El precio del petróleo
En Argentina se celebra cada metro ganado por empresas
petroleras y se publicita como positiva cada nueva concesión. Mientras se
invisibilizan las consecuencias del avance extractivo. Semblanza de Cristina Linkopan, autoridad
mapuche, una vida cobrada por el progreso petrolero.
En Argentina se celebra cada metro ganado por empresas petroleras
y se publicita como positiva cada nueva concesión. Mientras se invisibilizan
las consecuencias del avance extractivo. Semblanza de Cristina Linkopan,
autoridad mapuche, una vida cobrada por el progreso petrolero.
Por Darío Aranda y Umawtufe Wenxu
Hija. Hermana. Mapuche. Lonko. Madre. Luchadora. Algunos de los
roles ejercidos simultáneamente por “Tina”, como llaman a Cristina Linkopan en la comunidad Gelay Ko
(Neuquén). Tina creció en un campo invadido por las petroleras, donde ventean
gas las 24 horas de todos los días del año y la dádiva empresaria se imponía
como moneda de cambio.
Multinacionales que llegaban, exprimían el subsuelo, extraían
hidrocarburos y se iban. Para dar paso a otras empresas, las mismas promesas y
que repetían la rapiña. La
comunidad sólo conocía de abundancias ajenas y necesidades propias. Pero Tina
Linkopan dijo basta de saqueo, contaminación y violación de derechos.
Enero de 2011 fue un quiebre. La mayor parte de la comunidad
estaba en los campos de veranada cuidando los animales, la empresa
estadounidense Apache aprovechó esa ausencia e ingresó a un sector de la
comunidad para hacer algo nunca visto en la zona: el primer pozo de
multifractura horizontal (fracking) de Latinoamérica. Cientos de camiones,
máquinas, torres, tanques de agua, camionetas, explosivos. Un ejército
extractivo. La prueba más grotesca fue un gigantesco piletón con agua de
desecho que implicó una trampa mortal para decenas de animales de la comunidad.
Al mes del ingreso, el Gobernador de Neuquén visitó la zona. Llegó para
celebrar junto a la empresa el “éxito” del primer pozo de fracking en la
región.
Tina dijo basta. Junto a otras familias de las comunidades exigió
explicación a la autoridad mapuce de entonces (que mantenía buen trato con la
empresa). La explicación nunca llegó. Entre bronca e indignación comenzaba a
emerger la joven dirigente Cristina Linkopan, veinteañera, madre, mujer mapuche.
Divisiones y pesares
En un proceso largo y doloroso, la comunidad se reorganizó. Eligió
a Tina como lonko. El gobierno provincial y la empresa Apache
apoyaron al otro sector, que les aseguraba extraer hidrocarburos sin
contratiempos.
La comunidad se partió en dos.
El sector de Tina acentuó la lucha contra la petrolera. Redoblaron
esfuerzos de articulación, con otras comunidades mapuches, con organizaciones
sociales de Zapala y Neuquén capital.
“Vivimos en una cochina pobreza”, lamentó Cristina en una de las
pocas entrevistas televisivas que le realizaron .
No es fácil denunciar a las petroleras en una provincia con tradición extractiva. Y todo es más difícil si quien alza la voz es mujer, mapuche y pobre.
No es fácil denunciar a las petroleras en una provincia con tradición extractiva. Y todo es más difícil si quien alza la voz es mujer, mapuche y pobre.
En Gelay Ko hay 222 pozos petroleros en sólo 224 hectáreas . Aunque
existe frondosa legislación (provincial, nacional e internacional) nunca se
cumplieron los derechos del Pueblo Mapuche. El Estado tiene la obligación de
consultar a las comunidades y obtener el consentimiento libre, previo e
informado. Hermosa letra, de nulo cumplimiento.
La escuela más cercana está distante 30 kilómetros . Peor
suerte si alguien se enferma: 60 kilómetros hasta el centro de salud más
cercano. El combo de la carencia: no hay electricidad (pasan cables de media
tensión por la comunidad, pero no bajan a las casas mapuches) y, peor aún, no
hay agua para los indígenas.
