Cumbre “G77 y China”; más allá de las buenas intenciones
14-15
de junio de 2014. Santa Cruz es el centro de centenares de actividades en torno
a La geopolítica edulcorante
de la dominación mundial
Raúl Prada Alcoreza
No hay que perderse, el concepto
de geopolítica es de dominación, lo diga quien lo diga, lo elabore quién lo
elabore, aunque pretendan desarrollar una geopolítica propia los Estado-nación
subalternos. Lo que corresponde es hacer una crítica al concepto de
geopolítica, así como lo ha propuesto lúcidamente Milton Santos, oponiendo la
geografía emancipadora de los pueblos a la geopolítica de las potencias. Detrás
de toda geopolítica se encuentra la pretensión de ser potencia, de dominar, de
controlar el espacio con fines estratégicos de poder. También, si se quiere,
una vez que se es potencia, la geopolítica busca expandir su control mundial y
preservar su hegemonía y dominio. Hablar de geopolítica desde la perspectiva
subalterna o de la emancipación de la dependencia no es otra cosa que pretender
ser amo, ocupar el lugar del amo, aunque se lo haga con otros discursos,
pretendidamente liberalizadores.
Llama la atención que se haga una
apología de los BRIC, que no son otra cosa que potencias capitalistas
emergentes. Perder la cabeza creyendo que los BRIC disputan la hegemonía y
dominación del híper-imperialismo norteamericano es la muestra de la más
consagrada inocencia. Olvidar que la historia larga del capitalismo comprende
ciclos largos, donde las potencias de turno dominantes se han pasado la posta.
¿Deja de ser capitalista el mundo si es la China la nueva potencia dominante y
hegemónica del ciclo capitalista? No; asistimos a un nuevo ciclo del
capitalismo, con un nuevo perfil y estructura de composiciones técnicas,
orgánicas, geopolíticas del capital. Los geopolíticos progresistas se reducen a
oponer una forma emergente de capitalismo a la forma dominante, que ha perdido
hegemonía. A eso se reduce su proyecto civilizatorio.
El realismo político de los
socialismos efectuados también se embarcó en una apología estatal, creyendo que
por el hecho de que los socialistas se encontraban en el Estado, podía esta
maquinaria abstracta de poder dejar de ser lo que es, instrumento que separa
Estado de sociedad, instrumento de dominación centralizada. No podía dejar de
serlo, pues el Estado, como campo burocrático, como campo institucional, como
campo político, como cartografías de diagramas de poder, se ejerce y efectúa
como aparato de dominaciones polimorfas. El Estado es el gran colonizador. No
tener en cuenta este hecho político es lo que ha llevado a los socialismos
reales al decurso dramático de su incorporación al modo de producción
capitalista mundial.
Buscar el cambio en la permuta de potencia hegemónica del capitalismo no es más que continuar con la historia de los ciclos largos del capitalismo. Es apostar por la larga vida del capitalismo, edulcorando las dominaciones que despliega el capitalismo en los ritmos de su reproducción histórica, social y económica. El discurso apologético de los BRIC es el discurso edulcorante del orden mundial de las dominaciones polimorfas. Es sugerente que se llame a la cumbre del G77 en Bolivia Cumbre por un Nuevo Orden Mundial para el Vivir Bien. Aunque se diga que se trata del orden mundial para el vivir bien, bajo la batuta de la mayoría de los países que conforman las Naciones Unidas, países que en su mayoría son del llamado sur, se nombra el orden, concepto geopolítico de dominación. ¿Qué diferencia hay entre esta imagen de orden y la imagen de orden que transmitía Georges W. Busch en sus discursos, dedicados a justificar la declaración de guerra interminable contra el terrorismo?
Se puede decir que se trata de dos perspectivas distintas, una que se aferra al orden unipolar, la otra que apunta a un orden multipolar. Ambos órdenes no dejan de ser capitalistas, ambos órdenes forman parte del sistema-mundo capitalista, aunque uno sea unipolar y el otro sea multipolar. Ambos son órdenes; es decir, disciplinamiento, domesticación, control de los cuerpos, institucionalidad opuesta al caos. Ambos, a su modo, repiten la colonialidad, aunque uno lo haga pretendidamente de manera unipolar, y el otro lo haga de manera multipolar. Entre otras cosas, esta hipótesis de lo unipolar tiene que comprobarse en las investigaciones. Se dice que se dio cuando se derrumbaron los estados socialistas de la Europa oriental (década de los noventa), dando lugar a la dominación casi absoluta de una híper-potencia, emergente de la guerra fría. Esta unipolaridad habría durado un cuarto de siglo, nada más. ¿Eso es una época? De ninguna manera. Al hablar de esa forma se olvida la historia anterior a ese cuarto de siglo, la historia del corto siglo XX, la historia de un mundo bipolar, usando las mismas expresiones geométricas que emite este discurso. Empero, la pregunta necesaria es: ¿Fue el mundo alguna vez unipolar, bipolar, multipolar? ¿Son términos y representaciones adecuadas para configurar la complejidad? ¿Son términos adecuados para representar una modernidad heterogénea, lo que parece que, mas bien, se dio efectivamente?
