El
peronismo, una discusión pendiente
11 de noviembre de 2015
Por Guillermo Cieza
Después
de la masacre política y la masacre industrial ya no hubo más peronismo obrero
como sujeto social que mantenía una dinámica y decisiones políticas autónomas
del Partido Justicialista y la burocracia sindical. Siguió y seguirá habiendo
trabajadores que siguen votando y se identifican con el peronismo pero su
relación con las estructuras del movimiento cambiaron definitivamente después
de la dictadura. Se
transformó en una relación de subordinación, clientelar. Sin un sujeto social
donde sustentarse no hubo más izquierda peronista.
“Sobre Argentina no me atrevo
mucho a opinar, es difícil hablar de otro país. Parecía que tuvo un gran
adelanto con el peronismo, pero después todo cambió. Lo que fue adelanto fue
retroceso” Raúl Sendic
Recogí
esta definición de Raúl Sendic, el legendario fundador de Tupamaros, en 1988,
poco antes su fallecimiento, cuando tuve el privilegio de conversar con el en
dos oportunidades en Montevideo. El Bebe se enteró de que estábamos
unos argentinos vinculados a los movimientos populares y quiso conocernos.
Portaba además yo un santo y seña que abría las puertas de la antigua casona de
la calle Ejido
donde vivió sus últimos años, que era mi anterior pertenencia a las Fuerzas
Armadas Peronistas. Desde fines de los 60 los de la FAP y Tupamaros éramos
primos hermanos.
Los
tupas eran por aquellos años un poco más que eso, porque a nosotros nos
habían matado a los viejos. No lo teníamos a Raimundo Villaflor para
preguntarle que hacíamos, ni al Gordo Enrique Ardeti, ni a Pocho Palazzesi,
para compartir unos mates y una conversa. Habíamos quedado los pibes nomás. Más
que primos, eran los tíos.
Fue
difícil sacarle una palabra al Bebe. No sólo porque hablaba con dificultad,
secuelas del tiro en la boca el día de su última captura. El Bebe era de pocas
palabras y extremadamente prudente para emitir juicios.
Recuerdo
que aquel día aquella respuesta me pareció un poco confusa. Pero la atesoré por
muchos años, porque valoraba quien me la había dicho.
La
infructuosa recuperación de la izquierda peronista.
Para
quien por aquellos años destinaba sus mejores afanes militantes a la recuperación
de la izquierda peronista, era muy difícil comprender el comentario de Sendic.
Después
del 83 nuestra primera apuesta fue la reconstrucción de un espacio que
denominamos Peronismo de los Trabajadores y con esas banderas fuimos a recibir
a Raimundo Ongaro que regresaba del exilio, con la esperanza de que se pusiera
a la cabeza de esa iniciativa. El líder sindical grafico regresaba muy cansado
y con poco animo para otra cosa que no fuera enclaustrarse en su Sindicato. Y
allí siguió por muchos años.
En
1985 habíamos participado desde el Peronismo de las Bases en un frente de
izquierda, el FREPU.
En
1987 intentamos convocar al Peronismo de la Liberación, para oponernos al PJ
donde los ortodoxos liderados por Luder y Herminio Iglesias, confrontaban con una
tibia renovación liderada por Antonio Cafiero, Eduardo Duhalde,
José Luis Manzano, Carlos Grosso y Juan Manuel De la Sota.
Recuerdo
un importante Encuentro que realizamos en 1987 en la sede de ATE, Capital,
previo a las elecciones de ese año. Allí decidimos fundar una publicación que
se llamaría Retruco (que significaba contragolpe, o algo así) que nos serviría
como medio de enlace y lugar de difusión de las ideas de esta corriente
peronista que pretendía reagruparse por fuera del desprestigiado PJ. Pero
ocurrió que Cafiero ganó la gobernación de la Provincia de Buenos Aires e
incorporó algunas figuras progresistas en su gabinete: Floreal Ferrara como
Ministro de Salud y Luis Brunati como Ministro de Gobierno. En pocas semanas
nuestro prometedor espacio político se evaporó. El peronismo de liberación
había demostrado poca vocación para dar la lucha a la intemperie y casi todos
regresaban al PJ y al Estado a dar la batalla “desde adentro”.
