sábado, 19 de septiembre de 2015

“Estamos ante una de las múltiples premisas del ultraliberalismo: privatizar los beneficios y socializar las pérdidas y/o los costes”.


El discurso sobre los refugiados sirios: un analizador
18 de septiembre de 2015

Por Saïd Bouamama (bouamamas Blog)

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
En un artículo titulado «Le mur meurtrier de la méditerranée: l’assassinat institutionnel de masse de l’Union Européenne» [El muro mortífero del Mediterráneo: el asesinato en masa institucional de la Unión Europea], publicado en esta página web el pasado 21 de marzo [de 2015], poníamos en evidencia la responsabilidad de la Unión Europea (UE) en los miles de muertos que hay cada año en el Mediterráneo en intentos desesperados de huir de la miseria y de la guerra. Desde que la prensa turca y británica publicaron el 2 de septiembre la foto de un niño de 3 años muerto en una playa de Bodrum al sur de Turquía una vasta campaña mediática presenta otra imagen de la UE en general y de Francia en particular. Por lo tanto, o bien estábamos equivocados o se habría producido un cambio radical de actitud y de política. A no ser que no estemos una vez más ante la instrumentalización política de un drama humano para justificar una nueva intervención militar. Por otra parte, las diversas reacciones políticas y mediáticas ante la llegada de estos refugiados son un excelente analizador político de nuestra sociedad, sus políticas y sus medios de comunicación.

Una «ceguera» voluntaria

De escuchar a nuestros políticos y nuestros medios, el descubrimiento del cuerpo del pequeño Aylan puso en evidencia la magnitud del drama vivido por el pueblo sirio. Por consiguiente, ni los medios ni sus múltiples especialistas y expertos ni los gobiernos europeos y sus servicios de inteligencia habían evaluado antes la magnitud del drama. Nadie podía imaginar que unos niños fueran víctimas de las guerras que desgarran Iraq y Siria. Este reconocimiento implícito de una ceguera mediática y política no se sostiene. Si hay ceguera es voluntaria, como lo manifiestan las alarmas que los principales grandes medios y la mayoría de la clase política silenciaron cuidadosamente. Así, por ejemplo, el Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) pone de relieve en su comunicado de prensa del 9 de julio del 2015 que estamos en presencia de «la población más importante de refugiados generada por un solo conflicto en una generación. Esta población necesita apoyo del resto del mundo pero, en vez de ello, vive en unas condiciones desastrosas y se sume en la pobreza (1)».

El mismo comunicado proporciona las siguientes cifras: 4.013.000 refugiados en los países vecinos de Siria (1.805.255 refugiados sirios en Turquía, 249.726 en Iraq, 629.128 en Jordania, 132.375 en Egipto, 1.172.753 en Líbano y 24.055 en el Norte de África) y al menos 7,6 millones de personas desplazadas en el interior de Siria. Por último, el comunicado de ACNUR recuerda que es de prever un aumento de la cantidad de refugiados sirios después de cinco años de guerra total: «La cifra de cuatro millones sobreviene apenas 10 meses después del haberse alcanzado la de tres millones . Al ritmo actual ACNUR prevé que de aquí a finales de 2015 se podría alcanzar la cifra de unos 4,27 millones (2)». Otros datos de ACNUR ponen de relieve el aumento exponencial de la cantidad de refugiados: 92.814 en julio de 2012, 1.512.160 en julio de 2013, 2.835.736 en julio de 2014, 4.094.091 en julio de 2015 (3).

Todo el mundo lo sabía. Tanto los periodistas como los políticos estaban al corriente. Las clases dominantes de Europa y de Estados Unidos esperaban simplemente confinar una vez más a los refugiados en los países vecinos. Además, es lo que hacen en el caso de todos los demás conflictos que ellos suscitan para controlar del gas, el petróleo y los minerales estratégicos. Así, en 2000 los 16 millones de refugiados reconocidos por ACNUR se repartían de la siguiente manera: «De los 16 millones de refugiados, 3,6 millones se encontraban en África, 9,1 en Asia, 2,3 en Europa y 0,6 en América del Norte y el resto en América Latina y Australia (4) ». Acabemos con los datos cuantitativos con una última cifra de ANNUR para 2013: los países industrializados solo acogen el 14 % del conjunto de los refugiados (5).

