Hoy COVID-19… ¿y mañana?
Instituto de Salud Socioambiental (InSSA)
Rosario, Argentina
14 de abril de 2020
Entendemos
esta crisis, también, como evidencia de la determinación de los modelos
extractivistas dominantes, sobre los procesos salud-enfermedad de las personas,
tanto en la dimensión individual como en la colectiva. Esos modos
de producción explotan nuestros territorios, con la consecuente contaminación
del agua, aire y suelo con agrotóxicos, microplásticos, metales pesados y gases
tóxicos, imponen la deforestación con corrimiento de la frontera agrícola, la
explotación animal en condiciones deplorables, constituyendo un medio de
cultivo ideal para la génesis de mutaciones virales”.
Por
Instituto de Salud Socioambiental
(InSSA)
Como
sujetxs, en el transitar de este camino colectivo hacia un mundo diferente, nos
vimos en la necesidad de compartir nuestros sentipensares en el contexto de la
crisis pandémica que atravesamos como sociedad. La reducción extraordinaria de
la morbimortalidad por enfermedades infecciosas, en las últimas décadas, había
alimentado la esperanza de un mundo sin epidemias. Sin embargo, la crisis
producida por la Covid-19, no representa un hecho o evento aislado o fortuito,
sino que emerge de condiciones que el mismo ser humano generó, por sus acciones
u omisiones, ante la falta de un pensamiento crítico, previsor y solidario y se
suma a varias zoonosis precedentes como el SARS-CoV (2002), la gripe aviar por
H5N1 (2005), la gripe A
por H1N1 (2009), el MERS-CoV (2012) y el ébola (2014), pudiendo todas ellas ser
consideradas como enfermedades prevalentemente antropogénicas.
A
pesar de ello, la pandemia por COVID-19 cuenta con características propias, con
consecuencias reales que impactaron, impactan e impactarán en la vida cotidiana
de cada persona y en sus respectivas comunidades, que no deben ser minimizadas.
En este contexto, si no nos reconocemos como parte de un todo viviente,
dinámico, forzosa y naturalmente cíclico será complejo salir fortalecides de
esta crisis.
Resulta
imprescindible pensar lo más integralmente posible la situación, ya que si
bien, cada decisión política determinará indefectiblemente el curso de esta
inusitada pandemia, también, cada decisión individual afectará el devenir del
todo el sistema mundo que finalmente acabará repercutiendo en cada sujetx.
Entendemos esta crisis, también, como evidencia de
la determinación de los modelos extractivistas dominantes, sobre los procesos
salud-enfermedad de las personas, tanto en la dimensión individual como en la colectiva. Esos
modos de producción explotan nuestros territorios, con la consecuente
contaminación del agua, aire y suelo con agrotóxicos, microplásticos, metales
pesados y gases tóxicos, imponen la deforestación con corrimiento de la
frontera agrícola, la explotación animal en condiciones deplorables,
constituyendo un medio de cultivo ideal para la génesis de mutaciones virales,
como quedó demostrado con la gripe aviar, la gripe porcina y el SARS, entre
otros.
Todo
ello es evidencia incontrastable de la alteración que hemos generado a los
procesos metabólicos del planeta, con la instalación y globalización de los
modos de producción extractivistas, generando un deterioro progresivo en la
salud de las comunidades y reduciendo la capacidad de la respuesta inmunológica
humana ante diferentes agresiones.
Se
han construido sociedades que prescinden de un juicio crítico sobre su
fundamento y sentido, que abandonaron la discusión sobre cuáles deben ser las
necesidades a satisfacer y los objetivos que necesariamente deben perseguir.
Por otro lado, las graves consecuencias de esta pandemia, desnudan la
fragmentación, desfinanciación y vaciamiento que ha sufrido el sub-sistema
público de salud producto de las políticas neoliberales y la consecuente
mercantilización de la salud.
En
este marco, si bien impera poner el foco en la urgencia, no podemos dejar de
mencionar que las respuestas dadas desde un sistema con estas características
se basan principalmente en el sostenimiento del aislamiento individual,
limitando al mínimo la concurrencia a espacios asistenciales y apuntando todas
las herramientas a les enfermes de coronavirus.
En
fin, solo en acciones encaminadas a gestionar la enfermedad, sin tiempo para
políticas que generen cambios esenciales que nos preparen mejor ante futuras
pandemias, predeciblemente recurrentes.
En
las carreras de medicina, por ejemplo, más allá de las formalidades y perfiles
de egresades declamados, lo cierto es que se menosprecian y minimizan los
contenidos y asignaturas como “Salud Socioambiental”. La “Epidemiología ” es
reducida a una mera ecuación matemática para el conteo de casos. “Salud
Pública” y “Salud Colectiva” son siempre relegadas a sobrevivir en los pequeños
lugares que le dejan los contenidos asistenciales de la enfermedad inmediata e
individual que hegemonizan la formación y por lo tanto las prácticas. Se eliminan
los pocos espacios para el desarrollo del pensamiento crítico y les estudiantes
quedan cada día más alejados de los principios que impulsaron grandes médicos,
como Ramón Carrillo y Arturo Oñativia.
