Monsanto/Syngenta: Caracteres siniestros.
De la crisis climática al control corporativo de la
agricultura
19 de mayo de 2015
Por Grupo ETC
Se habla mucho de la
agricultura “climáticamente inteligente”, sin embargo es el dinero inteligente
quien está usando la crisis del clima para controlar un espectro aún más amplio
de insumos agrícolas.
A menos que los
reguladores antimonopolios muestren la autoridad que han escondido las últimas
cuatro décadas, la cuestionada operación de $45 mil millones de dólares en la que Monsanto (número
1 global en semillas y número 5 en pesticidas) apuesta por adueñarse de
Syngenta, (número 1 en pesticidas y número 3 en semillas) llevará a esas dos
empresas a controlar 54% de las ventas comerciales de semillas y una tercera
parte del merado mundial de pesticidas.[i] Mientras los reguladores se enfocan en
las dos corporaciones agrícolas, los agricultores y nosotros, a quienes nos
gusta la comida de verdad, debemos fijarnos en las consecuencias que podría
traer esta fusión, al menos en tres aspectos importantes.
Los seis compadres: En primer lugar, el
mercado global de semillas y pesticidas está dominado por únicamente seis
compañías que, juntas, controlan 75% de los insumos agrícolas. Si una fusión
como la de
Monsanto-Syngenta se hace realidad, no quedarán más de cinco
gigantes — o posiblemente menos — una vez que pase la polvareda, lo que
significa que el nivel de concentración en el sector agrario aumentará
significativamente.
Si la corporación
suiza Syngenta se mantiene firme y sigue rechazando la presión de Monsanto, la
empresa de San Louis Missouri podría hacer trato con BASF en Alemania. BASF es
la número tres en plaguicidas y ha ido construyendo sigilosamente sus intereses
en el sector semillero en los últimos años. Al igual que Syngenta, BASF podría
ofrecer a Monsanto un arreglo fiscal muy bueno (o sea, eludir impuestos) si
trasladara a Europa su sede. En Estados Unidos, Monsanto paga entre 28 y 31 %
de sus ingresos en impuestos, mientras que las compañías europeas tienen que
desembolsar 15% aproximadamente. Pero no podemos hacernos la imagen completa
sin contar con Bayer, DuPont y Dow —tres importantísimas compañías químicas con
intereses muy importantes en el sector de pesticidas y fitomejoramiento. No
querrán ser testigos mudos. Si cualquiera de las seis empresas adquiere otra,
veremos una cascada de fusiones y remates que podrían ocurrir los próximos
meses o años. Como si faltara algo, al fondo se encuentra ChemChina, empresa
que está buscando convertirse en jugador global.[ii]
Cualquiera que sea el
resultado del jaloneo de la compra venta, los agricultores y los consumidores
seremos los perdedores. En los últimos meses, la prensa financiera ha reportado
una nueva ola de adquisiciones que atraviesan varios sectores de alta
tecnología. Además de ahorrarse impuestos, un primer objetivo de las operaciones
es reducir la inversión en investigación y desarrollo.[iii] Las grandes compañías históricamente
son menos innovadoras que las pequeñas. El otro objetivo, más “tradicional” es
aumentar su poder de mercado. Entre más grande la empresa es más difícil caer
en las manos de los reguladores y es más fácil entenderse con los políticos,
razón por la cual gastan tanto más en relaciones públicas y menos en investigación
y desarrollo.[iv]
¿Gli-fosfatos? Otro ángulo para analizar estas fusiones es desde la
perspectiva de la industria de los insumos agrícolas, donde cada aspecto del
proceso implica ahora el uso de bases de datos patentadas, información que va
de la semilla a los suelos y los tractores.[v]Cuando
en los años setenta las compañías de pesticidas reconocieron las sinergias
posibles al aliarse con las semilleras, dejaron listo el escenario para los
organismos genéticamente modificados (OGM) tolerantes a herbicidas, protegidos
por patentes. Hoy prácticamente todas las semillas transgénicas están diseñadas
para resistir a los herbicidas, y la integración de esas semillas y los
agroquímicos que necesitan es prácticamente universal. Sin embargo, las
compañías que controlan el otro gran insumo para el trabajo agrícola, los
fertilizantes, no entraron en aquel entonces al frenesí por las fusiones. Los
fertilizantes son una mercancía que se vende a granel, a diferencia de la
biotecnología para el fitomejoramiento y el desarrollo de pesticidas. Tal vez
no veamos ahora paquetes de “gli-fosfatos” pero todo camina hacia allá. Las
enormes empresas de fertilizantes sienten la presión de los gobiernos y los
defensores del ambiente por los cada vez mayores escurrimientos tóxicos hacia
los ríos y los océanos, pues menos de la mitad de los fertilizantes que se
aplican llegan a los cultivos. Las compañías de fertilizantes protegerán su
futuro amarrándose con los otros sectores de insumos.
