Juicio y castigo
25 de septiembre de 2015
Mu, el periódico de
lavaca
La gente contra el Estado Nacional,
Monsanto y las corporaciones agrotóxicas.
La justicia admitió una demanda colectiva contra los
responsables del modelo agrotóxico. Se trata de un proceso inédito que demanda
justicia para toda la sociedad argentina que padece los efectos de la
contaminación sin control, además problemas sociales, económicos, culturales y
territoriales. ¿Será justicia?
“Iniciamos proceso colectivo urgente, autónomo y
definitivo por daño ambiental, daño moral y punitivo”. Así comienzan las 101
páginas de una demanda inédita para la historia judicial argentina. Un grupo de
víctimas y familiares de víctimas de los efectos de la aplicación de
agrotóxicos inició un juicio contra el Estado Nacional y once corporaciones
productoras de transgénicos, que se está ampliando al sumar demandantes con el
correr de las semanas.
El proceso colectivo en la causa caratulada “Giménez
Alicia Fany y otros” fue declarado admisible el 17 de junio por la titular del
Juzgado Nacional nº 3 en lo Contencioso Administrativo Federal, Claudia
Rodríguez Vidal, quien lo había recibido de la Corte Suprema de
Justicia.
La demanda no busca el beneficio particular de las
personas que la iniciaron, sino que el daño es considerado “común a todos los
habitantes del territorio argentino”. Daniel Sallaberry, uno de los abogados
que promueve la causa, explica a Mu: “En términos jurídicos esto se llama una
acción de clase, que habilita a juicios masivos. La clase, en este caso, es
toda la comunidad. La
resolución reconoce entonces a los demandantes idoneidad y representación para
actuar en nombre de la totalidad de la población argentina como afectados por
las fumigaciones, pero también en su carácter de consumidores de alimentos
transgénicos, por ejemplo, entre otros derechos humanos básicos que resultan
afectados por este modelo”.
Los demandados:
·
El Estado Nacional (Poder Ejecutivo
y Poder Legislativo).
Provincias de Buenos Aires, Santiago del Estero, Entre Ríos y el COFEMA. (Consejo Federal del Medio Ambiente).
Provincias de Buenos Aires, Santiago del Estero, Entre Ríos y el COFEMA. (Consejo Federal del Medio Ambiente).
·
Todas las empresas biotecnológicas,
semilleras y compañías químicas productoras y comercializadoras de OGM
(Organismos Genéticamente Modificados), según una lista que abarca a once
corporaciones instaladas en el país: Monsanto Argentina, Dow AgroSciences,
Nidera, Ciba Geigy, Novartis Agrosem, Agrevo, Syngenta Seeds, Syngenta Agro,
Pioneer Argentina y Bayer.
·
Y todos los que sean considerados
“responsables por acción u omisión, conforme resulte la prueba por producir”.
Quiénes
demandan
Los demandantes son Alicia Fany Giménez (su hija Julieta
Sandoval falleció a los 7 meses de edad, en 2010, en Santiago del Estero
“producto de sus múltiples malformaciones a causa de los agroquímicos”);
Viviana Gauna (su hija Selena de seis meses recibió diagnóstico presuntivo de
epilepsia, anemia hipocrónica y pelvis renal derecha bífida según la historia
clínica del Hospital Garrahan); José Milesi y Silvina Picchioni (su hijo menor Juan
Estanislao sufrió “leucemia linfoblástica aguda luego de ser bañado por la
fumigación de una avioneta en Mercedes, provincia de Buenos Aires, cuando tenía
2 años”); Fabián Tomasi (aplicador de agrotóxicos con múltiples secuelas en su
físico y su salud), Roberto Oscar Lescano y Julia Villarreal.
“Los daños individuales de los que son víctimas se
tramitan en otras causas” explica el abogado Santiago Kaplun: “Pero en este
juicio ellos están representando a toda la ciudadanía, y todo el que se
considere con interés legítimo para sumarse a la demanda puede hacerlo. Todos
los demandantes integran lo que se llama un frente activo, que lo que busca es
un beneficio para toda la comunidad”.
