lunes, 14 de enero de 2019

Sepamos: durante la década 60 del siglo XX en el Abya Yala hubo lucha entre tres tendencias de asumir las ciencias y de la orientada a necesidades e intereses de nuestros pueblos con los gobiernos subordinados a implantar las multinacionales.

Tendencias en el 
pensamiento Latinoamericano 
sobre Ciencia y Tecnología 
en la década del 60 del Siglo XX

Autoras: Dra. Isabel Pérez Cruz y Lic. Adianez Fernández Bermúdez
E-mail: afernandez@ucf.edu.cu iperez@ucf.edu.cu

(…)Las discusiones y concepciones teóricas sobre el desarrollo de la ciencia y la técnica en este siglo se dieron en tres tendencias fundamentales:

1. Discusión de problemáticas propias de países europeos o de E. U. Esto es expresión de lo que se ha llamado “robo de cerebros”, pues aunque estos pensadores continuaban radicando en el continente latinoamericano, su inteligencia está en función de resolver problemas propios de países desarrollados.

2. Desarrollo de una teoría de corte cientificista. Se asumen presupuestos que se alejan de una consideración de la ciencia como parte, de la producción espiritual de la sociedad, determinada en última instancia por las condiciones económico – sociales imperantes en la sociedad.

3. Defensa y desarrollo de una ciencia y tecnología latinoamericanas. Aquí se apropian de la idea de que estos procesos deben responder a los intereses y objetivos que la realidad de estos pueblos imponen. Las dos primeras tendencias, no responden a un pensamiento auténtico sobre ciencia y tecnología, asumiendo a este, como un pensamiento que está en correspondencia con el propio desarrollo económico y social de Latinoamérica.

Para esto se toma como base que la autenticidad ha de ser aquella filosofía que: “haga consciente nuestro subdesarrollo y señale las 10 posibilidades de su vencimiento o la forma de vencerlo”1, así como “la que se demuestra al constatarse su coincidencia con las exigencias del desarrollo histórico de cada período”.2

La primera está en función del desarrollo de otros países, por lo tanto no tributa a intereses locales; la segunda no comprende a la ciencia como parte de la sociedad sino como un fenómeno externo, primeramente cerebral y vinculado a procesos individuales, aunque no se puede obviar, que esta tendencia fue una de las que más fuerza cobró dentro de los países latinoamericanos, debido a su vinculación con la filosofía positivista imperante a finales del siglo XIX y principios del XX. Uno de los defensores de esta segunda tendencia fue Mario Bunge, quien según Jorge Núñez Jover, es el filósofo de la ciencia más relevante de América Latina3, este no se quedó al margen del debate del momento, y sin dudas hizo contribuciones importantes acerca de la concepción y desarrollo de la ciencia en América Latina, sin dejar de mencionar, por supuesto que tuvo sus limitantes. Este pensador durante toda su obra ha construido y aplicado un sistema filosófico de la ciencia, con tres soportes principales, los cuales consisten en: materialismo, realismo y racionalismo. Con ello en mano se ha dedicado esmeradamente a aclarar no solo problemas vinculados al desarrollo científico, sino también a los valores, la ideología, entre otros. (…)

El cientificismo de corte positivista al que pertenece Mario Bunge, considera a la ciencia como una entidad autónoma que se autodetermina y donde la sociedad no pasa de ser un marco que asegurará las condiciones propicias para el desarrollo de la ciencia, pero sin dejar de ser un fenómeno externo a ella. La actividad científica se enfoca primariamente cerebral, vinculado directamente a procesos individuales y no un movimiento social. Con respecto a su posición en relación con la ciencia y el vínculo de esta con la sociedad, Jorge Núñez plantea: “El condicionamiento social de la ciencia (…) aparece insuficientemente tratado en la obra de Bunge (…) La carencia de una comprensión correcta de lo social, así como la relación de la ciencia con la sociedad, como uno de sus componentes, tienen su obra diferentes consecuencias, entre ellas sus diagnósticos y proposiciones sobre el desarrollo de la ciencia en América Latina”.5

Por último muchos autores fundamentan la tercera tendencia: Defensa y desarrollo de una ciencia y tecnología latinoamericanas, la cual constituye la más fecunda y auténtica dentro de todo este pensamiento, sustenta un desarrollo científico y tecnológico que (sin desconocer el alcanzado en otros países) pone énfasis en que este sea asimilado y utilizado en correspondencia con las realidades socioculturales de los pueblos latinoamericanos. Esta vertiente - al ser defensora de la necesidad de un desarrollo científico –tecnológico endógeno – considera a este desarrollo como una premisa y un resultado ideal de preservación de la identidad cultural y social de estos países.

