miércoles, 29 de octubre de 2014

Preguntémonos sobre nosotros que toleramos nos sigan robando hasta nuestra vida y la de nuestros seres queridos.

Ley Hidrocarburos
evasión de impuestos, buitres petroleros, y pingüinos empetrolados
29 de Octubre de 2014


Por: Javier Llorens (especial para ARGENPRESS.info)
El laxar una ley petrolera de un gobierno militar, cuyo contexto era un barril de petróleo a u$s 2, cuando actualmente es de u$s 100 -CINCUENTA VECES MÁS- y que no obstante preveía un impuesto a la renta especial del 55 % que hoy no se aplica, asumiendo además la incertidumbre y riesgo sísmico y ambiental del fracking, es un acto de despojo y desadministración demencial. Máxime si ella se extiende a favor de las mismas empresas que son responsables de la pérdida del autoabastecimiento petrolero, otorgándoles como premio de ello la entrega de las áreas que actualmente detentan, casi a perpetuidad o hasta su extinción, en lugar de haberlas revertidos por sus incumplimientos. Las que además se desenvuelven en un marco de absoluta impunidad impositiva y ni siquiera cumplen con el impuesto a la renta general del 33 %, perpetrando una masiva evasión de las rentas extraordinarias que han obtenido, como consecuencia del enorme aumento registrado en el precio del petróleo en la última década. Que ha hecho que la renta petrolera que se apropian los fiscos nacional y provinciales, ni siquiera llegue a un dígito. La que como si eso no fuera suficiente, está siendo sancionada a la sombra de sospechas de extorsión ejercidas sobre la presidenta de la Nación y sobre sus bienes por parte de los fondos buitres, a quien la ONU ha ordenado investigarlos para averiguar su accionar, y si son una pantalla de otros poderosos intereses. Lo cual en futuro podría demandar el enjuiciamiento no político, sino penal de los legisladores que la convaliden, al haber omitido cumplir con sus deberes como representantes del pueblo. Y que en abierto desacato a los intereses de este, practican una obediencia debida a una conducción ultraverticalista, propia de regímenes militares, que cada vez se parece más a la de un capitán enloquecido, que desesperado ordena tirar por la borda los bienes de la nave, en procura de salvarse de un inminente naufragio o desastre. Sin percatarse que lo está acelerando, dado que los codiciosos intereses concentrados de siempre, no toman esos obsequios como prenda de paz y amor, sino como muestra de debilidad que exacerba sus codicias, como sucede en todo chantaje. Por ello el Congreso tiene el ineludible deber de ponerle coto a la situación, en lugar de comportarse cómo cómplices bastardos de ella.

Contenido
- Introducción, de la entrega del suelo a la entrega del subsuelo
- Una ley absolutamente fuera de contexto
- Los dibujos contables del cartel petrolero
- Radiografía del opaco negocio petrolero a la luz de los guarismos de la AFIP
- Volumenes y precios
- Ventas
- Empleadores y empleados
- Remuneraciones
- Las sospechas que arroja el IVA
- La masiva evasión petrolera del impuesto a las ganancias
- La clave de la evasión petrolera: Otros gastos vinculados al costo
- El quid de la cuestión, cuanto le queda al pueblo de la renta petrolera
- La notable dicotomía entre las retenciones agrícolas y petroleras
- El desequilibrio de los cuatro poderes
- Introducción, de la entrega del suelo a la entrega del subsuelo

Antes que nada debo confesar que en el anterior escrito Vaca Muerta, la pérdida del autoabastecimiento petrolero, y el revoloteo de los buitres petroleros y financieros cometí un error, consecuencia del tratamiento exprés que se le dio a tan importante asunto. Al afirmar que se habrían eliminado las regalías al gas natural con la derogación del art. 62 de la Ley de Hidrocarburos, conforme el proyecto de la nueva ley. Las que en realidad han sido transferidas en éste a un párrafo insertado en el artículo referido a las mezquinas regalías sobre el petróleo líquido, equiparándolas a las de éste.

No obstante de que paralelamente el gobierno se jacta de que Vaca Muerta constituye la segunda reserva de gas natural de shale gas del mundo, y que con ella Argentina tendría abastecimiento asegurado por 400 años. Cuyas regalías al 12 % anual conforme el precio reconocido a Chevron, arroja un monto de más de u$s 700 mil millones, equivalente casi a dos años del PBI. Y trepa a cinco años del PBI si se considera el actual precio de importación de ese producto como GNL (Gas Licuado de Petróleo).

Lo cual, ante su enorme magnitud e importancia estratégica, debería haber llevado a un tratamiento particular de ese producto, en lugar de subsumirlo con el petróleo. Pero esta situación de plétora, parece ser el origen de la tragedia Argentina. Ya que la munificiencia abundante de bienes con que contamos, parecería habernos llevado a no otorgarles valor a ellos, pese ser enormemente codiciados en el resto del mundo. Y por ello los malbaratamos y mal disponemos, por no decir regalamos, lo cual a su vez suele traer graves consecuencias. (...)

Ahora trágicamente vuelve a repetirse la misma historia, pero no con el suelo, sino con el subsuelo propiedad del fisco. Que en el caso de la minería es acaparado y explotado por meganimeras extranjeras que pagan una ínfima regalía, que no llega al 2 %, a cambio de un enorme pasivo ambiental. Y en el caso del petróleo paulatinamente se fue abandonando la doctrina de la explotación estatal de Hipolito Yrigoyen y Enrique Mosconi, que se habían empecinado en no malbaratar el subsuelo, como se había hecho con el suelo. Advirtiendo este último el peligro que se avecinaba en el prólogo de su libro “El petróleo argentino 1922 – 1930”, en el cual parece estar hablando para la actualidad.


“Los grandes trust, particularmente la Standart Oil, de reputación funesta en su propio país, ponen en práctica en todas partes los mismos procedimientos para el acaparamiento y dominio de los yacimientos de petróleo. El oro de que disponen, y la falta de principios morales que los caracteriza, estimula las ambiciones malsanas, provoca la infidelidad y la traición -producida por el soborno- de funcionarios de todo orden y categoría; empleados subalternos de las reparticiones públicas que favorecen las gestiones administrativas de las compañías; abogados, a veces prestigiosos, del país en que operan, que las defienden, aún cuando contrarían los intereses de la Nación; ministros plenipotenciarios en Washington que se transforman en gerentes de filiales de la Standard Oil (o en abogados); políticos destacados que ambicionan altas posiciones públicas convertidos en procuradores de las poderosas organizaciones; magistrados que han juzgado en pleitos de las compañías se hacen sus defensores y perciben gruesos emolumentos; legisladores que se complotan para favorecer a las compañías petrolíferas; gobernantes que, súbitamente de enemigos acérrimos pasan a ser decididos defensores; ministros de Estado que traicionan a su patria no cumpliendo su deber y atentando contra el interés colectivo: son los inmorales y frecuentes episodios que incesantemente llegan a conocimiento público en México, Estados Unidos de Norte América, Colombia, ARGENTINA, etc. en torno de la desesperada lucha que se libra en torno del extraordinario mineral”.


De esa manera igual que en los tiempos de Rivadavia, Frondizi y luego Martínez de Hoz, cuyos progenitores presidieron la rural y acapararon una enorme cantidad de tierra, primero cedieron a compañías privadas áreas que había desarrollado YPF, mediante contratos de explotación con este. Las que posteriormente como en los tiempos de Rozas, Menem y Cavallo las transformaron en concesiones por 25 años, pese que se suponía que estas eran un premio a la exploración y descubrimiento, y no un regalo gratuito del príncipe soberano.