¿Quiénes se puede sumar a ese frente activo?
“Fundamentalmente organizaciones o instituciones. Sería inmanejable si fuesen
personas individualmente, a las que además se considera representadas por el
grupo demandante. Pero pueden agregarse al frente activo oenegés, asociaciones
civiles, comunidades originarias, grupos de defensa del consumidor, gremios, y
toda organización que se considere afectada por esta situación”.
Además de Sallabery y Kaplun integran el grupo de
abogados Jorge Mosset Iturraspe, Graciela Vizcay Gómez, Horacio Belosi y Miguel
Araya quienes plantean en la presentación que “tanto el Estado como las
empresas demandadas, conocedoras de la realidad y del imperio de la relación
costo-beneficio, idearon un sistema perverso que posibilitó externalizar el
costo de la degradación y contaminación ambiental”, combinando la ineficiencia
de los controles públicos, la conveniencia fiscal, y la falta de información
pública y de recursos “que por lo general aqueja a los afectados (víctimas y
consumidores) para acudir a la Justicia para hacer valer sus derechos”.
Las
condenas
La demanda busca condenar al Ejecutivo Nacional, en
particular a la
Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria,
CONABIA, y al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, SENASA,
por incumplimiento del deber de control, y al grupo de empresas multinacionales
por su acción contaminante.
¿Qué busca la demanda?
·
Que se ordene al PEN suspender
provisionalmente la liberación incontrolada a campo abierto de OGM, y la
comercialización de la soja RR 2PRO
(Monsanto) y la Liberty (Bayer, Syngenta, Agro, Pioneer y Dow) por cuyas
patentes se pretende cobrar regalías a los productores agropecuarios, “en
franca violación a la Ley de Semillas vigente”.
·
Que se suspenda la resolución
167/96 que autorizó la introducción de los transgénicos en el país y todas las
posteriores “que impliquen autorizaciones de eventos transgénicos (OGM) en
vegetales y animales”.
·
Como medida precautoria, que se
suspendan provisionalmente las autorizaciones de eventos transgénicos hasta
tanto exista una determinación científica sobre la inocuidad de los OGM y los
paquetes químicos agrícolas y ganaderos.
·
Que se disponga el etiquetado
obligatorio “perfectamente visible y destacable al ojo humano” de los productos
que contengan derivados de OGM o transgénicos.
·
Otra medida precautoria: que se
suspenda en todo el país la aplicación de los agrotóxicos utilizados para el
cultivo de transgénicos hasta tanto se determine científicamente la inocuidad
de los mismos para el ambiente, los ecosistemas, la biodiversidad y la salud de
los seres vivos, el patrimonio cultural y la sostenibilidad de dicho modelo de
producción, “en mira a las generaciones futuras”.
·
Que se exhorte al Poder Legislativo
a dictar una leyes de Bioseguridad y de Presupuestos Mínimos “para el uso y
manejo sostenible del recurso suelo”. La elaboración de esas leyes debe incluir
a especialistas (biólogos, médicos, genetistas) junto a expertos en medio
ambiente, ecólogos, científicos sociales, juristas, representantes de actores
sociales, organizaciones involucradas en esta temática, y especialistas en
ética aplicada.
Sallaberry: “El objeto procesal no es solamente el tema
de las fumigaciones, la contaminación y la salud, sino cómo se afecta todo el
medio ambiente, los ecosisistemas, la pérdida de biodiversidad, el
desplazamiento de la población rural a los centros urbanos y el vaciamiento de
los campos, el daño al patrimonio cultural cuando las comunidades pierden el
modo de vida, y el tema alimentario que, si no me quedo corto, abarca al 90% de
lo que comemos”.
¿Y las
empresas?
Los demandantes piden que se condene a las once
multinacionales biotecnológicas, semilleras y químicas, productoras y
comercializadora de OGM.