Comparado el bloque de los no
alineados con el llamado grupo de los 77, que en parte, de manera muy general,
es su continuidad, observamos la despolitización no sólo inaugural, sino en la
corta historia de este grupo de países [1] .
Que los llamados gobiernos
progresistas pretendan politizar esta numerosa agrupación de países habla bien
de la voluntad política de los gobiernos progresistas. ¿Podrán hacerlo? ¿El
encuentro en Bolivia será el punto de inflexión hacia la politización del G77?
Bueno, esa es la pretensión de por lo menos uno de los teóricos que apuesta a
ese decurso. Lo que no deja de ser sugerente, pues siempre hay que intentar
modificar el estado de cosas.
Sin embargo, ¿esta perspectiva
filosófica y política es acompañada por el resto de los organizadores del
encuentro de Santa Cruz? No parece ser este el caso. La masiva mayoría de los
organizadores tiene criterios propagandísticos, incluso algún ministro se le
ocurrió apoyar el encuentro aludiendo al impacto turístico. El vicepresidente
es el que bautiza el encuentro con este objetivo conservador y represivo de
nuevo orden mundial.
¿En esta soledad del teórico que
apuesta en el desierto a politizar el G77, hay que apoyarlo o dejarlo solo?
Buena pregunta. Empecemos con lo siguiente: el mejor apoyo que se le puede
brindar es precisamente criticando las concepciones dominantes en este
encuentro, que son desarrollistas, modernizadoras, técnicas, en lo que
corresponde a mejorar las finanzas internacionales, el acceso a ellas y su uso
práctico.
Toda la anterior agenda del G77 no
es más que una práctica internacional de subalternización al orden mundial,
dominado por el sistema financiero internacional y por trece oligopolios
trasnacionales del extractivismo. Que se logre hacer una nueva agenda, que saque
al G77 de su condición de apéndice de las labores de Naciones Unidas, apoyando
sus gestiones globales, es ciertamente una ganancia.
En este caso el reconocimiento de
este logro, la improbable politización del G77, no puede dejar de ser crítico,
apuntando a los límites de las declaraciones internacionales. Ya vivimos la
experiencia de declaraciones internacionales importantes; empero, sin efectos,
sin consecuencias operativas y materiales. En esta situación las mismas
declaraciones justas, en la geografía mundial, terminan legitimando,
edulcorando la dominación mundial de la estructura de poder imperante en el
mundo.
Sin embargo, a pesar de que se
logre este consenso, esta politización, lo que no parece probable, no se puede
obviar los problemas de fondo. Sea unipolar, bipolar o multipolar el
sistema-mundo, al no dejar de ser capitalista, sigue siendo depredador, sigue
amenazando a la vida, sigue desposeyendo y despojando, sigue efectuando las
desigualdades, los colonialismos, la continuidad de los patriarcalismos, las
explotaciones atroces.
Al respecto, no se puede
ignorar el caso de China. No se puede ignorar en qué consiste lo que llama la
nomenclatura del Partido Comunista Chino “socialismo de mercado”. No se puede
ignorar la lucha de clases en la actual República Popular
de China. La formación de una burguesía, amparada por el partido, y el
incremento de las desigualdades y la explotación de los trabajadores, el
desfasaje contemporáneo entre el campo y la ciudad, entre lo rural y lo urbano,
la apuesta de esta burguesía por el consumo compulsivo, nos muestran el
contenido civilizatorio del BRIC más sobresaliente. Los bajos costos de
producción, la llamada competencia de China en el mercado, se debe, en parte, a
una súper-explotación de los trabajadores. Hacer apología de este BRIC y
mostrarlo como ejemplo es un gran desatino, y el peor apoyo que se puede
brindar al proletariado chino y al campesinado que lucha por reencausar la
construcción del socialismo.