Y ahora imitando a Roca, como si se tratara de una nueva conquista, o un premio al incumplimiento manifestado previamente con el desabastecimiento, el kirchnerismo las prorroga indefinidamente, hasta que se extingan sus riquezas. Cobrándoles un módico plus de un 3 % en regalías por la primera prorroga, otro tanto por la segunda, y nada más por las sucesivas. Las que en el caso del petróleo y gas no convencional, recién se harían efectiva en el 2055 y 2065 en adelante, a lo que cabe el dicho de Keynes, de que en el largo plazo todos estaremos muertos.

Plus de regalías que además podrían eludir mediante no pedir la prorroga, y concurrir a la licitación para una nueva concesión, sobre la que como ex concesionarios contarán con información privilegiada, al ser los únicos que conocerán realmente su subsuelo. Y ello sin tener en cuenta la estructura en red oligopólica con que funciona el sector, que les permitirá arreglar las licitaciones, en forma aun más fácil con que actualmente se arreglan las licitaciones públicas. Permitiéndoles además acaparar sin límites áreas en exploración o explotación, que la ley vigente limitaba a solo cinco de ellas, y su plazo máximo de explotación con su prórroga caducaba a más tardar a los 35 años, y no indefinidamente como prevé el actual proyecto.


Una ley absolutamente fuera de contexto

En concreto, se está emitiendo absurdamente una ley enteramente fuera de contexto, como si los legisladores oficialistas vivieran 50 años atrás, en 1967, y fueran senadores y diputados del Frente para la Victoria del Gral. Onganía y el industrial Krieger Vasena. Confeccionada cuando el petróleo valía u$s 2 el barril, que ajustado por inflación hoy sería u$s 20 el barril, y preveía una regalía del 12 %, que podía reducirse hasta un 5 %, y ahora puede hacerse hasta menos de un 4 %.

La que no obstante preveía una tasa especial sobre la renta petrolera del 55 % (art 56 Ley Hidrocarburos). Que en los ´90 fue dejada de hecho sin efecto por Menem y Cavallo, reduciéndola a la tasa general del 35 %, que hasta ahora se mantiene. Siendo además otra notable carencia de contexto, el desconocimiento absoluto de los mecanismos de evasión y elusión de impuestos desarrollados por el sector petrolero, que se verán seguidamente, ante los cuales la AFIP parece estar enteramente en Babia. Y les permite pagar ínfimos montos por el impuesto a las ganancias, pese el notable aumento que han tenido en sus ingresos.

En concreto el quid de la cuestión es la renta petrolera, y quién disimuladamente se la lleva. Conforme el dicho de John Rockefeller, el legendario dueño de la Standar Oil -EXXON - MOBIL, quien decía hace un siglo que “el negocio más rentable del mundo, era una compañía petrolera bien administrada. Y el segundo negocio más rentable, era una petrolera mal administrada”. Y que sus inversiones las planificaba firmando cheques, como si fuera el Tío Rico. Como consecuencia de que el costo de los combustibles, llega a ser hasta menos del 10 % de su precio de venta al público. Generando así una enorme renta, que permite la autofinanciación de la actividad, potenciada por la modalidad de pago contado con que opera.


Ese viejo dicho del Tio Rico Rockefeller, ha cobrado ahora una notable actualidad, con el enorme aumento en el precio de los hidrocarburos registrados desde el 2000 en adelante. Cuestión que la troika de los ex secretarios de Energía, que proponen pomposamente establecer políticas de estado para el petróleo, se empeñan a toda costa en soslayar como si esa renta no existiera. Y para disimularlo se despachan hablando de generalidades siempre favorables a las compañías petroleras.

No siendo extraño que esa troika de ex, este liderada por Alieto Guadagni, el último secretario de Energía del Proceso Militar, que renegoció entonces los contratos de las petroleras con la YPF estatal, enteramente a satisfacción de éstas. Y luego durante la democracia lo fue del presidente Eduardo Duhalde, y se olvidó enteramente de recordarle a este el mandato del Congreso de ponerle retenciones a los hidrocarburos, hasta que fue apercibido con una denuncia penal.

También está Julio César Araoz, secretario de Energía de Menem, que fue acusado de reducir los muebles robados a los desaparecidos en el campo de concentración de La Perla en Córdoba. De ser “íntimo amigo” del jefe del mismo, el capitán Héctor Vergez de tétrica figura. Y de colaborar con el batallón de inteligencia cordobés, dedicándose a chantajear a familiares de las víctimas para que delataran a los amigos de estas, para así tener posibilidades de volver a encontrarlos con vida.

Figura también Julio Apud, que solo estuvo unos días en el cargo, en el interregno de dos semanas de Ricardo López Murphy como ministro de Economía en el 2001, previo al ascenso de Cavallo. Y Raul Ollocco que estuvo menos de 30 días en el cargo en 1989, durante la estrepitosa caída del presidente Alfonsín. Y Daniel Gustavo Montamat, que llegó a ese puesto con el presidente Fernando De la Rua, gracias a ser yerno de Conrado Storani.

El que a su vez fue otro opaco ex secretario de Energía, quién pese ser médico obstetra, ocupó ese puesto dos veces. La primera durante la reversión de la rescisión de los contratos petroleros, durante la presidencia de Illia. Y la segunda durante la presidencia de Alfonsín, en la que convalidó e incluso mejoró a favor de las petroleras, la renegociación de los contratos petroleros efectuada por Guadagni en los estertores del Proceso Militar. Luego lideró el acuerdo por el Beagle con Chile, para que las megapetroleras internacionales pudieran poner en explotación los yacimientos que detentaban en el estrecho de Magallanes.

En los ambientes políticos se sabe que el puesto de secretario de Energía, igual que otros puestos estratégicos de la administración pública, se “vende” a cambio de la financiación de la campaña electoral. Pero además todos los últimos nombrados son dueños de consultoras de energía, que tienen que tienen como rumbosos clientes a las compañías del sector petrolero, por lo cual en cualquier país serio del mundo, en vez de ser presentados como expertos, como hacen CLARIN y LA NACION, serían calificados como lobistas rentados de dudosa credibilidad.

Hay un dicho que segura que el error conlleva una doble ignorancia: la ignorancia de lo que se afirma, y la ignorancia de la propia ignorancia. Eso es lo que me sucedió al analizar de apuro una ley que se refiere a una riqueza equivalente a 400 años de consumo de gas natural. Pero no obstante se la subsumió junto las regalías del petróleo, y a la ley en cuestión se le dio un tratamiento intempestivo de solo una semana, lo cual es otra clara muestra de la enorme degradación que sufre Argentina. Pero dicho error también fue un acicate, para refrescar conocimientos del pasado referidos a la evasión de la renta petrolera, que es el quid de cuestión actual, siendo propio de la condición humana, llegar a la verdad por aproximaciones sucesivas, o sea por vía del error.

Los dibujos contables del cartel petrolero

La estructura cartelizada del sector petrolero tiene, entre otras, una curiosa evidencia proveniente de la época del último gobierno militar, durante el cual afianzó su estructura notablemente. Al haber sido los petroleros que hoy siguen cortejando al poder, los principales socios comerciales de ese sangriento y cruento Proceso Militar.


