“La seguridad jurídica es privar a
los Pueblos Indígenas de
garantías que les corresponden”
Jorge Nahuel, referente de la zonal Xawunko de la Confederación Mapuche
de Neuquén, repasa en diálogo con el OPSur los impactos y conflictos que han
causado los últimos veinte años de explotación hidrocarburífera y lo que ha
significado el nuevo avance de la frontera petrolera a partir de la explotación
de yacimientos no convencionales. La falta de reconocimiento jurídico, la no
regularización de sus tierras y la ausencia de aplicación del derecho a la
consulta son, a su juicio, los tres pilares de la privación de garantías que
viven las comunidades en desmedro de la industria petrolera. “Hay una política
de absoluta impunidad y la principal víctima de esa situación son los Pueblos
Indígenas”, sostiene el dirigente mapuche.
Del relevamiento que hizo el Observatorio de Derechos Humanos de
Pueblos Indígenas en 2012 se desprende que aproximadamente 20 comunidades
atraviesan conflictos por la concesión de sus territorios para la exploración y
explotación de hidrocarburos o por los impactos que esta actividad. Da la
impresión de que en otros momentos la conflictividad estaba más vinculada con
la apropiación de tierras por parte de particulares y que en los últimos años
ese lugar lo ocupan los proyectos extractivos.
JN: Sí, claro. El primer problema que tenemos los Pueblos
Indígenas es con las extractivas, después hay problemas con vecinos, con
terratenientes, municipios, empresas o la forestación. El problema principal es con las
extractivas, sobre todo porque exige un campo desocupado, libre, y la petrolera
entra y necesita que esa tierra sea desocupada, por lo tanto va generando una
política de desplazamiento a las buenas o a las malas.
La cuestión de los
Pueblos Indígenas y la industria extractiva es un problema global, porque la [frontera]
extractiva avanza de manera completamente impune, amparada en las políticas que
los Estados han asumido. No hay estrategia de defensa de la soberanía ni
tampoco una estrategia para garantizar la seguridad y el ambiente para las
generaciones futuras. En el campo indígena hay una normativa excepcional en
cuanto a reconocimiento de derechos, pero todos esos avances son letra muerta
al lado de la impunidad con que estos grupos económicos, que sostienen el
extractivismo, establecen las reglas del juego. Y nos encontramos con este
panorama actual, donde de pronto se entrega una concesión sobre un área que
está ocupada por comunidades indígenas, pero como previamente a esa comunidad
se la despojó de todo lo que sea reconocimiento, no tiene garantías territoriales:
no tiene título de propiedad, no tiene personería jurídica, y está siendo
cuestionada hasta su propia existencia cultural.
En este caso, el responsable fundamental es el Gobierno
Provincial. ¿Por qué el provincial y no nacional? Porque el provincial es el
que tiene la competencia, la facultad para reconocer personerías jurídicas,
regularizar la tierra y aplicar el Derecho a la Consulta, que son los tres ejes
del conflicto. El Gobierno Nacional, por supuesto, tiene la responsabilidad de
estar promoviendo un modelo global de explotación y de híper producción, cueste
lo que cueste.
-El reconocimiento, las personerías jurídicas, son
reivindicaciones permanentes; incluso el relevamiento que ordena la Ley 26.160,
que en Neuquén todavía el gobierno debate si aplica o no la norma.
JN: La Ley de Relevamiento Territorial no es una mensura de la
tierra, ni la titularización de la tierra, es un paso previo, que es relevar la
demanda que los Pueblos Indígenas están planteando desde siempre. Con la
realización del relevamiento quedaba claro qué es lo que quieren los Pueblos
Indígenas. Sin embargo, se aprobó en el 2006 y recién en 2014 se implementa,
pero con un condicionamiento tremendo, porque es una ley que tiene como eje la
participación y la consulta, dos principios fundamentales en la normativa
indígena. Y ni la consulta ni la participación están garantizadas en la
realización del relevamiento, las decisiones políticas las toman Nación y
Provincia, y recién en el aspecto técnico hay participación indígena. Es una
ley que nació bien pero que se está aplicando de una manera totalmente restrictiva
y hoy avanza a pasos muy lentos. El otro condicionamiento que tuvo la ejecución
de la ley es que solamente se van a relevar las comunidades que tienen
personería jurídica.
