Los nuevos escenarios
de dominio, sometimiento y explotación
9 de junio de 2016
Por Arturo D. Villanueva Imaña (Rebelión)
El presente trabajo busca destacar los
aspectos y nuevos perfiles de dominio, sometimiento y explotación que la Inversión Extranjera
Directa (IED) y las empresas transnacionales representan para
las sociedades, las economías y los Estados nacionales en los países del sur.
Es decir, se busca caracterizar y describir el perfil y las nuevas y más
importantes expresiones que ha adquirido el capitalismo en la actualidad, no
solamente para reproducir su patrón expropiador, acumulador y concentrador de
riqueza (como se ha caracterizado históricamente en el pasado), sino también
para expandir y generalizar su visión y modelo civilizatorio.
Argumentación
Nuevos objetivos. La presencia e
intervención del capitalismo a través de la IED y las transnacionales, no se
limita a la apropiación, explotación y concentración de las empresas, los
recursos naturales, territorios y la riqueza de los países donde logra
insertase [1] /. En realidad,
este fenómeno de expansión del capitalismo en la actualidad (que se presenta ofreciendo
a cambio tecnología de punta, ingresos, trabajo, responsabilidad social
corporativa, progreso, etc.); generalmente no sólo viene acompañado del dominio
político y el manejo de la economía, sino que busca expandir el modelo
civilizatorio occidental, a costa de la identidad cultural e histórica de cada
país, su soberanía nacional y su derecho a decidir y desarrollar su propia
visión del mundo. Es decir, actúa bajo la misma lógica de dominio y expansión
colonial y de establecimiento de enclaves, que caracterizó el periodo inicial
del capitalismo en el mundo, sólo que reforzando el impulso por imponer y
generalizar su modelo civilizatorio.
Este impulso hegemónico de dominio civilizatorio y cultural, no
está exento del uso de la violencia, las invasiones territoriales y la guerra
como método de imposición (aunque generalmente se encuentren encubiertas con el
argumento de la lucha contra el terrorismo, la barbarie o el extremismo
religioso, por ejemplo).
Adicionalmente, este proceso de expansión civilizatoria y
neocolonial, no descuida la lucha y búsqueda de control geoestratégico global,
porque pretende asegurarse la hegemonía y dominio sobre áreas y rutas
geográficas claves de comercio y abastecimiento mundial (incluidos mares), como
también el control de minerales estratégicos, hidrocarburos, recursos naturales
(como el agua, los bosques y la biodiversidad). Es decir, provoca al mismo
tiempo un proceso de desidentización nacional y un proceso de reidentización
global (deconstrucción capitalista podría decirse), pero que en el afán de
reproducir el sistema y su modelo civilizatorio, se efectúa aun a costa de
socavar las bases materiales mismas de la vida.
La multipolaridad.- Terminada la guerra
fría, pero sobre todo quebrada la bipolaridad existente a nivel mundial hasta
la caída del muro de Berlin a finales de la década de los 80 del siglo pasado
(como referente emblemático); se puede sostener que desde entonces y muy en
contrario de las ideas de El Fin de la Historia (Francis Fukuyama), o del
triunfo e instalación de un mundo unipolar donde sólo prevalezca el liberalismo
económico y político, es claro que más bien ha dado como resultado un contexto
global multipolar.
Las consecuencias que ello ha contraído para
el capitalismo tal como se lo conocía antes, es que ya no se trata de una sola
cabeza (imperialista y colonial asociada con la imagen de EE.UU y los países
desarrollados de Europa); sino de un espectro multipolar en pugna (aunque no
necesariamente contradictorios o portadores de una alternativa al capitalismo),
que enfrenta intereses chinos, rusos, norteamericanos, europeos (UE),
financiero/comerciales, y hasta brasileños (este último identificado como un
subimperio regional, aunque bastante pendiente de los intereses
norteamericanos).
