Presos de la Patria
31 de octubre de
2014
Por OPSur
El centenario sueño (o pesadilla) de Neuquén con su petróleo
La historia de Neuquén está marcada por el petróleo.
Descubierto en 1918, en cercanías de Plaza Huincul, consolidó su producción en
1940, tras el hallazgo de crudo en Challacó, y se masificó desde los años ‘60.
En los ‘80, con las políticas neoliberales imperando en el país, la provincia
con petróleo, se transforma en la provincia petrolera y gasífera de la mano los
yacimientos Puesto Hernández y Loma La Lata. Hoy un nuevo
paradigma se anuncia, el mundo
del shale irrumpe con las
ventajas de la tradición extractiva que lo legitima y con las incertidumbres de
sus consecuencias que lo resisten.
Por OPSur.-
De una u otra manera la Patagonia está atravesada por una suerte de traumatismo de Estado desde sus inicios. El genocidio étnico
de la llamada
Conquista del Desierto es un relato vivo en los pueblos
indígenas que sufrieron las políticas de exterminio y que desde hace unos años
emergen con el reclamo y la reconstrucción de una justicia histórica. También
son parte del traumático relato quienes descienden de aquellos inmigrantes que
llegaron tras la barbarie de la cruz y fusil, instalándose en la zona que antes
de ser el gran valle productivo, fue tierra de fortines militares.
La llegada del ferrocarril, la construcción del sistema de
riego, la promoción de la fruticultura en el Alto Valle son tan sólo algunas de
las intervenciones del Estado, en asociación con el capital británico, que
marcan la identidad con la que se construye la zona productora y culturalmente
diversa. Cada uno de los eventos desarrollistas constituyó la formación de
sectores sociales: así como en un primer momento hubo grandes beneficiarios en
la repartija de la tierra, que habían financiado la avanzada militar; con la
extensión y consolidación del Estado en los territorios nacionales se
desarrolla y cobra protagonismo la burguesía comercial. Tal es el caso de la familia Sapag , que
hasta hoy gobierna, la cual se instaló en la región al calor de la construcción
del ferrocarril y del regimiento en Zapala.
En 1918,
a pocos años de la naciente historia hidrocarburífera
nacional, fue descubierto el petróleo en Plaza Huincul, en tierras de Carmen
Funes, más conocida por “la
Pasto Verde ”, que había llegado a la zona siendo parte de la
tropa del Ejército Argentino. Ella muchas veces comentaba con enojo a quienes
usaban su rancho como posta obligada, el olor a combustible en sus aguadas.
Estas quejas llamaron la atención de agentes del Gobierno, que no tardaron en
enviar geólogos a evaluar las posibilidades de encontrar hidrocarburos en esas
tierras. Tiempo después doña Carmen Funes falleció y no llegó a ver el
descubrimiento de petróleo. Parece una ironía de la vida que al primer pozo
neuquino se lo haya llamado Patria,
y una maldición histórica que haya sido perforado con el trabajo de presos
llevados desde la cárcel de Neuquén. Cien años después se sigue presos de la Patria, condenados
por los recursos que son explotados por multinacionales y atentando contra las
economías productivas locales en nombre del progreso.
La llegada del Estado, con la nacionalización del
territorio, marcó a fuego la cultura de su omnipresencia, tanto para quienes lo
padecieron, como para quienes fueron sus beneficiarios. Estos últimos, tras la
provincialización del territorio, trasladaron a sus praxis políticas esa
cultura popularmente conocida como “vivir
de la teta del Estado”.
El corazón del país
En las décadas del ’60 y ’70, con el desarrollo del complejo
Chocón-Cerros Colorados, la provincia se perfila como productora de energía a
nivel nacional, sumando a la explotación de hidrocarburos, la energía
hidráulica. Estas obras dieron lugar a un crecimiento exponencial de población
transitoria y también a importantes conflictos sindicales, que repercutieron
como registros de organización de suma importancia en la historia del
sindicalismo neuquino.