-Según la
Confederación Mapuche , en Neuquén hoy existen sesenta y
cuatro comunidades, ¿la provincia cuántas reconoce?
JN: Cincuenta, porque hace 14 años que no entrega personerías
jurídicas, hay catorce comunidades que están reclamando su personería jurídica.
Una cosa que no tiene lógica desde ningún punto de vista, porque no se puede
negar una personería jurídica; es como que nace una persona y se le niega su
DNI. No depende del Estado, “se lo doy o no se lo doy”, es una obligación
registrar a las comunidades. Y no lo hace porque es parte de las reglas del
juego que impone este tipo de modelo. Se
necesita garantizar seguridad jurídica a las concesiones que están entregando,
y ellos entienden que la seguridad jurídica es privar a los Pueblos Indígenas
de las garantías que les corresponden. La movilización indígena está
demostrando que es todo lo contrario, que en la medida en que no se nos
reconozcan esos derechos, no van a poder ejecutar en paz su planes.
En el marco de
estos conflictos, el gobierno y las empresas señalan a la Confederación y a vos
como fabricantes de comunidades.
JN: No es una novedad ese descalificativo, porque lo han aplicado
con Kaxipayíñ, lo aplicaron con Logko Puran lo aplicaron con Huenctru
Trawel Leufú. (1) Exactamente los mismos argumentos: “vienen de otro
lugar”, “no son originarios”, “están inventados”, “genéticamente no son
mapuches”. Porque ellos empiezan a promover eso: “que demuestren que son de
raza mapuche”, “deben acreditar su origen étnico”. Una cuestión que tiene un
carácter racista y discriminador, a esta altura de la historia no corresponde
que un organismo público te exija que acredites tu origen étnico. En el ‘94
cabían esos argumentos, porque el Convenio 169 no estaba ratificado, no existía
la
Constitución Provincial , no existía la Declaración Universal
[de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas de la ONU], no existía el
relevamiento territorial.
Hay una impunidad y un abuso de poder sin límites en la provincia,
porque ni siquiera han actualizado sus argumentos. Incluso hay un fallo de la Corte Suprema del 10
de diciembre [de 2013], que ganó la Confederación contra el gobierno de
Neuquén, porque Sobisch había sacado un decreto [1184/02] para fundamentar
estos argumentos: “Hay que condicionarlo en cuanto a la cantidad de familias
para reconocer una comunidad. Tienen que demostrar una continuidad centenaria
en el espacio. Tienen que acreditar su origen étnico”. Todo eso lo escribió
Sobisch en un decreto, motivo de juicio que llegó a la Corte Suprema y
falló que ninguno de esos argumentos era válido y que ese decreto era
inconstitucional (2). Cuando salió el fallo de la Corte, dijimos: “Bueno, acá
se acabaron todos los argumentos, nunca más van a volver a decir eso”. Y ahora nos
llega la respuesta del pedido de personería de Campo Maripe donde repiten
exactamente todos los términos del decreto de Sobisch. O sea, hay una actitud
decidida a negar, negar, negar, y judicializar. Porque saben que un proceso
judicial lleva diez, veinte años; el fallo de la Corte llevó once años de
proceso.
Ellos apuestan a judicializar porque eso hace que pateen la pelota
para adelante, y nosotros apelamos a la resolución política, que el Estado de
Neuquén se comprometa a no violar más las leyes y a reconocer lo que tiene que
reconocer. No es una tarea sencilla porque el gobierno de Neuquén lleva 50 años
en esta política.
-Varios puesteros nos plantearon que las relaciones con las
empresas controladas por el Estado -YPF y GyP- eran mucho más complicadas que
con el resto. Y pensábamos en esto que planteas con respecto al racismo
del Estado, porque, de lo contrario, no se entiende el desprecio al campesino,
al indígena, que hace que entren a los campos como si nada y no quieran ni
pedir permiso. ¿Ustedes creen que se da de esa manera?