El que
gano finalmente esa batalla fue Carlos Menem, y otra vez volvió a fortalecerse
la disidencia.
Estuvimos
en el Encuentro de Villa María y festejamos la retirada de los 8 diputados que
se apartaron del bloque justicialista.
En
aquella década (1983-1993) habíamos llegado a confeccionar un mapa
nacional de la disidencia peronista, por izquierda. Estaban alli las distintas
agrupaciones y dirigentes que se habían apartado o eran criticas del Partido
Justicialista que nos había conducido a una derrota electoral en 1983 y después
regresó al gobierno con Menem para ejecutar un proyecto neoliberal.,.
Sabíamos
por ejemplo que en Neuquén el diputado Oscar Massey se había apartado del PJ
después de ganar la interna y había conformado su propio partido Justicia
Democracia y Participación, que en Córdoba había compañeros de procedencia
cristiana que resistían , que en
Tucumán otro grupo de compañeros trabajaban intensamente promoviendo
organizaciones sociales campesinas, que en Misiones se iniciaba un
reagrupamiento a partir del Movimiento Agrario Misionero ( MAM) y algunos docentes
y trabajadores de ATE, que en Rosario, había un grupo de metalúrgicos que
empezaban a reorganizarse, que en Chaco había compa que habían sido presos
politicos que volvían a la actividad politica cuestionando la ortodoxia de
Bittel, que en Mendoza había un grupo de estatales. En Santa Cruz tambien
teníamos nuestro contacto. Era Orlando Stirleman, “el alemán”, preso de Taco
Ralo. Vivía en Río Gallegos una pequeña ciudad donde Néstor Kirchner fue
elegido intendente en 1987. Nunca mencionó a Néstor y Cristina como
militantes críticos o apartados de la ortodoxia justicialista y después del
menemismo.
Cuando
un puñado de diputados conocido como grupo de los 8 se sumaron a la disidencia
peronista, el mapa político se amplió. Germán Abdala conocía bien el activismo
de ATE en todo el país. Luis Brunati aportaba importantes contactos de la zona Oeste del
conurbano, y empezó a tejer la red de los contactos cristianos.
Por Santa Cruz se acercó el diputado Rafael Flores.
La
mayoría de los dirigentes peronistas que fueron parte de la construcción del
Frente Grande, manifestaron rápidamente una vocación más estatal que nacional.
No imaginaban la posibilidad de hacer política por fuera del Estado y para
llegar a él (o mas precisamente regresar) no dudaron de aliarse con el
neoliberal Bordón para armar el FREPASO y después con los radicales para
constituir la Alianza.
Cuando
huimos del Frente Grande, en tiempos de la Constituyente (1993), me quedó
resonando el comentario de un compañero. “Le erramos con lo del Peronismo de
los Trabajadores, después de la dictadura nos quedamos sin sujeto”. Ese
compañero resolvió la cuestión de su militancia adhiriendo al único peronismo
existente después de la dictadura. Se quedó militando en ese peronismo
que alguna vez caracterizábamos como “el de los burócratas y los patrones”, el
que se sentía cómodo dentro del sistema capitalista y nunca iba a traspasar sus
límites.
¿Pero
hubo otro peronismo?
El
peronismo de izquierda, de los trabajadores.
No es
fácil identificar a un peronismo de izquierda durante los dos primeros
gobiernos peronistas (1946-1955). Lo que allí existió fueron hechos, tensiones,
disputas, símbolos, pero la reflexión sobre la naturaleza de las
contradicciones en el movimiento peronista es posterior al golpe gorila.