Se trata claramente de confinar en la periferia de los países ricos la miseria del mundo producida, por una parte, por las políticas económicas de las grandes potencias imperialistas y por otra, por las guerras por el control de las materias primas. Estamos ante una de las múltiples premisas del ultraliberalismo: privatizar los beneficios y socializar las pérdidas y/o los costes.

Los hipócritas reconvertidos
En la semana posterior a la difusión de la foto del cadáver del pequeño Aylan hemos asistido a súbitas reconversiones al humanismo. Así, por ejemplo, el diputado de derecha de [el departamento francés de] los Alpes Marítimos Eric Ciotti escribe en su cuenta de Twitter ya el 3 de septiembre: «Imagen de un horror insoportable la de una infancia sacrificada. Indignación y asco ante la intolerable falta de acción de la comunidad internacional». Hace apenas un mes, el 10 de agosto, él mismo consideraba que «la Unión Europea debe emprender sin más dilación unas operaciones militares destinadas a destruir las filiales de los traficantes de personas en su origen y crear centros de retención para migrantes en los países de entrada a Europa (6)».

En el Partido Socialista [francés] la reconversión es igual de radical. Durante la cumbre europea extraordinaria sobre el drama de los emigrantes en el Mediterráneo celebrada el pasado 23 de abril François Hollande anunciaba su intención de proponer una resolución de la ONU para destruir los barcos de los traficantes. De paso nos preguntamos cómo iban a reconocer los barcos concernidos los soldados encargados de esta tarea. Ahora François Hollande considera que la acogida de los refugiados sirios « es el deber de Francia, donde el derecho de asilo es parte integrante de su alma, de su carne (7)». Después del «espíritu del 11 de enero*» ahora tenemos «el alma y la carne de Francia».

Muchos medios han retomado este mito de una Francia que siempre ha estado abierta a los oprimidos del mundo. Si bien es innegable que en el pasado se acogió en Francia a militantes y/o ciudadanos, en cambio es falso presentar este hecho como generalizado, constante e integrado en «el alma y la carne» del país. Empezamos a acostumbrarnos a estas venas líricas cuyo objetivo es escribir una novela nacional ideológica que oculta la realidad histórica que la contradice. En enero de 2015 se presentó la libertad de expresión como una constante francesa y se ocultó de paso las múltiples prohibiciones de periódicos, revistas y libros que se expresaban contra la guerra de Argelia. Cuando en 2004 se aprobó la ley sobre el pañuelo en la escuela, lo que se presentó como una constante francesa fue la igualdad entre los sexos y se ocultó al mismo tiempo las desigualdades presentes y las luchas que las militantes feministas han tenido que llevar a cabo para disminuir las desigualdades reales.

Algunos medios incluso han osado citar el ejemplo de los republicanos españoles que huían del fascismo de Franco. No es inútil recordar las condiciones de esta acogida. Esto es lo que dice el historiador Marc Ferro: “ Desde 1937 afluyen refugiados vascos, hay instrucciones que muy rápido olvidan las preocupaciones humanitarias de las primeras semanas. Se les hace volver a España por los Pirineos orientales. […] Desde otoño de 1937, Marx Dormoy, ministro del Interior de un gobierno del Frente Popular, pide a la policía que establezca una “barrera infranqueable” […]. Se muestra sobre todo el poco afán por ayudar a los refugiados de las poblaciones de acogida, a menudo contrariadas por la pasión política de sus huéspedes (8)»
Varios cientos de miles de republicanos fueron «acogidos» en unos campos que tuvieron que construir ellos mismos. Se separaba a las familias y los campos estaban rodeados de alambre de espino y vigilados por gendarmes antidisturbios. Los franceses que querían ayudarles estaban obligados a lanzar la comida y la ropa por encima del alambre de espino.

No hay ninguna «alma y carne» francesa que comporte como característica esencial el humanismo y la acogida de los perseguidos. Tampoco hay ninguna reconversión a propósito de los refugiados sino simplemente unas «reconversiones hipócritas» escenificadas mediáticamente para instrumentalizar la emoción de la opinión pública.