JN: No podría marcar esa diferencia porque las empresas
transnacionales también usan y abusan de esa impunidad que les da el Estado. El
derecho a la consulta es un derecho que estamos discutiendo con YPF, porque a
YPF le conviene para su Plan de Trabajo, pero el derecho a la consulta es un
derecho que tiene que aplicar el Estado. El Estado está obligado, antes de
entregar una concesión, a verificar que ese espacio esté libre, y si hay
comunidades mapuche tiene que generar un procedimiento de consulta a las
autoridades comunitarias. El Estado lo que hace es entregar a la empresa,
nacional o trasnacional, el territorio supuestamente libre. Y por eso es que
las empresas usan esas ventajas que les da el Estado, y cuando vas a reclamar
dicen: “Reclámele al Estado, yo tengo acá mis papeles en orden, apártense”, y
te abren una picada. El conflicto es entre el Estado y el Pueblo Mapuche, no
hay ninguna duda.
-Funcionarios públicos de Añelo reconocían que a partir de la
explotación masiva de no convencionales se reconfiguraba el territorio,
cambiaban los términos de la ocupación y uso del suelo, pero subrayaban que la
producción campesina, la actividad de los crianceros, iba a permanecer, aunque
con algunos cambios. Decían que era posible la convivencia de la explotación
petrolera con la ganadería, pero que se perdería la cría animales en el monte y
se tendría que pasar a la cría a corral. Por la experiencia en las comunidades,
¿es posible que puedan convivir ambos tipos de producción?
JN: Nosotros decimos que es incompatible un modelo y otro. El
modelo de pequeña ganadería que el mapuche sostiene y que es parte de su forma
de vida -que no digo que tenga que ser un modelo único, que no se pueda
transformar-, con el petróleo no puede convivir, menos aún con el sistema del
fracking. Esa ilusión que quieren crear, que es posible que convivan , es la foto de Añelo con los viñedos y los
pozos petroleros de fondo. Te muestran esa postal, eso es una farsa, porque si
vos afectas lo más elemental para la salud y el ambiente, que es el agua, no
hay nada que pueda salvarse del impacto y las consecuencias.
Acá es como el
“encuentro de culturas” que te querían mostrar [al conmemorarse] los 500 años
[de la llegada de los españoles a América], eso fue un avance y un
desplazamiento a sangre y fuego y la industria petrolera ingresa así a los
territorios. No ingresa a debatir cómo pueden convivir ambos sistemas, entra y
empieza a utilizar el criterio de tierra de nadie, y esa es la realidad que
no logran revertir. Hay un objetivo absolutamente económico que es lograr una
híper producción y no le importa el precio que se pueda pagar por eso.
-Más que de cara a la Provincia, de cara a la sociedad, ¿es
posible plantear el debate sobre la administración de los recursos? ¿Está
preparada la sociedad para ese debate?
JN: Primero, el que no está preparado es el Pueblo Mapuche para
una estrategia de ese nivel, porque al Pueblo Mapuche lo han condenado a estar
en una política de resistencia absoluta las últimas dos décadas, desde que
llegó el petróleo a la
región. Está dentro del reconocimiento de la preexistencia de
los pueblos indígenas en la Constitución Nacional , que después se replicó en la Constitución Provincial ;
la diferencia es que cuando se replica en la Constitución Provincial
queda en la parte dogmática, en cambio, en la Constitución Nacional ,
está como tarea del Congreso elaborar leyes para. La Constitución de Neuquén
dice: “Se reconoce la preexistencia del Pueblo Mapuche, se reconoce la
personería jurídica, la transferencia del dominio de sus tierras, y se reconoce
la participación en la gestión de sus recursos naturales”. Ese “sus” es un principio
de propiedad que establece la Constitución, no dice “los recursos naturales del
Estado”, porque tiene que ver con un concepto de territorio. Entonces podría
ser un principio que nos permita establecer una estrategia de ser parte
de los beneficios económicos que pueda generar esa actividad, pero hoy el
Pueblo Mapuche está en un debate donde hay una posición de que hacerse parte de
los beneficios de la industria extractiva es hacerse parte de la destrucción
que está generando. Por eso hay una actitud cerrada del Pueblo Mapuche a
debatir ese principio.
