Argentina: Ocho de cada diez verduras y
frutas, con tóxicos
3 de septiembre de 2015
Por Darío Aranda
El estudio analizó 60
muestras de frutas y verduras. Encontraron plaguicidas en el 83 por ciento de
los cítricos y zanahorias. El 78 por ciento en morrones y 70 en verduras de
hoja. Los venenos detectados fueron insecticidas y fungicidas.
Ocho de cada diez
verduras y frutas tienen agrotóxicos. Lo afirma una investigación realizada por
la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP), en la que se analizaron verduras
de hoja verde, cítricos y hortalizas. El 76,6 por ciento tenía al menos un
químico y el 27,7 por ciento de las muestras tenía entre tres y cinco
agroquímicos. “La variedad de plaguicidas es muy grande. Y el cóctel de
químicos es muy fuerte”, aseguró Damián Marino, codirector del trabajo. Entre
los productos que más se detectaron está el insecticida endosulfán, prohibido
en Argentina desde 2013.
“Plaguicidas. Los
condimentos no declarados”, es el nombre del estudio realizado por investigadores
del Espacio Multidisciplinario de Interacción Socio Ambiental (Emisa), de la UNLP. El trabajo,
realizado entre noviembre de 2014 y abril de 2015, analizó 60 muestras de
frutas y verduras. Separados por categorías, el 83 por ciento de los cítricos
(naranjas y mandarinas) y de zanahorias tiene agrotóxicos. También dieron
positivo el 78 por ciento de los morrones y el 70 por ciento de las verduras de
hoja verde (lechuga y acelga).
Los alimentos
contenían los insecticidas lambdacialotrina, endosulfán, clorpirifos y
cipermetrina. Y los fungicidas (para hongos) tebuconazole, tpoxiconazol. “Estos
son los amigos del famoso herbicida glifosato”, destacó Damián Marino, cuando
presentó su trabajo en el Congreso de Salud Socioambiental de la Facultad de
Ciencias Médicas de Rosario. “El endosulfán es uno de los compuestos de mayor
aparición. Y recordemos que está prohibido en Argentina”, remarcó Marino.
Los investigadores
coinciden en la importancia de estudiar y alertar sobre el uso del herbicida
glifosato (el más utilizado en el país, en soja y maíz, entre otros), pero
también remarcan que sus “amigos” están presentes de manera cotidiana en la
mesa de los argentinos.
El trabajo afirma que
los pequeños productores son también víctimas del modelo que los impulsa a
utilizar los plaguicidas. Insta a que los gobiernos tomen medidas urgentes y
llama la atención: la solución no pasa por reemplazar un veneno por otro, sino
en dejar de usarlos. Afirma que siempre la industria química presenta un
plaguicida como inocuo y, con el paso de los años y con muchísimos afectados,
lo retiran del mercado por la afección que produce en la salud.
Marino ejemplificó con
el insecticida DDT. Creado en 1947,
a inicios de la década del ’60 ya era muy cuestionado.
Recién en 1972 los prohibió Estados Unidos y recién en 2001 ingresó al Convenio
de Estocolmo (espacio internacional auspiciado por la ONU que regula el
tratamiento de sustancias tóxicas). “El agro en base a agroquímicos es una
rueda infinita a expensas de la salud de los pueblos”, denunció el
investigador. Y advirtió que con el famoso glifosato (utilizado en soja y maíz
transgénico, entre otros cultivos) sucederá lo mismo.
El trabajo de análisis
de verduras, frutas y hortalizas forma parte de un proyecto de extensión de la
UNLP junto al Banco Alimentario de La Plata, ONG que recupera hasta cuatro
toneladas de alimentos por mes. Y que se distribuye en comedores, parroquias y
familias. También se seleccionaron frutas y verduras pertenecientes a comercios
cercanos a la UNLP. La
investigación destaca la responsabilidad del Estado, que permite una forma de
producción y comercialización que implica alimentarse con venenos.
Un apartado está
dedicado al “Límite Máximo Regulatorio (LMR)”, que corresponde a lo estipulado
por el Estado de cuánto veneno puede tener un alimento. El trabajo señala que,
si se toma a rajatabla el LMR, el ocho por ciento de las muestras analizadas
supera el valor permitido. Pero destaca que hay productos que no están
regulados y no debieran tener determinados químicos, pero sí lo tienen.
Ejemplo: en las verduras, cítricos y zanahoria se encontró el insecticida
cipermetrina, que no tiene LMR establecido (y que no debiera utilizarse para
esos alimentos).
El LMR está basado en la Ingesta Diaria Admisible
(IDA). “No está claro cómo lo determinan. En muchos casos es resultado de una
‘caja negra’ de ingreso de datos, que además cuando se publican toman
información preexistente que en algunos casos tiene casi diez años de
antigüedad, y no se corresponde a la dinámica de la información científica”,
alertó Marino. Tampoco se diferencia el LMR-IDA para niños.
Los investigadores de
la UNLP resaltaron en su trabajo la preocupación de alimentos con agrotóxicos,
aún cuando cumplan los límites establecidos por el Estado. “Según nuestras
mediciones, una ensalada de varios componentes puede significar la exposición
simultánea a una mezcla de plaguicidas y nada se sabe respecto a la respuesta
biológica para su eliminación. La toxicidad de mezclas sigue siendo un gran
capítulo de investigación y debate, poco se sabe respecto a efectos de mezclas
de activos de plaguicidas y sus efectos sobre la salud, más en exposiciones
crónicas como este caso”, aseguró Marino.
La investigación
señala que se debe trabajar para consumir productos con ausencia de
plaguicidas, para lo que se requieren políticas públicas para el apoyo y
acompañamiento desde los productores y hasta la comercialización.
Fuente original: Página
12 Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Argentina_Ocho_de_cada_diez_verduras_y_frutas_con_toxico
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