El
golpe perfecto y la cuadratura del círculo
Por
Giorgio Trucchi
Cuando
en junio de 2012, después de un proceso de impeachment que duró menos de 30
horas, el Senado de Paraguay destituyó al presidente Fernando Lugo, América
Latina vio con creciente preocupación la perversa evolución de nuevos tipos de
“golpes institucionales”, así como de nuevos métodos, aparentemente
democráticos, para frenar la lucha social de los pueblos y los avances de los
gobiernos progresistas comprometidos con cambios sociales.
Si el
golpe que, en junio de 2009, derrocó al presidente hondureño Manuel Zelaya fue
un verdadero laboratorio para testar estos nuevos tipos de golpes de Estado, y
la intentona fallida contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa, en
septiembre de 2010, reforzó aún más esta hipótesis, las elecciones del domingo
pasado (21/4) en Paraguay representan la cuadratura del círculo para las
fuerzas reaccionarias latinoamericanas.
Con el
regreso del Partido Colorado al poder -con su candidato el empresario Horacio
Cartes- y la reinserción político-económica internacional de Paraguay, sólo 9
meses después de la vergonzosa masacre, fríamente planeada, en Curuguaty y el
golpe “institucional” contra Lugo, no sólo se están legitimando estos trágicos
hechos, sino que se sienta un precedente extremadamente peligroso para todos
los procesos de cambio en América Latina.
Al
momento de darse el golpe contra el presidente Lugo, el analista político y
catedrático hondureño Eugenio Sosa, afirmaba a la LINyM que “con el
derrocamiento del presidente Zelaya, la derecha ha aprendido que ya no es
necesario actuar como en las décadas pasadas, y que los golpes militares con
derramamiento de sangre ya no sirven”.
El
académico aseguraba también que “es mucho menos grave, para esta derecha,
apostar por nuevas fórmulas con apariencia constitucional, ya que son más
aceptadas ante los ojos del mundo”.
Si en
el caso de Honduras, los Acuerdos de Cartagena permitieron normalizar las
relaciones internacionales con el resto del mundo y el reconocimiento formal
del régimen de Porfirio Lobo, excepto el valiente gobierno de Ecuador y su
presidente Rafael Correa, también abrieron paso al regreso de Zelaya y
permitieron la conformación de un partido político -Libertad y Refundación
(Libre)- que actualmente se posiciona como alternativa real al bipartidismo
clásico del país centroamericano.
Lo que
estamos viendo en estos días en Paraguay, entonces, no es más que un
perfeccionamiento de este nuevo modelo, para que no se repitan esos “efectos
colaterales” post-golpe.
Se dio
un golpe en base a lo que prevé la Constitución, se aguantó el aislamiento
parcial internacional unos 9 meses, se dividió e invisibilizó a la izquierda y
los movimientos progresistas, se realizaron elecciones reposicionando a los
partidos (de derecha) tradicionales y se volvió al seno de la comunidad
internacional. ¡El golpe perfecto!
No es
un caso que, hace pocos meses, el Congreso Nacional de Honduras aprobara una reforma
constitucional que instaura la figura del juicio político, que permite
enjuiciar a funcionarios públicos, incluido el Presidente de la República,
removiéndolos de su cargo.
En este
sentido, resulta cuanto menos lamentable el hecho de que varios presidentes
latinoamericanos hayan felicitado a Horacio Cartes por su victoria electoral,
abriendo de hecho el camino de regreso de Paraguay al Mercosur y a la Unasur,
sin tan siquiera recordar el origen del proceso electoral que llevó al
candidato del derechista Partido Colorado a la presidencia de la República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario