Servicio Militar Obligatorio: otro chivo expiatorio del opresor
5 de mayo de 2014
“A vos te va venir bien hacer la colimba”, solían decirnos los adultos, allá por los años 80´ y
posiblemente durante las 7 u 8 décadas anteriores. Había una suerte de goce en
quienes lo decían, como disfrutando del futuro castigo que aquel niño iba a tener por vaya uno a saber que travesura que
en ese entonces habría hecho. O sea, un año recibiendo malos tratos, humillaciones,
apartado de sus pares por la fuerza e incluso de la posibilidad de estudiar,
era el castigo justo y equivalente por un par de travesuras… O
ni siquiera, porque hasta el más “buenito” podía salir sorteado. 5 de mayo de 2014
Por Ramiro Giganti,
para ANRed.
Tampoco
parecía importarles a quienes reproducían esa frase la posibilidad de ser
mandados a una guerra y morir, como murieron cientos de pibes
en la guerra de Malvinas, ahí nomás en el
tiempo. De condenas desproporcionas, injusticias que se suceden y
autoritarismos que las imponen, se trata esta nota.
El Servicio
Militar Obligatorio, bautizado como “colimba” (corre limpia y
barre) en el leguaje popular, fue instituido en 1901 durante el gobierno de Julio. A.
Roca por su entonces Ministro de Guerra, Pablo Riccheri. Sí,
estamos hablando del mismo Roca, que algunos años antes había protagonizado la “Campaña al desierto” una de las más tremendas
masacres, por no decir genocidio, de nuestra historia. Pero también fue un año
antes de la “Ley de Residencia” la ley 4.144, de 1902, que permitió al gobierno expulsar inmigrantes
sin juicio previo. Esa ley fue utilizada por ese gobierno y los
siguientes para reprimir la organización sindical en Argentina, expulsando
principalmente a trabajadores anarquistas y socialistas. Volviendo a la
colimba, en sus comienzos, se reclutaba a ciudadanos de entre 20 y 21 años, y
su duración era de 18 a
24 meses. En los
últimos años se reclutaba a jóvenes de 18 años con un cupo que se determinaba
por sorteo y duraba aproximadamente un año. (Ver video "Full metal
Jacket").
“Pero la
colimba te hace más hombre” era otra
de las frases célebres que circulaban en aquellos años, incluso por jóvenes
algo asustados del futuro sorteo que podría condenarlos. ¿Qué sería ser “más
hombre”? ¿Más heterosexual, o más hábil para reprimir su homosexualidad si es
que la tiene? ¿Menos afeminado? ¿Más machista? ¿Más bruto? ¿O más sumiso al
sistema y las autoridades por mas repudiables que estas sean? Frases absurdas
de “sentido común” en tiempos donde la homofobia, por ejemplo, no solo era un
derecho sino una obligación… al igual que el machismo burdo que hoy sigue
presente, donde un par de tetas operadas valen más que el pensamiento.
A Omar
Carrasco la colimba no le habría hecho muy bien, ni tampoco “más hombre”. Tras
salir sorteado para realizar el servicio militar obligatorio, Se incorporó el 3
de marzo de 1994 al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino, en la
localidad de Zapala. Tres días después de su incorporación fue reportado como
desaparecido, y considerado desertor. Poco después sus padres lo fueron a
visitar en su primer franco interno y se les comunicó del hecho. Sus padres
desconfiaron de la versión oficial pues conocían el carácter de Omar: jamás
haría eso. Ninguna instancia militar les dio respuestas.
Vale
tener en cuenta que mediante ese decreto, el servicio militar fue suspendido y
no derogado: según el art. 19 de la ley 24.429 que lo inventa: "En el caso
excepcional que no se llegaran a cubrir con soldados voluntarios los cupos
fijados de acuerdo con el artículo 3, el Poder Ejecutivo podrá convocar, en los
términos establecidos por la ley 17.531, a los ciudadanos que en el año de la
prestación cumplan 18 años de edad y por un período que no podrá exceder de un
año." según el art. 19 de la ley 24.429 que lo inventa.
"En
el caso excepcional que no se llegaran a cubrir con soldados voluntarios los
cupos fijados de acuerdo con el artículo 3, el Poder Ejecutivo podrá convocar,
en los términos establecidos por la ley 17.531, a los ciudadanos
que en el año de la prestación cumplan 18 años de edad y por un período que no
podrá exceder de un año."