Ya en los años ‘80 Neuquén se convierte en la primera
productora de gas a nivel nacional, a partir de la explotación de Loma La Lata,
en su momento el mayor yacimiento en producción gasífera de América Latina. Se
pone fin al venteo y comienza el abastecimiento a gran parte del mercado
nacional a través de los gasoductos troncales y regionales.
Es una época de avances de fronteras de explotación.
En el centro de la provincia, Loma La Lata es la principal productora de gas,
mientras que en el norte, Puesto Hernández se consolida como el mayor productor
de crudo. Con ello a las ciudades petroleras históricas como Cutral Co y Plaza
Huincul, se le suma Rincón de los Sauces, mientras Neuquén capital se mantiene
como centro administrativo. Además, importantes yacimientos como El Portón,
Sierra Chata y El Trapial reafirman la impronta de proveedor energético
nacional, dando cuenta del fuerte crecimiento petrolero en distintos puntos de
la región.
Con este avance de frontera, la industria hidrocarburífera
neuquina se convierte en la principal fuente de ingresos al Estado y le da un
carácter hegemónico en producción. Esto afianza aceitadamente un sistema de
gobierno clientelar, en donde el peso de los recursos de la renta petrolera son
administrados por un Estado dominado por el partido provincial y distribuidos
entre empresarios, comerciantes y productores del sector privado a través de
sobrefacturaciones, empresas ficticias proveedoras del Estado, y una serie de
otras irregularidades. También se afianza un falso Estado de Bienestar
repartido territorialmente con un sistema de punteros, en donde el ingreso
laboral a la administración pública es una de las formas de perpetuar al
partido en el poder y ganar adherencias.
La privatización de YPF durante la primera presidencia de
Carlos Menem (1989-1995) vino con el beneplácito para el saqueo de los recursos
y, por lo tanto, el aumento sustancial del ingreso por regalías y
renegociaciones de contratos por parte del Estado provincial -que de la mano de
la Ley de Federalización de los Hidrocarburos y la reforma constitucional de
1994, adquirió el dominio sobre éstos. Esta situación posibilitó a un sector de
la elite local -compuesta por comerciantes, profesionales y funcionarios-
hacerse de una buena parte de la renta y margen de maniobra, que le permitiría
amortiguar la crisis que aparecía en el horizonte. Pese a ello, las puebladas
de Cutral Co y Plaza Huincul, en 1996 y 1997, mostraron al país las
consecuencias inmediatas de la privatización y generaron, junto a Gral.
Mosconi, en Salta, un ejemplo de lucha, tornándose el piquete como expresión
popular masificada.
La década de la continuidad
El comienzo de siglo estuvo signado por la conflictividad social
producto de las décadas de políticas neoliberales extremas. El desarrollo
energético del país sufría el saqueo de la extracción, sin inversiones en exploración
y con la complicidad tanto del Estado nacional como las provincias quienes no
quisieron ver recortados sus ingresos en plena crisis.
Mientras el país sufría una de las mayores crisis económicas
de su historia, en Neuquén el impacto estaba amortiguado por el ingreso de
regalías de la extracción irresponsable y saqueadora, dando como resultantes de
superávit en la balanza comercial energética nunca vistos. Argentina estaba
exportando lo que prontamente tendría que importar.
En un análisis en la revista Energía y
Equidad, el periodista Fernando Cabrera caracteriza la época como
“neoliberalismo energético” y explica sintéticamente cuáles fueron los tres
pilares políticos de ese momento histórico: por un lado la desregulación, que
permitió que las empresas tuvieran la autoridad sobre el recurso, maximizando
la rentabilidad y liberalizando su precio. Por otra parte se extranjerizó al
sector en su conjunto, mientras se privatizaba y reducía YPF. Finalmente, se
federalizó el dominio de los hidrocarburos. “Mediante estos tres movimientos
los hidrocarburos transmutaron de recursos estratégicos a commodities sujetos a una lógica de rápida
valorización con el menor costo posible” (Cabrera, 2014).