¿Parcelas
inteligentes? En los años recientes
Monsanto gastó al menos mil millones de dólares comprando dos compañías de alta
tecnología de monitoreo climático. Incluso uno de sus ejecutivos se atrevió a
decir que Monsanto podría ser conocida en cinco o diez años como una
corporación de tecnologías de la información.[vi] Ahora mismo Monsanto asegura que
cuenta con información histórica detallada sobre 30 millones de campos
agrícolas en Estados Unidos, con el acercamiento a unidades de 10 x 10 metros . Desde que
compró Climate Corp., que usa satélites y naves aéreas para monitorear parcelas
y vender seguros para la cosecha, Monsanto incrementó la base de sus clientes
gracias a su plataforma “Climate Basic” (clima básico) que cubre más de una
tercera parte de toda la tierra agrícola en Estados Unidos e intenta extender
su monitoreo a todo el planeta.[vii]
En 2014, la compañía
presentó FieldScripts, un “servicio de monitoreo” basado en información del
cinturón cerealero de Estados Unidos –un primer paso en las anheladas alianzas
con otros sectores de insumos, que incluyen a las compañías de maquinaria
agrícola.[viii] Para la siembra de 2014, la compañía
de fertilizantes más grande del mundo, Agrium Inc., se asoció con Monsanto para
ofrecer la plataforma “Climate Pro” a sus clientes minoristas en Estados
Unidos.[ix]
Cuando una sola
compañía vende la semilla, sabe la prevalencia de las plagas y vende el
plaguicida, sabe además las condiciones locales de los suelos y con ello
administra el fertilizante, además de predecir las condiciones del clima y con
ello vende el seguro para la cosecha, comienzan a perder sentido las nociones
“inter-sectorial” o “anti-monopolio”.
Agro-robot: Existe aún otra
perspectiva. Tres grandes empresas, encabezadas por John Deere, controlan 77%
del mercado mundial de maquinaria agrícola, con valor de $65 mil millones de
dólares.[x]Las
tres están desarrollando máquinas robóticas para el trabajo agrícola, diseñadas
para dispensar semillas, plaguicidas y fertilizantes y todas están compitiendo
por lograr el control metro por metro de las parcelas. En el corto plazo las
semillas de Monsanto, los pesticidas de Syngenta y los fertilizantes de Agrium
podrían terminar dentro de un tracto-robot de John Deere controlado por drones
y desde los satélites comerciales. Las empresas de maquinaria agrícola son casi
lo doble de grandes que sus aliadas de semillas y plaguicidas. El dinero
“inteligente” aconseja que, si hay que apostar, consideremos que tal vez para
2020 las máquinas robóticas dispensadoras de semillas, fertilizantes y
plaguicidas dominarán las parcelas. A inicios de mayo, la Administración de
Aviación de Estados Unidos (US Federal Aviation Administration) aprobó el uso
doméstico de drones, con el tamaño necesario para cargar una “ración” de
fertilizante y pesticida. (Dichos modelos pesan solamente 90 kilos).[xi]
“Climáticamente
inteligente”: Según los promotores
de la llamada “agricultura climáticamente inteligente”, esas son exactamente
las tecnologías que los gobiernos van a necesitar si quieren seguridad
alimentaria en medio del caos climático. Hacerse de la vista gorda para que se
reduzca la competencia es un precio bajo por obtener el dinero de las grandes
corporaciones y la inteligencia detrás de investigaciones de alto riesgo.
“Climáticamente inteligente” es una noción que lleva unos diez años en el aire,
pero básicamente ha sido eso, aire. Para el CGIAR, el Grupo Consultivo de
Investigación Agrícola Internacional de la Revolución Verde ,
por ejemplo, lo climáticamente inteligente ha significado poner etiquetas
nuevas a investigaciones viejas sobre la resistencia al estrés. Para el sector
privado, implica participar del frenesí por las patentes sobre caracteres
genéticos para la tolerancia al estrés abiótico (como sequía, calor o
salinidad). Pero este frenesí es reciente. La enorme atención que por décadas
las grandes empresas han puesto en la tolerancia a los herbicidas hizo que
descuidaran o ignoraran el desarrollo de caracteres mucho más importantes para
la resistencia al estrés, y de hecho han contribuido a erosionar la resiliencia
de los cultivos. El cambio hacia los caracteres “climáticamente inteligentes”
convierte las fallas de la biotecnología en virtudes (léase ventajas
comerciales) y les permite recuperar tiempo perdido. También les ayuda a
colocar una batería de técnicas de biotecnología (transgénicos en esteroides)
con las que esperan evadir las regulaciones existentes, que sólo se refieren a
las semillas transgénicas “convencionales”.
Lo que nos regresa al
problema inicial de la
fusión Monsanto /Syngenta.
Desde los noventa, Monsanto se ha
promocionado como una compañía verde de biociencias, que desarrolla cultivos
transgénicos para reducir la dependencia a los plaguicidas tóxicos. Las
variedades de cultivos tolerantes a los herbicidas, se suponía que permitirían
a los agricultores a usar menos químicos tóxicos, requiriendo así menos
combustibles fósiles. En los meses recientes, sin embargo diversos estudios
científicos están concluyendo que no solo las plagas y enfermedades se han
vuelto resistentes a las variedades de Monsanto, sino que el herbicida de esa
empresa “Roundup” (a base de glifosato), según la Organización Mundial
de la Salud, es “probablemente carcinogénico.”[xii] Con el estancamiento de las ventas de
semillas y el fortalecimiento de las malezas, el intento de Monsanto por
apoderarse de Syngenta se interpreta como un movimiento para proteger sus
ganancias incorporando una mayor “protección química” para sus variedades.
Puesto que el éxito del Roundup Ready está llegando a su fin, Monsanto quiere
ahora volverse “climáticamente inteligente” y los magos de la tecnología que
fallaron con las aplicaciones biológicas se están moviendo hacia las
tecnologías de vigilancia. Monsanto puede o no asociarse con John Deere, pero
todos nosotros, a los que aún nos gusta comer, podríamos perder mucho si no se
rompe el monopolio de lo mega monstruos agrícolas.
Mayor información:
Pat Mooney, Director
del Grupo ETC
Email:
email: mooney@etcgroup.org, Tel: 1 (613) 241-2267 ext. 23; móvil: 1 (613) 240-0045.
Referencias (...)
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Monsanto_Syngenta_Caracteres_siniestros._De_la_crisis_climatica_al_control_corporativo_de_la_agricultura
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