sábado, 11 de abril de 2020

"Creemos que estamos en un contexto complejo, pero que nos da la certeza de que el agotamiento de un sistema capitalista, imperialista y patriarcal es inminente, y nuestra tarea no es sólo denunciar sino crear y construir un nuevo mundo donde quepan todos los mundos. Y en este punto se torna indispensable que sea la niñez y la adolescencia la que comience a tener un papel protagónico a la hora de pensar la política".

Sobrevivir entre la pandemia

y la desigualdad

10 de abril de 2020

¿Cómo sobrevivir al aislamiento obligatorio para enfrentar una pandemia? . Cuando #quedateencasa se vuelve un peldaño difícil de alcanzar en la pirámide de desigualdades sociales, la recreación en el encierro se vuelve un privilegio al que aspiran unos pocos. Los educadores y educadoras populares que desarrollan su labor en el Club Popular “El Dari”, apuestan a seguir tejiendo y fortaleciendo las redes barriales y comunitarias que hace ya muchos años se vienen construyendo en los distintos territorios. Y en este punto se torna indispensable que sea la niñez y la adolescencia la que comience a tener un papel protagónico a la hora de pensar la política.

Por Corresponsal popular para ANRed

Allá por el 2014 asumimos la responsabilidad desde el Frente Popular Darío Santillán de proyectar y llevar a cabo espacios de niñez y adolescencia, entendiendo la necesidad de repensar un concepto y una práctica emancipadora que los incluya, pero no solo como un colectivo con derechos específicos, sino también como un cúmulo de subjetividades que pueden y deben incidir en procesos de carácter político para apuntar a la transformación social.
Nos encontramos construyendo día a día con las niñeces y las adolescencias desde el juego, el arte, la recreación, con la asamblea como método de construcción horizontal, para cuestionar y cuestionarnos, para salir de las trincheras, para fogonear la rebeldía y acompañar la participación de los pibes y pibas en los barrios. Hoy, en medio de la emergencia sanitaria, económica y social, con una cuarentena obligatoria que se extiende hasta el 13 de abril, nos encontramos con la imposición de no poder desarrollar nuestras tareas de la cotidianeidad y ante esta disyuntiva nos parece indispensable posicionarnos y visibilizar las problemáticas a las que hoy se enfrentan las niñeces y la adolescencia.
¿Cómo acontece el “Quedate en casa” en los barrios?
En territorios donde no hay acceso a viviendas dignas (con cloaca, servicios básicos, conexión de internet, cable, teléfono de línea, o los “datos móviles” del celular para poder acceder a diferentes plataformas), contexto que envuelve la vida de millones de personas, el #YoMeQuedoEnCasa no es algo sencillo de llevar a cabo. Sobrevivir a una situación de aislamiento obligatorio decretada a nivel nacional se torna imposible e insostenible en muchos de los casos. La mayoría de los pibes y pibas que asisten a nuestros Clubes viven hacinados en casas pequeñas o cuartos, donde la posibilidad del metro de distancia entre convivientes es realmente imposible, donde la convivencia sin salir a la calle no puede sostenerse. Familias ensambladas, más de una familia en un mismo hogar, más de una casilla en el mismo terreno, muchos niños de diversas edades aburridos, adultos mayores y padres colapsados por la crisis económica, muchas personas con distintas necesidades insatisfechas y en convivencia, en varios de los casos, con varones violentos. La imposibilidad de los niños de poder salir de sus casas, asistir a la escuela, ver amigos e inclusive asistir al Dari les lleva a no poder expresar sus sentires con otras personas, a no tener un espacio de escucha o distensión de las situaciones que viven en sus hogares. Nuestros pibis juegan en la calle, en la vereda, con vecinos, juegan con pelota, andan en bici, a la rayuela, la mancha, la escondida y la plaza. No son niños y niñas de ‘’tik tok’’, instagram, netflix, ni de las grandes tecnologías, y no porque no quieran, simplemente porque no tienen el acceso. Porque con suerte hay uno o dos dispositivos móviles en la casa, porque pagar internet o plataformas digitales es plata con la que su familia no cuenta, porque la exclusión llega también ahí, a la recreación. Porque es ahí donde la recreación en el encierro se vuelve un nuevo privilegio al que aspiran unos pocos. Éstas son algunas aristas que nos permiten vislumbrar cómo muchas de las barreras ya impuestas de antemano por un sistema que excluye, se agudizan más en contextos de crisis mundiales. De eso nos proponemos reflexionar, de la recreación en tiempos de encierro.
¿Qué les queda a las barriadas populares? ¿cuidado o represión?