1. A la recomposición “de la totalidad de hectáreas sembradas con
OGM” (…) mediante la contratación de personas o instituciones especializadas
para que diseñen y pongan en marcha un plan de recuperación y regeneración”.
2. En los casos en que no sea posible la recomposición de bienes
dañados (suelo, agua, fauna, flora), se las obliga a contribuir monetariamente
a un fondo de compensación ambiental o fideicomiso, que se podrá calcular de
acuerdo a los sistemas de monetarización internacionales del daño ambiental
para compensar las pérdidas por un período mínimo de 50 años. La demanda
propone destinar el fideicomiso a poner en marcha Planes Agrarios Integrales
del INTA, como el de 2001/2003, que no se llevaron a cabo y que contemplan la
“sostenibilidad ecológica y social”.
3. Frente al daño moral colectivo se propone un resarcimiento
mediante una obra directamente relacionada con el patrimonio social-cultural
colectivo, para lo que se propone un Plan Maestro Ferroviario que reconstruya
toda la red ferroviaria nacional, renovar sus edificios, estaciones, vías y
trenes. Beneficios: miles de empleos; incorporación y creación de nuevas áreas
productivas alejadas de los centros de consumo; mejora con respecto al sistema
de transporte terrestre anacrónico, riesgoso y altamente contaminante;
integración efectiva del territorio nacional; generación de una elevada
rentabilidad social al reducir los accidentes mortales, disminuir los costos de
fletes un 20% y acortar un 30% los tiempos de viaje.
4. Se propone también una condena en concepto de “daño punitivo”
equivalente en monto al daño moral, una especie de multa o indemnización que
“transmita un mensaje de reprobación a las violaciones de derechos humanos y a
evitar que estos hechos se repitan” dice Sallaberry.
¿De cuánto dinero se está hablando? “Nosotros no hacemos
el cálculo. Ya nos pasó en la causa Riachuelo (en la que intervinieron los
cinco abogados varones que promueven ésta) que la Corte nos pidió no una
cantidad de dinero sino una equivalencia, y nosotros propusimos crear un
corredor verde desde el Riachuelo a Ezeiza. En este caso, para cuantificar,
cuando se largó el proyecto del Tren Bala, se calculaba que su construcción era
equivalente a la reinstalación de toda la red ferroviaria argentina: 4.000
millones de dólares”.
Si la condena acepta este criterio, el cálculo sería de
8.000 millones por daño moral sumado al daño punitivo, más lo que signifique la
recomposición de hectáreas sembradas con OGM, más el fideicomiso para, por
ejemplo, planes agrarios.
“O sea, es incalculable, no en el sentido de que sea
mucho” explica Kaplun “sino que entran muchas variables de acuerdo a lo que surja
del juicio y de la sentencia, incluso sobre qué mecanismos utilizar para
recaudar los fondos para esos resarcimientos”.
Hay antecedentes en Costa Rica, en Bolivia, y un caso
notorio ocurrió en Ecuador, donde se condenó a la petrolera Chevron
al pago de 9.000 millones de dólares por daño ambiental y moral y otro tanto
por daños punitivos: 18.000 millones de dólares.
Se viene
el juicio
Casi ningún medio se ha ocupado por esta demanda
inédita: “Claro, La Nación, Página 12 y Clarín no van a publicar nada porque
promueven el modelo” describe Sallaberry. Hacia fines de septiembre la
resolución judicial quedará publicada no sólo en el Boletín Oficial sino
también en el diario La Nación. “A partir de eso, pasan 10 días en los que las
organizaciones interesadas pueden presentarse a formar parte de la causa. Y después se
notificará a los demandados y comenzará el juicio que, como es inédito, todavía
no sabemos qué características tendrá, cuándo, tipo de audiencias. todo lo
definirá el juzgado”. Las organizaciones que deseen sumarse pueden presentarse
en el juzgado o consultar al mail daniel@sallaberry.com.ar
¿Cuánto ganan los abogados? Kaplun: “Hasta sólo pusimos,
y ya nos ocurrió en la
causa Riachuelo donde la Corte planteó que las costas
tendrían que pagarlas las víctimas. Por supuesto que entonces no cobramos. Es
algo totalmente incomprensible, así como los 7 años de indefiniciones que te
muestran que la Corte innovadora y moderna entró en la misma burocracia que
prometió doblegar. Para nosotros se trata de mostrar la función social de esta
profesión, movilizar herramientas y acciones que pueden beneficiar a la
comunidad”.