Se entiende que encontrar salidas, senderos, nuevos recorridos, en la encrucijada actual, no es nada fácil. No deja de ser sugerente la propuesta de politizar el G77. Usando a Antonio Gramsci, recurriendo a sus tésis metafóricamente, no deja de ser sugerente pasar de la guerra de maniobra a la guerra de posiciones, en determinados campos, en determinados momentos y coyunturas. Sin embargo, no hay que olvidar que esta tarea no puede ser solitaria, pues el acto voluntarista termina absorbido por la maquinaria, aprovechándose de un discurso elocuente, politizado, incluso, de-colonial. ¿Cómo no dejar aislada a esta intención política? El apoyo no vendrá de dentro, pues ese dentro está comprometido con el modelo colonial del capitalismo dependiente, con el modelo extractivista. El apoyo tendría que darse como encuentro social alternativo, como ocurre con las cumbres de Naciones Unidas, cuando la sociedad se hace presente en los lugares de las cumbres internacionales, interpelándolas. No parece que pueda ocurrir esto, cuando las organizaciones sociales en el país han sido cooptadas, destruidas por dentro, haciendo desaparecer, momentáneamente, a los movimientos sociales anti-sistémicos.
¿Qué clase de mundo es el que
vivimos ahora? La caracterización es importante. ¿Es unipolar? El mismo
discurso reconoce que la híper-potencia está en retroceso, que está en crisis.
¿Esta híper-potencia logró, en algún momento, en algún periodo, convertir al
mundo en unipolar? Aceptar esta tesis es reducir al mundo al juego de las
potencias, mejor dicho, de las representaciones dominantes en las potencias.
Empero, el mundo no es representación. No se puede olvidar, en esta reflexión,
lo que muestra la guerra del Vietnam. Una de las súper-potencias, emergidas de
la segunda guerra mundial, es vencida por uno de los pueblos de uno de los países
del tercer mundo, mas bien pequeño, en comparación con otros países. Aunque se
señale el apoyo de la URSS y de China, el hecho de la victoria vietnamita no se
puede disminuir. Lo que tenemos en esta victoria es lo que puede la voluntad de
un pueblo indomable, un pueblo que combinó la organización, la disciplina, la
capacidad organizativa y militar del Partido Comunista, con las tradiciones
guerreras asiáticas. Como indica claramente Andre Gunder Frank, el Asia no fue
dominada militarmente por occidente, sino por el control de los mercados y el
monopolio tecnológico de la revolución industrial, control y monopolio
desenvueltos claramente en los mares. En otras palabras, las tesis marxistas,
desde el desdichado concepto de modo de producción asiático, desconocen el
Asia, la pluralidad y diversidad asiática, como corrobora Gaya Spivak [2] .
Esto de unipolaridad, bipolaridad,
multipolaridad, son tesis académicas. No parecen ser representaciones adecuadas
para develar la complejidad del mundo. Se trata de representaciones lógicas y
geométricas planas, que no logran captar los espesores complejos del mundo en
devenir. No hay que confundir las pretensiones geopolíticas de las potencias
dominantes, de los imperialismos, con las historias efectivas, con las formaciones
sociales concretas, con el mapa complejo de esta geografía plural. La
geopolítica imperialista puede realizarse; empero, sólo en parte, pues no logra
convertir la materialidad de un mundo en devenir en la imagen homogénea y
triste que pretende. Las resistencias logran, al final, descolocar, desviar las
consecuencias del ejercicio de los dispositivos de poder imperiales. El mundo
nunca fue unipolar, ni bipolar, tampoco, a pesar, que parece una mejor
representación, multipolar. El mundo es constituido y es constituyente, a la
vez.
Esto quiere decir que el mundo no
es el mundo instituido como representación, por más que esta representación se
haya expandido y difundido masivamente, convertida en prejuicio. El mundo es
experiencia, percepción, memoria, devenir, en su proliferación plural de
formas. Esta es una constatación desbaratadora de las pretensiones
imperialistas; el mundo no puede ser dominado, salvo en las representaciones,
así como en las instituciones imaginarias de la sociedad.
No se domina el devenir; en todo
caso los dispositivos de la dominación forman parte de del magma de los
devenires, donde se diluyen. Los dispositivos del poder entran en
contradicción, dominan institucionalmente; empero, no logran detener el flujo
de la potencia social, de la cual dependen. Los imperialismos han dominado
institucionalmente el mundo, es decir, han dominado representativamente, en el
ejercicio normativo, regulativo, de la imposición de las leyes, sostenidas por
la imposición de las fuerzas dominantes; sin embargo, nunca pudieron, abolir la
vida, la proliferación alterativa de las dinámicas moleculares sociales, pues
si lo hicieran, también desaparecerían.
El secreto de la victoria de
Vietnam sobre el imperialismo norteamericano radica en la capacidad de gasto
heroico del pueblo, en los dispositivos organizativos y militares que pudo
articular y combinar, en las alianzas establecidas con las potencias emergentes
socialistas, en la crítica y movilización ética y política en el occidente,
incluyendo a los Estados Unidos de Norte América. El ejemplo no es la China
actual, que ha optado por reforzar el sistema-mundo capitalista con su
participación, sino el Vietnam del periodo de la guerra. La enseñanza es
que no se puede dejar de luchar, de concentrar las fuerzas combativas, de
persistir en una guerra de liberación, que desde el análisis geopolítico,
parecía perdida por el pequeño país asiático y, a la vez, el gigantesco pueblo
del oriente. La enseñanza vietnamita no solo es para los países periféricos
como Bolivia, sino para todo los pueblos del mundo, incluyendo a los pueblos
del norte, que van a ser sacrificados por la híper-burguesía mundial, que ha
decidido construir un mundo al estilo del denunciado por Orwell.
El ejemplo no está en los BRIC
sino en los pequeños países que vencieron al imperialismo. El ejemplo son
Vietnam y Cuba, Vietnam del periodo de la guerra y Cuba del periodo de la revolución. Estos
pueblos nos demostraron que es posible vencer al aparente monstruo invencible,
cuando se tiene la capacidad de gasto heroico. Actualizando, diríamos también y
sobre todo, que el ejemplo se encuentra en las comunidades zapatistas, que
supieron aprender de las experiencias de las luchas mundiales, retomando la
memoria larga maya, proponiendo alternativas autónomas de construcción social,
sin el Estado, la maquinaria abstracta de poder.
Esta es la gran distancia del G77
respecto a estas experiencias de lucha. Apostar por el realismo político y el
pragmatismo del G77 es apostar por un conformismo edulcorado con un discurso
“anti-imperialista”, incluso de-colonial, que a lo único que llega es concebir
un sistema-mundo capitalista multipolar.
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¿Por qué le interesa
a China el G77?
Carlos Crespo Flores
China es uno de los
países clave en las consideraciones del cambio climático. Produce más de 6.000
megatoneladas de dióxido de carbono (CO2) anualmente, es el mayor emisor
mundial de gases de efecto invernadero en términos absolutos, lo que representa
casi el 22 % de todas las emisiones. Sus emisiones ahora han sobrepasado la
media mundial per cápita, después de haber crecido en casi un 200 % entre 1990
y 2007. Suponiendo que su economía siga creciendo cerca de su tasa histórica, y
con ella el apetito creciente de China por fuentes basadas en combustibles
fósiles, principalmente de energía, se espera que las emisiones de las
actividades económicas aumenten entre un 57 y un 75 % en 2025, dependiendo que
proyección es utilizada. Por ello, las políticas que Chine adopte para gobernar
el cambio climático, su capacidad nacional controlar sus emisiones y el uso de
energía, son claves en cualquier acuerdo escenario futuro de acuerdos
internacionales de reducción de emisiones.
De ahí que llama la atención la Declaración leída por René Orellana, embajador
de medio ambiente y cuestiones de desarrollo del estado Plurinacional, en
nombre del G-77 + China, durante la sesión 11 del grupo de trabajo abierto
sobre consumo y producción sostenible y cambio climático, el pasado 8 de mayo
del presente. Cuando hace referencia al “promedio alarmante de 226 millones de
personas en el mundo que se ven afectadas por los desastres o catástrofes
naturales”, son atribuidos, a “las políticas y las prácticas deficientes en
materia de planificación del uso del suelo, la gobernanza, la urbanización, la
gestión de recursos naturales, manejo de ecosistemas y los niveles de pobreza”.
El industrialismo chino y su
maquinaria de consumo es uno de los causantes del cambio climático, pero
gracias al poder que tiene en el G 77 hace aprobar declaraciones que trasladan
las causas al escenario ambiguo de las “políticas y prácticas deficientes”.
Este es uno de los verdaderos motivos del G 77 + China: legitimar a China en su
propósito de evitar responsabilidades en la crisis ecológica que ya estamos
viviendo, no comprometerse en medidas radicales de decrecimiento y transformación
industrial. Y gobiernos como Bolivia, bajo la retórica de la “Pachamama y la Madre Tierra ”, terminan legitimando
estas nuevas modalidades de imperialismo ecológico.
Elaborado
en base a Held David, Nag Eva-Maria & Roger Charles (2011) The Governance
of Climate Change in China .
Preliminary Report. LSE-AFD Climate Governance Programme Global governance.