Ella consiste en el dibujo de sus balances o estados contables legales, durante el periodo entre 1979 al 1981. En los cuales en forma consolidada se repitió a lo largo de esos años, una ganancia consolidada por parte de sus principales empresas intervinientes, de exactamente un cinco por ciento; conforme se puede verificar en el siguiente cuadro, cuyos datos se pueden constatar en el ranking anual de empresas publicado por la revista Mercado:
De esos guarismos, provenientes supuestamente de empresas independientes entre sí, surge un constante y exacto resultado en una tasa de ganancia clásica de Utilidades sobre Ventas, fija e invariable, del 5,000 anual con tres decimales. Pese a las enormes variaciones en las cifras de ventas nominales, que se incrementaron un 152 % en 1980, y un 92 % en 1981, fruto de la elevada inflación de entonces, como para que la Bolsa y la DGI AFIP, no se preocuparan demasiado por ese sector.


Resulta evidente a todas luces que ese resultado sólo puede provenir de un "dibujo contable", o sea de un hecho determinístico y no aleatorio, como sería de suponer. Lo cual indica la existencia de una contabilidad consolidada paralegal, y de un refinado sistema de evasión impositiva, a los efectos de poder dibujar ese módico resultado para el conjunto del cartel.



Al que no obstante se puede arribar fácilmente, mediante la curiosa modalidad de socios - competidores que adoptó dicha actividad tras el shock petrolero de 1983, que decuplicó (multiplicó por 10) el precio del petróleo, y elevó sideralmente las ganancias del mismo. La que cual tiene su manifestación en la red o maraña de UTEs (Unión Transitoria Empresas) con que se desenvuelve el sector, conforme se puede visualizar en los sociogramas que se encuentran en el escrito antes referido.

En concreto, esa maraña o red de UTEs opera como vasos comunicantes, que conjugados con los cierres diferidos de sus balances legales, que están lejos de coincidir en una misma fecha, permiten mantener a sus Ganancias e incluso sus posiciones de IVA en el aire. Sin que se reflejen en la fotografía puntual de sus estados contables para una determinada fecha, distinta para cada uno de los integrantes del cartel.

El instrumento para también es muy concreto, son las ahora famosas facturas apócrifas, que han salieron a la luz con motivo de su uso por el socio del poder Lázaro Baez, pero están lejos de haber sido inventadas por este. Las que consisten simplemente en prestaciones ficticias, que nunca se realizaron, pero le permiten al pagador de ellas inflar gastos o costos, y generar créditos de IVA, con las que se pueden hacer múltiples combinaciones. No siendo casual que en el listado publicado recientemente por la AFIP, aparezcan petroleras como YPF, ESSO; EXXON, DAPSA, QUITRAL CO, etc. Aunque la emisión de las mayorías de ellas en el sector petrolero no provendrían de usinas del extra sector, sino de firmas del intra sector.

Radiografía del opaco negocio petrolero a la luz de los guarismos de la AFIP

Del
cotejo de los Anuarios de Estadística Tributaria de la AFIP del 2001 y 2013, que brindan datos de los años 2000 y 2001, y 2012 y 2013 respectivamente, y de los datos que suministra la Secretaría de Energía en cuanto a precios y cantidades, surge que el negocio petrolero se ha tornado muy próspero. Con un notable y sostenido aumento en sus precios, que aun no ha cesado, que ha compensado con creces una notable disminución de algunas de sus cantidades. Pero que no obstante a generado una bajísima tributación, que no alcanza a ser ni la mitad del 2001.


Volúmenes y precios

En el upstream (exploración y extracción) la cantidad de petróleo extraída disminuyo un 36 % entre el 2000 y 2013 (pasó de 42,8 a 27,6 millones m3) mientras que el gas natural bajo un 8 % (de 37,7 a 35,8 miles de millones m3). En TEP (Toneladas Equivalentes Petróleo) incluyendo los rubros menores de Gas licuado de petróleo y Gasolina y Condensados, la disminución fue de un 21 % (pasó de 75 a 60 millones).

Pero esta disminución de cantidades, fue compensada con creces con los precios internos. Al aumentar el petróleo entre el 2001 y el 2013 un 1.604 % en pesos, y un 216 % en dólares (pasó de u$s 23,3 a u$s 73,6 el barril, calculado con un dólar a $ 5,4 promedio anual) o sea un nivel cercano al precio internacional actual. Por su parte el gas natural aumento un 702 % en pesos, y un 49 % en dólares (pasó de u$s 45 a u$s 67 el millar de m3). Lo cual expresado en TEP equivale a un aumento del 1.353 % en pesos y un 170 % en u$s (pasó de u$s 119 a u$s 282 la tonelada), evolución con la cual cualquier actividad en Argentina se sentiría muy conforme.

En cuanto al downstream (Elaboración y Comercialización de combustibles) el volumen de venta entre 2001 y 2012 subió un 34 % en las motonaftas (pasó de 4,2 a 5,7 millones m3), y bajó menos un 12 % en Kerosene y Aerokerosene (pasó de 1,6 a 1,4 millones) menos un 21 % en Gas Oil y Diesel Oil (pasó de 10,8 millones a 8,6 millones) y menos un 82 % en Fuel Oil (pasó de 0,5 a 0,1 millón m3). Lo que representa una caída en el volumen comercializado de esos principales productos del 7 % (de 19,2 a 17,8 millones m3).

Y nuevamente con los precios sucede todo lo contrario. El litro de nafta súper a mayoristas sin impuestos aumentó entre el 2001 y el 2013 un 1937 % en pesos y un 260 % en dólares (pasó de $/u$s 0,34 a $ 6,59 y u$s 1,22). Y el litro de Gas Oil grado intermedio aumentó un 1.826 % en pesos y un 239 % en dólares (pasó de $/u$s 0,28 a $ 5,11 y u$s 0,95). No obstante lo que significa un notable transferencias de impuestos a favor de las petroleras, y no del consumidor como se dice generalmente, esos aumentos no se reflejaron enteramente en el precio en el surtidor. Ya que la nafta súper tuvo ínterin un aumento del 918 % en pesos, y del 71 % en dólares (pasó de $/u$s 1 a $ 9,19 y u$s 1,71). Mientras que el gas oil intermedio tuvo un aumento de 1.219 % en pesos y 127 % en dólares (paso de $/u$s 0,6 a $ 7,3 y u$s 1,36).

Ventas

De esa manera las ventas totales declaradas a la AFIP por el sector petrolero aumentaron entre el 2001 y el 2013 un 1.516 % en pesos y un 200 % en dólares (pasaron de $/u$s 22 mil millones a $ 361 mil millones y u$s 67 mil millones). Superando incluso el sustancial crecimiento físico que tuvo el país, cuyas ventas crecieron ínterin un 1.450 % en pesos y un 188 % en dólares. Pese la notable reducción del volumen físico que registró el sector petrolero, cuyo crecimiento lo hizo a fuerza de precios.

En el mercado interno, las ventas del sector treparon un 1.683 % en pesos y un 231 % en dólares (pasaron de $/u$s 27 mil millones, a $ 329 mil millones y u$s 61 mil millones) mientras que las ventas totales del país subieron un 1.438 % en pesos y 186 % en dólares. O sea que superaron el nivel de estas, pese la dismución del volumen físico. E incluso del número de firmas intervinientes en el sector, que se redujeron un 6 %, al pasar de 5.967 firmas a 5.742 firmas. Evidenciado esto la concentración del sector, que detenta el 7 % del volumen total de ventas del país, con solo el 0,7 % del total de firmas. Y por su parte las exportaciones se incrementaron un 54 %, al pasar de u$s 4 a u$s 6 mil millones, equivalente a un 7,4 % del total del país.