Nosotros ese principio lo queremos hacer valer para poder
condicionar o ponerle un límite a tanta destrucción. Y lo utilizamos como
argumento, pero para decirles: “paren, porque esto no es lo que el Pueblo
Mapuche quiere y necesita para su futuro”. Una de las consecuencias más
graves que ha generado la industria petrolera es que, a través de la cuestión
material, ha quebrado la vida comunitaria, porque si perdés todos esos valores
comunitarios que te dan identidad, basados en el buen vivir, en el küme felen, desapareces como
cultura. Vos podés medir el impacto ambiental, podés hacer un estudio técnico,
generar políticas de remediación de ese espacio, pero el daño cultural es de
carácter irreparable. La sociedad tiene que lograr medir esas consecuencias,
porque también un estigma que le quieren instalar a la comunidad mapuche,
cuando la ven con un vehículo nuevo, con una casa nueva, es “de qué se quejan
si los beneficios también han llegado a ellos”. Vos no podés medir los
beneficios a partir de esa lógica capitalista del bienestar material. Lo que se reivindica como derecho
es poder reconstruir la vida cultural mapuche, que ya sin el petróleo está
intervenida por la política del Estado; el petróleo viene a profundizar y
acelerar los procesos de destrucción comunitarios. Vaca Muerta va a atravesar alrededor
de veinte comunidades. Estamos hablando de Campo Maripe pero en ese conflicto
estamos dibujando el futuro que nos espera, el futuro inmediato. Si logran quebrar a Campo Maripe,
en todos los sentidos: cultural y material, ese es el futuro inmediato que nos
espera para las otras veinte comunidades que están atravesadas por Vaca Muerta.
-En estos veinte años, si bien hay constantes, ¿ha cambiado la
estrategia en la avanzada del Estado y de las empresas sobre las comunidades?
Por ejemplo, ¿se va reemplazando la represión abierta por la apertura de
canales de diálogo mediados por ONGs?
JN: La estrategia de Provincia no ha cambiado en lo absoluto,
parten de que lo que hay que hacer acá es negar, negar y negar, y reprimir
jurídicamente. La Provincia hoy está embarcada en una disputa de poder sobre
esos recursos [no convencionales] y los mapuches pasan a ser una cuestión
secundaria, está tan enfrascada y tan cegada por esa disputa que no alcanza a
entender que hay un actor del cual no van a poder liberarse, que son las
comunidades.
De parte del Estado Nacional ha habido un poco más de apertura en
esa política, lo que busca es ingresar por otros medios
donde se puedan consensuar algunos pasos a dar, de hecho logramos con YPF
acordar un protocolo de consulta en la comunidad de Kaxipayiñ. Pero no es mucho
más lo que se puede avanzar con la petrolera, porque actúa en base a un campo
que le abre la Provincia. Lo que le planteamos a YPF es que hoy es
una empresa con mayoría de acciones del Estado Nacional. El eje del discurso
oficial es poner los Derechos Humanos por sobre todas las cosas, por lo tanto
debería dar un ejemplo de respeto a los Derechos Humanos. Sin embargo, todavía
no han dado muestras de que estén dispuestos a asumir ese rol.
En medio de esos actores -Nación, Provincia, Pueblo Mapuche-
también opera toda una serie de movimientos sociales, políticos, ONGs, que
están involucrándose en lo que implica convivir con esta industria, y con esos
sectores el Pueblo Mapuche tiene un mecanismo de relación permanente. Buscamos
coordinar y fortalecernos, porque ahí está la sociedad neuquina, la sociedad
argentina, movilizándose también por este tema.
La referencia a las ONG estaba dirigida a su rol en las políticas
de Responsabilidad Social Empresaria (RSE), que ha tomado mucha relevancia en
estos años. Una parte de la renta petrolera va a llegar al Estado a través de
fondos de RSE cuya administración compartirá con fundaciones, como es el caso
de la Fundación YPF ,
y es en estas políticas que intervienen una serie de ONG que no tienen nada que
ver con la movilización social sino con la mediación. Hace
veinte años la RSE no tenía la importancia que tiene ahora. ¿Cómo está jugando
eso? A través de las políticas de RSE, del puente que se establece entre las
empresas y las comunidades, ¿se pueden plantear otras discusiones más allá de
aportes materiales?
