Hiroshima y Nagasaki 70 años
después de la bomba atómica
8 de agosto de 2015
8 de agosto de 2015
Por Amy Goodman y Denis
Moynihan (Democracy now!)
Hace 70 años, el 6 de agosto de 1945, el mundo
cambió para siempre. Ese día, Estados Unidos lanzó por primera vez en la
historia un arma nuclear contra población civil, la de Hiroshima , en
Japón. Tres días más tarde lanzó la segunda y, hasta ahora, última bomba
atómica utilizada contra objetivos humanos en Nagasaki, Japón. Cientos de miles
de personas murieron, muchas sufrieron quemaduras graves y miles fueron
víctimas de los efectos de largo plazo del envenenamiento por radiación. Muchos
sobrevivientes de las dos terribles explosiones, denominados “hibakusha” en
japonés, aún están vivos y cuentan sus experiencias. Mientras que el mundo ha
evitado ataques nucleares desde aquellos días de 1945, la amenaza de una
potencial devastación nuclear permanece aún latente. Sin embargo, de las
cenizas de estas dos terribles explosiones surgió un movimiento a favor de la
abolición de las armas nucleares que sigue llevando adelante su campaña
pacifista para eliminar estas armas.
“Cuando tenía doce años Japón estaba en guerra y fue obviamente
hacia el final de la guerra que el país experimentó los bombardeos de Hiroshima
y Nagasaki”, me dijo Kenzaburo Oe el año pasado en Tokio, Japón. Oe tiene 80
años, obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1994 y es uno de los
intelectuales y activistas humanitarios más respetados de Japón. “En el
momento, por supuesto, la bomba atómica significó para mí, y también para mi
madre y nuestras familias y para todas las personas, una gran conmoción. En
aquel entonces, fue la peor catástrofe que jamás habíamos visto, por lo que el
sentimiento de tener que sobrevivir a esto, de superar esto y de renovarse fue
grandioso”.
La obra de Kenzaburo Oe es conocida en todo el
mundo, pero el autor afirma que lamenta no haber escrito jamás una novela sobre
la bomba atómica. Reconoce el gran mérito de los sobrevivientes de los ataques
en mantener vivas las historias: “Los habitantes de Hiroshima que padecieron el
peor sacrificio fueron, por supuesto, las decenas de miles de personas que
murieron al instante. Sin embargo, hubo muchos sobrevivientes. Después del fin
de la guerra y de las bombas, en los cinco años posteriores, Japón estaba
ocupado militarmente (por Estados Unidos) y en ese momento no era posible para
los hibakusha, que es como llamamos a los sobrevivientes de las bombas
atómicas, crear cualquier tipo de organización propia. Recién cinco años
después de que se lanzaran las bombas, los sobrevivientes pudieron por primera
vez crear su propia organización. En aquel entonces, su único eslogan era jamás
permitir que esto se repitiera, jamás permitir que haya nuevos hibakusha”.
Desde entonces, los hibakusha han ocupado un lugar central en el
movimiento pacifista japonés y adoptaron como símbolo un origami en forma de
grulla de la paz.
Sadako Sasaki tenía apenas dos años cuando Hiroshima sufrió
el impacto de la bomba.
Sadako sobrevivió, pero a los 12 años le diagnosticaron
leucemia, una de las enfermedades provocadas por la radiación de la bomba. Un amigo del
hospital le dijo que si hacía mil grullas de papel se le concedería un deseo.
Con la esperanza de vencer su enfermedad, Sadako comenzó a crear las
intrincadas aves de papel. Murió el 25 de octubre de 1955.
No obstante, el movimiento pacifista de Japón
sigue con vida. Muchos japoneses se siguen organizando para reclamar la
abolición de las armas nucleares, pero también para que se eliminen las plantas
nucleares. Kenzaburo Oe dijo al periódico francés Le Monde: “Hiroshima debe
quedar grabado en nuestra memoria: es una catástrofe aún más dramática que los
desastres naturales porque fue provocada por el ser humano…Mostrar el mismo
desinterés por la vida humana en las plantas nucleares es la peor traición a la
memoria de las víctimas de Hiroshima”, afirmó el autor. El movimiento a favor
del cierre permanente de las plantas nucleares de Japón parecía estar a punto
de triunfar después del desastre ocurrido en Fukushima en marzo de 2011. Sin
embargo, el gobierno conservador del primer ministro Shinkzo Abe, que asumió el
poder inmediatamente después del desastre, ha prometido reavivar la energía
nuclear en el país y tiene el proyecto de volver a poner en funcionamiento
antiguas plantas inactivas e incluso, de construir nuevas.
Del otro lado del mundo, en Los Álamos, Nuevo México, el lugar
donde se fabricó la bomba atómica, se sigue realizando investigación para la
fabricación de nuevas y supuestamente “mejores” armas nucleares. Para
conmemorar el 70° aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki,
activistas por la paz realizarán una convención en la ciudad cercana de Santa
Fé, así como vigilias en la entrada del ultrasecreto laboratorio de
investigación sobre armas nucleares de Los Álamos. Como activista por la paz y
referente social de larga trayectoria, el padre John Dear afirma: “Le dijimos a
Dios: lo que tardaste 15.000 millones de años en crear, podemos destruirlo en
15 minutos”.
Las palabras de Dear se suman a las de uno de los artífices de la
bomba, J. Robert Oppenheimer. Oppenheimer era físico y director del Proyecto
Manhattan, el monumental proyecto científico estadounidense que desarrolló las
bombas. La primera bomba atómica fue detonada el 16 de julio de 1945 en el
desierto de Nuevo México, en un lugar especialmente elegido para hacer la
prueba llamado Trinity. Al observar la explosión y la nube de humo con forma de
hongo que esta generó, Oppenheimer recordó las palabras de Visnú en el texto
sagrado hindú Bhagavad-guita: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor
de mundos”.
Hiroshima es un monumento a la locura de las armas nucleares. El
año pasado, al caminar por el predio del Museo de la Paz de Hiroshima pude ver
el Monumento a la Paz de los Niños, erigido en homenaje a Sadako Sasaki y a los
miles de niños víctimas de las explosiones. El monumento está adornado con
miles de grullas de papel. En la base está grabado un llamamiento a todos
nosotros: “Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: paz en el mundo”.
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un
noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de
radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro
"Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos
extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono
Sur.
Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición:
María Eva Blotta y Democracy
Now! en español, spanish@democracynow.org
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=201954
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