El discurso sobre la selección
Aparte del Frente Nacional que propone «no acoger ya a nadie más (9)», el consenso sobre «el alma y la carne» de Francia reúne ahora a la derecha y a una parte importante de la «izquierda». El segundo rasgo del consenso se refiere a la necesidad de una «selección» entre «refugiados legítimos» y «refugiados ilegítimos», entre «refugiados verdaderos» y «refugiados falsos». Llueven las propuestas y constituyen un excelente analizador de nuestra sociedad, de su clase política y sus farragosos medios de comunicación.
El alcalde de Roanne, Yves Nicolin, propone que la selección se haga sobre una base religiosa: «Si Francia decide acoger en su territorio cierta cantidad de familias y decide integrarlas, es decir, darles papeles, creo que la ciudad de Roanne podrá desempeñar ese papel, acoger quizá a una decena de familias, pero a condición de que se trate de refugiados cristianos perseguidos por el Daesh en Siria por ser cristianos […] Lo que deseo es que podamos tener la certidumbre absoluta de que no son terroristas disfrazados. Por ello creo que el pedir que sean cristianos puede ser suficiente garantía (10)».
Le apoyan en esta propuesta Gérard Dézempte, alcalde de Charvieu-Chavagneux, y Damien Meslot, alcalde de Belfort. Por consiguiente, después de la estrella amarilla que en el pasado permitía distinguir a los judíos, en el futuro habría que obligar a llevar una media luna verde para evitar los fraudes al asilo político. Sin duda estas posturas son marginales pero bastan para poner de relieve la banalización de la islamofobia en Francia. Indican que en Francia ha saltado un cerrojo en materia de islamofobia y que esta forma parte desde ahora de la esfera de lo «legítimo» en el debate político.

Pero el criterio de «selección» más compartido y mencionado es el de la diferencia entre «migrantes» y «refugiados». Muchos periodistas adoptan un tono docto para explicarnos esta diferencia ente los unos, que serían «económicos», y los otros, que serían «políticos». La acogida de los primeros sería imposible y exigiría firmeza, mientras que la acogida de los segundos sería necesaria y exigiría solidaridad. Un periodista de Libérationincluso presenta la distinción entre «refugiados» y «migrantes» de la siguiente manera: «Se trata la actual crisis humanitaria como un empeoramiento, sin duda espectacular, pero un simple empeoramiento de una “oleada migratoria” que desde hace años viene a encallar en las costas europeas, hoy italianas y griegas, ayer españolas. No es casual que se hable de “migrantes” o de “clandestinos” y no de “refugiados”. En el fondo, para los franceses Aylan no es sino una víctima más de esta “miseria del mundo”, atraída por El Dorado europeo. Estas masas indiferenciadas que fuerzan nuestras fronteras arriesgando sus vidas (y es el discurso del Frente Nacional), solo son “migrantes-inmigrados” que en el mejor de los casos vienen a robar el pan de los franceses y en el peor a importar la yihad. La palabra «migrante» es un taparrabos semántico que permite negar la especificidad del drama humano que se desarrolla en nuestras fronteras, una palabra connotada negativamente: a fin de cuentas, ¿acaso “migrante” no está contenido en “inmigrante”? Ahora bien, la inmensa mayoría de quienes tratan de llegar a Europa no habrían pensado hace unos años en abandonar su país: solo “migran” porque huyen de la guerra, las masacres, las persecuciones, las violaciones, las torturas, la muerte (11)».

Compartimos la preocupación de este periodista por que se mida la urgencia de la situación y la magnitud del drama. Sin embargo, esta urgencia no debe hacernos olvidar la afinidad de las causas y de las responsabilidades que llevan a la llamada emigración «económica» y al exilio político. Las mismas potencias de la OTAN imponen unas reglas económicas mundiales que empobrecen a los más pobres, lo que les obliga a la emigración, e intervienen militarmente para controlar las materias primas, lo que produce sistemáticamente unos dramas humanitarios que obligan a millones de personas a huir: Iraq, Afganistán, Libia, etc. Como los refugiados, los llamados emigrantes «económicos» nunca habrían pensado hace unos años en abandonar su país. La insistencia tanto del gobierno [francés] como de la oposición en la distinción entre estas dos categorías solo tiene un objetivo: justificar el rechazo del permiso de estancia en el caso de los emigrados económicos e incluso en el de los refugiados que no sean zonas arbitrariamente elegidas por los países ricos como peligrosas.

