La calle disputa la
agenda a la dominación
6 de junio de 2016
Por Julio C. Gambina (Rebelión)
¡Multitudinaria marcha NI UNA MENOS! La violencia contra las
mujeres es en todo los terrenos. Hay más mujeres que hombres en la Argentina. Sin
embargo, hay menos mujeres registradas en el mercado laboral. Los salarios de
las mujeres son menores a los de los varones. La mayoría de las mujeres hacen
gratis los trabajos de cuidado. Trabajan gratis en sus casas y en tareas
sociales. La desocupación es mayor entre mujeres que entre varones. Las amas de
casa no son consideradas mujeres trabajadoras desocupadas y por su tarea no se
les paga. La violencia de género ejercida contra las mujeres es cotidiana y más
común de lo reconocido. ¡No al femicidio, a la discriminación de género y al
patriarcalismo!
Hasta acá el post en mi muro del “face”, que
resulta uno de los más compartidos y comentados a pocos minutos de colocado.
Varios “me gusta” y “reacciones”, junto a comentarios: “bien dicho” y “basta de
capitalismo colonial patriarcal”. Probablemente se incrementen los comentarios
y quizá cierta polémica. Son muchas/os las/os que postearon mensajes relativos
a la movilización callejera en variadas ciudades de todo el país. Casi nadie
estuvo afuera del fenómeno de conciencia sobre la cuestión y familias enteras
se movilizan, incluidos algunos que no se mueven por ninguna otra causa. La
razón de la movilización es la asunción de un tema generalizado que se hizo
evidente con la movilización callejera.
El tema existe y existía, pero adquirió relevancia con la
multitudinaria movilización, y no solo del 3/6 del 2015, sino con las marchas
de las mujeres y con la militancia consecuente del movimiento de mujeres, que
en trabajosa militancia social popular extendida tiene el logro del presente
movilizado. La consigna por la reivindicación de género atraviesa a las
distintas clases y necesita hacerse más compleja en la consideración de la
explotación y discriminación hacia las mujeres en el trabajo. Por eso mi
reflexión sobre el “mercado laboral” [1] y
el trabajo del “cuidado”. Es parte de lo mismo y además tiene especificidad,
que se reproduce cotidianamente en la lógica de acumulación capitalista.
Trabajadoras y trabajadores para construir un
paro nacional
Por eso, las mujeres también protagonizaron la
movilización del día anterior, el 2/6, convocada contra el Veto a la ley anti
despidos y contra los tarifazos. La cita fue promovida por las CTA y nutrida
con varios sindicatos de las CGT y organizaciones sociales y políticas, más
muchas/os indignadas/os que querían y demandan el paro nacional. Es que si los
trabajadores en general están afectados por las políticas de ajuste del
gobierno Macri, las mujeres lo sienten en mayor magnitud y no sólo por lo
señalado al comienzo, sino que también existe discriminación al interior del
ámbito de trabajo y en la propia organización social o política, que reproduce
las lógicas sistémicas. No podría ser de otro modo, pues la hegemonía cultural
atraviesa a todas las organizaciones.
Es curioso como la “dirigencia” se sorprende
de la masividad de la protesta y queda atrás del sentimiento popular masivo. El
pasado 3/6/15 sorprendió la masividad del “ni una menos”. Igual sorprendió a
propios y extraños la masividad de la movilización del 29/4/16 convocada por
las CGT y las CTA contra el ajuste, el veto a ley anti despidos y los
tarifazos. Igual se sorprenderán ante la construcción de un paro nacional.
La bronca es grande contra los despidos, la inflación y la baja
del poder adquisitivo de los ingresos populares, el tarifazo y la impudicia de
la fuga de capitales y la lógica de que “pobres hubo y habrá siempre”
manifestada en declaraciones de funcionarios de Macri. Son los que señalan: “si
el combustible es caro, que no compren”, o “creían que podían tener acceso a
una TV u otros consumos”. Son expresiones de los que se consideran la elite
privilegiada y con acceso a bienes y servicios negados para los de abajo, la
mayoría de la población.
Las centrales sindicales demandaron al
Parlamento la emergencia ocupacional y así se elaboró la legislación para
suspender los despidos, que muchos suponían de escaso efecto concreto, aun
cuando pudo instalar la agenda de la gravedad y extensión de las cesantías. El
movimiento obrero organizado pudo instalar agenda de debate político en la sociedad. Claro
que no es el único tema y quizá ni siquiera el que involucre a más población,
tal como ocurriría si se pudiera instalar la cuestión de la indigencia o la
pobreza, la malnutrición o la ausencia de salud y educación, entre muchos temas
que incluyen el ingreso y calidad de vida de las/os jubiladas/os. Lo que
pretendemos resaltar es que sobre la ofensiva del gobierno Macri por lograr
hegemonía política desde su mayoría electoral, el movimiento obrero pudo
instalar desde la movilización una agenda política más cercana a sus intereses.
Claro que el poder mueve también sus fichas e intenta desmarcar al
movimiento obrero y por eso negocia con el sindicalismo tradicional para
desalojar la calle y seguir disputando hegemonía. La lógica discursiva de las
CGT es que la “gente no está para protestas”. La realidad lo desmiente y en
todo caso, se trata de la disposición a desplegar iniciativas políticas para
disputar el poder. Es una cuestión de miles y de millones de personas, por lo
que se demanda masividad y ello supone juntar lo diverso, tanto en las
movilizaciones obreras como entre las mujeres.