Las imágenes de un niño de 12 años, apaleado brutalmente por la policía bonaerense frente al Hospital Fiorito de Avellaneda, la resolución del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que convierte un Centro Socioeducativo en un centro de detención para adolescentes que “no cumplen la cuarentena” o los distintos reportes de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), demuestran cómo es el “cuidado” de las fuerzas represivas: con coerción, persecución, amedrentamiento y detenciones arbitrarias. “Quedarse en casa” pareciera algo fácil de cumplir si tenemos la suerte de pensarlo acobijados entre 4 paredes, pero en las barriadas populares se hace aún más visible el rol represivo que cumplen las distintas fuerzas de seguridad. En el medio del hacinamiento, los pibes y pibas buscan alternativas para ser niños y se escapan a la puerta de su casa. Pero si salís a la vereda te mete adentro la policía, por intermedio de gritos e insultos, y no de buena manera como se viralizó al surfista de Floresta que volvía de Brasil. A la pibada la policía los entra, literalmente “a patadas en el culo”. Entra en los pasillos de la villa empuñando armas y disparando al cielo, o directamente a las casas. La intimidación y el mensaje es claro: que el miedo que les da salir sea más fuerte que sus ganas de jugar un ratito para pasar el mal momento.
Asusta el rol de la policía y la gendarmería, pero asusta también el mensaje que legitíma su accionar. En donde es mucho más fácil levantar el teléfono y denunciar a tu vecino, que salir a preguntar si necesita algo, donde se vuelve más simple castigar que concientizar o invertir esa plata en salud o estrategias y herramientas para cumplir de manera comunitaria la cuarentena y generar un cuidado colectivo.
Juguemos en la calle mientras la yuta no está…¿y el riesgo? ¿qué riesgo?
En los lugares donde no llega la información correcta, donde no hay plata para el jabón, la lavandina o el alcohol, ls pibes están constantemente en riesgo, saliendo o no saliendo a la calle. Están en sus casas donde, si mamá o papá no sale a laburar, no hay forma de poder comer, ¿cómo pensar en comprar alcohol en gel o lavandina cuando la olla está vacía? ¿cómo puede un niño o niña que no recibe alimentación todos los días generar una rutina de higiene capaz de enfrentar una pandemia?
¿Y entonces, a qué se juega?
Con todos estos elementos, sumando la limitación que demuestran los espacios educativos formales que no logran dar respuestas integrales a todas estas problemáticas anteriormente mencionadas, ni ofrecerles las herramientas para poder crear sus propios juegos con otros materiales que no impliquen un valor que no pueden costear, y ni hablar de los docentes precarizados y sobrepasados a los que se les exige por demás, utilizando métodos que no han sido probados anteriormente como es la educación virtual -y que en muchos de los casos tampoco cuentan con la tecnología necesaria para llevarlos adelante- nos es imprescindible calar en lo más hondo de nuestra creatividad para generar y contagiar propuestas que incluyan.
Entonces, la tarea y el compromiso que surge para nosotrss, los y las educadoras populares, es ponernos al servicio de la Recreación Popular, en pensar juegos, dinámicas y actividades que podamos compartir, que no sean excluyentes y que los contengan en su realidad. Charlar con las familias sobre el juego en estos tiempos que corren de peligro -del coronavirus, el dengue y de la policía-, y pensar conjuntamente nuevas maneras de comprender la recreación. Mantenernos en contacto lo más que podamos para que puedan expresar cómo están viviendo la situación actual que nos toca atravesar.
Seguir tejiendo y fortaleciendo las redes barriales y comunitarias que hace ya muchos años se vienen construyendo en los distintos territorios. Visibilizar las distintas realidades contadas por ellos mismos. Además, debemos asumir el compromiso de ser críticos, de formarnos siempre con los pies en el barrio, de discutir política, de no caer en análisis simplistas y de cuestionar todo lo que deba ser cuestionado porque es de esta forma que podremos generar una praxis crítica que ponga en jaque el estado de las cosas y nos permita seguir prefigurando aquella sociedad que tanto anhelamos.
Por último, . Debemos seguir dando batalla para (de)construir, (re)crear y difundir pensamientos, pedagogías y experiencias que permitan contribuir a que florezcan procesos de construcción de poder popular de niñeces y adolescencias mucho más libres.

 Fuente: https://www.anred.org/2020/04/10/sobrevivir-entre-la-pandemia-y-la-desigualdad/

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