Esta
pandemia también evidencia que el mundo se ha vuelto más pequeño debido a los
actuales medios de comunicación y transporte, con circulación continua y
vertiginosa de mercancías y personas. Sumado a esto, los modos de vida en las
grandes ciudades y conglomerados urbanos, facilitan y exacerban la propagación
de este tipo de enfermedades.
Desde
el Instituto de Salud Socioambiental (InSSA) entendemos a la Salud como “el
ejercicio del derecho a luchar por una vida digna, fortaleciendo las
diversidades y deconstruyendo las hegemonías, así como bienestar individual,
interés colectivo, tanto como proceso de construcción social e histórica y como
herramienta fundamental para la libertad de lxs sujetxs y los pueblos”.
Por ello nos sentimos invitades a pensar, imaginar
y crear otras configuraciones posibles que trasciendan la lógica esquemática de
los efectores asistenciales. Configuraciones con las que superemos el modelo
médico hegemónico hetero-cis-patriarcal, retomando la dimensión pública y
comunitaria de la salud para, junto a otras organizaciones sociales, construir
un sistema de cuidados colectivo-doméstico-sanitario, como base para la
sostenibilidad de la vida.
Consideramos que tenemos mucho que aprender de
organizaciones que luchan bajo las banderas del feminismo, del ecologismo, de
los pueblos originarios, de la vida campesina; rescatando la solidaridad y la
horizontalidad, empujando las barreras que limitan la vida, para liberarnos de
las inequidades, generando sociedades más libres y saludables.
En
medio del aislamiento obligatorio (al que se recurre para ganar tiempo mientras
se dota de insumos al sistema asistencial), resulta imprescindible repensar el
diseño de los espacios comunes (reducidos cada día producto de privatizaciones,
especulación inmobiliaria y cercos restrictivos) para que las políticas de seguridad,
sociales y de cuidado, permitan avanzar en la configuración de ciudades
pensadas y diseñadas para la sostenibilidad de la vida, en las que respirar no
nos enferme, donde el sol
y la ventilación adecuada en las viviendas sea un derecho de todos, donde el
agua potable y segura llegue a todos los hogares (y no a la explotación minera,
de hidrocarburos o agroindustrial). Ciudades en las que les mayores cuenten con
lugares cómodos para sentarse y descansar cuando salen a la calle (frescos en
verano, tibios en invierno), y nuestras infancias jueguen tranquilas y crezcan
sin temores, porque saben que están siendo cuidadas por todxs. Ciudades donde
el foco esté puesto en el buen vivir de los pueblos y no del mercado
financiero. Ciudades en las que la Soberanía Alimentaria
constituya la columna vertebral de los nuevos ordenamientos sociales.
Una
sociedad que no es capaz de garantizar una alimentación adecuada para los
pueblos pierde el primer elemento, sustancial, para el cuidado de la salud y la
recuperación de la misma ante diferentes injurias.
Sin
dudas, los momentos de crisis nos dan la posibilidad de redefinir las
estructuras y sus lógicas de funcionamiento.
A
pesar de las graves consecuencias que esta pandemia puede tener sobre nosotres
tanto a nivel individual como colectivo, podemos asumirla como una oportunidad
de aprendizaje. Puede convertirse en un punto de quiebre y llevar a repensarnos
a nosotres mismes, haciendo emerger sentimientos de cooperación, solidaridad y
respeto por el hecho de comenzar a reconocernos en ese otre. O también puede
reconstituir el orden pre-establecido para seguir aún más fortalecido,
prevaleciendo sentimientos individualistas de aislamiento, egoísmo,
autoritarismo, discriminación, de “sálvese quien pueda”.
Es
el miedo el que potencia estos últimos, y en esta pandemia está exacerbado por
la forma en que se maneja la des-información. Con miedo nos lavamos las manos.
Con miedo nos alejamos de les otres. Con miedo nos aislamos y encerramos cada
día más en nosotres mismes. Con miedo no hay transformación posible, no hay
modo de romper los límites que nos condicionan.
Permitámonos
en este tiempo crecer como sujetxs, como pueblo y como sociedad. Animémonos a
salir de esta situación, diferentes. ¿A qué? En principio a nosotres mismes ayer.
Que
esta pandemia saque lo mejor de nuestra humanidad también está en nuestras
manos. Que conduzca a nuevas formas de organización popular, donde se
fortalezcan las diversidades, los vínculos solidarios entre nosotres y con
nuestra Madre Tierra, asumiendo como desafío la transformación de los modos de
vida actuales, para defender y priorizar la salud de los ecosistemas y la
defensa de la vida.
Instituto de Salud Socioambiental (InSSA)
Rosario, 14 de abril de 2020
Santa Fe 3100 – Rosario S2000KTR
– Argentina Tel +54 9 341 436 2300 int 2544
e-mail:
saludsocioambiental.instituto@gmail.com
http://www.saludsocioambiental.net.ar
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/04/30/hoy-covid-19-y-manana/