Working paper WP 01/2011; 65 pp. http://www.lse.ac.uk/globalGovernance/publications/workingPapers/climateChangeInChina.pdf
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Desde la acera de enfrente
G77, un
drama colonial
María Galindo
11 de junio de 2014
Ladrillos sobrepuestos para
ocultar los cables sin vaciado de cemento; cableado y compra de equipos que
serán usados dos días, porque luego hay que retirar y botar o repartirse entre
allegados. Líneas de comunicación cuya efectividad se prueba aprovechando
para bajar pornos por toda la noche, sabiendo que cada segundo cuesta miles y
que unos minutos bastaban para la prueba.
Obras hechas a la rápida, mal hechas o sin terminar. Cemento que se moja a la intemperie, se desperdicia y luego hay que volver a comprar. Dinero que circula en maletas para pagar desordenadamente lo que sea, desde refrigerios hasta alfileres.
El exantilogiero de sonrisas con
los logieros, sabedor que está ganando el cielo: la próxima embajada, la
próxima gobernación o cualquier otra cosa. Recaudación a manos llenas del
empresariado cruceño, que es el indiscutible beneficiario.
Ministerios que pugnan en el
evento su visibilidad, para que algo les caiga también, mejor en efectivo y
listo para desviar o inflar. Mendigos desalojados de sus puestos de mendicidad;
vendedoras ambulantes desalojadas y prohibidas de exhibir el rostro verdadero
de la economía boliviana de sobrevivencia.
Repintado de las calles como
maquillaje, sin siquiera cepillar la pintura anterior. Todo hecho "a la
que te criaste”. Paredes falsas y luces falsas, infraestructura falsa, que
mañana será basura, tal cual se monta un set de cine. Parece que estuviéramos
en la
película Bienvenido Mister Marshal.
Ése es el pan de cada día en la Santa Cruz de estos
días previos a la cumbre.
Te puede pasar que lo veas en primera persona, que lo
escuches directamente en un local cualquiera de la ciudad, porque disimular no
es estilo del cruceño.
Las escenas más tragicómicas son
las que viene representando la Policía con una serie de shows para contentar al
Ministerio de Gobierno, que también quiere protagonismo y recaudación. Han
copiado sus espectáculos de las series de televisión y ahí los van demostrando
para quemar el tiempo y justificar los miles y miles de bolivianos en gasto.
Ofrecen a los mandatarios más seguridad de la que necesitan, toda la que no
ofrecen cuando hay una violación o un asalto en las calles.
El afán gubernamental de
maquillarlo todo, desde las paredes hasta el cielo, demuestra la destreza del
Gobierno en el ejercicio de la mentira, de la impostura, pero también del
autoengaño.
Evo Morales no tiene nada que proponerle al mundo, pero al mundo tampoco le interesa, por eso sus invitados son una serie interminable de mankagastos que nada significan para el país. Estamos asistiendo a la representación de una película, donde todos somos extras de un drama colonial.
Lo que vendrá es un falso debate,
en el no hay nada nuevo bajo el sol. Se trata de la misma rutinaria retórica en
torno de la lucha contra la
pobreza. Ha pasado el milenio y los objetivos no se han
cumplido. Hay que renovarlos, lo cual no implica repensar nada, sino,
simplemente, modernizar los términos; cambiar alguna palabrita por otra más
caché, cosa de tecnócratas, que también, gracias a la nueva terminología que
será de su dominio, tendrán pega por el próximo milenio para escribir planes y
planes.
El listado de buenas intenciones
que contribuye a maquillar el capitalismo. Contrapeso del sur esta cumbre no
representa, lo que sí representa es la reiteración de la visión
desarrollista, que es la que impera patológicamente en el sur. No necesitamos
desarrollo, sino horizontes sociales propios, y eso es lo que esta cumbre no
representa.
Tengo flojera para decir que este
dinero mejor se lo gastaba en equipar los hospitales o en construir otros. Que
este dinero mejor se lo gastaba en las carreteras La Paz - Beni y Santa Cruz –
Beni, que están destrozadas.
Tengo flojera para decir que este
dinero mejor se lo gastaba en los y las desempleadas, para inventar esa fórmula
social que permita que ellos y ellas tengan trabajo. En los orfanatos, donde no
hay dónde poner un niño o una niña más; en los juzgados, en las cárceles, en la
cultura, en la recuperación de ríos y lagos contaminados por la basura.
No tengo ya ninguna duda: Evo es
el mejor representante que la derecha haya tenido jamás en este país. Es el más
efectivo representante del colonialismo interno y del propio ideario
capitalista.
María Galindo es miembro de Mujeres Creando.
Fuente: http://somossur.net/politica/seguimiento-al-nuevo-estado-plurinacional/1421-cumbre-g77-y-china-mas-alla-de-las-buenas-intenciones.html
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