Entre
los hechos del primer gobierno merece mencionarse en primer lugar el 17 de
octubre de 1945 una rebelión popular organizada desde abajo y que se adelantó a
la decisión del paro sindical programado para el día 18. De Berisso, Ensenada y
Avellaneda salieron los trabajadores decididos a defender los avances y las
conquistas laborales conseguidos durante la gestión de Perón en la Secretaria
de Trabajo, apedrearon lugares simbólicos de la oligarquía y ocuparon la Plaza
de Mayo obligando a retroceder a los militares que se habían encarcelado a
Perón.
Quienes
han estudiado la génesis del peronismo coinciden en que el carácter clasista
del 17 de octubre cambió las conductas del conjunto de las clases
propietarias que vieron en los cabecitas negras insurreccionados algo parecido
a la revolución rusa. También cambió coyunturalmente el proyecto original
de Perón que era mucho más conciliador con los empresarios. Cuando en las
elecciones del 46 Perón hizo referencia a que se apoyaba en dos patas; el
ejército y los trabajadores, estaba reflejando los componentes fundamentales de
su alianza. Sus políticas de seducción con los empresarios, incluido el
conocido discurso en la Bolsa de Comercio en 1944, habían fracasado.
Como
señalan algunos autores, cuando nació el peronismo fueron las fuerzas armadas
quienes representaron los intereses de la burguesía en los primeros años de
gobierno. Con el empoderamiento y la confianza en las propias fuerza que aportó
la jornada exitosa del 17 de octubre, se desarrollaron en esos primeros años
numerosos conflictos obreros, con saldo favorable para los trabajadores.
La
resistencia a la figura de Eva Perón, y a su candidatura a
vicepresidente, por parte del Ejercito, no se reducía a cuestiones
formales o de género, sino al papel que desempeñaba Evita en la conflictividad
social existente inclinando la balanza del gobierno a favor de los sindicatos..
La
muerte de Eva Perón tuvo un enorme simbolismo porque personalmente se inmoló en
su tarea, pero además porque su muerte coincide con un agotamiento del proyecto
inicial, y el comienzo de un giro político que incluye una mayor incidencia de
los empresarios que habían empezado a plegarse al movimiento, y una reducción
de la combatividad de los trabajadores que empiezaron a ser manipulados por
dirigentes sindicales que modificaron gradualmente su papel de dirigentes.
Pasaron de defender sus intereses de clase, presionando en el en el
frente de hecho que gobernaba, a convertirse en oficialistas.
El
Congreso de la Productividad (1952) donde los lideres sindicales negocian
mantener sus salarios por aumentos de productividad, es una señal de los nuevos
tiempos.
Las
contradicciones de clase se agudizaron pero el golpe del 55 impidieron que
estallaran. La resistencia peronista, salvo un par de intentos como el que
encabezó el General Valle, fue protagonizada casi exclusivamente por
trabajadores. En ese momento historico comienzan a diferenciarse con mas
claridad los dos `peronismos, no solo por los hechos, sino por la reflexión y
conciencia. Un peronismo luchaba y padecía represiones brutales como el
Conintes. El otro peronismo se borraba o hacía buena letra con los nuevos
gobernantes. La designacion por parte de Peron como delegado
personal a un combativo dirigente, John William Cooke, expresó la voluntad del
caudillo en el exilio de mantener un contacto con ese peronismo que
enfrentaba a la dictadura con autonomia de las dirigencia partidarias o
sindicales
Para
describir el proceso de reflexión y conciencia del peronismo de los
trabajadores siempre recomiendo el libro “Quien Mató a Rosendo” de Rodolfo
Walsh. Es la obra de un gran escritor y un lucido intelectual, pero que además
cuenta con un punto de observación (de participación) inmejorable. Esta en la
cocina de la lucha de clases de la época, compartiendo con el Grupo Blajakis
que era el cerebro oculto de la CGT de Los Argentinos, en la combativa
zona sur del conurbano (la misma que protagonizó el 17 de octubre). Personajes
de ese relato como Blajakis, un comunista disidente y Aníbal Villaflor,
un dirigente obrero anarquista que es el padre del delegado metalúrgico
peronista Raimundo Villaflor. aportan la fragua donde se gestó la idea de
que había un peronismo obrero muy diferente al de los burócratas y los
patrones.
