El discurso sobre los refugiados sirios: un
analizador
18 de septiembre de 2015
18 de septiembre de 2015
Por Saïd Bouamama (bouamamas Blog)
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
En un artículo titulado «Le mur meurtrier de
la méditerranée: l’assassinat institutionnel de masse de l’Union Européenne» [El muro mortífero del Mediterráneo:
el asesinato en masa institucional de la Unión Europea], publicado en esta página web el pasado 21 de
marzo [de 2015], poníamos en evidencia la responsabilidad de la Unión Europea (UE)
en los miles de muertos que hay cada año en el Mediterráneo en intentos
desesperados de huir de la miseria y de la guerra. Desde que la
prensa turca y británica publicaron el 2 de septiembre la foto de un niño de 3
años muerto en una playa de Bodrum al sur de Turquía una vasta campaña
mediática presenta otra imagen de la UE en general y de Francia en particular.
Por lo tanto, o bien estábamos equivocados o se habría producido un cambio
radical de actitud y de política. A no ser que no estemos una vez más ante la
instrumentalización política de un drama humano para justificar una nueva
intervención militar. Por otra parte, las diversas reacciones políticas y
mediáticas ante la llegada de estos refugiados son un excelente analizador
político de nuestra sociedad, sus políticas y sus medios
de comunicación.
Una «ceguera» voluntaria
De escuchar a nuestros políticos y nuestros medios ,
el descubrimiento del cuerpo del pequeño Aylan puso en evidencia la magnitud
del drama vivido por el pueblo sirio. Por consiguiente, ni los medios ni sus múltiples especialistas y expertos ni
los gobiernos europeos y sus servicios de inteligencia habían evaluado antes la
magnitud del drama. Nadie podía imaginar que unos niños fueran víctimas de las guerras
que desgarran Iraq y Siria. Este reconocimiento implícito de una ceguera
mediática y política no se sostiene. Si hay ceguera es voluntaria, como lo
manifiestan las alarmas que los principales grandes medios
y la mayoría de la clase política silenciaron cuidadosamente. Así, por ejemplo,
el Alto Comisionado de la
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) pone de relieve
en su comunicado de prensa del 9 de julio del 2015 que estamos en presencia de
«la población más importante de refugiados generada por un solo conflicto en
una generación. Esta población necesita apoyo del resto del mundo pero, en vez
de ello, vive en unas condiciones desastrosas y se sume en la pobreza (1)».
El mismo comunicado proporciona las siguientes
cifras: 4.013.000 refugiados en los países vecinos de Siria (1.805.255
refugiados sirios en Turquía, 249.726 en Iraq, 629.128 en Jordania, 132.375 en
Egipto, 1.172.753 en Líbano y 24.055 en el Norte de África) y al menos 7,6
millones de personas desplazadas en el interior de Siria. Por último, el
comunicado de ACNUR recuerda que es de prever un aumento de la cantidad de
refugiados sirios después de cinco años de guerra total: «La cifra de cuatro
millones sobreviene apenas 10 meses después del haberse alcanzado la de tres
millones . Al ritmo actual ACNUR
prevé que de aquí a finales de 2015 se podría alcanzar la cifra de unos 4,27
millones (2)». Otros datos de ACNUR ponen de relieve el aumento exponencial
de la cantidad de refugiados: 92.814 en julio de 2012, 1.512.160 en julio de
2013, 2.835.736 en julio de 2014, 4.094.091 en julio de 2015 (3).
Todo el mundo lo sabía. Tanto los periodistas como los políticos
estaban al corriente. Las clases dominantes de Europa y de Estados Unidos
esperaban simplemente confinar una vez más a los refugiados en los países
vecinos. Además, es lo que hacen en el caso de todos los demás conflictos que
ellos suscitan para controlar del gas, el petróleo y los minerales
estratégicos. Así, en 2000 los 16 millones de refugiados reconocidos por ACNUR
se repartían de la siguiente manera: «De los 16 millones de refugiados, 3,6
millones se encontraban en África, 9,1 en Asia, 2,3 en Europa y 0,6 en América
del Norte y el resto en América Latina y Australia (4) ». Acabemos con los datos
cuantitativos con una última cifra de ANNUR para 2013: los países
industrializados solo acogen el 14 % del conjunto de los refugiados (5).