No obstante el upstream superó esas cifras ya que sus ventas crecieron un 1.695 % en pesos, y un 233 % en dólares (pasaron de $/u$s 12,5 mil millones a $ 226 mil millones y u$s 42 mil millones). Siendo notable en este sector el crecimiento de las firmas dedicadas a servicios petroleros, pese a la reducción de su actividad, las que se incrementaron un 76 % (pasaron de 282 a 497) con un incremento en su facturación del 3.458 % en pesos y del 561 % en dólares (pasaron de $/u$s 1.013 millones a $ a 36 mil millones y u$s 6,7 mil millones). Poniendo esto en evidencia una agresiva política de tercerizaciones, que como se verá, es una de las maneras de inflar los costos para no tributar ganancias, cuya incidencia en el upstream pasó de un 8 % en el 2001, al 16 %, o sea el doble en el 2013.

En el dowstream se da a la inversa una reducción de su incidencia en el total del negocio, ya que paso de representar el 44 % del sector en el 2001, a solo el 37 % del mismo en el 2013. Poniendo esto en evidencia el traslado de la renta petrolera del dowstream al upstream, o sea de la refinación y comercialización, hacia la extracción del petróleo, actividad sobre la que se está legislando, para aumentarla aún más.

En el downstream entre el 2001 y 2013, hubo una disminución de las firmas intervinientes en un 9 % (pasaron de 5.465 a 5.000). Siendo esa disminución proporcionalmente mucho mayor en el refino, donde se redujeron un 28 % (pasaron de 138 a 108) que en la Comercialización, con estaciones de servicio incluidas, que registro una merma del 8 % (pasaron de 5.328 a 4.892). Siendo esto otra muestra de la concentración del sector.

Por su parte las ventas totales del dowstream aumentaron un 1.285 % en pesos, y un 157 % en dólares (pasaron de $/u$s 9,8 mil millones, a $ 135 mil millones o u$s 25 mil millones). Acrecentando por su parte la comercialización su participación, que pasó de un 52 % a un 57 %, con un aumento en sus ventas de 1.414 % en pesos, y del 181 % en dólares (pasaron de $/u$s 5,1 mil millones, a $ 78 mil millones, o u$s 14 mil millones. Y por su parte el refino aumento sus ventas en un 1.144 % en pesos, y un 131 % en dólares (pasaron de $/u$s 4,6 a $ 58 mil millones, o u$s 10,7 mil millones). Y además aumento sus exportaciones en u
n 146 %, las que pasaron de u$s 0,78 mil millones, a u$s 1,9 mil millones.

Empleadores y empleados

El análisis de los indicadores referidos al personal entre el 2001 y el 2013 es otra notable muestra de la bonanza en la que se desenvuelve el sector petrolero. En los grandes números ella se refleja en que en el 2013 tenía el 0,75 % de los empleadores, pero detentaba el 1,8 % de los empleados del país. Cuando en el 2001 eran el 1,12 % de los empleadores y detentaban el 1,5 % de los empleados.

O sea que su participación como empleadores decreció un 33 %, a la par que su participación en el empleo creció un 18 %. Habiendo aumentado solo un 2 % los empleadores (pasaron de 4.175 a 4.275) pero un 59 % los empleados (pasaron de 72.227 a 114.853). O sea que la casi la misma cantidad de empresas aumentaron sustancialmente sus empleados, en un marco de gran crecimiento de empleadores (pasaron de 371.950 a 571.064 en total, con un crecimiento del 54 %). Lo que vuelve a evidenciar la concentración con la que se desenvuelve el sector.

En cuanto al upstream específicamente, los empleadores crecieron un 71 % (pasaron de 221 a 378) mientras que los empleados crecieron un 174 % (pasaron de 18.942 a 51.985) lo que no se condice para nada con la notable caída en la producción que registra este subsector. Y la mayor incidencia de ese crecimiento la aportan las empresas de Servicios relacionadas con la extracción de petróleo, que crecieron un 90 % (pasaron de 157 a 298) y no la de Extracción de petróleo, que crecieron solo un 24 % (pasaron de 65 a 80). Habiendo registrado las primeras un crecimiento de empleados del 304 % (pasaron de 8.295 a 33.484) contra un crecimiento de las segundas de solo un 74 % (pasaron de 10.646 a 18.501) lo cual evidencia a las claras la notable tercerización de la actividad que se produjo ínterin.

Por su parte el downstream muestra por contrario un estancamiento, dado que los empleadores decrecieron un 1 % (pasaron de 3.953 a 3.897) mientras que los empleados crecieron un 18 % (pasaron de 53.285 a 62.868). La mayor incidencia en ese desarrollo lo aporta el subsector de la comercialización, donde los empleadores disminuyeron un 1 % (pasaron de 3.875 a 3.825) mientras que los empleados crecieron un 24 % (pasaron de 45.634 a 56.555). Por contrario en el subsector de la refinación disminuyeron los empleadores un 8 % (pasaron de 78 a 72) mientras que los empleados cayeron un 17 % (pasaron de 7.652 a 6.133).

Remuneraciones

La evolución de las remuneraciones del sector petrolero son otra notable muestra de la bonanza que atraviesa el sector, pese la notable caída en sus niveles de producción. La masa salarial para el total del sector registró entre el 2001 y el 2013 un aumento del 1.510 % en pesos y del 358 % en dólares (pasó de $/u$s 1,08 miles de millones a $ 28,5 miles de millones, o u$s 5,3 mil millones). Teniendo no obstante en el 2013 una participación de solo el 7,9 % sobre el total de ventas, que no obstante es sensiblemente superior al 5,9 % registrado en el 2001.

Pero es en el upstream donde se registran los mayores aumentos, pese la caída física de esa actividad, ya que allí masa salarial arroja un aumento de 3.750 % en pesos y 625 % en dólares (pasó de $/u$s 0,55 mil millones, a $ 21,4 mil millones, o u$s 4,0 mil millones). Repartiéndose esta última suma en u$s 1,6 millones para la Extracción, con un aumento del 320 %, y u$s 2,4 mil millones para los Servicios, con un aumento del 1.260 %. Lo que nuevamente habla a las claras del proceso de tercerización de la actividad, que registró en el 2013 un 59 % de la masa salarial tercerizada, cuando en el 2001 solo era del 31 %.

Por su parte en el downstream se registró un aumento del 1.220 % en pesos, y del 290 % en dólares (pasó de $/u$s 0,53 mil millones a $ 7 mil millones o u$s 1,3 mil millones) repartiéndose esta suma con u$s 0,3 mil millones para el refino, con un aumento de solo el 65 %, y 1,0 mil millones para la comercialización, con un aumento del 208 %. Lo que habla a las claras del estancamiento en la refinación de combustibles, que pasó de una participación del 38 % en el 2001 en la masa salarial de este subsector, a solo el 22 % en el 2013.

En cuanto las retribuciones promedio del sector, se pueden apreciar en el cuadro adjunto los notables aumentos que registraron desde el 2001, concentrados sobre todo en el upstream. Y también la enorme dispersión que tienen ellas, que pasan de un promedio mínimo de $ 8.000 y u$s 1.500 en el sector de Comercialización, semejante al del promedio del país, hasta un nivel de $ 39.000 o u$s 7.260 en la Extracción. Donde además se registran los mayores aumentos desde el 2001, que casi llegan a duplicar el promedio del país, mostrando esto la enorme bonanza de ese sector, adonde se ha traspasado la renta del petróleo.

Párrafo aparte merecen los aportes a cargo del empleado, y sobre todo las contribuciones a cargo del empleador. Los primeros aumentaron en el total del sector un 1.760 % en pesos, y un 250 % en dólares (pasaron de $/u$s 0,143 mil millones, a $ 2,7 mil millones, o u$s 5 mil millones). Pero los correspondientes al upstream aumentaron un 2.360 % en pesos y un 360 % en dólares (pasaron de $/u$s 73 millones a $ 1,8 mil millones o u$s 336 millones).

