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Desde el Instituto IPyPP, que coordina Claudio Lozano, un informe explica por
qué suben los combustibles mientras baja el petróleo.
El Instituto
de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) bajo la coordinación de Claudio
Lozano, presidente del bloque Unidad Popular, elaboró un informe denominado “Los
ganadores ocultos de las PASO: sobre el aumento del 2,5% en los combustibles” ,
dando cuenta de este aumento mientras en el mundo baja el precio del barril del
petróleo.
Para
Lozano, “la señal de aumentar inmediatamente después de las elecciones un 2,5%
el precio de los combustibles internos, y su virtual
ocultamiento por parte de los tres presidenciables del sistema (ninguno
salió a cuestionarla) indica
lo que no se debate en las elecciones: su convalidación, mantenimiento, y las
coincidencias de fondo de los supuestos competidores presidenciales”.
Para el
informe, el aumento -que eleva en un 8,5% y 10% el precio de los combustibles
en lo que va del año-, “expone la mentira del Gobierno de intentar hacernos
creer que baja los precios del combustible al compás de lo que pasaba en el
mercado mundial”.
“Mientras
en el mundo el precio del barril del petróleo registra una caída del orden no
menor del 45% desde junio del 2014; los combustibles en nuestro país aumentaron
en el mismo período un 109%”, agrega.
El informe
también detalla que precio del barril internacional se ubica en U$S 45, y el
precio interno se ha fijado en U$S 77 en un contexto donde su costo de
producción está por debajo de los U$S 14.
“En
lugar de tener precios más bajos que los internacionales dado que contamos con
el recurso a un costo menor, convivimos con el absurdo de que convendría
importar petróleo puesto
que su precio es menor que el que el Gobierno fija en el mercado interno”,
reflexiona Lozano.
A
continuación, reproducimos el informe.
Los ganadores ocultos de las PASO
Sobre el
aumento del 2,5% en los combustibles
Informe elaborado por Gustavo Lahoud. Coordinación: Claudio Lozano – Tomás Raffo
A las pocas
horas del cierre de las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias
(PASO), los argentinos nos despertamos con la noticia de un nuevo aumento del
precio de los combustibles líquidos en los surtidores.
En este
caso, el aumento que el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas convalidó, es
de un 2,5%, lo que constituye el alza más significativa de 2015, luego de siete
aumentos consecutivos entre febrero y julio del corriente año. Por ende, desde
agosto, los combustibles han acumulado un aumento que oscila entre el 8,5% y el
10%.
Es
importante recordar que, en diciembre de 2014, el Gobierno nacional había
anunciado con bombos y platillos una rebaja del 5% en el precio de los
combustibles líquidos en Argentina, en el contexto de la pronunciada baja del
precio del barril de crudo en los principales mercados internacionales. Ello
implicó que, por primera vez en los últimos años, el Gobierno nacional adoptaba
una medida que iba a contramano de lo que había sido una característica
fundamental de la política hidrocarburífera, marcada, precisamente, por el
incesante aumento de los precios de los combustibles, que se transformó en uno
de los principales arietes de la maximización de renta por parte de las
principales empresas del sector, con YPF a la cabeza.
Sin embargo,
esa tendencia, que parecía tomar nota de la situación imperante en el mercado
internacional del crudo, no sólo no se consolidó en el tiempo, sino que se
revirtió con los sucesivos aumentos de los precios de los combustibles
producidos durante el año.
Ahora, es
importante tener en cuenta que, junto con la rebaja de los combustibles decidida
a fines de 2014, el Gobierno nacional fijó un nuevo precio de referencia para el
barril de petróleo comercializado en el mercado interno, que pasó de los U$S 84
vigentes a fines de 2014, a los U$S 77, que es el precio de referencia que las
empresas refinadoras pagan a las productoras desde enero de 2015.
Esa rebaja
de U$S 7 en el precio interno del barril abonaba, en principio, la percepción
que el Gobierno nacional había decidido responder a un mercado internacional en
baja con medidas que permitieran sostener una política de precios bajista, de
modo tal de no continuar convalidando la transferencia de renta vía precios de
los consumidores a los sectores del oligopolio hidrocarburífero. Téngase en
cuenta, en este sentido, que, en el bienio 2013-2014, los precios de los
combustibles subieron, en promedio, un 100% acumulado, lo cual constituyó no
sólo el alza más importante desde la asunción gobierno kirchnerista en mayo de
2003, sino que implicó la suba más significativa desde la reestatización de la
mayoría accionaria de YPF en mayo de 2012. Es más, si se contabiliza la
trayectoria de aumento de precios de los combustibles entre mayo de 2012 y
agosto de 2015, en algo más de tres años, hemos acumulado un promedio superior
al 200% de incremento. Pero, si se tomara el caso de la nafta super- que es uno
de los combustibles más comercializados- entre mayo de 2012 y agosto de 2015, su
valor subió 227%[1],
tal como se ilustra en un gráfico debajo que toma precios de referencia para los
cuatro tipos de combustibles comercializados en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires en el período consignado. En este punto, es importante señalar que la
evolución alcista de los precios en distintos puntos del interior del país ha
sido más significativa, lo cual expone en forma contundente el hecho de que el
ajuste de precios ha sido uno de los mecanismos fundamentales de captación de
excedentes por parte de YPF y del resto de las empresas que conforman el
conglomerado del eslabón downstream.