Linkopan siempre fue tímida, pero sólo hacía falta preguntarle por
la situación mapuche para vencer la timidez y que enumere las injusticias:
-“Vivimos un atropello de esta multinacional petrolera (Apache)”
-“Es jodido tener una petrolera en el territorio. Aparecen enfermedades respiratorias, las mujeres pierden embarazos”.
-“Hay cinco abuelos ciegos. Los médicos nunca dicen que es por la contaminación, pero día y noche queman gas, hay olor, y las enfermedades aparecen”.
-“Vivimos un atropello de esta multinacional petrolera (Apache)”
-“Es jodido tener una petrolera en el territorio. Aparecen enfermedades respiratorias, las mujeres pierden embarazos”.
-“Hay cinco abuelos ciegos. Los médicos nunca dicen que es por la contaminación, pero día y noche queman gas, hay olor, y las enfermedades aparecen”.
Cristina solía tomar como referencia a la comunidad Kaxipayiñ
de Loma La Lata (también de Neuquén), donde desde hace 40 años extraen
hidrocarburos y se repiten los casos de cáncer, diabetes, cegueras, abortos
espontáneos y muertes tempranas.
Uno de los temas que más le dolía a Linkopan era la división de la
comunidad, impulsada por el Gobierno y la petrolera. “Nos da vergüenza
explicar, pero hay que hacerlo”, se disculpaba. Y contaba que en el Pueblo
Mapuche también hay “yanakonas (traidores) que aceptan plata que decir que las
empresas no contaminan”. Era dura con sus hermanos, pero soñaba con un posible
unión entre los dos sectores de Gelay Ko y un reencuentro entre las distintas
comunidades del Pueblo Mapuche de Neuquén.
Recuerdos
Lorena Rifo, de la Multisectorial de Neuquén contra el Fracking,
conoció a Linkopan. La recuerda como una de las primeras voces en denunciar
cuando todos celebraban el descubrimiento de Vaca Muerta. “Fue esencial para
empezar la lucha en conjunto contra la hidrofractura”, afirma.
Empresas y funcionarios la subestimaban porque la lonko no tenía
formación académica para detallar las técnicas petroleras, pero los refutaba
con la vivencia en el territorio, de crecer con las petroleras en el patio de
su casa. “Su propio cuerpo demostró que el saqueo y la contaminación implican
muerte, pero al mismo tiempo nos dejó la fortaleza que necesitamos para seguir
luchando contra las empresas extractivistas que saquean los territorios y no
dejan ningún beneficio para el pueblo”, afirman dese la Multisectorial.
Pety Piciñam es parte de la Confederación Mapuche
de Neuquén. No tiene dudas de que la muerte de Linkopan tiene directa
vinculación con el avance de las multinacionales y la complicidad de los
Estados. “Se llevan lo que ellos consideran recursos económicos y también se
llevan vidas. Las empresas extractivas no reconocen la biodiversidad ni a los
seres humanos que viven en el territorio”, asegura y hace el paralelo entre la
muerte de Linkopan y los asesinatos qom en Formosa. Distintas latitudes, dos
provincias, dos pueblos indígenas, mismas violaciones de derechos humanos.
Misma indiferencia de funcionarios provinciales y nacionales.
Piciñam aclara que los mapuce no hablan de “conservacionismo” sino
de tomar lo justo y necesario de la naturaleza para poder proyectarse dentro
del buen vivir, una forma de tomar sólo lo requerido para vivir, sin
consumismos y sin avasallar derechos de otros. También refuta un lugar común
del medio pelo argentino: “Los mapuches no estamos en contra del progreso, pero
el ‘progreso’ no puede matar a quienes viven en los territorios”.
Pablo Fernández es el periodista del programa “Cartago TV”, una
excepción televisiva que da amplios minutos a organizaciones sociales,
maestros, activistas y pueblos originarios. Es quien entrevistó a Linkopan y
dejó registro de sus pesares, luchas y sueños. “Nos dio una lección de
comunicación popular, sin vueltas, y nos dejó una marca indeleble en la memoria
popular”, asegura a dos años de la entrevista.
Fernández no le escapa a dos aristas ríspidas. Señala que en el
campo popular hay racismo e ignorancia respecto a los pueblos indígenas.