Se trata claramente de confinar en la
periferia de los países ricos la miseria del mundo producida, por una parte,
por las políticas económicas de las grandes potencias imperialistas y por otra,
por las guerras por el control de las materias primas. Estamos ante una de las
múltiples premisas del ultraliberalismo: privatizar los beneficios y socializar
las pérdidas y/o los costes.
Los hipócritas reconvertidos
En la semana posterior a la difusión de la
foto del cadáver del pequeño Aylan hemos asistido a súbitas reconversiones al
humanismo. Así, por ejemplo, el diputado de derecha de [el departamento francés
de] los Alpes Marítimos Eric Ciotti escribe en su cuenta de Twitter ya el 3 de
septiembre: «Imagen de un horror insoportable la de una infancia
sacrificada. Indignación y asco ante la intolerable falta de acción de la
comunidad internacional». Hace apenas un mes, el 10 de agosto, él mismo
consideraba que «la
Unión Europea debe emprender sin más dilación unas operaciones
militares destinadas a destruir las filiales de los traficantes de
personas en su origen y crear centros de retención para
migrantes en los países de entrada a Europa (6)».
En el Partido Socialista [francés] la
reconversión es igual de radical. Durante la cumbre europea extraordinaria
sobre el drama de los emigrantes en el Mediterráneo celebrada el pasado 23 de
abril François Hollande anunciaba su intención de proponer una resolución de la
ONU para destruir los barcos de los traficantes. De paso nos preguntamos cómo
iban a reconocer los barcos concernidos los soldados encargados de esta tarea.
Ahora François Hollande considera que la acogida de los refugiados sirios « es el deber de Francia, donde
el derecho de asilo es parte integrante de su alma, de su carne (7)». Después
del «espíritu del 11 de enero*» ahora tenemos «el alma y la carne de Francia».
Muchos medios han
retomado este mito de una Francia que siempre ha estado abierta a los oprimidos
del mundo. Si bien es innegable que en el pasado se acogió en Francia a
militantes y/o ciudadanos, en cambio es falso presentar este hecho como
generalizado, constante e integrado en «el alma y la carne» del país.
Empezamos a acostumbrarnos a estas venas líricas cuyo objetivo es escribir una
novela nacional ideológica que oculta la realidad histórica que la contradice. En
enero de 2015 se presentó la libertad de expresión como una constante francesa
y se ocultó de paso las múltiples prohibiciones de periódicos, revistas y
libros que se expresaban contra la guerra de Argelia. Cuando en 2004 se aprobó
la ley sobre el pañuelo en la escuela, lo que se presentó como una constante
francesa fue la igualdad entre los sexos y se ocultó al mismo tiempo las
desigualdades presentes y las luchas que las militantes feministas han tenido
que llevar a cabo para disminuir las desigualdades reales.
Algunos medios
incluso han osado citar el ejemplo de los republicanos españoles que huían del
fascismo de Franco. No es inútil recordar las condiciones de esta acogida. Esto
es lo que dice el historiador Marc Ferro: “ Desde
1937 afluyen refugiados vascos, hay instrucciones que muy rápido olvidan las
preocupaciones humanitarias de las primeras semanas. Se les hace volver a
España por los Pirineos orientales. […] Desde otoño de 1937, Marx Dormoy,
ministro del Interior de un gobierno del Frente Popular, pide a la policía que
establezca una “barrera infranqueable” […]. Se muestra sobre todo el poco afán
por ayudar a los refugiados de las poblaciones de acogida, a menudo
contrariadas por la pasión política de sus huéspedes (8)»
Varios cientos de miles de republicanos fueron
«acogidos» en unos campos que tuvieron que construir ellos mismos. Se separaba
a las familias y los campos estaban rodeados de alambre de espino y vigilados
por gendarmes antidisturbios. Los franceses que querían ayudarles estaban
obligados a lanzar la comida y la ropa por encima del alambre de espino.
No hay ninguna «alma y carne» francesa que
comporte como característica esencial el humanismo y la acogida de los
perseguidos. Tampoco hay ninguna reconversión a propósito de los refugiados
sino simplemente unas «reconversiones hipócritas» escenificadas mediáticamente
para instrumentalizar la emoción de la opinión pública.