Productos
de la resistencia son tambien los programas de Huerta Grande, La Falda y la CGTA. En todos ellos
queda expresado que ya no se trata de recuperar las banderas históricas del
peronismo sino profundizarla, y que hayan sido dirigentes obreros en lucha
quienes firmaran esos programas no es un detalle. Mirando hacia atrás no es
casualidad que reivindicaran muy especialmente al 17 de octubre y a Eva Perón.
También
en Quien mató a Rosendo aparece John William Cooke, que ademas de ser delegado
de Perón en tiempos de la Resistencia fue el hombre de confianza del Che
Guevara en la
Argentina. Cooke ha sido considerado el padre ideológico de
la izquierda peronista y el final de su relación con Perón, augura un final
inevitable. Los caminos se bifurcan.
La
existencia de dos proyectos que marchaban al antagonismo se expresaron con
mucha claridad años después cuando a principios de los 70 grandes
movilizaciones encabezados por banderas con consignas de La Patria Socialista,
confrontaban con componentes de la burocracia sindical y los grupos de derecha
que reivindicaban la
Patria Peronista. Esa colisión termino trágicamente.
Ese final había sido anticipado diez años antes por el tiroteo de La Real
donde fue asesinado Blajaquis.
El
papel de Perón apoyando al peronismo patronal sorprendió, y en forma muy
especial, a los peronistas recién venidos. La Plaza de Mayo del 1 de mayo
de 1974 fue testigo de esa defraudación. ¡Que pasa, que pasa general, que esta
lleno de gorilas, el gobierno popular!!!
Ese no
fue el final del peronismo de izquierda, que dio su última y magnifica batalla
en el pico de luchas obreras de los años 74-75, en tiempos de las
interfabriles. No fue el único protagonista, pero tuvo un papel destacado en
esa conflictividad obrera que hizo temblar al capitalismo y que Ricardo
Balbín calificara como subversión industrial. Muerto Peron se produjo un vacío
de conducción del peronismo patronal y burocrático. Su segunda esposa Maria
Estela Martinez, “Isabelita”, incrementó el accionar represivo de la Alianza
Anticomunista Argentina. El poder que no pudimos tomar,
lo ocuparon los milicos.
El
peronismo que no fue….
La
dictadura no solo nos dejo el saldo luctuoso de miles de asesinados, 30 000
desaparecidos, decenas de miles detenidos a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional que perdieron sus trabajos y muchas veces sus familias, y otros tantos
exilados.
La
dictadura trajo también la desindustrialización y un proceso de achicamiento de
la clase obrera. Pero ese achicamiento fue además con selección incluida.
Selección
por antecedentes. Quienes habíamos sido detenidos o secuestrados no pudimos
volver a entrar en una empresa grande. En las fábricas medianas o pequeñas que
redujeron personal primero echaron a los delegados, después a los activistas y
finalmente a los que mantenían una actitud digna como trabajadores..
La
colmena del peronismo de los trabajadores eran las grandes y medianas fábricas
textiles, metalúrgicas, plásticas, alimenticias y mecánicas que hizo
desaparecer la
dictadura. Los sobrevivientes en las empresas del Estado
(petroleros, ferroviarios, telefónicos, electricistas) fueron barridos por
Menem.
El
peronismo de los trabajadores, como otras tradiciones de izquierda se
alimentaba de ese mundo obrero, donde como ocurre con la historia que relata
Walsh, todas las tradiciones de izquierda se cruzaban y se aportaban.. Como
bien dice Juan Carlos Cena refiriéndose a los tiempos previos al Cordobazo.”
Éramos los obreros contra los otros, la oligarquía clerical cordobesa. Y entre
nosotros, los orígenes politicos eran poco importantes.”.
