A 70 años del triunfo contra el fascismo
28 de abril de 2015
Por Gilberto López y Rivas
Este 8 de mayo se celebrará el 70 aniversario
del triunfo de los pueblos del mundo sobre el nazi-fascismo, y en particular,
la victoria sobre Alemania del pueblo soviético.
Determinante en esta
gesta histórica. En las actuales circunstancias políticas, económicas y
sociales en el ámbito planetario, este aniversario cobra un significado
especial, dadas las amenazas constantes a la paz por parte del capitalismo colectivo
encabezado por EEUU y la posibilidad real de una nueva contienda bélica de
dimensiones planetarias, que sería la última que la humanidad librase.
México, por haber sido
país de acogida del exilio republicano, conoció de primera mano el crimen que
los fascistas cometieron contra la República Española
y el papel que jugó el Comité de no Intervención que los gobiernos de
Inglaterra, Francia y EEUU crearon para encubrir su clara complicidad en ese
crimen. En España, los fascistas pusieron a prueba sus nuevas armas, sus
métodos masivos de exterminio y toda la experiencia española se constituyó así
en la advertencia de lo que sería el “orden fascista” en Europa. También España
se convirtió en la clarinada que alertaba a los fascistas sobre el indoblegable
espíritu de lucha de un pueblo y la fraterna solidaridad de los
internacionalistas de todos los pueblos del mundo. Este 8 de mayo se recordará
a los y las combatientes de todos los pueblos de España que nutrieron de
espíritu antifascista y de amor por la causa popular a toda una generación de
luchadores contra el fascismo.
Todas las agresiones
fascistas de la preguerra quedaron impunes y, con ello, se permitió que los
sueños de expansión mundial de las potencias del Eje se tornaran cruel
realidad. Los gobiernos inglés y francés pasaron por encima de acuerdos
internacionales de mutua defensa con Polonia y Checoslovaquia, y de la voluntad
de sus pueblos, permitiendo la ocupación nazi de esos países.
Destaco estos
acontecimientos históricos porque la historiografía imperialista se ha
encargado de propagar una imagen tergiversada sobre las causas que provocaron
la segunda guerra mundial, pretendiendo colocar la responsabilidad en la
psicopatía de un individuo. Recurriendo, como lo hacen frecuentemente, al
psicologismo, procuran hacer creer que Hitler y el apetito de poder de una
camarilla de fanáticos desequilibrados fueron la causa de la guerra. Hoy como ayer,
los causantes de la guerra son los capitalistas, los monopolios que lucran con
la muerte de millones, las corporaciones productoras de armamento, las
sociedades anónimas que invierten en el pingüe negocio de la guerra. Socios
alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses se beneficiaron por igual con
la matanza de los pueblos.
“Las instalaciones
para las cámaras de gas en las “fábricas de la muerte” fascistas fueron
vendidas por firmas alemanas estrechamente ligadas a monopolios yanquis, Los
“carros de la muerte” se produjeron en las fábricas a alemanas pertenecientes a
la Ford y a la
General Motors. El Bank of International Settlements de
Basilea, cuyo director era el banquero neoyorkino Tomas Mackitric, compraba al
Reich Bank Alemán el oro robado por los hitlerianos, así como los dientes de
oro de las personas asesinadas en los campos de concentración.” (V. Israelian
Nicolaev. 'La segunda guerra mundial'. México: Editorial Cartago, 1980, p. 104)
¿Qué pretendían los
gobiernos de EEUU, Francia e Inglaterra con esta complicidad con la Alemania
fascista de la preguerra?
En primer lugar, se
buscaba dirigir la maquinaria bélica alemana hacia el Este, hacia la Unión Soviética. Se
quería realizar lo que no fue posible en los años que siguieron a la Revolución
de Octubre de 1917, cuando todas las potencias imperialistas asediaban a la
joven república de los Soviets. Todos los intervencionistas coincidían en su
odio de clase hacía el socialismo. Igualmente, a lo largo de toda la contienda
bélica de 1939 a
1945, el antisovietismo y el anticomunismo estuvieron presentes como factor
subyacente en la singular conducción de la guerra por parte de los aliados de la Coalición Anti
hitleriana. El retraso en la apertura del Segundo Frente hasta el año 1944
(cuando ya el curso de la guerra se había decidido en el frente soviético) y la
sistemática política de acciones militares pequeñas, tenían por objeto lograr
el desgaste y la derrota de la Unión Soviética.
Es también
significativa para las luchas actuales de los pueblos contra el despojo y la
recolonización capitalista neoliberal, analizar la experiencia histórica que se
presenta en esta Segunda Guerra Mundial: la traición nacional de la mayoría de
los gobiernos capitalistas de Europa ante el ataque y la ocupación fascistas.
