Porqué los
cultivos transgénicos son una amenaza a
los
campesinos, la soberanía alimentaria,
la salud y la biodiversidad en el planeta
la salud y la biodiversidad en el planeta
Ana María Primavesi, et al.
ALAI AMLATINA, 07/08/2014.- [A finales de abril de este año, ocho científicos de diversos continentes del mundo enviaron al Papa Francisco una carta sobre los cultivos transgénicos y su impacto sobre las poblaciones rurales y urbanas, con un documento anexo que recoge los principales argumentos para que se posicione críticamente en esta materia, y en apoyo a la agricultura campesina. Esta carta y el documento salieron a luz pública el 6 de agosto, luego de que el Papa autorizara su publicación. A continuación va el texto del documento presentado por Ana María Primavesi, Andrés E. Carrasco, Elena Álvarez-Buylla, Pat Mooney, Paulo Kageyama, Rubens Nodari, Vandana Shiva y Vanderley Pignati.]
Introducción
Casi veinte años de cultivos transgénicos ¿Qué nos han dado? Al contrario de lo que prometían las empresas, la realidad de los cultivos transgénicos, basada en las estadísticas oficiales de Estados Unidos –el mayor productor de cultivos transgénicos a nivel global– muestran que éstos han tenido menor productividad por hectárea que las semillas que ya estaban en el mercado, pero han significado un aumento exponencial en el uso de agrotóxicos. (Benbrook, 2012; Gurian-Sherman, 2009).
Esto se tradujo además en fuertes impactos negativos tanto en salud pública[1] como en el medio ambiente en todos los países donde se han cultivado a gran escala. Los cultivos transgénicos han sido un instrumento clave para facilitar la mayor concentración corporativa de la historia de la alimentación y la agricultura.
Seis empresas transnacionales controlan el total de los transgénicos sembrados comercialmente en el mundo. Las mismas seis son los mayores fabricantes globales de agroquímicos, lo cual explica que el 85% de los transgénicos sean cultivos manipulados para resistir grandes dosis de herbicidas y plaguicidas, ya que este es el rubro que les deja mayores ganancias. (ETC Group, 2013b).
¿Han servido para aliviar el hambre en el mundo? No. Además, producto del avance de la industrialización de la cadena alimentaria a manos de las corporaciones de agronegocios, desde 1996, año en que se comienzan a sembrar transgénicos, aumentó la cantidad de personas malnutridas y obesas, fenómeno que ahora es sinónimo de pobreza, no de riqueza. (FAO, 2012; OMS, 2012).
La siembra de transgénicos aceleró el desplazamiento de productores chicos y medianos, empobreciéndolos, al tiempo que sustituyeron gran parte de la mano de obra por maquinaria, aumentando el desempleo rural. Por ejemplo en Argentina, los transgénicos y sus llamados “pools de siembra” llevaron a una verdadera “reforma agraria al revés”, eliminado una gran parte de los establecimientos agrícolas pequeños y medianos. Según los censos de 1988 y 2002 en esos años desaparecieron 87 000 establecimientos, de los cuales 75 293 eran menores de200 hectáreas ,
proceso que continúa con la misma tendencia. (Teubal, 2006). La secuela es que
en la actualidad, el 80% de la superficie cultivada está arrendada por 4 000
fondos de inversión: no se trata de un modelo para alimentar, es una plataforma
agrícola para especular.
Han agravado los problemas para las bases de supervivencia del planeta. En el mismo período en que se comenzaron a sembrar cultivos transgénicos, se agudizó seriamente la crisis climática y se agravaron ocho de los nueve problemas ambientales más graves del planeta definidos por el Stockholm Resilience Center como los “límites planetarios” que no podemos transgredir si queremos que La Tierra sobreviva. Siete de ellos: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los océanos, la contaminación y agotamiento del agua dulce, la erosión de suelos, la excesiva cantidad de fósforo y nitrógeno vertidos a mares y suelos y la contaminación química, están directamente relacionados con el sistema industrial corporativo de producción de alimentos, en el cual los transgénicos son su paradigma central. (Rockström, 2009; ETC Group, 2013a, GRAIN, 2011).
¿Necesitamos cultivos transgénicos? Una gran diversidad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala son los que actualmente alimentan al 70 % de la población mundial: 30-50 % de esa cifra lo aportan parcelas agrícolas pequeñas, las huertas urbanas entre el 15 y el 20 %, la pesca artesanal un 5-10 % y la caza y recolección silvestre un 10-15 %. (ETC Group, 2013a). Es una producción de alimentos más saludable, en su gran mayoría libre de agrotóxicos y transgénicos. Los alimentos del sistema alimentario agroindustrial, por el contrario, sólo llegan al 30 % de la población, pero usan el 75-80 % de la tierra arable y el 70 % del agua y combustibles de uso agrícola. (GRAIN, 2014). De la cosecha a los hogares, el 50 % de los alimentos de la cadena industrial van a parar a la basura.
