La lucha mundial
contra Monsanto
27 de mayo de 2015
Por
Liliana Buitrago A. (laculturanuestra.com)
Este 23 de mayo de 2015, millones de personas
en más de 48 países se levantaron y salieron a marchar, caminaron paso a paso,
grito a grito; son millones de indignados pidiendo una sola cosa: “¡Paren a
Monsanto ya!”. Un día como éste, en India, un campesino se suicidó por la
pérdida de sus cultivos de algodón. La dependencia del paquete tecnológico
asociado a la siembra de las semillas de Monsanto ha ocasionado suicidios
masivos.1
Esa misma mañana, Juan rayó las paredes de la
ciudad con la imagen de un niño abrazado a su madre que utilizaba una máscara
de gas con la leyenda “No quiero morir, fuera Monsanto”. Aún mojada la pinta en
Paraguay, una mujer como tú, como yo, como tantas, con cinco meses de embarazo
perdió a su hijo 2 bajo los efectos del Roundup, nombre
comercial del glifosato producido por Monsanto. Un herbicida que tiene sus
orígenes en el gas naranja utilizado para matar de hambre y envenenar a los
vietnamitas durante la guerra de Estados Unidos contra Vietnam3,,
cuya patente expiró en 2000 y, además, es altamente tóxico y no biodegradable. 4
Unas lunas antes, Miguel en EE.UU sembraba las
semillas de maíz que Monsanto le vendió bajo estas condiciones: “Cuando los
agricultores compran una variedad de semilla patentada, firman un acuerdo donde se suscribe
que cultivarán únicamente la semilla que nos están comprando y que no guardarán
ni volverán a sembrar las semillas que van a producir las plantas que están
cultivan do y contienen la tecnología patentada.
Al año, más de 250.000 agricultores compran semillas aceptando estas
condiciones en los Estados Unidos”5.
Miguel no pudo guardar esa semilla, no pudo
sembrarla nuevamente, no pudo sembrar nada más que la semilla que le venden
cada cosecha para sembrar en ese suelo que se volvió infértil, no pudo más que
usar los químicos que venían con esas semillas. Un día no pudo pagar nuevamente
la semilla para sembrar más maíz, no pudo evitar la muerte de los animales de
su granja, no pudo evitar que a su comunidad se le contaminaran los cultivos,
no pudo.
Monsanto patenta las semillas que vende a través del robo del
conocimiento ancestral acumulado en éstas, con base en esos mejoramientos
genéticos, y luego deja a millones sin poder utilizar otras semillas ni sembrar
en sus suelos. La vida de Miguel como agricultor depende de Monsanto, que le
dice: “Las patentes son necesarias para asegurarnos de que recibiremos el pago
por nuestros productos y por toda la inversión que realizamos para desarrollar
estos productos. Ésta es una de las razones básicas de las patentes”. En
Venezuela las patentes sobre organismos vivos están prohibidas en la
Constitución, según el artículo 127.
Sin embargo, y desde la indignación,
nuevamente millones de personas en cientos de ciudades de 48 países, se
levantaron y salieron a marchar, caminaron paso a paso, grito a grito, pidiendo
una sola cosa: ¡Paren a Monsanto ya!
En otro lado, Vargas en su silla de oficina se
sentaba, tenía muchos puntos de cuenta que firmar, pero tomó la prensa, miró la
nota y se preguntó: “Pero, bueno, ¿cómo vamos a acabar entonces con el hambre
en el mundo si no compramos la semillas patentadas?”. No sabe que la FAO en
octubre de 2014 declaró que 80% de los alimentos que comemos provienen de la
agricultura familiar, y que ese modelo debe ser el protagonista del cambio.
“Las explotaciones familiares son parte de la
solución para lograr la seguridad alimentaria y el desarrollo rural sostenible;
la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del medio ambiente en el ámbito
mundial dependen de más de 500 millones de explotaciones familiares que forman
la espina dorsal de la agricultura en la mayor parte de los países” 6.
Monsanto lo sabe, por eso busca aniquilar este sistema con la promoción de
monocultivos a gran escala que incluyen el uso de agrotóxicos que matan la
diversidad, nuestra diversidad, para siempre.