Pero a estos números lo superan largamente las contribuciones, que evidencian la generosidad de los petroleros en relación a la fuerza sindical, con el claro objeto de cooptarla a su favor. Lo cual se manifiesta en la ausencia de toda crítica y el apoyo explicito dado a la patronal, en cuestiones estratégicas para el sector, como el contrato con Chevron y la actual ley de hidrocarburos.

Ellas aumentaron en el total del sector un 2.610 % en pesos y un 400 % en dólares (pasaron de $/u$s 158 millones, a $ 4,3 mil millones o u$s 800 millones). Pero las correspondientes al upstream aumentaron un 3.890 % en pesos y un 640 % en dólares (pasaron de 79 millones a 3,2 mil millones, o u$s 585 millones).

En términos per cápita en el total del sector aumentaron un 1.600 % en pesos, y un 217 % en dólares (pasaron de $/u$s 2.196 a $ 37.509, o u$s 6.965). Por su parte las correspondientes al upstream aumentaron un 1.490 % en pesos, y un 180 % en dólares (pasaron de $/u$s 4.103 a $ 63.898, o u$s 11.865).


Las sospechas que arroja el IVA

No obstante el notable aumento en el precio registrado entre el 2001 y 2013 de los productos que surgen de las extrañas de la tierra, reseñados previamente, en el cotejo de la posición de IVA del sector petrolero entre ambos años, surge una notable y sospechosa regularidad. Como si esos productos minerales hubiesen surgido de las entrañas de la tierra con un crédito del IVA bajo el brazo, para neutralizar el debito del IVA que deparaba el gratuito mayor valor agregado a esos productos por efecto del precio.

En concreto el Debito fiscal del total del sector petrolero se incremento entre el 2001 y 2013 14,34 veces en pesos (pasó de $ 5,4 mil millones a 77,4 mil millones). Pero contra lo que era de esperar, el Crédito por el mayor valor agregado de lo extraído aumento aún mas, 14,56 veces (pasó de $ 4,76 mil millones a 69,3 mil millones). Por lo que la relación Débito/Crédito apenas varió de 1,13 en el 2001, a 1,12 en el 2013, e incluso descendiendo en vez de aumentar como era de esperar. Cabiendo apuntar al respecto que en el total de la economía, esa relación se mantuvo estable en 1,23 veces en ambos años, o sea bastante más arriba que la del sector petrolero.

En cuanto al upstream la estabilidad fue aún más notable, contra lo que cabía esperar, ya que el Débito aumento 21,48 veces (pasó de 2 mil millones a 42,8 mil millones). Mientras que el Crédito aumento 21,35 veces (pasó de $ 1,65 mil millones a $ 35,3 mil millones) conservándose en consecuencia con una mínina variación una relación Débito/Crédito de 1,21, parecida al de la economía en general.

Esto es consecuencia de que por un lado al revés de lo esperado, en la Extracción hubo mas aumento de Crédito que Débito, ya que el primero aumento 20,92 veces (pasó de $ 1,5 mil millones a 31,5 mil millones). Mientras que el Débito aumento solo 19,76 veces (paso de $ 1,8 mil millones a 35,3 millones) por lo cual la relación Débito/Crédito bajó notablemente de 1,19 a 1,12, en forma absolutamente contraria a lo que era de esperar.

Por su parte los servicios para la extracción lo hicieron a la inversa. El Débito fiscal aumento 36,36 veces (pasó de $ 0,207 mil millones a $ 7,5 mil millones). Mientras que el Crédito solo lo hizo 25,7 veces (paso de $ 0,148 MM a $ 3,8 MM). O sea que paso de una relación Débito/Crédito de 1,4 a 1,98, acorde con lo que supuestamente debería haber sucedido con la extracción, pero en un volumen mucho mayor.

Estos indicadores están señalando por donde se escurriría la renta petrolera sin su debida tributación. Que no sería otra cosa que mediante facturaciones apócrifas, sin que haya existido la correspondiente prestación. Que en la práctica permiten pagar como máximo a través del IVA, una tasa de ganancia subrepticia del 17,35 % (1/1,21-1), que es la mitad de la tasa de ganancia general del 35 %. Y menos de la tercera parte de la tasa especial del 55 % establecida en la ley de hidrocarburos vigente, pero que no se encuentra vigente.
Por su parte en el downstream también los Créditos aumentaron más que los Débitos. Los primeros lo hicieron 14,99 veces (pasaron de 1,55 mil millones a 23,3 mil millones) mientras que los Débitos lo hicieron 14,5 veces (pasaron de 1,7 mil millones a 24,7 mil millones. Por lo que la relación Débito/Crédito pasó 1,10 en el 2001 a 1,06 en el 2013, con un estrechamiento del margen de utilidad. Cifra que corresponde esencialmente al Refino, que pasó de una relación de 1,01 a 0,93 superando los Créditos a los Débitos, mientras que la Comercialización bajo levemente de 1,19 a 1,18.

La masiva evasión petrolera del impuesto a las ganancias

Las sospechas que arroja la evolución del IVA, se confirma plenamente al analizar las ganancias y los costos del sector petrolero, que en los Anuarios Estadísticos de la AFIP del 2001 y 2013 corresponden al ejercicio fiscal del 2000 y 2012 respectivamente. Por un lado, tal como se puede apreciar en el siguiente cuadro, las ganancias declaradas difieren sustancialmente entre las personas físicas y sociedades. Y además mientras las primeras aumentan sustancialmente entre el 2000 y 2012, las segundas se reducen sustancialmente en el mismo periodo.

Tanto en el cuadro y gráfico adjunto se puede ver que en el 2000 las Personas físicas declararon ganancias del 2,3 %, 11,4 %, 5,8 %, 13,1 %, y 2,1 % sobre ventas, en relación al Total petróleo, Extracción, Servicios, Refino, y Comercialización respectivamente. Frente a una ganancia del 6,5 % y del 4,5 %, respecto el Total de actividades y Explotación de minas y canteras.

Y en el año 2012 acorde al sustancial aumento de la materia prima, esas ganancias suben sustancialmente , y pasan respectivamente a ser 17,6 %, 21,7 %, 17,9 %, 24,1 %, y 16,7 %, habiéndose multiplicado en promedio 7,74 veces la ganancia del sector. Frente una ganancia del 13,7 y 17,3 % en el Total de Actividades y Explotación de minas y canteras, que también subieron entre 2 y casi 5 veces.


No obstante en las Sociedades, que concentra el 90 % de la actividad, se registró extrañamente todo lo contrario. Ya que en el año 2000 las ganancias fueron del 7,3 %, 13,3 %, 2,9 %, 0,2 %, y 0,7 % sobre ventas en el Total petróleo, Extracción, Servicios, Refino, y Comercialización respectivamente. Frente a una ganancia del 2,1 % y del 11,4 %, en el Total de actividades y Explotación de minas y canteras, respectivamente.

Pero en el año 2012 en forma inversa al sustancial aumento de la materia prima, ellas se reducen sustancialmente, y pasan respectivamente a ser 3,3 %, 4,7 %, 2,8 %, y 1,1 %, y 1,6 %, habiéndose disminuido un 54 % la ganancia promedio del sector. Pese que curiosamente aumentaron las ganancias del dowstrean 3,44 veces, pero a la par que inexplicablemente las del upstream disminuyeron un 64 %.