Las consecuencias de este nuevo escenario de pugnas y disputas por
hacer prevalecer hegemonías que responden a intereses diferenciados (por el
matiz de sus objetivos en lo económico y político), es que comparten el
mismo denominador común en cuanto a su perfil extractivista, acumulador,
concentrador de riqueza y reproductor del sistema civilizatorio capitalista. Es decir, que aunque
exista una leve diferencia entre asociarse o conseguir un acuerdo con una
empresa transnacional de origen chino, norteamericano u otro (principalmente
por las implicaciones geopolíticas), en definitiva igual se deberá sufrir las
consecuencias de su modo y sistema de dominio, explotación y sometimiento.
Asumiendo que la coexistencia de diversos intereses
transnacionales en un mismo país es posible; la diferencia de lo que sucedía
antes del establecimiento de la multipolaridad global, se encuentra entonces en
cuál es el bloque de poder (representado en las transnacionales y la IED) que
se instala o se decide escoger si fuera el caso (cuando las sociedades y los
Estados no están previamente alineados y tienen oportunidad de decidir). En
pocas palabras, existen diferentes opciones, pero el destino final es el mismo: la
reafirmación y expansión del modo civilizatorio capitalista.
El beneficio de la duda.- A pesar de las evidencias
incontrastables a nivel latinoamericano (no sólo por la experiencia de dominio,
sometimiento y explotación que contrajeron, sino por los graves daños socio
ambientales, la contaminación y la pérdida de biodiversidad ocasionados), que
sustentan y han formado el criterio en contra de la idea de favorecer la
entrada de las empresas transnacionales y la IED; es muy curioso que se
persista en considerarlos como agentes favorables y beneficiosos, y hasta como
agentes claves de desarrollo. En tal sentido, es importante analizar algunos
criterios clave, que permitan esclarecer esta especie de “beneficio de la duda”
que puede servir como argumento para otorgar nuevas oportunidades a un viejo
método y un sistema que pretende mostrarse renovado.
Uno de los argumentos aparentemente más consistentes (pero también
desafiantes) para permitir la entrada de las transnacionales y garantizar de
que efectivamente sean agentes claves de desarrollo, es aquella que considera
que algunas (o varias IED y transnacionales), podrían lograr un desarrollo
sostenible.
Cuando esta idea se compara con la realidad y lo que efectivamente
se hace en los hechos, se descubre:
a) Que es imposible hablar de sostenibilidad, si persiste la
lógica de la ganancia, la acumulación y la concentración de riqueza en pocas
manos, y un modelo extractivista que funciona sobre la base de la explotación
de recursos naturales no renovables; es decir extinguibles y finitos, que
marcan el límite y la frontera del sistema y el modelo.
b) Que no se puede hablar de desarrollo sostenible, si bajo la
lógica de la competencia, la ley del más fuerte y la exclusión, se destruyen
modos de vida, prácticas culturales y visiones diferentes de entender y
relacionarse con la naturaleza y el entorno, para imponer una única visión
civilizatoria.
c) Que no hay sostenibilidad sin igualdad y sin respeto a la
diversidad, la diferencia y la alteridad.
d) Que resulta un contrasentido hablar de sostenibilidad, cuando
el sistema está orientado a agotar y consumir las fuentes de vida (agua,
tierra, recursos naturales, etc.), provocando los desequilibrios estructurales
y climáticos que están conduciendo al colapso mundial.
En fin, que mientras persista una relación NO armoniosa con la
naturaleza y con el hombre, mientras no se abandone la lógica capitalista en
todas sus aristas de dominación, explotación y sometimiento, y mientras
persista el impulso neocolonizador que se empeña en consumir y explotar todo lo
que encuentra a su disposición; no solamente no existe ninguna posibilidad de
otorgarle el beneficio de la duda, sino que terminará por extinguir la propia
vida planetaria.
Propuestas
¿Existen alternativas? Teniendo como premisa fundamental la necesidad de generar
y desarrollar alternativas paradigmáticas diferentes al modo y sistema
civilizatorio capitalista que todavía impera (por medio de la IED y las
transnacionales), se pueden mencionar las siguientes:
a) Establecer y poner en práctica modelos alternativos de
autogobierno y vida (como por ejemplo las comunales de Chiapas, en México, las
agroecológicas y comunitarias que se ensayan en diversos lugares de Europa, o
las barriales como la experiencia de “María Auxiliadora” para Vivir Bien en la
zona sur de Cochabamba, Bolivia), que constituyen referentes en el proceso de
construcción de alternativas diferentes al capitalismo, con el añadido que
surgen desde las bases y la experiencia cotidiana del pueblo.