Para alimentar al mundo no se necesitan cultivos uniformes, de alta tecnología y alto riesgo, en sistemas industriales. Se necesita una diversidad de semillas, en manos de millones de campesinos y productores pequeños y medianos. El avance de las corporaciones de agronegocios, con transgénicos y agrotóxicos, amenaza gravemente esta opción, que es la que ya alimenta a los más pobres y a la mayoría dela humanidad.
Ana María Primavesi , Andrés E. Carrasco, Elena
Álvarez-Buylla, Pat Mooney, Paulo Kageyama, Rubens Nodari, Vandana Shiva y
Vanderley Pignati.
Texto completo: http://alainet.org/active/76040
Carta: http://alainet.org/active/76046
ALAI AMLATINA, 07/08/2014.- [A finales de abril de este año, ocho científicos de diversos continentes del mundo enviaron al Papa Francisco una carta sobre los cultivos transgénicos y su impacto sobre las poblaciones rurales y urbanas, con un documento anexo que recoge los principales argumentos para que se posicione críticamente en esta materia, y en apoyo a la agricultura campesina. Esta carta y el documento salieron a luz pública el 6 de agosto, luego de que el Papa autorizara su publicación. A continuación va el texto del documento presentado por Ana María Primavesi, Andrés E. Carrasco, Elena Álvarez-Buylla, Pat Mooney, Paulo Kageyama, Rubens Nodari, Vandana Shiva y Vanderley Pignati.]
Introducción
Casi veinte años de cultivos transgénicos ¿Qué nos han dado? Al contrario de lo que prometían las empresas, la realidad de los cultivos transgénicos, basada en las estadísticas oficiales de Estados Unidos –el mayor productor de cultivos transgénicos a nivel global– muestran que éstos han tenido menor productividad por hectárea que las semillas que ya estaban en el mercado, pero han significado un aumento exponencial en el uso de agrotóxicos. (Benbrook, 2012; Gurian-Sherman, 2009).
Esto se tradujo además en fuertes impactos negativos tanto en salud pública[1] como en el medio ambiente en todos los países donde se han cultivado a gran escala. Los cultivos transgénicos han sido un instrumento clave para facilitar la mayor concentración corporativa de la historia de la alimentación y la agricultura.
Seis empresas transnacionales controlan el total de los transgénicos sembrados comercialmente en el mundo. Las mismas seis son los mayores fabricantes globales de agroquímicos, lo cual explica que el 85% de los transgénicos sean cultivos manipulados para resistir grandes dosis de herbicidas y plaguicidas, ya que este es el rubro que les deja mayores ganancias. (ETC Group, 2013b).
¿Han servido para aliviar el hambre en el mundo? No. Además, producto del avance de la industrialización de la cadena alimentaria a manos de las corporaciones de agronegocios, desde 1996, año en que se comienzan a sembrar transgénicos, aumentó la cantidad de personas malnutridas y obesas, fenómeno que ahora es sinónimo de pobreza, no de riqueza. (FAO, 2012; OMS, 2012).
La siembra de transgénicos aceleró el desplazamiento de productores chicos y medianos, empobreciéndolos, al tiempo que sustituyeron gran parte de la mano de obra por maquinaria, aumentando el desempleo rural. Por ejemplo en Argentina, los transgénicos y sus llamados “pools de siembra” llevaron a una verdadera “reforma agraria al revés”, eliminado una gran parte de los establecimientos agrícolas pequeños y medianos. Según los censos de 1988 y 2002 en esos años desaparecieron 87 000 establecimientos, de los cuales 75 293 eran menores de
Han agravado los problemas para las bases de supervivencia del planeta. En el mismo período en que se comenzaron a sembrar cultivos transgénicos, se agudizó seriamente la crisis climática y se agravaron ocho de los nueve problemas ambientales más graves del planeta definidos por el Stockholm Resilience Center como los “límites planetarios” que no podemos transgredir si queremos que La Tierra sobreviva. Siete de ellos: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los océanos, la contaminación y agotamiento del agua dulce, la erosión de suelos, la excesiva cantidad de fósforo y nitrógeno vertidos a mares y suelos y la contaminación química, están directamente relacionados con el sistema industrial corporativo de producción de alimentos, en el cual los transgénicos son su paradigma central. (Rockström, 2009; ETC Group, 2013a, GRAIN, 2011).