En la Introducción del libro: El pensamiento latinoamericano en la problemática ciencia- tecnología – desarrollo – dependencia, de Jorge Sábato, se hace alusión a que esta escuela de pensamiento no estuvo a la zaga de lo generado en otros continentes, sino que fueron capaces de “… realizar contribuciones originales, es decir que no son refritos de traducciones extranjeras (…) es dable observar algo extremadamente saludable: la capacidad de pensar por sí mismos y la voluntad de hacerlo. Mirar nuestra realidad con nuestros propios ojos no es mérito menor, al tiempo que es seguramente el primer paso para transformarla”.6

En esta década, se ponen en práctica en América Latina, políticas que a través de un desarrollo científico – tecnológico, promovían un progreso social para estos países. Estas estrategias de desarrollo se enfrentaron al problema político, pues las decisiones gubernamentales tomadas, seguían el sentido de basar el desarrollo, en la implantación de filiales de empresas multinacionales, o sea, tenían la idea de que para los países latinoamericanos solo existía una forma de desarrollo: la de los países industrializados occidentales. (…)



Debemos tener en cuenta, que algunos de los rasgos principales de esta escuela latinoamericana tienen que ver con el carácter global y sistemático de este pensamiento. Esto evidencia una tendencia, a tratar el problema del avance científico y tecnológico en forma integrada a los problemas de desarrollo, evitando aislarlo de su contexto socioeconómico y cultural.

Entre los centros más creativos en relación con este tema, se encuentra la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, con Oscar Varsavky, Amílcar Herrera y Jorge Sábato al frente. El primero, maestro de escuela, químico y matemático de formación, reorientado a fines de los años 60 hacia las ciencias sociales; constituye uno de los científicos más influyentes en de esta década e inicios de los 70. Especialmente, su crítica estuvo dirigida al investigador que ignora el significado social de su actividad, que acepta las jerarquías académicas internacionales y olvida los problemas sociales que afectan su trabajo (1969). Fue representante de la tendencia revolucionaria que luchaba por una transformación radical de la sociedad, por lograr la eliminación de la pobreza, las corrupciones evidentes, y el subdesarrollo científico, tecnológico y general de la región. Amílcar Herrera, geólogo, fue una de las figuras importantísimas en la elaboración de estrategias tecnológicas para la región.

Destaca la relación de la actividad científica – tecnológica con el marco socioeconómico y en particular las políticas que lo animan. Mantiene una lucha sostenida por la búsqueda de una autonomía científica. Como dijera Guillermo Hoyos en su trabajo “Elementos Filosóficos para la compresión de una política de ciencia y tecnología”, la crisis de la modernidad se debe en gran medida al impulso unilateral de la ciencia y la tecnología y su superación se puede dar al complementarla con los más variados aspectos de la vida y el proceso de humanización. Este movimiento no logró conseguir plenamente lo que se proponía, pero dejó la conformación de un pensamiento auténtico, que comenzó a luchar de manera particular, donde se fueron relevando paulatinamente el espacio y la función de la ciencia en América Latina. Este pensamiento ha permitido desplazar las fronteras tradicionales de la teoría de la ciencia, 16 casi siempre centrada en el ser o deber ser de la práctica científica en los países desarrollados.

Dentro del pensamiento sobre ciencia y tecnología en América Latina de la década 60 del siglo XX, se destacan tres tendencias fundamentales: discusión de problemáticas propias de países europeos o de E. U, desarrollo de una teoría de corte cientificista, y por último, defensa y desarrollo de una ciencia y tecnología latinoamericanas. El representante por excelencia de la segunda tendencia fue el filósofo de la ciencia, Mario Bunge, quien influenciado por el cientificismo de corte positivista, defiende una visión de la ciencia como ente director y autónomo, que se autodirige y determina independientemente de la sociedad, y esta va solamente a servir de medio para su realización. La tercera tendencia constituye la más fecunda y auténtica dentro de todo este pensamiento, pues sustenta un desarrollo científico – técnico que, sin obviar el desarrollo alcanzado en otros países, pone énfasis en que este sea asimilado y utilizado en correspondencia con las realidades socioculturales de los pueblos latinoamericanos. Los representantes de esta fueron los argentinos: Oscar Varsvky y Amílcar Herrera. Bibliografía (…)

https://clea.edu.mx/biblioteca/etica%20y%20ciencia.pdf

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