Esto se dio frente una ganancia del 3,0 % y 5,4 % en el Total de Actividades y Explotación de minas y canteras, registrándose en consecuencia un aumento del 51 % en la primera, y una caída del 53 % en la segunda, por la incidencia del sector petrolero. Indicando claramente esto que hay algo podrido, no en Dinamarca, sino en la tributación de la actividad hidrocarburífera argentina, y también en la minera, que pese a los sustanciales aumentos de las materias primas que se han registrado, han visto caer inexplicablemente sus ganancias.

Esto se ve visualizado elocuentemente en el gráfico adjunto, en donde las declaraciones de ganancias de las Personas físicas en la actividad petrolera, que crecen sustancialmente entre el 2000 y 2012, se convierten en testigos de la enorme evasión impositiva sistematizada por las Sociedades dedicadas a las actividades petroleras y mineras, que a la inversa decrecen sustancialmente entre esos años. Asimetría producida seguramente por los riesgos penales que afrontan las personas físicas por los delitos de evasión, que pueden ser diluidos o dispersados en las sociedades anónimas, sin tanto riesgo personal.

La clave de la evasión petrolera: Otros gastos vinculados al costo

El agujero por donde el sector petrolero evade las ganancias, parece estar directamente relacionado con el rubro Otros Gastos vinculados al costo. Respecto el cual lamentablemente la AFIP no informa en su Anuario Estadístico del 2001, ya que lo hace recién desde el 2008, por lo que no se puede repetir la metodología comparativa concretada hasta ahora.

No obstante en el siguiente grafico se visualiza la tremenda importancia que adquiere ese rubro estrictamente hablando, en relación a las ventas en el caso del upstream. Ya que en la extracción del petróleo ellos trepan nada menos que al 47 % de las ventas, cuando en el Total de Actividades solo llega al 13 %, y en la Extracción de minerales no metáliferos solo es del 15 %.

Siendo por lo tanto el subsector petrolero, y específicamente el Upstream el que levanta la proporción al 40 % en el sector de Explotación de minas y canteras. Y al 29 % en el Total petróleo, como promedio con el Dowstream, que solo registra un 1 % de Otros gastos vinculados al costo, contra el 44 % promedio que ostenta el Upstream.

A su vez en el cuadro subsiguiente se ha estimado el posible monto de evasión en juego por parte del sector petrolero en el año 2012, en base a ponderar que los Otros gastos vinculados al costo del Upstream, tienen una incidencia real del 15 % sobre ventas, igual que el correspondiente a la Extracción de minerales metalíferos no ferrosos (megamineras del cobre, oro, y plata, etc). Cálculándose de esa manera por diferencia con los montos declarados, y una alícuota del 35 %, el monto del impuesto a las Ganancias evadido.

Del mismo surge que existiría en el Upstream un impuesto a la Ganancia evadido del orden de los u$s 3,5 mil millones, habiéndose declaro efectivamente solo u$s 1,5 mil millones. Lo que representa un monto total de ganancias de u$s 5 mil millones, con una tasa de evasión del 70 %, y una rentabilidad real sobre ventas por parte del Upstream del 15 %.

El cual resulta superior al 12,5 % declarado por el Upstream en el año 2000, pero inferior al 19 % declarado por las Personas físicas para ese mismo subsector en este mismo año 2012. Que incluso en la Extracción se eleva al 21,7 %, y se ve promediado hacia abajo por los Servicios, que detenta una tasa de ganancia del 17,9 %. Y en base a estos parámetros el impuesto a la ganancia total podría elevarse a u$s 7,1 mil millones, llegando la evasión en este a un 79 % del mismo.

Dicha cifra equivale a nada menos que 2,7 veces el monto destinado a la Asignación Universal por Hijo (AUH) en el año 2012. Y además, si en vez de aplicar la alícuota general de ganancias del 35 %, se aplicara la tasa especial del 55 % prevista en la ley de hidrocarburos (art 56) el monto de ganancias en cuestión treparía a los u$s 11,2 mil millones, equivalentes a 4,2 AUH.

Ciñéndose a las cifras arrojadas por el cuadro, en el mejor de los casos una ínfima parte del monto de evadido del impuesto a las ganancias de u$s 3,5 mil millones, equivalente a 1,3 veces la AUH, podría haber vuelto como IVA, con una tasa efectiva de tributación sobre los montos evadidos del 17,4 %, conforme la incidencia de la tasa del IVA del 21 %. Lo que equivale a u$s 0,6 mil millones, quedando de tal manera un monto de evasión neto de u$s 2,9 mil millones, equivalente a poco mas de una AUH de ese año.

Pero si se considera la referida tasa especial prevista en la ley de Onganía y Krieger Vasena, que hoy no se aplica, el monto total del impuesto treparía a u$s 7,8 mil millones equivalentes a tres AUH. El que restándole los ingresos tributarios canalizados a través del IVA y el impuesto a las ganancias declarados por los petroleros, se reduciría a u$s 5,7 mil millones, equivalentes a 2,2 AUH.

En concreto, en términos socioeconómicos, la evasión y elusión en ganancias por parte de los petroleros por fraude contable, y no aplicación de la alícuota especial prevista en la ley de hidrocarburos, supone un monto que equivale anualmente a entre dos y cuatro AUH, que actualmente beneficia a 3,5 millones de niños, y 1,8 millones de adultos en situación de carestía extrema.

Muy otra sería la situación de estos, y de todos los argentinos en términos de seguridad y paz social, si esos dineros se recaudaran efectivamente, y se redistribuyeran en los más necesitados de la sociedad, y/o se destinaran a sustentar fuentes de empleo dignos que eleven su nivel social el bienestar general.

Párrafo aparte merece la labor de la AFIP y su supuesto sistema de control por parámetros de la actividad, que parece estar enteramente desenervado en relación al rumboso y muy próspero sector petrolero, ya que como dice el cancionero, “Poderoso caballero es Don don don Dinero”. Pero que celosamente pesca en una pecera, recaudando el impuesto a las ganancias que cae actualmente sobre los empleados en blanco de medianos ingresos. Como consecuencia de la actualización de las escalas y alícuotas.

El quid de la cuestión, cuanto le queda al pueblo de la renta petrolera

Conforme lo expuesto, la imagen de la portada donde un buitre hace retroceder al ministro Axel Kicillof, que pierde hasta su calzado en el retroceso, para quedarse con la bolsa, es lamentablemente una vívida metáfora de la actual situación. En la que conforme la imagen vecina, los antes orgullosos pingüinos parecen haber quedado atrapados y empetrolados.

En septiembre pasado el precio de paridad del combustible importado puesto en el sur de Sudamerica, era de u$s 0,795 el litro de nafta súper, y de 0,792 el del Gas Oil intermedio.

Mientas que en las estaciones de servicio el precio sin impuesto de esos especímenes en la Capital Federal, según datos de la Secretaría de Energía, era de $ 6,692 y $ 6,728. O sea u$s 0,7966 y u$s 0,8009 respectivamente. Por lo cual evidentemente el precio de los derivados de petróleo interno, sigue fielmente el nivel internacional.

Esos mismas especímenes tenían a su vez un precio de venta al público, que incluye márgenes del expendedor, ITC (Impuesto a la Transferencia Combustibles), Ingresos Brutos, IVA, etc, de $ 11,45 para la nafta súper, y $ 10,4 para el Gasoil intermedio. O sea un recargo del 71 % y 55 % respectivamente, a cargo de los sufridos bolsillos argentinos.