El discurso sobre la selección
Aparte del Frente Nacional que propone «no
acoger ya a nadie más (9)»,
el consenso sobre «el alma y la carne» de Francia reúne ahora a la derecha y a
una parte importante de la «izquierda». El segundo rasgo del consenso se refiere
a la necesidad de una «selección» entre «refugiados legítimos» y «refugiados
ilegítimos», entre «refugiados verdaderos» y «refugiados falsos». Llueven las
propuestas y constituyen un excelente analizador de nuestra sociedad, de su
clase política y sus farragosos medios
de comunicación.
El alcalde de Roanne, Yves Nicolin, propone
que la selección se haga sobre una base religiosa: «Si Francia decide acoger en su
territorio cierta cantidad de familias y decide integrarlas, es decir, darles
papeles, creo que la ciudad de Roanne podrá desempeñar ese papel, acoger quizá
a una decena de familias, pero a condición de que se trate de refugiados cristian os perseguidos por el Daesh en Siria por ser
cristian os […] Lo que deseo es que
podamos tener la certidumbre absoluta de que no son terroristas disfrazados.
Por ello creo que el pedir que sean cristian os
puede ser suficiente garantía (10)».
Le apoyan en esta propuesta Gérard Dézempte,
alcalde de Charvieu-Chavagneux, y Damien Meslot, alcalde de Belfort. Por consiguiente,
después de la estrella amarilla que en el pasado permitía distinguir a los
judíos, en el futuro habría que obligar a llevar una media luna verde para
evitar los fraudes al asilo político. Sin duda estas posturas son marginales
pero bastan para poner de relieve la banalización de la islamofobia en Francia.
Indican que en Francia ha saltado un cerrojo en materia de islamofobia y que
esta forma parte desde ahora de la esfera de lo «legítimo» en el debate
político.
Pero el criterio de «selección» más compartido
y mencionado es el de la diferencia entre «migrantes» y «refugiados». Muchos
periodistas adoptan un tono docto para explicarnos esta diferencia ente los
unos, que serían «económicos», y los otros, que serían «políticos». La acogida
de los primeros sería imposible y exigiría firmeza, mientras que la acogida de
los segundos sería necesaria y exigiría solidaridad. Un periodista de Libérationincluso presenta la
distinción entre «refugiados» y «migrantes» de la siguiente manera: «Se trata la actual crisis
humanitaria como un empeoramiento, sin duda espectacular, pero un simple
empeoramiento de una “oleada migratoria” que desde hace años viene a encallar
en las costas europeas, hoy italianas y griegas, ayer españolas. No es casual
que se hable de “migrantes” o de “clandestinos” y no de “refugiados”. En el
fondo, para los franceses Aylan no es sino una víctima más de esta “miseria del
mundo”, atraída por El Dorado europeo. Estas masas indiferenciadas que fuerzan
nuestras fronteras arriesgando sus vidas (y es el discurso del Frente
Nacional), solo son “migrantes-inmigrados” que en el mejor de los casos vienen
a robar el pan de los franceses y en el peor a importar la yihad. La palabra
«migrante» es un taparrabos semántico que permite negar la especificidad del
drama humano que se desarrolla en nuestras fronteras, una palabra connotada
negativamente: a fin de cuentas, ¿acaso “migrante” no está contenido en
“inmigrante”? Ahora bien, la inmensa mayoría de quienes tratan de llegar a
Europa no habrían pensado hace unos años en abandonar su país: solo “migran”
porque huyen de la guerra, las masacres, las persecuciones, las violaciones,
las torturas, la muerte (11)».
Compartimos la preocupación de este periodista por que se mida la
urgencia de la situación y la magnitud del drama. Sin embargo, esta urgencia no
debe hacernos olvidar la afinidad de las causas y de las responsabilidades que
llevan a la llamada emigración «económica» y al exilio político. Las mismas
potencias de la OTAN imponen unas reglas económicas mundiales que empobrecen a
los más pobres, lo que les obliga a la emigración, e intervienen militarmente
para controlar las materias primas, lo que produce sistemáticamente unos dramas
humanitarios que obligan a millones de personas a huir: Iraq, Afganistán, Libia,
etc. Como los refugiados, los llamados emigrantes «económicos» nunca habrían
pensado hace unos años en abandonar su país. La insistencia tanto del gobierno
[francés] como de la oposición en la distinción entre estas dos categorías solo
tiene un objetivo: justificar el rechazo del permiso de estancia en el caso de
los emigrados económicos e incluso en el de los refugiados que no sean zonas
arbitrariamente elegidas por los países ricos como peligrosas.
