La crisis no es griega, europea o china, es mundial
1 de agosto de 2015
Por Julio C. Gambina (Rebelión)
En un mes, entre mediados de junio y julio cayó un 30% la
valorización bursátil en Shanghái, una de las ciudades emblemáticas de la
expansión económica de China, y en un año su deuda creció de manera
exponencial.
Hasta ahora, solo se escuchaba hablar del
crecimiento económico en China, especialmente desde el inicio de la
modernización de su modelo económico desde 1978. Las llamadas tasas chinas, del
10% anual o más, así lo verificaban.
En el último tiempo se habló de
desaceleración, con tasas del 7%, muy superior a la evolución de cualquier
economía nacional, de países desarrollados, emergentes o atrasados. El
interrogante es si bajo las nuevas condiciones de crisis evidente esto seguirá
así, e incluso afectará la tasa de crecimiento y con ello al sistema mundial en
una nueva espiral recesiva.
Vale el interrogante entre nosotros, por ser
China uno de los principales compradores de la Argentina y un nuevo proveedor
de fondos por inversiones externas o préstamos negados por el sistema mundial.
Es una situación bastante generalizada en la región latinoamericana y caribeña,
por lo que la situación se incluye en la agenda de preocupaciones de los gobiernos
y los pueblos en esta parte del mundo.
El éxito del modelo escondía que junto al
crecimiento se consolidaban todas las formas de las relaciones capitalistas,
entre ellas el trabajo asalariado estimulado por inversiones externas
difundidas por las transnacionales de todo tipo, sustentadas en el aliento del
Estado.
Las relaciones capitalistas, el dinero, el
Estado y la deuda
Ello suponía una inserción de China en la
economía mundial, como gran productor fabril y gestor de una fabulosa masa de
dinero, usada principalmente para sostener el déficit estadounidense,
convirtiendo a China en el principal acreedor del mayor Estado capitalista, de
una deuda pública gigantesca, la más grande del mundo.
Con esas relaciones de producción,
distribución, cambio y consumo se consolidó un tipo de desarrollo sustentado en
la expansión del consumismo interno y la exportación, favoreciendo el
despliegue de un sistema de crédito e inversión especulativa en mercados
diversos, especialmente alentando la burbuja inmobiliaria y el crédito personal
y empresarial local.
La intervención estatal tuvo ese propósito, la
de estimular la expansión de las relaciones mercantiles y monetarias
capitalistas.
Parecía que el gigante asiático, ascendiendo
en el podio de la producción y la economía mundial quedaba afuera de la crisis
mundial del capitalismo.
De hecho, China disputa la primacía de la
producción mundial con EEUU y algunos se anticipaban a predecir el surgimiento
de una nueva potencia hegemónica en el sistema mundial, replicando otras previas
transiciones en la historia del orden capitalista.
Parece que no, que la burbuja especulativa
tiene ahora su trayecto en China, con un Estado con capacidad de intervenir muy
fuerte desde sus tenencias por 4 billones de dólares de reservas internacionales.
Es lo que genera incertidumbre y expectativas de control de los desastrosos
efectos de toda crisis, especialmente entre los sectores más vulnerables.
El Estado estadounidense tiene para actuar
sobre la crisis el poder del monopolio de la emisión de dólares. China lo hace
desde el poder de la tenencia de activos globales, especialmente
estadounidenses y el intento de hacer circular su moneda por todo el mundo, por
lo que generaliza acuerdos sustentados en intercambios en monedas locales. El
objetivo es la mundialización del yuan, la moneda local de China.
Desde allí y el poder estatal sobre la
propiedad de las principales empresas y la gestión de ámbitos de la regulación
de la política económica puede intervenir para aletargar los efectos de la
inevitable crisis.
Emisión como política anticrisis
Una crisis, que, reiteramos, es mundial y se
hizo visible en 2007/2008 en Wall Street, el mercado inmobiliario, de valores y
de toda la economía de EEUU, transferida al sistema mundial, con escalas y
acontecimientos visibles en España, Europa, con Grecia en el centro de las
noticias y la agenda actual.
En todos esos países el tema del endeudamiento
es clave. Es un mecanismo utilizado para posponer el problema de la crisis e
intentar superarla.
EEUU necesita prácticamente todos los años la
autorización parlamentaria a los efectos de incrementar su deuda, que es del
100% de su PBI.