Por lo tanto actualmente ni el ITC, que en el 2013 recaudó $ 31 mil millones, ni el IVA son parte de la renta petrolera, sino que son tributos adicionales sobre esta, a cargo del consumidor final. Y de esa manera la renta petrolera se reduciría en esencia a las regalías petroleras, el impuesto a las ganancias, y los derechos de exportación (retenciones).

En circunstancias en que el petróleo aumento diez veces su valor, entre el nivel mínimo registrado en la década de los 90, y los máximos de la década actual. Hasta llegar a un pico de u$s 125 el barril del WTI, manteniéndose hasta ahora con oscilaciones, en un nivel de u$s 100 el barril, frente a costos de producción históricos que rondaban entre u$s 6 y u$s 10 el barril. O sea que claramente en el mundo del petróleo, al menos en el convencional, lo que realmente importa no son los costos, sino la renta.

No obstante en el año 2012, además del impuesto a las ganancias de u$s 1.738 millones declarados por el sector, este pagó otros u$s 2.119 millones en concepto de regalías hidrocarburíferas a las provincias. Al que se puede agregar un monto de u$s 530 millones, en concepto de ingresos brutos, tomando una alícuota del 3 % generalizada para todas las provincias.

Respecto a los derechos de exportación, por un lado no se consigue información desagregada de ellos en la web, y por el otro lado la consulta efectuada al mecon, es como recorrer un laberinto de derivaciones, en donde ni siquiera funciona la dirección de contacto de la Subsecretaría de Ingresos Públicos. Pero a su vez esa recaudación, como se verá seguidamente, ha sido malversada a los efectos de subsidiar a la misma actividad petrolera, mediante la emisión de Certificados de Crédito Fiscal que podían ser aplicados al pago de esos derechos.

De tal manera la renta petrolera recolectada en el año 2012, treparía a un monto de u$s 4.387 millones, contra ventas por u$s 52.166 millones, representando solo un módico 8,4 % de ellas. Por debajo incluso del mezquino 12 % fijado para las regalías por la ley de Onganía y Krieger Vasena, que se ha visto ratificado con la modificación que se pretende aprobar. Siendo este un monto enteramente inicuo para compensar la extracción y uso de una riqueza no renovable, que de esa manera solo será aprovechada por algunas generaciones, sin dejar nada para las futuras.

La notable dicotomía entre las retenciones agrícolas y petroleras
Se señaló previamente la total carencia de contexto histórico del actual proyecto de ley. Y otra notable carencia de contexto, es la dicotomía en que incurre el gobierno en cuanto a los derechos de exportación, o retenciones agrícolas y petroleras. Las que supuestamente, según sus tonantes discursos durante el conflicto con el campo en el 2008, eran indispensables para poder captar las “rentas extraordinarias”, y nivelar los precios internos con los externos.


Pero en el curso del tiempo, el gobierno se empeñó en mantener las retenciones agrícolas, a la par que, primero indirectamente y luego directamente, se encargó de ir rebajando las retenciones petroleras, hasta hacerlas actualmente nulas o insignificantes. Pese a que las primeras provienen de los frutos del suelo privado. Mientras que las segundas provienen de los recursos del subsuelo que pertenece al estado, y que además no son renovables. Y por ende es la renta que a toda costa debería tratar de capturar, por una cuestión de justicia actual e intergeneracional.

La dicotomía alcanza hasta a la fórmula de cálculo de unas y otras, ya que las retenciones agrícolas se calculan agravadamente, en forma distinta a lo preceptuado para todas las exportaciones en el Código Aduanero, incluyendo el petróleo. Dado que las alícuotas de las agrícolas, impactan directamente en el precio bruto de venta, mientras que en las restantes se considera que en el precio ya está incluida la retención, y en consecuencia la alícuota impacta en el precio neto de retenciones.

Lo cual da un resultado enteramente distinto, dado que una retención del 35 % sobre un valor 100 en el sector agrícola, arroja un precio final de 65. Mientras que la misma alícuota en las restantes exportaciones sobre un valor 100, da un precio final de 74. O sea que solo sería del 26 %, conforme la metodología empleada en el cálculo de las agrícolas.

En el 2007, con motivo del pico que alcanzó el precio del petróleo, el gobierno inauguró las retenciones semi móviles, poniendo un precio de corte a las exportaciones de petróleo de u$s 42 el barril, quedándose el estado con todo lo que superara esa cifra si el precio del petróleo superaba el precio de referencia de u$s 60,9 el barril (resolución ME 394/2007).

Establecía además una alícuota del 45 %, si el precio de referencia estaba por debajo de ese nivel, lo cual equivalía a una retención del 31 % según el cálculo de las agrícolas. Con un petróleo internacional a u$s 85, esas retenciones semi móviles representaban una alícuota del 102 %, que los petroleros refregaban a los productores agrícolas. Pero que calculada con la metodología de las agrícolas era solo del 50,5 %.

Seguidamente en el 2008 pretendió aplicar las retenciones móviles a los productos agrícolas, y en especial la soja, con la famosa resolución 125. Lo que hizo estallar una rebelión fiscal lindante con una civil, ante la que el gobierno se empeñó en no retroceder, hasta que finalmente el Congreso falló en su contra.

Pero a fines de ese mismo año el gobierno comenzó con el desfalco de las retenciones del petróleo, con el plan Petróleo Plus y Gas Plus, destinados a fomentar la exploración y explotación de hidrocarburos. Por el cual sus beneficiados recibían Certificados de Crédito Fiscal que podían aplicar al pago de las retenciones (Decreto 2014/08 y Resolución ME 1312/08). Llegando incluso el gobierno al extremo de permitir que no se pagaran efectivamente ellas, con la promesa de una entrega futura de esos Certificados.

Luego a mediados de 2012, tras la privatización de YPF, la secretaría de Energía con una resolución escrita para el grupo Bulgheroni - Pan American - Bridas, dispuso otorgar una compensación retroactiva de u$s 28 el barril para determinados grandes productores y exportadores de petróleo (Resolución 438/2012). Con lo cual el precio de corte se elevó en la práctica a u$s 70 el barril, o sea similar al precio de referencia establecido en el 2007. Con lo cual la retención, al menos para algunas megapetroleras, con un petróleo a u$s 85 el barril, bajó al 21 %. O al 17,6 % si se la calcula conforme las agrícolas.

Pero a fines de ese año tras quedar firme el fallo del juez Griesa, y tras nuevos conciliábulos con los Bulgheroni dueños de Bridas – Pan American, el gobierno derogó esta última medida. Y estableció directamente un nuevo valor de corte de u$s 70, y un valor de referencia de u$s 80 (Resolución 1/2013 ME). O sea que con un petróleo a u$s 85 el barril, generalizó para todos la alícuota de 21 % establecida para determinados amigos del poder. O de un 17,6 % si se la calcula según las agrícolas.


No obstante el gobierno mantuvo declamativamente para la tribuna la alícuota fija del 45 %, si el petróleo supuestamente bajaba de los u$s 80 de referencia, contando con la seguridad de que esto no pasaría, ya su precio rondaba alrededor de u$s 100 el barril. Engaño que se trasunta por los mismos considerandos de la resolución, en el que se sostiene que la resolución se dicta para garantizar “un nivel de rentabilidad similar entre el petróleo de exportación y el destinado al mercado interno”.

Con lo cual el gobierno abjuró enteramente a su discurso referido a las retenciones, referido a un bien de propiedad pública, aunque no lo hizo con las retenciones agrícolas, que son bienes de propiedad privada. Pero lo que se esperaba que no sucediera sucedió, dado que con motivo de la crisis de Ucrania con Rusia, con el chavismo en Venezuela, y las andanzas con Irán, el petróleo se mandó o lo mandaron por debajo del precio de referencia de u$s 80 el barril.