La sociedad movilizada disputa agenda, por derecha y por
izquierda. Recordemos las movilizaciones “Blumberg”, o las protestas de la Mesa
de Enlace. No todo lo movilizado era por derecha y sin embargo, la agenda era
reaccionaria.
Disputa del consenso
Existe en la actualidad razones para la
movilización popular. El gobierno disputa hegemonía convocando al consenso
pasivo y si puede al activo y lo hace desde la crítica a 12 años de
kirchnerismo, algo que ya le dio réditos en el voto, quizá la mitad de lo
cosechado en noviembre del 2015.
Ahora pretende que sea consenso activo y por
eso publica “El Estado del Estado” [2] para
mantener viva la llama de la crítica al gobierno anterior y avivar el rechazo
de buena parte de la sociedad, incluso de los de abajo. Allí no se condena el
acuerdo del poder, como las concesiones petroleras y mineras, los acuerdos
secretos, caso Chevron, o el conjunto de iniciativas estatales que confirman el
modelo productivo y de desarrollo de promoción de la dependencia tecnológica y
productiva a mano de las transnacionales, en el agro, la industria o los
servicios.
También disputa consenso con la articulación
legislativa del “pago a jubilados” con el “blanqueo de capitales”. El fondo es
limpiar la fuga de capitales, interés de pocos enriquecidos y además, fuente de
ingreso de divisas, indispensable para la lógica de la política económica del
gobierno Macri. Parece atractivo compensar a los beneficiarios estafados por
malas liquidaciones previsionales, aun cuando se ocultan quitas y pagos en
cuotas, tanto como desfinanciamiento del Fondo de Garantías y Sustentabilidad
(FGS). El FGS está generado con recursos previsionales que pertenecen a las/os
trabajadoras/es jubiladas/os, administrado por ANSES, y que se nutre, entre
otros, de la renta generada por acciones privadas que pretenden ser liquidadas
y retornadas a la propiedad y gestión de particulares.
El movimiento de jubiladas/os también se
moviliza, y desde hace mucho tiempo por asegurar fondos previsionales
suficientes para satisfacer las necesidades de las personas mayores. Por eso
rechazan el proyecto y exigen se compensa a los litigantes con sentencia o no,
como a los que reciben liquidaciones por debajo de lo que corresponde; y más
aún el 82% móvil con relación a las/os trabajadoras/es en actividad. Se propone
que los recursos para tal fin provengan de rentas generales y no desfinancien
el FGS. La reforma previsional en curso, contenida en la propuesta legislativa,
será resultado de la movilización gestada desde abajo o la que promueva el
discurso oficial relativo a lo que se puede o no.
En rigor, la cuestión es si la iniciativa del gobierno y del poder
se impone en la disputa del consenso social, o si la movilización popular genera
consenso para otro proyecto político, social y cultural de confrontación con la
lógica del capital, la de la ganancia, la acumulación y la dominación.
Esta última consideración no está instalada en la mayoría social y
muchos creen que es ilusorio convocar a cualquier actividad anti capitalista,
bajo el argumento que la sociedad no está para disputas mayores.
Se equivocan, los ilusos son los que creen que todo se resuelve
con sólo ir por reivindicaciones democráticas (salario, empleo, condiciones de
trabajo) hasta que se consolide una potencia para ir por más, contra el régimen
del capital.
No tienen razón los líderes sindicales que agotan las iniciativas
en que la gente no está para más y que es un tiempo de cerrarse en la defensa
corporativa.
Es erróneo. Este es un tiempo para ir por más organización y
movilización, en el espíritu originario de la CTA, que sostenía un nuevo modelo
de organización de las/os trabajadoras/es, que son la mayoría de la sociedad,
estén regularizados o no, tengan salario o no. Es desde ahí que en el 2002 se
sostuvo la necesidad de superar la crisis política con la construcción de un
movimiento político social y cultural de liberación. La constituyente social
fue un intento, que siempre puede ser relanzado más allá de como se la nomine.
Manipulación del poder o masividad movilizada
en la disputa
Por eso hay que pensar en la capacidad de
movilización manifestadas el 2 y el 3 de junio pasados, aun con diferencias de
participantes y motivaciones, ya que ambas ponen en evidencia que los debates
en la sociedad se manipulan desde el poder con el peso de los medios privados y monopólicos (cadenas) de
información del poder, o se instalan democráticamente desde la masividad de la
movilización popular.
Es cierto que no alcanza con movilización, e incluso con
organización, ya que se requiere definir el proyecto que indique el rumbo, para
mí, anticapitalista, pero éste requiere de aquel. No es un detalle menor, que la CTA Autónoma se auto
define como una Central clasista, anticapitalista y antiimperialista.
Sin proyecto o rumbo puede ser estéril cualquier iniciativa, pero
no hay proyecto posible sin la dinámica social masiva y movilizada. Eso
requiere articular lo diverso, y ensayar búsquedas de acciones que promuevan
sujetos para el cambio, que construyan programas y rumbos estratégicos, y en
ese camino, resuelvan los adecuados instrumentos para la disputa integral del
poder.
Notas
[1] Para mayor información
y detalle leer el Informe sobre la situación laboral de las mujeres publicitado
por el IEF-CTA Autónoma, en:http://media.wix.com/ugd/12e354_8bc74960947844a4a58a5e84ff6addac.pdf
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