Después
de la masacre política y la masacre industrial ya no hubo más peronismo obrero
como sujeto social que mantenía una dinámica y decisiones políticas autónomas
del Partido Justicialista y la burocracia sindical. Siguió y seguirá habiendo
trabajadores que siguen votando y se identifican con el peronismo pero su
relación con las estructuras del movimiento cambiaron definitivamente después
de la dictadura. Se
transformo en una relación de subordinación, clientelar. Sin un
sujeto social donde sustentarse no hubo más izquierda peronista. Tardé
más de diez años en darme cuenta.
El
peronismo ya no fue un movimiento donde confrontaban proyectos antagónicos. Los
militares habían ganado la batalla y el cuestionamiento al sistema capitalista
estaba fuera de agenda. Se podía incluir al Che en la galería de héroes, pero
ninguna mención al Socialismo. “Lo primero que tenemos que discutir es si
estamos afuera o adentro del sistema”, me dijo un compañero de nuestra
infructuosa aventura antes de iniciar un recorrido que desembocaría en el
menemismo.
Es
evidente que en la Argentina de hoy hay un sector, con límites difusos
que se reivindica como izquierda peronista. Limites difusos porque oscilan
entre quienes se acercaron al peronismo para apoyar lo bueno que hacía el
kirchnerismo, hasta quienes reivindican la jefatura de Cristina, o terminar
acompañando en sus formulas a Scioli y Aníbal Fernández.
No
constituyen un sujeto social sino es un componente militante, muchos de
ellos funcionarios, con orígenes diversos. Algunos vienen del FREPASO, otros de
movimientos sociales, tambien unos pocos militantes que provienen
de la infructuosa tarea de reconstruir la izquierda peronista. El dato de
color es que muchos de esos militantes provenían de un antiperonismo
visceral, pero se peronizaron acercándose al Estado, No vale la pena
nombrar a personas u organizaciones, somos viejos conocidos.
El
problema de este nuevo intento de reconstruir la izquierda peronista no son sus
intenciones, sino no advertir que construir identidades no es un acto de pura
voluntad, no puede hacerse al margen de la lucha de clases.
Del
hecho maldito del país burgués al mejor gestor del capitalismo argentino.
El
peronismo no sólo se encuadró en el sistema capitalista, sino que se convirtió
en el gestor más confiable de sus intereses.
Cuando
el gobierno de Alfonsín intentó iniciar su ola privatizadora y no tuvo
fuerzas para hacerlo, el peronista José Octavio Bordón desde el
gobierno de Mendoza inició el festival de ventas de patrimonios estatales
(Bodegas Giol).
En el
auge de la ola neoliberal en el mundo las privatizaciones fueron ejecutadas por
el Partido Justicialista y Menem en el gobierno.
Cuando
creció la resistencia a las políticas de ajuste permanente en America Latina y
la rebelión de 2001 amenazo con tomar los senderos de Bolivia y Venezuela, fue
el Partido Justicialista el eficaz piloto de tormentas que obligando a hacer
concesiones importantes a las clases dominantes (juicio a los genocidas,
estatización de las AFJP, asignaciones familiares) consiguió reencauzar la
política argentina recuperando la institucionalidad cuestionada y
represtigiando a la clase política. Cuando los ánimos insurreccionales aparecen
apagados y la crisis mundial impone nuevos ajustes, el peronismo ofrece un
candidato acorde a los nuevos tiempos y las tareas emergentes: Daniel Scioli.
Visto
en perspectiva la constante del peronismo post-dictadura no ha sido sostener
determinados lineamientos politicos. Quienes afirman que el peronismo siempre garantizó
inclusión social y politicas internacionales de independencia frente a Estados
Unidos, olvidan los 10 años de gobierno Menem, donde participaron buena parte
de los actuales funcionarios (incluido los Kirchner). La constante en el
peronismo post dictadura ha sido la disposición a ser gobierno, de hacerse
cargo de su responsabilidad como Partido de Estado. A partir del regreso
de la democracia constitucional, la vinculación del peronismo con el Estado
pasa de ser ocasional a permanente. Durante el gobierno de Alfonsin el
Justicialismo gobernó en numerosas provincias, y en tiempos la Alianza
(donde participaban muchos peronistas) cogobernó con el Justicialismo. Un
eventual triunfo de Macri significará, como bien apunta Katz, gobernar tambien con
peronistas, como ya lo esta haciendo en la CABA.