Y así a la par que el Senado sancionó el proyecto de ley petrolera, el gobierno como si se tratara de una nueva ofrenda de paz y amor a los petroleros, se vio obligado a sincerar la situación. Reduciendo la alícuota virtual del 45 % que no pensaba a aplicar, a un 13 % si el precio de referencia baja de u$s 80 el barril, manteniendo así un precio de corte de u$s 70. A un 11,5 %, si baja de u$s 75 el barril. Y a un 10 %, si baja de u$s 70 el barril (Resolución ME 803/2014).


Las cuales en término de retenciones agrícolas representa unas insignificantes alícuotas del 11,5 %, 10,3 %, y 9,1 %, respectivamente, que si se concediera a los productores agrícolas, estos saltarían en una pata de contentos. Pero además hay otro aspecto que revela la iniquidad de ese doble rasero tributario. Que es la baja relativa de los productos en cuestión, ya que en dos años la soja se precipitó casi a la mitad de su valor (pasó de u$s 645 a 335 la tonelada, menos 48 %). Precio que incluso en base a las retenciones móviles de la resolución 125, la alícuota que debería tributar hoy no sería del 35 %, sino del 31 %. Y paralelamente el precio del petróleo WTI solo se redujo un 25 % (pasó de u$s 108 a u$s 81).

Con lo cual los pingüinos empetrolados cumplen con el dicho de Perón, “para los amigos todo, para los enemigos ni justicia”. Pero la conducta del gobierno tiene un atenuante objetivo. Puede renunciar supuestamente a los ingresos de las retenciones sobre el petróleo, porque ya no los tenía, al haber sido malversados con los Certificados de Crédito Fiscal. Pese al mandato del Congreso en la ley de Emergencia del 2002, que continua vigente, de que debían ir a reforzar la situación financiera y pago de deuda. Pero no puede renunciar a las retenciones de la soja, por su enormemente delicada situación financiera y fiscal.

El desequilibrio de los cuatro poderes

Para algunos interpretes de John Locke, como el profesor de filosofía Felipe Gimenez, este esbozo una división de poderes, no de tres, sino de cuatro poderes. Siendo para Locke el poder supremo el Legislativo. Ya que lo esencial es el hacer leyes; y las leyes no pueden ocasionar perjuicio. "El poder de la sociedad o el poder legislativo, no podrá nunca extenderse más allá de lo necesario para el bien común". Es el más importante, pues tiene que hacer leyes a las que todos estarán sometidos. Es el poder supremo del Estado, algo sagrado e inalterable.


Deberá legislar igual para todos y tendrá por origen, la necesidad de conservar la libertad y la propiedad de los miembros de la comunidad. Como dignidad, el poder supremo del Estado. Como exigencias, legislar igual para todos, sin exención de miembro alguno de la comunidad. Buscar el bien común en el respeto al derecho de todos a la vida y a la propiedad.

A su vez las prerrogativas del Ejecutivo están limitadas en forma precisa por Locke. Es un "poder confiado al Príncipe para que provea al bien público en los casos que dependen de circunstancias imprevistas e indeterminadas y que no se pueden, por este hecho, reglar, en forma segura, por leyes fijas e inmutables."El poder Ejecutivo y el poder Legislativo no deben estar reunidos en las mismas manos, pero el poder legislativo es superior al ejecutivo. Es "el alma que da vida, forma y unidad al Estado."

Por ende el Poder Legislativo no puede transferir la facultad de promulgar leyes, pues el pueblo le ha otorgado al Legislativo el poder de hacer leyes. Las leyes exigen una ejecución y una observancia perpetua. Es necesario que haya otro poder que de ello se ocupe. Es el Poder Ejecutivo subordinado al Legislativo. Y el poder Ejecutivo debe dar cuenta de sus decisiones al Legislativo.

Es así incluso donde el poder legislativo no es permanente, y sí lo es la persona que encabeza el ejecutivo, puesto que si ésta viola la ley no tiene ningún derecho a ser obedecida. Esa persona es solamente el símbolo, la imagen o representante del Estado, que actúa por voluntad de la sociedad, tal como declaran las leyes, y no tiene otra voluntad ni otro poder que los de la ley. De esa forma quedó definida la monarquía constitucional: lo contrario no es sino tiranía y usurpación de poder. Que sucede también cuando los legisladores no legislan, sino convalidan como escribanos lo que dicta el Ejecutivo.

O sea exactamente lo que sucede en la democracia Argentina, en donde el Legislativo se ha subordinado al Príncipe o Princesa de ocasión. Y más aún actualmente, con una mínima mayoría o primera minoría, que sanciona leyes exprés, sin el menor análisis ni discusión con el pueblo o fuerzas vivas. Para satisfacer los caprichos del Príncipe o la Princesa, o demostrar a terceros la autoridad que sobre ellos goza el Príncipe o la Princesa. Invirtiendo así el predicado de Locke, "mientras el gobierno subsiste, el poder supremo es el Legislativo, porque quien puede imponer leyes a otro ha de ser, por fuerza, superior".

Locke distingue un tercer poder que lo llama federativo, encargado de representar a la comunidad frente a las demás, y ante los individuos ajenos a ella, y que es el competente para decidir las alianzas, la guerra y la paz, y las transacciones internacionales. Es un poder moral que actúa principalmente en situaciones de crisis y emergencias, y tendría facultades de intervención en los otros poderes cuando esto sucede.

Papel que en Argentina cumplieron en un tiempo las fuerzas militares, y que hoy en cierta medida lo cumple el cuarto poder de la prensa. Con su capacidad de crear estados de opinión o conmoción pública, o de efectuar linchamientos mediáticos de funcionarios o gobernantes.

Pese a que Locke no lo nombró directamente, apareció luego la necesidad de contar con el Poder Judicial, quedando redondeados así los cuatros poderes. Los que en Argentina hace tiempo que han defeccionado, todos ellos. Ya que nunca la Justicia actúa contra el Príncipe o la Princesa gobernante, al menos hasta que abandone el poder, y menos aún contra los poderes económicos locales o extranjeros. Y por contrario hoy se predica la necesidad de una justicia militante, digitada a través del control del Consejo de la Magistratura. O como se trata de implementar ahora en la Nación, y ya sucede en provincias como Córdoba, a través de la manipulación de sus fiscales.

Por su parte la prensa está aparentemente dividida entre ultra opositores y ultra oficialistas, practicando ambas un periodismo militante, a las órdenes de editores dictadores. Que cumplen fielmente el mandato de los propietarios y mecenas, y los intereses que medran en torno de estos. Y que no obstante comparten zonas obscuras, de las que ambos no hablan con franqueza ni profundidad, como son las cuestiones financieras y petroleras, razón por la que ambas han sido invisibilizadas para el pueblo.

En este proceso de degradación y abyecciones, el que ha llegado más abajo es el Poder Legislativo, que ha aceptado una inversión absoluta de los roles pensados por Locke, al punto de ser sólo un instrumento para que el Poder Ejecutivo ejerza el Poder Legislativo, a través de múltiples e interpósitas personas. Cualquiera que sean las intenciones del Príncipe o la Princesa, o la situación de chantaje o extorsión a la que está pueda estar sometida. Sin poner así en la práctica, obstáculo o muro alguno a las pretensiones de chantajistas o extorsionadores. Y donde los tonantes discursos de la Princesa referidos a la inclusión social, son directamente proporcionales a la entrega de los recursos que permitirían lograrla.

 Fuente: http://www.argenpress.info/2014/10/ley-hidrocarburos-evasion-de-impuestos.html




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