La ley
17531, que reglamentaba el Servicio Militar Obligatorio desde 1967,
continúa vigente en aquellos puntos que no fueron derogados por la 24.429, que
creaba el Servicio Militar Obligatorio, continúa vigente en aquellos puntos que
no fueron derogados por la 24.429 del año 1994 también vigente hoy. Hay mucha
tela para cortar en relación a esto, sobre todo por la
cantidad de casos de gatillo fácil y de desaparecidos que hay en la misma zona
donde hace 20 años ocurrió el caso carrasco. Por solo mencionar
algunos casos: Braian Hernadez y su vecino Gabriel
“Willy” Gutierrez, que había sido testigo de su muerte, fueron
asesinados en Neuquén; Carlos
Painevil está
desaparecido desde el 2 de junio de 2012, es de la localidad de Allen,
Rio Negro. Daniel Solano, trabajador
golondrina desaparecido desde Noviembre del 2011, también muy cerca, entre
otros casos ya mencionados anteriormente (Ver por ejemplo "La movilización que
rompió un cerco: la historia de Luciano Arruga).
“Ojo que
cuando existía la colimba había un control de salud integral que garantizaba
que todos se den las vacunas y si hagan chequeos”. Esta es una de las pobres
justificaciones con las que algunos agoreros de la derecha intentan relegitimar
lo indefendible. Que actualmente no haya un control de sanidad es una muestra
más del colapso del sistema de salud pública del cual son culpables muchos de
los que reproducen esta frase ridícula. El mismo argumento al hablar de los “ni ni”, como
si estar en la colimba un año les garantizaría luego tener un trabajo digno.
¿No será al revés? ¿No será que tener un año a esos jóvenes en la colimba, si
no se mueren como Carrasco saldrían “sumisos y respetuosos” para aceptar las
condiciones de explotación e injusticia y someterse a la autoridad sin
cuestionamientos?
Con un 35% de trabajo en negro o precarizado, y para el
otro 65% un Salario Mínimo Vital y Móvil de 3.600 pesos, que
está por debajo de la línea de pobreza, acompañado de una descomposición de los
servicios públicos esenciales (salud, educación, transporte público, vivienda,
entre otros), no parece ser el motivo para las mismas autoridades que le dieron
a la policía un aumento descomunal en diciembre del año pasado, y les niegan un
aumento menor a los docentes y muchos otros gremios. Claramente, la
prioridad es el castigo, no la educación, o una mayor inversión en servicios
públicos.
De la
misma manera que la implementación del Servicio Militar Obligatorio
durante la presidencia de Roca, fue parte de una escalada represiva vinculada a
un patriotismo autoritario, acompañada por otras como la Ley de Residencia, la
intención de reactivar el debate por la colimba es parte de toda una escalada
represiva en ascenso. La designación de Milani,
la intención de relegitimar a las Fuerzas Armadas,
la militarización de barrios con la excusa de la
inseguridad y el narcotráfico, la criminalización
de los jóvenes, todo está relacionado.
Al igual que la Ley anti
manifestaciones (Ver "Sobre la legitimidad de
la protesta y la Ley de Convivencia en Manifestaciones Públicas") son
intentos con los que el gobierno va tanteando la coyuntura. Tanto
esa ley como la idea de reinstalar la colimba fueron rechazadas por el
ejecutivo, o al menos tuvieron declaraciones que despegan al ejecutivo al ser
repudiadas, pero eso no significa que no esté la intención. Ante la
negativa al proyecto de ley contra las manifestaciones, ya hay otras propuestas
muy similares con pequeñas modificaciones, incluso presentada por otras fuerzas
partidarias (el diputado Darío Giustozzi del Frente Renovador que lidera Massa,
declaró que presento un proyecto de ley al respecto, con las mismas
intenciones). Que no se reinstale el Servicio Militar Obligatorio en este
momento no significa que desde las autoridades haya nuevos intentos de reinstalarlo. La
lógica del castigo sigue presente, no sólo en las autoridades sino en gran
parte de la sociedad.
Con sólo recordar los linchamientos, los pedidos de “mano
dura”. Con sólo analizar cómo se educa, como se dirimen problemas, es fácil
encontrar situaciones donde el castigo se pone por encima de la resolución
práctica del problema.
El
castigo, como reduccionismo, como chivo expiatorio, como evasiva al problema de
fondo. El castigo, para mantener un sistema injusto, para evadir
cuestionamientos. El castigo, como recurso de adultos ignorantes para castigar
a los pibes. El castigo, como regreso de la brutalidad animal para imponerse
sobre la razón. La incorporación de delincuentes en las fuerzas de seguridad, tan bien
recreada en la película “La Naranja Mecánica ”, pero
saliendo de la ficción muy empleada en la realidad donde el policía muchas
veces se confunde con el delincuente, o directamente es la misma persona.
Después de todo, no hay tantas diferencias, sólo un uniforme y el permiso para
portar un arma. Y si hay que tercerizar, basta con contratar barras bravas,
como ocurrió con el asesinato de Mariano Ferreyra, o
los numerosos caso de patotas punteriles que reprimen para defender el orden
establecido.
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