b) En aquellos casos en los que la IED y las transnacionales ya se
han introducido en los países e inciden sobre sus economías, las alternativas
son diferentes. En estos casos si de lo que se trata es de recuperar soberanía
y luchar contra ellas, es evidente que no basta afectar sus intereses, o
inclusive (como de hecho ha sucedido en países como Bolivia, Venezuela y
Ecuador), de haber expropiado (lo cual inclusive supone un pago compensatorio
que puede ser impugnado por las transnacionales en tribunales arbitrales
internacionales), porque a pesar de ello puede (y de hecho sucede), que el
poder, dominio y sometimiento de las transnacionales se mantenga. Es decir, que
para resolver los problemas de fondo, así como los efectos perniciosos que
provocan las transnacionales, deberíamos asegurarnos que su expulsión, esté
asociada al cambio y transformación de las relaciones de producción y el
establecimiento de un modo diferente y armonioso de relacionarse con la
naturaleza y entre los hombres. Ello implica no postergar indefinidamente, sino
echar las bases y los cimientos para la construcción de un nuevo tipo de
sociedad. Expropiar y afectar los intereses de las transnacionales, pero
manteniendo el sistema y modo de producción imperante, sólo constituirá en un
paliativo temporal, que pronto recaerá en los mismos vicios y problemas
originalmente repudiados.
c) Si ha sido posible afectar los intereses y expropiar las
empresas transnacionales (que en realidad implican recuperar activos, bienes y
recursos propios, incluyendo la soberanía sobre los mismos), es claro que no
son imprescindibles, ni necesarias, pero sobre todo que existen formas
alternativas de encarar y construir un modo de vida y producción diferentes. Si
las empresas transnacionales han sido derrotadas (como existen ejemplos
innumerables en la historia de los países del sur); entonces no existe razón,
ni argumentos que pretendan convencer o sugestionar de que el modo de vida y la
sociedad sin ellos es imposible. Todo lo contrario, es un falso dilema
imaginarse o creer que sin la IED o las transnacionales es imposible el
desarrollo y son precisamente estos hechos (de rebeldía, dignidad y lucha) que
demuestran que las sociedades pueden dar lugar a alternativas, soluciones y
respuestas diferentes al impuesto por el capitalismo. Y ello es así, no porque
sean actos de rebeldía, sino porque el día después sí se continuó adelante, con
nuevas y renovadas energías.
d) En los casos en los que la correlación de fuerzas es adversa y
las transnacionales han logrado impregnar, controlar y mantener hegemonía sobre
el Estado y la sociedad; entonces resulta imprescindible proteger, defender e
impulsar todas aquellas iniciativas ciudadanas y populares, orientadas a
desenmascarar, denunciar y poner en evidencia los efectos perniciosos que
provoca el accionar de ellas. Libertad de información, pensamiento,
discrepancia y conciencia, resultan imprescindibles herramientas, sobre todo
cuando se encuentran al frente regímenes sectarios, secantes y excluyentes que
pretenden monopolizar y representar la verdad y la voz, como si ésta fuese
única, o como si solo existiese una sola forma de ver las cosas y la realidad. Al efecto,
la participación social, la movilización y la deliberación amplia, transparente
y sin condicionamientos, constituyen requisitos necesarios para buscar y
encontrar respuestas y soluciones consensuadas y conjuntas. Ello significa que
no basta opinar, o votar, sino que es imprescindible decidir y actuar
colectivamente en dirección a la construcción comunitaria de los objetivos y el
proyecto consensuado. El concepto de la democracia, por tanto, cambia y se
profundiza para adquirir cada vez más aquel sentido original (demos=pueblo;
cratos=gobierno), aunque en este caso cada vez menos delegativo a poderes,
instituciones e individuos que terminan usurpando una atribución que nos
corresponde a todos.
Nota: [1] / Acumulación por desposesión la denominará David
Harvey.
Artur o D. Villanueva Imaña, Sociólogo,
boliviano. Cochabamba, Bolivia; Junio 7 de 2016.
Artur
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213231
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