8
de enero de 2015
La lectura extremadamente
simplista de los medios de
comunicación va a resumirse e imprimirse en muchos cerebros como «ataque mortal
de unos musulmanes contra un periódico ‘de izquierdas’», reflexiona el
colectivo Quartiers Libres tras lamentar el asesinato de 12 personas de la
redacción del semanario satírico Charlie Hebdo en París. En esta nota el grupo
francés pone en tela de juicio la "línea editorial islamofóbica" de
la prensa hegemónica en una Europa en crisis que se encuentra "entre la
pared neoliberal y la espada reaccionaria".
Por Quartiers Libres*,
desde Francia.
Hace mucho que Charlie
Hebdo no nos hacía reír, hoy nos hace llorar. Son las doce menos cuarto en este
siglo. Estamos en un punto de inflexión histórico de la islamofobia y su
consecuente racismo en Francia y mas ampliamente en Europa. La lectura
extremadamente simplista de los medios
de comunicación en este 7 de enero del 2015 va a resumirse e imprimirse en
muchos cerebros como « ataque mortal de unos musulmanes contra un periódico ‘de
izquierdas’ ». Esto va a desestabilizar y poner del revés muchos
posicionamientos políticos. El miedo, la rabia, la tetania, la incomprensión y
el pánico moral van a dejar en muchas personas mucho espacio para que el odio
se instale.
Más allá de los
parámetros de oportunidad militar que han podido justificar la elección de este
periódico por este comando, este ataque corresponde a una lógica y a una visión
política de los takfiríes (conocidos en francés como tak-tak): Precipitar el
enfrentamiento y la radicalización de fracciones importantes de la población. Charlie Hebdo
beneficia de un capital simbólico pero importante en la izquierda: éste todavía
se considera antirracista y encarna la «libertad de expresión» entre muchas
personas. No ha sido atacado ni Le Figaro, ni Le Minute [dos periódicos
abiertamente de derecha, nota de la traducción].
Los takfiríes saben
que si el dique antirracista de izquierdas salta, entonces es Europa entera la
que bascula en el desencadenamiento de una violencia racista simbólica y física
en la cual los musulmanes son las primeras víctimas. En este escenario los
guerreros tafkiríes que fantasmean con ser defensores del Islam esperan que la
población musulmana entonces violentamente oprimida, irá a buscar protección en
ellos. Un poco como los sionistas siempre dispuestos a instrumentalizar las
olas de antisemitismo para justificar la existencia del Estado de Israel y que
la población judía oprimida se refugie en ellos, pues esto es lo mismo; los
takfiríes necesitan que el Islam esté oprimido para conquistar el corazón de
los creyentes.
No seamos hipócritas.
Charlie Hebdo no es un amigo político. Desde hace años, se ha desviado al campo
del pensamiento dominante y participa en el desarrollo de una islamofobia de
izquierdas. En cambio, nadie puede ni debe alegrarse de la ejecución de estos
periodistas. Nada puede justificar este acto en el contexto actual de Francia. Pero
este ataque no debe hacer callar tampoco las críticas que se pueden hacer a
Charlie Hebdo y a la prensa en general acerca de su línea de redacción y su
humor islamófobo.
Hoy día, hacer la
guerra en el salón de prensa de Charlie Hebdo es como lo que fue en su día el
atentado en la estación de trenes de Bolonia. Es un acto de terror para
desorientar.
A cuenta de este acto, complotismo e
islamofobia van a prosperar. El ataque contra Charlie Hebdo permite la toma
como rehenes de millones de personas de confesión musulmana en Francia y en
Europa.
Los únicos ganadores en este ataque son los
reaccionarios de todo tipo, islamófobos a la cabeza. Y enfrente, los
tafkiríes (que quieren el repliegue de una comunidad musulmana heterogénea) se
frotan las manos. Este ataque, es un candado que sirve para ponernos entre la
espada de los takfiríes y la pared del neoliberalismo.
Las múltiples sensibilidades presentes en los
barrios van a hacer frente a, encima, tener que elegir entre el adoctrinamiento
en la causa nacional, o la marginalización y la criminalización.
Todas las condiciones
que puedan permitir la llegada de una catástrofe ya están reunidas, y eso nos
da miedo.
El Partido
«Socialista» ha liquidado durante años a cualquier oposición de izquierdas, y
sobre todo aquélla que intentaba construirse desde los barrios populares. Esto
ha contribuido a dejar terreno libre a todo lo peor que se pueda imaginar en
materia de nihilismo. Porque más allá de la línea reaccionaria, lo que marca
este tipo de acción, es el impass político, económico y social en el cual
Europa se encuentra en cada crisis económica. El nihilismo de una parte de los
nuestros prospera sobra la miseria que siembran los gobiernos capitalistas en
Europa.
Lo que ha pasado este 7 de enero, es la
posibilidad (ofrecida por los takfiríes a aquéllos que nos oprimen) de cortar
los hilos de la solidaridad y de destruir una comunidad de destino entre
creyentes y no-creyentes. Es la posibilidad de condenar cualquier cosa en
función de su creencia o de sus facciones.
Los rodeos que han
servido de propaganda a los peores reaccionarios, las «llamadas al orden
republicano y la unidad nacional», a la «laicidad», a la «libertad» de
expresión, a la democracia parlamentaria como bastión frente a la «barbarie del
enemigo interior», etc. nos caen encima como una fuerte ola del mar. En este
contexto la cantinela del simplismo en el cual la «izquierda culpable» ha hecho
pruebas con la inmigración y los musulmanes corre el riesgo de bascular en
personas con uso de razón en el campo del odio del ‘otro’.
La población que vive en
Francia se encuentra arrinconada en este contexto de crisis económica entre la
pared neoliberal que sólo le da soluciones a nivel individual, y la espada
reaccionaria que habla de orígenes culturales o biológicos para que las clases
populares compitan. Lo único que tenemos que hacer es conservar la línea que
nos permitirá salir de esta trampa: Esto es, luchar colectivamente por la
justicia económica y social. Si estamos entre la espada y la pared, hay que
parar al herrero.
En este período oscuro
nos tenemos que inspirar de lo que pasa en otras partes del mundo como por
ejemplo en Kurdistán, arrinconado entre el imperialismo occidental y los
reaccionarios del Estado Islámico. Aquí como allá, tenemos la posibilidad de
crear condiciones para nuestra liberación.
* Quarters Libres es un
colectivo de activistas barriales, estudiantes y periodistas de los suburbios
de París. Traducción: Griotte Wuornos
Fuente:
http://www.anred.org/spip.php?article9133
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