Con las empresas como “actor definitorio” de la política
hidrocarburífera, se redujeron las inversiones tanto en exploración como en
controles ambientales y en personal, dedicándose estas a “exprimir lo invertido
durante la etapa estatal de YPF”, señala Cabrera. Esto condujo a una abrupta
caída de la producción durante toda la década, llegando en 1998 al techo de
producción de crudo y en 2004
a un amesetamiento de la producción de gas, mientras el
horizonte de reservas caía sostenidamente.
Ya con la llegada del gobierno de Néstor Kirchner, el Estado
comenzó a tener políticas de mayor regulación del Estado en el sector, las que
lejos de generar un corte, dieron una continuidad al neoliberalismo energético
con ciertas apuestas de cambios. Dentro de estas tímidas variaciones, que
tuvieron más de discursivo que de modificaciones de fondo, se cuentan las
retenciones a la exportación, los incentivos a las operadoras con planes
como Gas Plus y un intento por traspasar los activos de YPF a capitales
privados argentinos, como fue el caso del grupo Petersen, que sin desembolsar
ni un peso y con compromisos de pago a futuro se hizo del 25.4 % de las
acciones de la empresa.
Otro hecho a destacar es la conclusión del proceso de
federalización de los recursos hidrocarburíferos con la ley 26.197 también
llamada “Ley Corta”, que transfiere a las provincias las potestades de los
recursos, continuando lo que había comenzado en 1992 con la ley 24.145 de
“Federalización de Hidrocarburos”.
En diciembre del 2010 YPF-Repsol informó el descubrimiento
de gas de esquisto (shale gas) en la formación Vaca Muerta ,
en la Cuenca Neuquina ;
en abril del 2011, la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos (EIA
en ingles) anunció que Argentina tenía importantes recursos probados de shale
gas, que la ubicaba inmediatamente detrás de EE.UU. y China. Mientras tanto el
kirchnerismo sorteaba tranquilamente un proceso electoral más, que los llevaría
a su tercer mandato consecutivo. Los no convencionales aparecen
como “la oportunidad” con la que se apuntaría a revertir los grandes problemas
energéticos deficitarios, que se llevan cada vez mayores cantidades de dólares
en importación. En Neuquén, el gobernador Jorge Sapag se entusiasmaba con las
informaciones sobre Vaca Muerta: la crisis petrolera de 2009, producto de la
desinversión de las operadoras, había golpeado el mundo de los hidrocarburos y
no se veían buenos horizontes más allá de los primeros pasos de intervención de
la empresa estatal Gas y Petróleo creada en el 2008.
Desde allí todo cambió: el Estado desarrolló un proyecto
energético hasta el momento inexistente durante décadas, sancionó la Ley de
Soberanía Energética y se hizo del 51 % de los activos de YPF. Legisló en
función de los nuevos desafíos, buscando atraer inversiones a través de
beneficios directos para la
industria. La urgencia por evitar el desangramiento de
dólares producto de la importación de gas y apuntalar la incierta inversión en
Vaca Muerta era tal, que también se pagó con favores políticos, como el
desembargo realizado por la
Corte Suprema de Justicia a la empresa Chevron
por los activos retenidos debido a su millonaria condena ambiental en Ecuador.
Esta jugada permitió la llegada del gigante norteamericano a Vaca Muerta.
Los cambios del país y la región producto del boom del mundo shaleya comenzaron a
verse, muchos impactan ante los expectantes ojos del progreso. Lo que no ha
cambiado y no se ven perspectivas de ocurra, es que los hidrocarburos sean un
recurso estratégico; los sucesivos gobiernos han continuado su rol de
commodity, acatando la posición extractivista en la que nos ha situado el
desarrollo mundial, por más que pintados de celeste y blanco se diga lo
contrario.
Fuentes consultadas
Fuente: http://www.opsur.org.ar/blog/2014/10/31/presos-de-la-patria
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