martes, 21 de abril de 2020

Destapemos al capitalismo.Tanto pregonarse como el sistema de la libertad, cada vez ejerce más control y espionaje sobre todos los pueblos e individuos.

La vigilancia social digital en la post-cuarentena: ¿enigma o problemática ya instalada?

17 de abril de 2020

A grandes males, grandes remedios”. Esta frase atribuida a Hipócrates, médico de la antigua Grecia, parece hoy en día ser el pensamiento de varios gobiernos ante la situación de pandemia mundial causada por el COVID-19, cuando deciden aplicar estrategias de vigilancia sobre la población

Por Sebastian Lionel Meglio, para ANRed.

Es de público conocimiento que gobiernos como EE.UU. sostienen hace años estrictos procesos de espionaje y monitoreo permanente sobre la población mundial. Entidades económicas como Visa, MasterCard y PayPal brindan información de sus usuarios a las potencias de turno y obedecen a las órdenes a estas (tómese como ejemplo el bloqueo financiero vigente a WikiLeaks). Así mismo hacen lo suyo las redes sociales. Basta con leer cualquiera de los términos y condiciones al descargar una aplicación web. 

Si tomamos como ejemplo los Términos y Condiciones/ Política de datos de Facebook se puede leer: “¿Qué tipo de información recopilamos? Lo que tú y otras personas hacen y proporcionan”. Y el problema radica en esto último, donde nunca se le aclara al usuario que es realmente todo lo que “proporciona”. Vivimos en la época de la hiper-conectividad, donde se recopila absolutamente toda la información que pueden brindar nuestros dispositivos, donde nosotros damos (sin notarlo) nuestro consentimiento parcial para dicha acción. Un caso muy conocido de esto fue el programa de vigilancia masiva PRISM operado por la Agencia Nacional de seguridad (NSA) de EE.UU., claramente alimentado por los datos que cada empresa obtenía de sus usuarios sin el debido consentimiento ni conocimiento por parte de estos últimos.

En el marco de la pandemia actual, el gobierno argentino ha puesto en marcha desde el comienzo de la cuarentena distintos medios de control de tránsito para la población. Dichos controles dan como resultado “secundario” una gran recopilación de datos de las personas. El certificado único habilitante para circulación, así como también otras autorizaciones para circular en formato de Declaración Jurada, resulta una muy efectiva herramienta de seguimiento de los habitantes del territorio nacional.


Recordemos que desde el año 2017 el único organismo autorizado “legalmente” para llevar a cabo la recolección de datos, interceptación de comunicaciones y captaciones telefónicas, es la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (denominada comúnmente como DAJuDeCo) del Poder Judicial de la Nación, bajo la órbita de la Corte Suprema de Justicia. Al estar bajo la supervisión de este último, bastaría simplemente con un DNU (decreto de necesidad y urgencia), el cual tiene validez de ley, para poder acceder a dicha información de manera “legal”. No nos engañemos, las empresas de telecomunicaciones llevan años proporcionando información de sus usuarios a los gobiernos de sus respectivos países. Dentro de nuestro territorio, estas conductas violan la ley N°25326 de Protección de Datos Personales. También los permisos para circular dentro del territorio nacional no respetan dicha ley, lo que parecería estar justificado debido a la situación sanitaria actual.

El presidente de la nación argentina, recientemente, ha declarado: “no vamos a terminar la cuarentena, lo que tenemos que ver es que tipo de actividades vamos a flexibilizar”. Dicha declaración da por sentado que el gobierno va a poder seguir utilizando por tiempo indeterminado distintas herramientas para el “control de la cuarentena”, lo que se traduce en vigilancia social digital por un período indefinido.
Los permisos de circulación se tramitan en la mayoría de los casos desde nuestros celulares, con lo cual los sitios web que los proporcionan están teniendo claro acceso a nuestros dispositivos y poseen la capacidad técnica de recolectar información mucho más allá de la que nosotros brindamos. El discurso del presidente claramente tiene la intencionalidad de disfrazar a la post-cuarentena como una extensión de la cuarentena per se. El límite entre una y otra no está bien definido.


Según el pensamiento de Edward Snowden, ex contratista de la CIA, el peligro es que las herramientas utilizadas en esta época de emergencia permanezcan en poder de los gobiernos luego de acabada la pandemia, lo cual les otorga un nuevo poder al que claramente le están tomando el gusto. Una opinión polémica, aunque representativa del contexto socio-político que el mundo está atravesando. La situación de emergencia le está permitiendo al gobierno “blanquear” mecanismos de vigilancia digital, social y masiva que ya se venían implementando desde las sombras. Mediante su discurso se justifica y se garantiza la continuidad en el tiempo respecto al uso de dichos mecanismos. Una forma de pensar (y de actuar) sin lugar a dudas hipócrita. Se pretende con esto instaurar en el imaginario social la aceptación (inconsciente) de esta atroz violación de nuestros derechos más elementales.

https://www.anred.org/2020/04/07/la-vigilancia-social-digital-en-la-post-cuarentena-enigma-o-problematica-ya-instalada/

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