En efecto,
con el paso de los meses y en un contexto de profundización de la caída de los
precios internacionales del crudo, aquellas señales de fines de 2014,
trastocaron en la reasunción de un tipo de política hidrocarburífera que
consolida un mercado interno con precios que se transforman en subsidios
directos a los distintos eslabones de la cadena del sector.
De esta
manera, hoy tenemos la paradoja que, aún ese precio de U$S 77 del barril de
crudo en el mercado interno- que es producto de la rebaja antes señalada-, es
entre un 35% y un 41% más alto que los actuales precios de referencia más
importantes para nuestro mercado, el WTI del mercado estadounidense y el Brent
del Mar del Norte que, en agosto de 2015 oscilan entre los U$S 45 y U$S 50,
respectivamente. En efecto, entre julio de 2014 y agosto de 2015, los precios de
referencia internacionales han bajado entre un 45% y un 50% promedio, en
relación a los valores vigentes en junio de 2014, un mes antes del comienzo de
la caída generalizada de precios.
No obstante
ello, si observamos el sendero de aumentos de los combustibles líquidos
comercializados en la Argentina entre julio de 2014 y agosto de 2015- aún con la
rebaja del 5% que entró en vigencia en enero de 2015 y que en los primeros meses
del año ya fue absorbida por nuevos reajustes-, nos encontramos con un dato
impactante: mientras que los precios de referencia internacionales del barril
bajaron entre un 45% y un 50% promedio entre julio de 2014 y agosto de 2015, los
precios de los combustibles líquidos- nafta super, gasoil, diesel especial y
naftas Premium- aumentaron un 109% promedio en el mismo período de tiempo, tal
como se refleja en el cuadro.
Por ende, el hecho que el Gobierno nacional haya retomado la senda de los aumentos permanentes en los precios de los combustibles, junto con la adopción de otras medidas que van desde rebajas impositivas en los tributos a erogar en concepto de comercialización de combustibles líquidos y gas natural, hasta rebajas en los derechos de exportación sobre buena parte de los bienes de la canasta de energéticos- desde enero de 2015, las retenciones efectivas que pagan las empresas exportadoras de petróleo bajaron hasta el 1%, es decir, casi se han eliminado- implica que se ha consolidado la decisión estratégica de subsidiar- por las distintas vías descritas- el funcionamiento de un sector oligopólico y cartelizado, cuya cabeza es la YPF reestizada, que hoy controla el 58% del mercado de los combustibles líquidos en la Argentina, el 40% de la extracción de petróleo y el 35% de la extracción de gas natural.
En este
escenario, el resto de las empresas importantes del eslabón refinación y
comercialización de combustibles líquidos- Shell (17%), Axion (14%) Petrobras
(5%) y Oil (3%)[2]-
han seguido la tendencia alcista en materia de precios que YPF ha liderado en
estos últimos tres años, al tiempo que-en su conjunto- todas las empresas del
sector han obtenido mayores márgenes de rentabilidad en refinación y
comercialización de subproductos. En concreto, hacia fines de 2014, los márgenes
de rentabilidad en dólares en la comercialización de las variedades de gasoil y
naftas han oscilado en aumentos que van entre el 13% y el 20%, registrándose una
marcada presencia de YPF en el nicho de los combustibles Premium.[3]
A su vez, el
factor de utilización de los tres complejos industriales de refinación de YPF en
el primer semestre de 2015 fue de 95%[4] en
promedio, registrando un crecimiento de 6,3% respecto a igual período del año
anterior, lo cual señala otro aspecto relevante de la configuración estructural
del sector, y que refiere a que hay un déficit importante en materia de
inversión en el eslabón downstream, que es la contracara del altísimo factor de
utilización de las refinerías en la Argentina. Ante esta situación, las
políticas de optimización de la capacidad instalada en materia de refinación de
combustibles, junto con el sistemático aumento de la rentabilidad en dólares de
los precios de los combustibles, han sido dos de las tendencias determinantes en
la evolución del sector, lo cual ha profundizado el fenómeno de cuello de
botella en materia de oferta de subproductos. Entonces, si la oferta por
carencia de nuevas inversiones en refinación y tratamiento de hidrocarburos, se
mantiene en un estancamiento, el modo de intervención pública elegido para
zanjar la situación es el aumento sistemático de los precios de los
combustibles, de forma tal que se garantice la rentabilidad del conglomerado
empresarial del sector.
En definitiva,
el conjunto de políticas gubernamentales dirigidas al mercado hidrocarburífero,
generan un proceso de permanente transferencia de recursos desde el sector
público y los consumidores, que es la tendencia que el actual “encapsulamiento”
en el funcionamiento del sector hidrocarburífero refuerza y consolida.
Es esta
situación regresiva, justamente, la que debe modificarse a través de
instrumentos de intervención pública sobre el mercado, de forma tal que los
continuos aumentos de precios en los combustibles líquidos, decididos en forma
colusiva por un sector concentrado de la actividad hidrocarburífera, no se
transformen en la permanente variable de ajuste sobre los bolsillos de los
contribuyentes y sobre el sector público en general, que sigue subsidiando, por
diversas vías, el funcionamiento rentístico del mercado de los hidrocarburos.
(…)
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