Al mismo tiempo, como esa deuda genera
intereses que deben cancelarse, el problema fiscal se constituye en problema
estructural y año a año, así como crece la deuda, se sostiene un déficit fiscal
(mayores egresos que ingresos) que se explica con emisión sin límite, forzando
la posibilidad que tiene cada Estado de imponer la circulación de su moneda.
En el caso de EEUU, el Estado obtuvo desde
1945 la prerrogativa de imponer al mundo la circulación y dominación del dólar,
aun con la crisis de la convertibilidad de 1971.
Hoy amenaza con la suba de tasas que provoca
la caída de las otras monedas y los precios de las materias primas de exportación,
generando condiciones para imponer una salida a la crisis capitalista desde los
intereses nacionales de la dominación transnacional global. Pretende atrapar a
los capitales excedentes del sistema mundial en búsqueda de rentabilidad y
seguridad.
Para el caso griego, el Estado está limitado
por los compromisos impuestos por el euro-grupo, y el monopolio en la emisión
del euro, que algunos quisieron violentar sin éxito, sugiriendo emitir euros
virtuales sostenidos para la circulación en el interior de Grecia. Era parte de
lo que se llama Plan B en la situación griega e incluso para otros países
atrapados en la lógica del euro y la hegemonía ortodoxa de Alemania y su
gobierno.
Algo así como los bonos provinciales de la
crisis del 2001, las “cuasi monedas” que favorecían el intercambio entre los
habitantes de la Argentina, más allá, claro, de quitas y restricciones de
sectores privados a la circulación de esos títulos públicos. Fue el mismo
argumento usado en los clubes del trueque, con el reconocimiento y validez que
la propia sociedad otorgaba a esos medios
de pagos, los que también fueron objeto de especulación y fraude. Fueron medios que desaparecieron con el tiempo, pero el
Estado y la Sociedad puedo imponerlos, aun transitoriamente como medios de circulación y pago.
La soberanía de los Estados nacionales está
puesta en discusión por la crisis actual y sus manifestaciones monetarias, que
entre otros, se explica, según CEPAL, como volatilidades monetarias para
América Latina, con respuestas coyunturales diferenciales entre los países,
algunos devaluando sus monedas y otros posponiendo las medidas con políticas
diferenciadas, pero todos desde una lógica de subordinación al dólar o a las
monedas de aceptación en el mercado capitalista mundial.
Crisis, hegemonía y alternativa
Por eso es que sostenemos desde hace tiempo
que la crisis no es de algunos países que se hacen visibles por ciertas
dificultades, hoy Brasil, Grecia o China, sino que el problema está en el
capitalismo en su conjunto y por eso, el principal problema que intoxica al
sistema mundial son las relaciones sociales capitalistas y el ejercicio del
poder mundial desde el principal Estado capitalista: EEUU, que ejerce con la
fuerza del dólar, las armas y la simbología del poder cultural la hegemonía mundial.
El problema es que sus recetas impregnan las
instituciones que formulan políticas con pretensión universal, la OMC, el FMI,
el Banco Mundial, y con ellos se difunden las recetas liberalizadoras en las
cumbres y todo protocolo de asistencia a países con problemas. Cuando no
funcionan las recetas es siempre responsabilidad de mal aplicación de los
poderes locales, nunca del sistema ideológico que promueve esas medidas.
Asumo la dificultad de romper la lógica de la
receta del poder dominante para superar la crisis y restablecer la normalidad
de la valorización y la
acumulación. Ello supone superar el conjunto de valores
culturales de la sociedad capitalista, de un modelo de producción sustentado en
la explotación y el saqueo junto a una cultura de consumismo estimulado por las
cuotas del irresponsable endeudamiento inducido por el sistema financiero y las
políticas públicas del capitalismo contemporáneo.
Tenemos el desafío histórico de hacer realidad
las propuestas emancipadoras que sucumbieron ante el proyecto de dominación.
Como siempre decimos, parece una tarea gigantesca que se inicia desde el debate
y la construcción de una práctica social por otro orden social y cultural de
cooperación, solidaridad y pensando en la armonía del metabolismo social, lo que
supone el respeto a la reproducción de la naturaleza, o sea, la inclusión de la
reproducción de la humanidad, su hábitat la sociedad.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=201718
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