era el objetivo central de una sociedad nueva. La propiedad privada rige sobre la obligación y participación social estableciendo canales muy estrechos para afrontar
La propiedad es una lógica de apropiación de los recursos del mundo, materiales, naturales e intelectuales que actúa instituyendo, desde su aparición, modos de vida. El neoliberalismo es la etapa más avanzada de expansión de la propiedad en la historia humana. Es en este modo de vida donde explota la ley del valor (Bifo, 2007), se derrama sobre absolutamente todo lo que pueda ser valorizado. La propiedad a través del derecho instituido debe en el neoliberalismo convertirse en el espíritu del sujeto contemporáneo. Esto permite y da pie a que sea el valor de cambio de todo lo valorizable el elemento más dinámico de su lógica. Apropiación y transaccionalidad de todo lo existente. Contra los que consideran que
Para luchar contra el neoliberalismo debe primar la lógica de la inapropiabilidad de lo existente, anteponiendo el derecho de uso, las lógicas del valor de uso por sobre el valor de cambio. Los comunes pueden luchar para elevar a categoría de derecho
Solo haciendo retroceder a la propiedad se hará retroceder al neoliberalismo. La democracia es el caballo de batalla contra este. El autogobierno de los pobres, el espíritu de lo nuevo. Y como la propiedad se expresa en todos los ámbitos de la vida, es tarea de los revolucionarios crear las estrategias para atacar sus puntos de reproducción más dinámicos. Por ejemplo el derecho obrero ha sido un freno a la expansión, que en los últimos años ha retrocedido considerablemente. Es momento para recuperar terreno y sobrepasar las lógicas de la propiedad al interior de los espacios de trabajo. Una demanda indudablemente revolucionaria es democratizar los procesos de producción. Si hasta ahora son las lógicas gerenciales las que organizan el trabajo y las leyes llegan hasta las puertas de la fábrica ya que no regulan la organización interna, es necesario que sean los propios trabajadores junto a las patronales los que establezcan reglas de convivencia, protocolos de decisión, horarios. Sin afectar la ganancia privada, pero democratizando el proceso productivo y así rompiendo con lógicas gerenciales enemigas de lo común y opresivas para los trabajadores. Así. hay cientos de ejemplos en donde puede progresivamente ir combatiendo lógicas, modos de vida que la racionalidad neoliberal necesita para su constante expansión. Estamos en tiempos de guerra, el neoliberalismo la despliega y por ello se necesitan prácticas políticas orientadas a la ruptura con el sistema y una praxis de institución de lo común.
A modo de cierre
Transitamos tiempos de guerra, de un neoliberalismo fascista, recargado de odio y dispuesto a activar su espíritu de ilimitación para avanzar con su racionalidad sobre todo lo que existe. Convertir a los sujetos individualizados en empresas, incorporarlo todo al proceso de valorización. Destruirlo todo si es necesario. Los Estados nacionales ya no cuentan con las armas para defenderse de su condición subordinada a los capitales internacionales y las resistencias providenciales se vuelven reaccionarias frente al intento de creación de un mundo nuevo, de un sujeto social diferente. Para luchar contra el neoliberalismo es necesario la institución de nuevos lugares para constituirse como sujetos, nuevas lógicas, una racionalidad que ataque los puntos neurálgicos donde se reproduce el capital. Para ello la alternativa de lo Común se vuelve una herramienta más que interesante, no solo por su actividad de institución sino también porque existe en la sociedad un imaginario de lo común, por lo tanto una clave positiva para una praxis transformadora. Lo común frente al neoliberalismo se nos presenta como una alternativa política y de representación. Los postulados centrales de un gobierno de los pobres, esto es, la democracia, pasa por el establecimiento de oponer a la racionalidad de empresa total y representación via experticia política, una nueva racionalidad de lo común, de la co-obligación y cooperación social dentro cada actividad donde los sujetos intervienen directamente. En definitiva, una praxis de institución de lo común sólo posible a partir del autogobierno social. Una estrategia antineoliberal debe desplegarse con urgencia contra la propiedad y el valor de cambio, contraponiendo la inapropiabilidad y el derecho de uso. Ya no son tiempos de defensa, por el simple hecho de que queda muy poco que defender y demasiado por construir.
Por último vale espabilar, que en este rincón no hablan Weberianos, sino la búsqueda, el intento por pensar. Compitiendo solo con nuestra angustia y dispuestos a equivocarnos para no ser como los dinosaurios aferrados a un mundo en retirada o como la brillantina de una izquierda pop.
Es necesario re-instaurar en la escena de los movimientos sociales en Argentina un nuevo auge de debate estratégicos, repensando y trayendo al frente problemas centrales relacionados a la creación o debate de ciertas categorías de pensamientos. Autoridad, institución, gobierno, revolución, entre muchas otras se presentan bajo déficit en el debate político argentino, tragado despiadadamente por las pujas coyunturales. La academia ha sabido cómo enfriar las pasiones de los escritores, sus códigos internos y la pretensión de una pureza científica no han hecho más que generar un ejército de perfeccionistas fríos y poco productivos. Es tiempo de activar una impronta rebelde en la escritura, oficiosa, libre del peso de la profecía ejemplar y respetando las únicas dos reglas para escribir que existen en la historia de la humanidad: tener algo para decir y decirlo.
Bibliografia:
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Dardot, P y Laval, C. (2017). La pesadilla que no acaba nunca: El neoliberalismo contra la
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De Sousa Santos, B. (1987, Sept) O Estado, a sociedade as politica sociais: O caso
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N°23.
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Mazzeo, M. (2014). Piqueteros:
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Marx, K. (1978). El
capital: Crítica a la economía política. México. FCE.
Proudhon, J. (2005). ¿Que
es la propiedad? Investigación sobre el principio del derecho y el gobierno. Buenos
Aires: Libros de anarres.
Brian Kreschuk es investigador en la Universidad Nacional
de Quilmes
Fuente: https://rebelion.org/el-futuro-de-la-estrategia-antineoliberal-en-argentina/
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