“Cuesta mucho nombrar a los compañeros mapuce con nombre propio, se los
minimiza, y se toma con lástima su reclamo”, lamenta. Y apunta a los medios de comunicación. No pierde el tiempo con los medios comerciales, que repiten el discurso del
poder (empresario y gubernamental), pide a los medios
alternativos que incorporen el lenguaje y la mirada de los pueblos indígenas.
“De otra forma terminan reproduciendo el lenguaje racista y despreciativo”,
advierte.
Contextualiza la vida de Cristina Linkopan en la lucha de 500 años
de los pueblos indígenas. “Se jugó la vida” en una “lucha anticapitalista”,
afirma. Rescata que la joven mapuche “empoderó a toda una comunidad en una
lucha inclaudicable”.
Lidia Alvarez, actual werken (vocera) de la comunidad Gelay Ko ,
es una mujer fuerte, que enfrenta policías, petroleros, políticos y jueces.
Pero se quiebra cuando recuerda a “Tina”, como siempre la llamó y la sigue
llamando. Incluso muchas veces habla de Linkopan en presente.
“Tina es una mujer valiente, es muy difícil sin ella. Es una
líder, su figura se imponía, e imponía respeto. La gente la seguía. Y su recuerdo es
muy doloroso porque se la extraña mucho, nos falta un pedazo de nosotros”,
sincera.
Reconoce que la situación actual es difícil porque la empresa y el
gobierno insisten en dividir a la comunidad. Reparte agua (el bien más preciado en
Gelay Ko) y compran voluntades.
Tina soñaba que su comunidad no sufriera más contaminación, que
sus hijos no respiren el aire viciado por los desechos de los hidrocarburos. La
werken confiesa que cuesta seguir sin Tina, pero en vida le hizo una promesa y
asegura que la cumplirá: “Siempre nos impulsaba a luchar, nuestro newen nos
impulsa, seguiremos defendiendo el territorio”.
Vidas
“Nosotros no tenemos agua y a la petrolera nunca le falta”,
explicaba Linkopan y graficaba así la vida en Gelay Ko, la manera más cruda de
explicitar quién tiene prioridad en Neuquén.
La indignaba ver pasar los camiones cisternas con agua para la
empresa, mientras ellos debían esperar que la Municipalidad de Zapala les
entregue 500 litros
mensuales por familia. Lo que es igual a 16 litros por día, para
todo uso.
En más de una oportunidad le cortaron el paso a los petroleros.
“Nos dicen locos, pero qué harían ellos en nuestro lugar, vemos todos los días
la contaminación y los derrames, nuestros animales mueren, nos destrozaron todo
el territorio”, lamentaba.
La joven lonko lamentaba que los traten de “locos” por oponerse a
la extracción petrolera. Cuestionaba el avance extractivo de empresas que
dejaban de lado los derechos indígenas. Sufría por el agua que escaseaba en la
comunidad, pero también pensaba en los no mapuches, advertía del riesgo de
contaminación del acuífero de Zapala, reservorio sensible y rodeado de
explotaciones petroleras. “Sin agua no vamos a poder vivir. Ni la plata ni el
poder nos va a salvar si no hay agua”, explicaba con esperanza de ser
escuchada.
“Soberanía energética”. “Autoabastecimiento”. “La oportunidad de
Vaca Muerta”. Algunas de las formas de justificar y celebrar en la actualidad
el avance petrolero. Discursos macroeconómicos que invisibilizan el impacto
humano de decisiones tomadas en oficinas lujosas y despachos del poder. En
febrero de este año, YPF compró Apache. Satisfacción empresaria y
gubernamental, amplia cobertura periodística, nula mención a la contaminación y
a las consecuencias en las comunidades indígenas.
El 14 de marzo de 2013, Cristina Linkopan dejó de respirar. El
parte médico señaló “hipertensión pulmonar”. Tenía sólo 30 años.
Hoy, a un año de su partida, será recordada en su comunidad, donde
aún viven sus padres y sus cuatro hijos.
Gelay Ko, en el centro de Neuquén, extraña a la joven mapuche que
enfrentó a una multinacional petrolera y a un Gobierno.
Cristina Linkopan, acusada de “loca” por defender a su comunidad,
ya es bandera de lucha en un país que sacrifica vidas en nombre de un falso
progreso.
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UAC Unión de Asambleas Ciudadanas Contra el Saqueo y la Contaminación
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