Si se
analizan los votos que perdió Scioli después de las PASO , se advierte que
emigraron a Macri, direccionados por punteros peronistas convencidos de
que el PRO era la mejor opción para seguir o retornar (porque estaban
desplazados) al Estado. Esos mismos punteros peronistas promueven que los
votos de Massa, emigren a Macri.
La identidad
Peronismo- Estado, que es muy similar a la que construyó el
PRI de México desde hace mas de 90 años, se refleja con mucha claridad en
el hecho de que en la vida cotidiana de los argentinos siempre es “un
amigo peronista”, el que da una mano para acceder al Estado, para solucionar un
tramite o conseguir un trabajo.. También en la comprobación que cuando
fuerzas políticas que privilegian su inserción institucional se arriman
inexorablemente al peronismo (y son deglutidas por él movimiento). Hay una
larga lista de nombres pero mencionemos al Partido Intransigente (que
presentandose en forma independiente llego a sacar un millon de votos ), y lo
mas cercanos Frente Grande, Partido Humanista, Nuevo Encuentro, etc.
El
peronismo ha perdido su carácter disruptivo, para convertirse en el mejor
gestor y el intermediario amigo, con el que nadie quiere pelearse demasiado
porque significa perder definitivamente el calorcito del Estado. Actúa como lo hacía
la burocracia sindical que conocí en las fabricas, su papel era gestionar lo
pequeño, lo posible dentro de las leyes de juego patronales. En esa burocracia
existían también sectores más patronales y sectores más amigables.
Si
pretendemos cambios, transformaciones, tendremos que buscar otros amigos, otras
alianzas.
El
peronismo de Scioli como una de las opciones al ballotage.
La presencia en el
ballotage de la bestia peluda Macri, empresario mafioso, exponente cabal de la
nueva derecha y punta de lanza de la política de Estados Unidos en la región
suele oscurecer el significado de la postulación de Scioli. Al punto que se ha
reivindicado la
consigna Patria o Macri.
Mas allá de los
discursos para la tribuna es importante como explicitan sus proyectos Scioli y
Macri, cuando hablan con sus pares los empresarios.
Hay un consenso
compartido con el conjunto de las clases dominantes: el ciclo K se agotó, hay
que ajustar el gasto social, devaluar y eliminar subsidios. Pero las ofertas
son distintas. Macri ofrece radicalidad y Scioli ofrece estabilidad, consenso.
Macri dice vamos a fondo, Scioli ofrece vaselina.
Sin
conocer todavía los resultados de las elecciones la Consultora JP Morgan
bajó los índices del riesgo país. Todos los consultores de negocios, coinciden
en que se inicia una nueva etapa.
Decidir
el voto comparando las políticas del ciclo K con las políticas del macrismo es
hacer trampa. No se está votando eso. Se esta votando un mismo proyecto de
ajuste y de realineamiento internacional con dos caras y tácticas
diferentes.
Lo que
esta en juego en la Argentina no es lo mismo que se juega en las elecciones de
Bolivia o Venezuela donde si efectivamente confrontan dos proyectos. Lo que
sucede en la Argentina se parece a lo que sucede en Brasil entre el líder de la
nueva derecha Aécio Neves y la lidereza del neodesarrollismo en
bancarrota Dilma Roussef.
La
nueva derecha del PRO se enfervoriza diciendo que los gestores peronistas hacen
todo a medias y gastan recursos excesivos en la contención social. Scioli
responde que Alfonsín no termino el mandato y que De la Rua se tuvo que ir en
un helicóptero. Y que nadie es mejor que el peronismo para navegar
en aguas tumultuosas.
Es una
pelea entre gerentes, con estilos y antecedentes diferentes. No se discute
democracia o fascismo, o liberación y dependencia. Tampoco derechos humanos o
represión. Si alguna duda quedaba, ya lo despejo Scioli con sus
declaraciones en el circo de Lanata, sobre el piquete cero.