En Venezuela, al día de la movilización
mundial se le sumó una muestra de experiencias agroecológicas 7.
En Caracas, diversos colectivos agroecológicos de Mérida, Aragua, Carabobo,
Anzoátegui, Lara, Cojedes, Distrito Capital y Yaracuy se reunieron para
participar en la jornada contra Monsanto.
Alverio, agricultor de papas desde los cinco años, en un discurso
totalmente en disputa con el de Monsanto, comentó: “Queremos que la papa negra
se propague, allí está nuestra
felicidad que todos puedan sembrarla en todas las comunidades, y no depender del combito que
venden. ¡No les vamos a perdonar el daño que han hecho!”.
También Fray, de Anzoátegui, y Pablo Characo agregaron que en sus
semillas cultivadas sin agrotóxicos, y mejoradas utilizando los saberes de las
abuelas, los abuelos y las comunidades, está la vida y la posibilidad de
alimentarnos con soberanía.
Monsanto es el líder mundial en el uso de biotecnología moderna
para la siembra y sus transgénicos. No son seguros para la salud, de hecho, los
Gobiernos de Austria, Grecia, Hungría, Francia, Luxemburgo, Alemania, Bulgaria,
Suiza y China han vetado los cultivos transgénicos, y han fijado cláusulas de
salvaguarda o moratorias a los transgénicos; y otros Gobiernos, como Italia, Irlanda, Turquía, Polonia,
Ecuador y Bolivia, los han
prohibido rotundamente 8.
El poder de Monsanto trasciende el campo de los
productos alimentarios, es un poder sobre los cuerpos y territorios. Su maniobra
corporativa abarca el sector farmacéutico 9;
es decir, ante los alimentos que enferman por sus químicos asociados, ¿cuál es
la respuesta?: más químicos que produce la misma corporación. Este negocio
farmacéutico opera a través de Pharmacia, filial de Pfizer Inc y Solutia. Un
círculo de muerte.
La muerte es el componente esencial del
negocio de Monsanto10.
“Monsanto no tiene más ciencia, valores o conocimientos que la guerra”, según
Vandana Shiva. Los mecanismos creados van en contra de las posibilidades de
reproducción de la vida.
Otro de estos mecanismos grotescos es precisamente el negocio
de los mercenarios de guerra.
En el año 2013 circuló la noticia de la compra de Blackwater, una
de las principales empresas de mercenarios,
por parte de Monsanto. Es decir, el círculo de muerte contiene el negocio de la
salud, el de la reproducción de los alimentos y el de las guerras por encargo.
Por eso, Alverio dijo: “Queremos darle la batalla a las transnacionales, y la
forma es por la reproducción de nuestras semillas nativas que pueden alimentar
a nuestro pueblo”, y repitió: “¡No les vamos a perdonar el daño que han hecho!”.
El glifosato sigue lloviendo, la diversidad
sigue desapareciendo, los suelos siguen muriendo, hasta la leche materna de las
madres lo contiene 11;
sin embargo, los cuerpos siguen en resistencia. La batalla es por la defensa de
las posibilidades de reproducir la vida. Monsanto hoy tiene el mayor de sus límites:
la determinación de los pueblos a defender su derecho a la vida, como derecho
colectivo para poder reproducirla con cuerpos, territorios, semillas,
conocimientos y saberes libres.
4 Para un informe
ampliado consulta: http://www.greenpeace.org/argentina/Global/argentina/report/2011/bosques/informe-glifosato-espa%C3%B1ol-v2.pdf
5 http://www.monsanto.com/global/es/noticias-y-opiniones/pages/porque-monsanto-demanda-a-agricultores-que-reutilizan-las-semillas.aspx
7 Esta fue la
convocatoria: http://venezuelalibredetransgenicos.blogspot.com/2015/05/en-el-marco-de-la-jornada-mundial.html
8 http://www.greenpeace.org/espana/es/Trabajamos-en/Transgenicos/Soluciones-y-demandas/Moratorias-e-iniciativas/
10 http://desinformemonos.org/2014/07/monsanto-no-tiene-mas-ciencia-valores-o-conocimientos-que-la-guerra-vandana-shiva/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199273
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