¿Necesitamos cultivos transgénicos? Una gran diversidad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala son los que actualmente alimentan al 70 % de la población mundial: 30-50 % de esa cifra lo aportan parcelas agrícolas pequeñas, las huertas urbanas entre el 15 y el 20 %, la pesca artesanal un 5-10 % y la caza y recolección silvestre un 10-15 %. (ETC Group, 2013a). Es una producción de alimentos más saludable, en su gran mayoría libre de agrotóxicos y transgénicos. Los alimentos del sistema alimentario agroindustrial, por el contrario, sólo llegan al 30 % de la población, pero usan el 75-80 % de la tierra arable y el 70 % del agua y combustibles de uso agrícola. (GRAIN, 2014). De la cosecha a los hogares, el 50 % de los alimentos de la cadena industrial van a parar a la basura.
Para alimentar al mundo no se necesitan cultivos uniformes, de alta tecnología y alto riesgo, en sistemas industriales. Se necesita una diversidad de semillas, en manos de millones de campesinos y productores pequeños y medianos. El avance de las corporaciones de agronegocios, con transgénicos y agrotóxicos, amenaza gravemente esta opción, que es la que ya alimenta a los más pobres y a la mayoría de
Ana María Primavesi
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--
Informe oficial:
las fumigaciones duplican las muertes por cáncer.
12-07-2014
12-07-2014
Un informe del Ministerio de
Salud de Córdoba sobre muertes por tumores cancerígenos determinó que la mayor
tasa de fallecimientos se produce en las zonas donde se utilizan transgénicos y
agroquímicos, donde se duplica a la media nacional. Esta información confirma
oficialmente las denuncias que desde hace años llevan adelante distintas
organizaciones cordobesas sobre los efectos que generan sobre la salud de la
población el uso indiscriminado de agrotóxicos.
Por La Olla TV.
Medardo Avila Vázquez, médico e integrante
de la Red Universitaria de Ambiente y Salud (Reduas) y de Médicos de Pueblos
Fumigados se refirió al informe y
señaló que “estas realidades terminan apareciendo tarde o
temprano, dolorosamente, porque hay mucha gente que
viene denunciando esto hace más de 10 años y nadie hace nada. Se sigue exponiendo
a muchas personas a venenos que son cancerigenos y que son usados en forma
masiva. Mientras los productores
hacen su gran negocio, muchos de los vecinos se enferman gravemente,
como demuestra esta situación”.
“Esto viene a reforzar los reclamos que
venimos haciendo porque muestra que no
son sólo datos de los mismos vecinos, o grupos de investigaciones de la
universidad, sino que son datos oficiales de los registros de la
provincia”, señala Medardo y describe que ahora esto nos va a servir “para que, a nivel
local, en los distintos pueblos, se puedan seguir sacando ordenanzas
municipales para prohibir que se siga fumigando alrededor del pueblo. Porque la
realidad del interior es que donde termina la
última casa del pueblo, ahí no más, cruzando la calle, se siembra la soja y
hasta ahí se fumiga y todo el pueblo queda impregnado con la nube de veneno que se aplicó”.
Asimismo, recordó que ya hay más de 60 pueblos en
la Argentina que han sacado ordenanzas que alejan las fumigaciones de 500 a mil metros de los limites de los
pueblos y esa es una manera de proteger a la población “porque en estas
manzanas, las casas más cerca de los campos es donde hemos verificado mayor
concentración de pacientes con cáncer”.
Por otro lado, hizo hincapié en una lucha “donde se enfrenta intereses muy
contrapuestos, de los grupos económicos, de los sojeros, de
las empresas que están detrás de los sojeros, de los Gobiernos que
participan de los agronegocios. Pero tenemos que analizar,
qué vamos a hacer prevalecer, si el negocio o la salud, la gente se está
enfermando y de una manera seria. En una cuadra de siete
familias, cuatro tienen cáncer y eso no es normal. Eso pasa porque se
está fumigando. Hay que tomar medidas. Pensar si realmente este sistema de
producción es el único, hay alternativas para seguir produciendo sin envenenar
y sin contaminar, pero hay que romper la
alianza con un grupo de empresas multinacionales muy fuertes que nos están
conduciendo en este proceso”.
Por otro lado, se refirió a situaciones
“cínicas”, como la que se da en Marcos Juárez, uno de los lugares
que aparece en el informe del registro. “Es el más agrario de
Córdoba, y tenemos una epidemia de cáncer, y la provincia ha abierto una sala
oncológica y la asociación de productores es la que financió la construcción y
la que paga los honorarios de los oncólogos. O sea, los productores
rurales, que generan el cáncer a través de sus prácticas, están pagando el
oncólogo. Por supuesto que la
mayor parte de ellos se atienden en otros lugares”.
Fuente original: La Olla TV Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article8079---
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