Es una pelea que
involucra tambien a miles de militantes que perderán sus empleos, y a
movimientos sociales que en los últimos años depositaron más confianza en sus
amigos peronistas en los Ministerios, que en sus propias luchas.
Con Macri o con
Scioli, se viene un cambio de etapa donde habrá que defender conquistas
luchando y cada avance popular va a costar ganar la calle en un clima mucho más
represivo. La nueva etapa esta consensuada por el conjunto de las clases
dominantes y los candidatos en pugna son parte de ese acuerdo. Suponer
que podemos torcer esa voluntad con un voto al menos malo es, por lo menos,
ingenuo.
Como ocurrió con la
pelea “campo” vs. gobierno, no se trata de elegir el grosor de la cadena. Se trata de
independizarse de disputas entre quienes discuten la mejor forma de
embromarnos. Esa es nuestra responsabilidad frente a nuestro pueblo.
Una
necesaria reivindicación
Quienes
provenimos del peronismo de izquierda estamos obligados a hacernos cargo
de que siendo el peronismo durante 30 años un proyecto en diputa fuimos
derrotados. La sentencia de Cooke “el peronismo será revolucionario o no será”,
no fue cumplida. El peronismo sobrevivió al despojo de sus componentes
transformadores. Y ese peronismo sobreviviente que se quedó con la
identidad hoy utiliza símbolos y referencias que son funcionales a
enmascarar su papel de gerentes de distintos proyectos capitalistas. Pero
así como debemos denunciar lo que en palabras de Sendic es “retroceso”, debemos
reivindicar lo que fue “un gran adelanto”.
Nuestras
izquierdas siempre tuvo una relación traumática con el peronismo. Por
irritación o pasión, dos caras de a misma moneda obvió incluir en el análisis
de ese movimiento, que fue el fenómeno político mas importante del siglo XX en
la Argentina, una perspectiva de análisis de clases. Siempre lo asumió como un
todo, tanto para rechazarlo como para adherir acríticamente.
Cuando
se lo rechaza o se le reduce a una mera anécdota de manipulación de masas, se
desconocen hechos reivindicables de la primera etapa del peronismo como el 17
de octubre y la resistencia peronista, las puebladas del interior, el
papel de las organizaciones armadas. Tambien a figuras como Eva Perón y
John William Cooke. Esos olvidos son parte de las lagunas históricas de
nuestras izquierdas que también incluyen a las luchas de la resistencia
originaria y las batallas por la independencia y un país de iguales por la que
derramaron la vida miles de patriotas. Frente a las lagunas históricas de
nuestra izquierda, la derecha argentina ha demostrado ser más memoriosa y tener
más capacidad de asociación. Por eso denominaba Tupamaros a los líderes más
radicales de la Revolución de Mayo, acusó de anarquista a Artigas y
tembló de miedo el 17 de octubre de 1945, por la memoria de las montoneras
federales atando sus caballos en la puerta del Cabildo y por miedo a una
nueva Revolución Rusa.
El
saldo de los diez primeros años de gobierno fue gestar una conciencia de
derechos sindicales y políticos que alimentaron durante veinte años a una de
las clases obreras más combativas del mundo, que desestabilizó los sucesivos
proyectos capitalistas encabezados por civiles o militares, Sobre esa
realidad se asentó Cooke para afirmar que el peronismo era “el hecho maldito del
país burgués”. También fueron fruto de esas experiencias y esas luchas
una profunda reflexión política sobre la cuestión del poder y la
organización popular que hoy no ha perdido su vigencia.
Walsh
dijo algo así como que solo la victoria final alumbrará todos los esfuerzos
inconclusos, los sacrificios y las luchas que el pueblo invirtió en su
liberación. Mientras esperamos ese momento las conclusiones políticas de ese
pasado glorioso nos ayudan a tomar decisiones en el presente.
Fuente: http://www.lahaine.org/mundo.php/el-peronismo-una-discusion-pendiente