La entrega que la burguesía hace de sus propias naciones en aras de proteger
sus intereses de clase. El mariscal Philippe Pétain, el colaboracionista jefe
de gobierno que entrega Francia a los alemanes, representa cabalmente la
política seguida por la mayoría de los gobiernos europeos establecidos que, uno
a uno, fueron sometiéndose dócilmente a los nazis, instalándose gobiernos de
ocupación en los que estos colaboracionistas desempeñarían un importante papel
en la represión brutal y en la dominación de sus propios pueblos. Los ejércitos
burgueses ofrecieron una resistencia mínima o simbólica y se desmoronaron ante
el ataque fascista. Esta actitud capituladora y entreguista de los regímenes
capitalistas europeos muestra nítidamente la tendencia histórica de la actual
fase de transnacionalización neoliberal, en el sentido de que los grupos
dominantes no representan más el interés nacional y conforman gobiernos que
Marx consideraba de “traición nacional”, como se demuestra nítidamente en el
caso de México.
Por el contrario,
durante el inicio y el desarrollo de la guerra, especialmente las clases
trabajadoras y un sector importante de los intelectuales, participan
activamente en la resistencia antifascista.
Precisamente, la participación activa de los pueblos y el peso decisivo del pueblo soviético, en particular, van cambiando la naturaleza de la guerra: de inter-imperialista se trasforma en una guerra popular, antifascista, justa y necesaria hasta la derrota del fascismo.
Precisamente, la participación activa de los pueblos y el peso decisivo del pueblo soviético, en particular, van cambiando la naturaleza de la guerra: de inter-imperialista se trasforma en una guerra popular, antifascista, justa y necesaria hasta la derrota del fascismo.
En esta guerra de los
pueblos contra el fascismo, los comunistas, especialmente, junto con otros
agrupamientos de diversas ideologías, intervienen directamente en la
organización de destacamentos guerrilleros y de resistencia: efectúan labores
de sabotaje y ajusticiamiento en la retaguardia de los fascistas, manteniendo
viva la identidad y la dignidad nacionales frente a los invasores. Asimismo,
los comunistas integran ese otro ejército de combatientes anónimos que
efectuaban inapreciables trabajos de información y de inteligencia en las
mismas filas del enemigo. Cientos de hombres y mujeres a quienes tocó luchar en
este singular “frente interno”, en el que la mayoría cayó en manos de los
torturadores y asesinos. Combatientes como el comunista alemán Richard Sorge y
del comunista polaco Leopoldo Trepper; y la de todos aquellos que como ellos no
eran espías profesionales a sueldo, mercenarios de los aparatos de inteligencia
y subversión capitalistas, sino modestos y valerosos revolucionarios que
lucharon y murieron por la causa del pueblo y el socialismo.
Los trabajos continuos
de 70 años de los poderosos medios
de comunicación masiva influenciados y controlados por la concepción
imperialista del mundo pretenden tergiversar esta historia. Se produce película
tras película, serie tras serie de televisión en las que se presenta a los
ejércitos aliados, especialmente al de EEUU, como la fuerza militar que derrotó
a Alemania. La acción militar que se inicia con el desembarco aliado en
Normandía aparece como el acontecimiento más importante de la Segunda Guerra ,
intentando con estas manipulaciones ignorar la contribución del pueblo
soviético y los grandes sacrificios de los pueblos de la Europa ocupada.
Este es un hecho
histórico que seguramente será silenciado por los medios
de comunicación imperialistas durante este 70 aniversario, como será
convenientemente ocultado que en aquellos países que fueron ocupados por los
aliados occidentales, sus gobiernos se opusieron enérgicamente a las
aspiraciones democráticas y trasformadoras por las que los pueblos habían
luchado, restaurando inmediatamente el orden de cosas conveniente para el
capitalismo, imponiendo una alineación militar que resultó en la agresiva OTAN , ya en
plena “guerra fría”. Asimismo, el gobierno de EEUU, en particular, sostuvo una
política benevolente con criminales de guerra fascistas, otorgándoles
protección, asilo, y hasta utilizándolos en sus servicios de inteligencia, en
sus centros científicos de investigación con fines bélicos y como asesores de
los regímenes dictatoriales de Nuestra América y de otros continentes. El
fascismo de ayer, se da la mano con el fascismo de hoy, como se observa en
Ucrania, y en numerosos países europeos donde han resurgido abiertamente grupos
de neo-nazis que gozan, como los nazis de ayer, de la tolerancia de los
gobiernos europeos y estadounidense.
Durante estos 70 años
de posguerra, la humanidad ha vivido un periodo en el que si bien es cierto que
no ha habido una nueva conflagración mundial, los pueblos han sufrido múltiples
agresiones militares, económicas, políticas y del llamado de amplio espectro
por parte de los imperialistas estadounidenses y sus cómplices europeos.
En América Latina, en
particular, se ha dejado sentir de manera directa la agresión del imperialismo
estadounidense. Nuestra historia está marcada por la presencia injerencista de
EEUU, y por la acción actual de una recolonización que es considerada como una
ocupación, con sus colaboracionistas y resistentes. Aprender de la lucha
antifascista es primordial, a los 70 años de la capitulación incondicional del
ejército alemán ante el Ejército Rojo.
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