Carta abierta del
movimiento ecologista a la sociedad ecuatoriana
Dialoguemos sobre la
sociedad que queremos
30 de julio de 2015
Por Acción Ecológica (Rebelión)
El gobierno del Ecuador ha hecho un llamado a un diálogo nacional,
un llamado que ha caído en el vacío, porque después de tantos años de
autoritarismo, criminalización a la protesta social, irrespeto a los derechos
individuales, colectivos y de la naturaleza, las organizaciones sociales hemos
perdido la confianza en hablar, y no ser escuchadas.
Sin embargo, las organizaciones defensoras del
ambiente y la naturaleza consideramos que, es indispensable establecer un
diálogo entre organizaciones de la sociedad civil para que de éste surjan las
demandas que deben ser asumidas por el Estado.
Un diálogo nacional debe contener temas como
los modelos productivos que atentan contra la naturaleza y el ambiente y los
procedimientos que se imponen en la sociedad que afectan la vida democrática e
impiden la defensa de los derechos y las libertades.
Tanto el modelo agrícola como el extractivo que se están
imponiendo afectan profundamente las soberanías, y condicionan el futuro del
país. La agenda extractiva, que aun cuando se dice no prioritaria, en la práctica
está siendo impulsada como pocas veces en a historia de nuestro país.
Una agenda hacia el Estado no puede desconocer
que hay un mandato minero que nunca fue aplicado, que la manera de transitar a
una economía postpetrolera, es frenando la frontera petrolera, más aún cuando
hay zonas como el Yasuní en donde el costo no es sólo la destrucción de la zona
más biodiversa del país y del mundo, y el exterminio de los pueblos en
aislamiento voluntario.
Necesitamos reflexionar sobre lo que queremos
como sociedad; sobre cómo dejar de depender de una economía rentista basada en
la extracción de petróleo y minerales que provoca acumulación, despojo,
destrucción de la naturaleza y violencia.
Con el modelo agrícola impulsado, las tierras campesinas se están
transformando en territorios para la agro-exportación y para la agroindustria .
No es admisible que zonas dedicadas a la producción de alimentos se transformen
en plantaciones de caña o palma aceitera, como tampoco lo es la transformación
de ecosistemas naturales con estos fines; peor aún cuando el mismo Estado
violenta la Constitución que, por ejemplo, declaró al Ecuador libre de
transgénicos, pero que promueve normas e incentiva la investigación científica
en este campo.
Históricamente las organizaciones del país nos hemos opuesto a los
tratados de libre comercio con las potencias industriales, porque suponen
condiciones de subordinación. Ahora estamos a las puertas de que entre en
vigencia un tratado de libre comercio con la Unión Europea , con
nefastos efectos ya reconocidos en otros países. Esto, a pesar de que la propia Constitución
señala que no se firmarán tratados que afecten la salud, la soberanía, o los
derechos de la
naturaleza. La Unión Europea inundará el mercado ecuatoriano
con productos subsidiados, afectando a millares de familias campesinas y
beneficiando a poderosos grupos empresarios europeos y nacionales.
El diálogo debe ser de la ciudadanía , para
poder construir propuestas sobre cómo construir la soberanía alimentaria, cómo
proteger la producción campesina, cómo potenciar la agroecología, cómo
conservar la agrobiodiversidad, los bosques, los manglares, el agua, el mar;
qué clase de energía queremos y para qué, en qué tipo de ciudad deseamos vivir.
Todos estos son temas centrales para un diálogo desde la sociedad. Y claro,
también cómo colocamos estos temas frente al Estado.
Es indispensable hablar también de los procedimientos con los que
estos modelos se diseñan e imponen. Para garantizar y ejercer los derechos
ambientales se requiere recuperar la independencia de las funciones del estado,
frenar la pretensión de imponer unas enmiendas constitucionales
antidemocráticas, y unas leyes anticonstitucionales, recobrar las funciones de
aquellas instituciones que han sido espacios a través de los cuáles la sociedad
expresa sus demandas frente al Estado: la defensoría del pueblo, la contraloría
y su función ambiental, las posibilidad de acceder a los estudios de impacto
ambiental y licencias ambientales, la de presentar recursos de protección ante
las cortes, sin que estos estén previamente censurados, recuperar el derecho a
organizarse con independencia del Estado-hoy asfixiado por el decreto 16-,
tener el derecho a la consulta a las comunidades para tomar decisiones sobre
los territorios y a la ciudadanía sobre los temas que vulneren nuestros
derechos ambientales y de la naturaleza.
El modelo económico de acumulación de riqueza y
las políticas que se están implementando violentan la vida y afectan los
territorios. La vida depende de la naturaleza y del trabajo y energía
necesaria. El cuidado de la vida, de los seres vulnerables y de las relaciones
en nuestra sociedad ha recaído en mucha mayor medida en las mujeres, que son
quienes más sufren por estas agresiones.
La defensa de la naturaleza y del ambiente, es
absolutamente central para hablar de los grandes problemas de injusticia
social, inequidad o pobreza y su cuidado y respeto son una condición para
superarlos.
Es desde las organizaciones sociales, desde los
movimientos sociales, desde los colectivos organizados que surgen y han surgido
las propuestas innovadoras y de transformación, las de defensa de las
soberanías, de las libertades y de los derechos, así como las estrategias para
frenar las pretensiones del Estado (de un Estado patriarcal) de imponer condiciones
que favorecen únicamente a grupos de poder y al propio capital.
Por todo lo señalado reivindicamos, el derecho
de la población a manifestarse, a ejercer sus formas organizativas y a
expresarse a través de la movilización social como un medio legítimo para
lograr cambios profundos y democráticos en la sociedad.
El movimiento ambiental apoya y es parte de ese
gran llamado a la movilización social, que debe ser también de ideas, de sueños y de
propuestas.
Quito, julio 2015
ASAMBLEA NACIONAL AMBIENTAL
CEDENMA
ACCION ECOLOGICA
YASUNIDOS
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