JN: Es difícil, porque esos mecanismos que va estableciendo el
capitalismo, que llegan atrás de la extractiva, se van convirtiendo en
mecanismos para la extorsión a las comunidades. Tenés una relación con YPF como
concesionario del territorio comunitario, pero después tenés alrededor de 70
empresas de servicios, y cada una tiene un mecanismo de extorsión con la
comunidad para quebrar las voluntades, para permitir un trabajo en libertad,
para que no haya medidas de fuerzas. Es
ese mecanismo financiero: “yo te ayudo, colaboro con vos. Mi deber es que de lo
que yo gano dejarte una contribución al desarrollo”. Es un mecanismo de
extorsión permanente que rodea la familia mapuche. ¿Por qué? Porque es parte de
esta carencia de una política pública hacia el Pueblo Mapuche, no hay un
acuerdo estratégico entre los mapuche y el Estado para ver cómo se va a
respetar la forma de vida o el derecho de la comunidad. Y como no
hay una política, cada empresa establece su propia política de cómo se
relaciona con la comunidad y qué le va a ofrecer, incluso hasta tienen sus
agentes sociales que van, ingresan y les llevan propuestas. Y ante una
situación de carencia material, de vulnerabilidad, hasta son bienvenidos;
porque llegan a cubrirle necesidades básicas que el Estado debería estarle
cubriendo.
Es un laburo silencioso de ir minando la voluntad y la resistencia
de las comunidades todos los días. Hay comunidades que tienen claro y que no
van a aceptar que con esos servicios le vayan a planificar la vida ni le vayan
a comprar la voluntad de la lucha mayor. Pero hay otras comunidades que no, que
están a pan y agua y que reciben felices la contribución de aquel que les hace
un pozo, de aquel que les abre un camino, que le hace una posta sanitaria, un
salón comunitario; recibe con alegría esa contribución. La lucha por la
resistencia está interferida por todo ese tipo de intervenciones que son
invisibles, tan disimuladas que nadie las ve, pero es parte de una industria
criminal que se ramifica en nombre de todas esas empresas de servicios que
están todos los días, que entran y salen del territorio.
-Después de veinte años de conflictos permanentes generados por la
concesión de territorio mapuche para la actividad petrolera, ¿qué enseñanzas
dejó esa resistencia para enfrentar hoy la promoción de los no convencionales?
JN: Tenemos en contra todo, los medios
de comunicación, que están totalmente comprados por esta industria, con un
mensaje permanente a la población que no hay otra forma de salir de la crisis;
pero no tenemos que bajar los brazos. Nos sentimos fortalecidos porque estamos
coordinando con distintas fuerzas esta resistencia y ya no es una lucha del
Pueblo Mapuche contra el fracking, la lucha no es en adhesión al Pueblo
Mapuche, es una lucha con el Pueblo Mapuche. Hoy los neuquinos entienden que el
conflicto es global, por lo tanto hay que consolidar ese mecanismo de
coordinación, de frentes comunes que hay que hacer para enfrentar semejante
monstruo que arrasa con todo. Tenemos a favor, si se puede decir que tenemos
algo a favor, que el impacto del fracking lo podemos mostrar hoy, no tenemos
que hacer futurismo, lo mostramos con lo que ha quedado en los distintos
pueblos donde ha avanzado el petróleo. De eso sí tenemos mucho para contar, y
es un elemento para potenciar la resistencia. Estamos
enfrentándonos a este monstruo porque sabemos lo que va a pasar. No lo
imaginamos, lo sabemos, y eso es lo que hay que hacer a través de todos los medios .
Notas:
1. Las referencias a la ‘fabricación’ de las comunidades Kaxipayíñ y Logko Puran datan de mediados/fines de la década del ’90, mientras que las de Huenctru Trawel Leufú son de mediados de la década pasada.
2. Para más detalles del caso ver http://odhpi.org/2013/12/corte-suprema-fallo-a-favor-del-pueblo-mapuche-y-contra-el-gobierno-de-neuquen/
1. Las referencias a la ‘fabricación’ de las comunidades Kaxipayíñ y Logko Puran datan de mediados/fines de la década del ’90, mientras que las de Huenctru Trawel Leufú son de mediados de la década pasada.
2. Para más detalles del caso ver http://odhpi.org/2013/12/corte-suprema-fallo-a-favor-del-pueblo-mapuche-y-contra-el-gobierno-de-neuquen/
La entrevista forma parte de la cobertura Añelo corazón de Vaca Muerta,
que tuvo financiamiento de FRL con fondos del BMZ.
Fuente: http://www.opsur.org.ar/blog/2014/09/28/seguridad-juridica-es-privar-a-los-pueblos-indigenas-de-garantias-que-les-corresponden/
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