La
contundente materialidad del discurso justificatorio en la violación de los
derechos humanos
30 de Octubre de 2014
30 de Octubre de 2014
Por José Schulman (Rebelión)
"El hecho de que no tenía
documentos, no tenía DNI ni cédula federal, tal vez no se registraron en el
ámbito de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, en el hospital público las huellas
dactilares, es un tema que ha sido más hospitalario que otra cosa".
Ricardo Casal, Ministro de Justicia de la
Provincia de Buenos Aires sobre
el caso Luciano Arruga.
“estas personas, cuando salen a robar,
dejan un tendal en la
ciudad. La laxitud judicial así se lo permite. Generan delitos
que son rápidamente excarcelables y, mientras esperan un juicio que nunca
llega, siguen cometiendo delitos."
Sergio Berni, Secretario de Seguridad de la
Nación sobre los migrantes
pobres de la Patria
Grande.
"Es importante el tema de la
puerta giratoria: habrá prisión preventiva de acuerdo a la importancia del
hecho, a la conmoción social que cause y también se tendrá en cuenta la
reincidencia del autor",
Cristina Kirchner. Presidenta de la Nación pronunciándose contra el
garantismo jurídico.
Luego de diez años de Juicios contra los perpetradores del Genocidio y de construcción de políticas públicas de Memoria y de auto erigirse en el modelo de respeto a los derechos humanos, la parte mayoritaria de la fuerza política en el gobierno comienza a asumir sin culpas ni complejos el discurso por medio del cual la derecha clásica y nostálgica resistió esas políticas de Juicios y Memoria hasta lograr instalar en la agenda social su propia secuencia de la historia reciente.
Para quienes luchamos por la verdad, la memoria y la Justicia desde siempre (al menos desde 1937 los militantes de
La derecha, en cambio, construyó otro relato en el que la secuencia es: la inseguridad es el resultado de la acción delincuencial, la misma está facilitada por el “garantismo judicial” (la “puerta giratoria”) que es el resultado de la decisión de los Montoneros en el gobierno de practicar la venganza contra quienes los vencieron en los 70; ese falso garantismo solo enjuicia a una de las partes (si hay juicios que sea contra todos, dice La Nación con persistencia) y ata las manos de la Policía que así perdió terreno contra la delincuencia, engordada por los extranjeros que vienen a robar porque aquí es jauja para ellos.
Inhibida por la crisis estructural y casi total de finales del siglo XX, asustada por la irrupción popular en el diciembre de 2001, fracasado su intento de cortar el ciclo de luchas populares con el asesinato de Kosteki y Santillán en junio del 2002, la derecha se vio inhibida de desplegar su discurso por un largo periodo. Resistió los juicios todo lo que pudo, pero fue vencida y como bien decía Foucault “el derecho genera verdad” y esa verdad vino a ratificar nuestro relato y no el de ellos. Pero no abandonaron
Es que la batalla cultural no es solo un descubrimiento de Fidel Castro o Hugo Chávez, es uno de los modos principales con que el bloque social que sostiene el capitalismo como civilización mundial, regional y nacional, defiende el status quo profundo, ese que se dirime en el carácter de la propiedad y del Estado, aquellas cuestiones que llevaron a Juan Gelman a recordar a Lenin en un poema suyo memorable donde estampó: todo es ilusión, menos el poder.
Y es su poder el que han defendido y defienden.
Ese que no cambió en lo fundamental a pesar de todo lo que pasó en diez años, y claro que pasó mucho más de lo que casi todos imaginábamos.
Pero no cambió el poder y parece que sigue siendo cierto aquella verdad de que quien domina en el terreno de la economía domina en el terreno de las ideas. O para ser más precisos, tiende a dominar si no le oponemos una resistencia en forma.
¿Qué hacer ante la apariencia de un péndulo que pareciera haber tocado su cenit y comienza su descenso cada vez con más fuerza y velocidad?
Lo primero es trazar una correcta línea divisoria. De un lado los que quieren Patria y del otro los que quieren Colonia. Como en el tema de los buitres, o de
De un lado los que quieren Memoria,
De un lado los que queremos ampliación de derechos e integración de los pueblos de
Y que los de este lado defiendan sus verdades y principios sin asumir el discurso de la derecha clásica, porque es el comienzo de la derrota en todas las líneas, aunque en las urnas parezca que ganemos.
Hace muchos años que aprendimos que la victoria y la derrota son algo más relativos de lo que parece. Porque Raúl Sendic, el revolucionario uruguayo enterrado por años en un pozo, saliendo indemne de su suplicio es mucho más victorioso que el funcionario progresista que asume el discurso de la derecha para conservar su cargo.
Nunca las cosas fueron fáciles para los que quieren humanidad para los seres.
Estos tiempos son excepcionalmente difíciles y requieren lo más difícil de todo: que sigamos siendo nosotros mismos, no importa las condiciones adversas que vengan. Como nos lo enseñaron los treintamil que prefirieron seguir siendo ellos mismos a traicionarse y vivir una vida que no era
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191411
No hay comentarios:
Publicar un comentario