Es cierto que de nuevo los reportajes y discursos mediáticos se han centrado en las consecuencias de la situación y no en las causas. Es como si bruscamente estuviéramos ante un tornado imprevisible y no ante los resultados previsibles de las desestabilizaciones estratégicas, de las que nuestros gobernantes son en gran parte responsables. El mismo silencio sobre las causas lleva conscientemente o no a ocultar la responsabilidad de las petromonarquías en la ofensiva del Daesh. Es cierto que las petromonarquías son amigas de Europa y de Estados Unidos. Lleva conscientemente o no a ocultar la responsabilidad de Turquía en la ofensiva de Daesh por medio de la guerra que Turquía lleva a cabo contra los resistentes kurdos. Es cierto que Turquía es miembro de la OTAN. Pero el discurso mediático también se caracteriza por otro silencio ensordecedor: el concerniente a la masacre que el ejército saudí y los ejércitos de los Emiratos cometen cada día en Yemen contra una revuelta popular. Es cierto que son «nuestros» aliados. 

Si las propuestas de selección entre refugiados cristianos y refugiados musulmanes revelan el arraigo de la islamofobia, las de selección entre emigrados económicos y refugiados políticos revelan la campaña consensual (conscientemente o no, el resultado es el mismo) cuyo objetivo es ocultar las causas de las crisis que agitan nuestro mundo.

Una lógica colonial
El discurso sobre la selección lleva inevitablemente a proponer dispositivos. Así, tanto en la derecha como en la izquierda se propone multiplicar los centros de selección o «hotspot». En buena lógica colonial se propone instalar estos nuevos centros en los países mediterráneos e incluso en África. Se trata de más ni menos que de externalizar el «trabajo sucio» para que siga siendo invisible. El hecho de que estén concernidos países miembros de la Unión Europea pone de relieve simplemente que la lógica colonial se extiende en el propio seno de Europa. La última «crisis griega» y su desenlace ilustra que se trata a este país como se trata a las antiguas colonias, es decir, con la misma lógica de convertirlo en dependiente y de saqueo.
Estos centros de selección existen ya, por ejemplo, en Pozzallo, Italie. Lo gestiona Frontex (la agencia europea que se encarga de las fronteras (12)). Los militantes de los derechos humanos denuncian regularmente el centro de Pozzalo, como los demás, por atentar a la dignidad del ser humano:
«¿El objetivo? Encerrar y luego devolver a los «malos» refugiados a sus casas, a riesgo de maltratarlos de paso y a veces de enviarlos a la muerte en su país de origen. En estas prisiones encubiertas los policías utilizan la fuerza para obligar a los refugiados a dar sus huellas digitales que a continuación se registran en el fichero Eurodac. En Pozzallo en octubre de 2014 varios relatos, testimonios y registros dan testimonio de la violencia padecida por los refugiados en estos centros. Varios cientos de refugiados habían emprendido una huelga de hambre en contra de que se tomaran huellas digitales por la fuerza. También en Pozzallo en mayo de 2015 unos policías utilizaron porras eléctricas, sobre todo contra los menores que se negaban a dar sus huellas. Los policías también emplean técnicas de intimidación, se amenaza a las familias con separarlas (13)».

La propuesta de multiplicar los «hotspot» pone de relieve la ausencia de voluntad de actuar sobre las causas y la decisión de centrarse solo en la gestión de las consecuencias externalizando las tareas más represivas de ello.
∞∞∞
Pero, entonces, ¿que significa esta «conversión» generalizada desde Merkel a Hollande, de Sarkozy a Valls? Al igual que con el 11 de enero hay que buscar la respuesta en las decisiones que se tomaron con ocasión de esta escenificación mediática y política de humanismo europeo ejemplar. Si el drama de enero desembocó en una decisión tomada casi por unanimidad en la Asamblea Nacional de proseguir los ataques aéreos en Iraq, el drama de septiembre concluye con la decisión de Hollande de emprender ataques aéreos en Siria. Ahora ya no hay ni siquiera necesidad de votar y el consenso en las declaraciones es sorprendente: todas las figuras de derecha y del Partido Socialista se han declarado favorables por unanimidad a estos ataques.

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