Sallaberry: “Vivimos de nuestro trabajo privado, pero
esta causa implica un desafío profesional, ni qué hablar al hacerlo como una
figura importantísima del Derecho como es Mosset Iturraspe. El trabajo de
ingeniería de la causa fue de investigación y de creatividad para lograr que no
tenga fisuras, que no la puedan rechazar. La Corte de hecho se desembarazó y la
mandó al juzgado. Pero en un documental llamado Desierto Verde, sobre las
Madres de Ituzaingo, Ricardo Lorenzetti (presidente de la Corte) dice que hay
dos maneras de encarar la cuestión de las enfermedades y la contaminación. Una
es reactiva, cuando ya se produjo el daño. Y la otra, la que él dice que apoya,
es proactiva: sirve para anticiparnos al daño y prevenir. Pero él ya tenía esta
causa, y sin embargo la mandó al juzgado, lo que hace perder una enorme
cantidad de tiempo y multiplica el peligro para mucha gente: eso no es muy
proactivo”.
Entre las investigaciones locales que menciona la
demanda se citan trabajos de médicos y científicos como Jorge Kaczewer, Andrés
Carrasco, Argelia Lenardón, Alejandro Oliva, Darío Gianfelici, Rodolfo Páramo,
Hugo Gómez De Maio, Horacio Lucero y organizaciones como el Grupo de Reflexión
Rural.
Sallaberry: “Toda esa gente y las comunidades están hace
años denunciando lo que ocurre. Este año la Organización Mundial
de la Salud reconoció como cancerígeno al glifosato. Mientras tanto la gente se
enferma o se muere sin saber por qué. Creyendo que es una fatalidad. Es la
naturalización de un genocidio, no puedo llamarlo de otro modo. Se está
enfermando gente a sabiendas, innecesariamente. El silencio frente a estos
temas es difícil de calificar. Creo que lo único que no se puede hacer, es no
hacer nada”.
Hacia adelante: “Lo que estamos cuestionando es la
matriz productiva de los agronegocios y todos sus efectos. En el transcurso de
15 años, de seguir así, vamos a haber malgastado todo el dinero ingresado pero
el monocultivo va a dejar un desierto y un enorme problema para recuperar eso”
dice Sallaberry. “El derecho es una herramienta importante, que está
disponible. Pero no es un maná que nos llega. Desde que nacemos tenemos
reconocidos una cantidad de derechos. Pero si no lo ejercés, el derecho no
existe. Es un papel”.
¿No es desproporcionado el elenco a enfrentar? “Hay una
desigualdad, estamos hablando del Estado y de corporaciones poderosas, que
manejan el mundo económico y financiero. Pero cuando uno presenta pruebas
irrefutables, la razón y la verdad pueden equilibrar las cosas. La Secretaría
de Medio Ambiente dijo que el monocultivo transgénico de soja es perjudicial
para el ambiente, produce deforestación, desertificación, despoblamiento. El
propio Estado lo reconoce, y todos lo sabemos. A partir del momento en que nos
contactamos con la gente afectada, no podemos dejar de actuar, porque tienen la razón. Tenemos el
derecho a un ambiente sano, y el deber de defenderlo: en ese sentido, la
Constitución no puede ser letra muerta”.
Fuente:
http://www.lavaca.org/notas/juicio-y-castigo/
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