Es cierto que de nuevo los reportajes y
discursos mediáticos se han centrado en las consecuencias de la situación y no
en las causas. Es como si bruscamente estuviéramos ante un tornado imprevisible
y no ante los resultados previsibles de las desestabilizaciones estratégicas,
de las que nuestros gobernantes son en gran parte responsables. El mismo
silencio sobre las causas lleva conscientemente o no a ocultar la
responsabilidad de las petromonarquías en la ofensiva del Daesh. Es cierto que
las petromonarquías son amigas de Europa y de Estados Unidos. Lleva conscientemente
o no a ocultar la responsabilidad de Turquía en la ofensiva de Daesh por medio
de la guerra que Turquía lleva a cabo contra los resistentes kurdos. Es cierto
que Turquía es miembro de la
OTAN. Pero el discurso mediático también se caracteriza por
otro silencio ensordecedor: el concerniente a la masacre que el ejército saudí
y los ejércitos de los Emiratos cometen cada día en Yemen contra una revuelta
popular. Es cierto que son «nuestros» aliados.
Si las propuestas de selección entre refugiados
cristian os y refugiados musulmanes
revelan el arraigo de la islamofobia, las de selección entre emigrados
económicos y refugiados políticos revelan la campaña consensual
(conscientemente o no, el resultado es el mismo) cuyo objetivo es ocultar las
causas de las crisis que agitan nuestro mundo.
Una lógica colonial
El discurso sobre la selección lleva
inevitablemente a proponer dispositivos. Así, tanto en la derecha como en la
izquierda se propone multiplicar los centros de selección o «hotspot». En buena lógica colonial se propone
instalar estos nuevos centros en los países mediterráneos e incluso en África.
Se trata de más ni menos que de externalizar el «trabajo sucio» para que siga
siendo invisible. El hecho de que estén concernidos países miembros de la Unión Europea pone
de relieve simplemente que la lógica colonial se extiende en el propio seno de
Europa. La última «crisis griega» y su desenlace ilustra que se trata a este
país como se trata a las antiguas colonias, es decir, con la misma lógica de convertirlo
en dependiente y de saqueo.
Estos centros de selección existen ya, por
ejemplo, en Pozzallo, Italie. Lo gestiona Frontex (la agencia europea que se
encarga de las fronteras (12)). Los militantes de los derechos humanos
denuncian regularmente el centro de Pozzalo, como los demás, por atentar a la
dignidad del ser humano:
«¿El objetivo? Encerrar y luego devolver a los
«malos» refugiados a sus casas, a riesgo de maltratarlos de paso y a veces de
enviarlos a la muerte en su país de origen. En estas prisiones encubiertas los
policías utilizan la fuerza para obligar a los refugiados a dar sus huellas
digitales que a continuación se registran en el fichero Eurodac. En Pozzallo en
octubre de 2014 varios relatos, testimonios y registros dan testimonio de la
violencia padecida por los refugiados en estos centros. Varios cientos de
refugiados habían emprendido una huelga de hambre en contra de que se tomaran
huellas digitales por la
fuerza. También en Pozzallo en mayo de 2015 unos policías
utilizaron porras eléctricas, sobre todo contra los menores que se negaban a
dar sus huellas. Los policías también emplean técnicas de intimidación, se
amenaza a las familias con separarlas (13)».
La propuesta de multiplicar los «hotspot» pone de relieve la ausencia de
voluntad de actuar sobre las causas y la decisión de centrarse solo en la
gestión de las consecuencias externalizando las tareas más represivas de ello.
∞∞∞
Pero, entonces, ¿que significa esta «conversión» generalizada
desde Merkel a Hollande, de Sarkozy a Valls? Al igual que con el 11 de enero
hay que buscar la respuesta en las decisiones que se tomaron con ocasión de
esta escenificación mediática y política de humanismo europeo ejemplar. Si el
drama de enero desembocó en una decisión tomada casi por unanimidad en la Asamblea Nacional
de proseguir los ataques aéreos en Iraq, el drama de septiembre concluye con la
decisión de Hollande de emprender ataques aéreos en Siria. Ahora ya no hay ni
siquiera necesidad de votar y el consenso en las declaraciones es sorprendente:
todas las figuras de derecha y del Partido Socialista se han declarado
favorables por unanimidad a estos ataques.
https://bouamamas.wordpress.com/2015/09/14/le-discours-sur-les-refugies-syriens-un-analyseur/ Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=203418
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