Por Andrea Raina.
¿Pueden los afectados volver a la
“normalidad”? ¿Podemos volver a nuestras actividades naturalizando las muertes
de los vecinos, la destrucción de hogares y la irresponsabilidad política?
La naturalización conduce al
olvido y por tanto a la repetición de la historia y en este caso no como farsa
sino nuevamente como tragedia.
2 de
abril: el día conmemora una tragedia y comienza a configurar otra. La guerra de
Malvinas fue considerada por el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales)
como una de las tres tragedias políticas y sociales principales que atravesó
nuestro país desde mediados del siglo XX. Entran en la lista, la dictadura
militar y el atentado a la
AMIA. En los albores del siglo XXI, sumamos a este cuadro la
inundación ocurrida en Santa Fe en el año 2003.
A diez
años de ella y a diez días de la inundación en La Plata, ¿cómo no pensar en los
paralelismos y la repetición de la historia?
Estos
primeros momentos se actualizan en la memoria de quienes atravesamos el
antecedente catastrófico de la inundación en Santa Fe. Hasta ahora, la misma
ausencia de los gobiernos y la desidia estatal marcan un presente que es
pasado. Palabras que algunos volvemos a oír, comienzan a ser parte del lenguaje
cotidiano platense: en primer lugar las muertes y los números -como si fuera
“menos catastrófico” sostener oficialmente que se trata de medio centenar de
víctimas fatales o como si les implicara menos responsabilidad el haber parado
de contar-; los evacuados y su desamparo desde la noche del martes; la ayuda y
solidaridad organizada, las brigadas y los centros de donación pintan el cuadro
de esta ciudad capital.
La
organización conmueve, sobrepasa la reacción y la capacidad estatal. Aún hoy
los afectados y todos nos seguimos preguntando ¿dónde está la respuesta
estatal?
Las
donaciones llegan de todo el país y son las organizaciones sociales, políticas
y civiles junto a los cientos de ciudadanos que se sumaron, quienes continúan
llevando la tarea de centralización, relevamiento de las zonas afectadas y
distribución.
Esta tarea
urgente ha absorbido la última semana, pero cabe que nos detengamos un momento
y nos preguntemos ¿qué viene ahora? ¿cómo seguimos?
Aunque sea
una frase hecha, en estos días se han dado demostradas pruebas de que la
organización es la fuerza y, por ello, pensar cómo nos afirmamos frente a las
circunstancias es trascender lo inmediato y convertirlo en necesidad.
“En
principio, ningún fragmento de la realidad puede ser visto en forma aislada y
tampoco los individuos y sus experiencias”, como escribió Adriana Falchini en la revista Rojo y Negro.
Se trata de que la acción organizada, como afortunadamente hemos visto, siga
adelante con una insistente memoria. Tal vez la experiencia santafesina no fue
suficientemente transmitida fuera de la localidad -o los procesos deliberados
de destrucción de la memoria social triunfaron en parte- y ahora con la fuerza
de una correntada se actualiza para recordarnos que los sectores dominantes continúan
abonando por un modelo donde la vida, la salud, la educación, el trabajo y la
cultura quedan en último lugar ante la preeminencia de los negociados de todo
tipo.
¿De
quién es el problema de la inundación?
Si no
asumimos que se trata de un problema integral de la sociedad, de un modelo
instalado tanto en la ciudad como en la provincia y en el país entero,
seguiremos encontrando analogías de destrucción ya no cada 10 años sino cada
año, cada mes, cada día…
No podemos dejar que el avance de la irresponsabilidad y la corrupción política continúen si se trata de un sistema que no queremos. No son catástrofes naturales, son tragedias políticas con responsables de toda jerarquía: responsables de imprevisión primero, de abandono de persona luego, de desidia y corrupción en general.
No podemos dejar que el avance de la irresponsabilidad y la corrupción política continúen si se trata de un sistema que no queremos. No son catástrofes naturales, son tragedias políticas con responsables de toda jerarquía: responsables de imprevisión primero, de abandono de persona luego, de desidia y corrupción en general.
Insistamos
en la acción y en la memoria, porque esta inundación tiene su pasado y la lucha
por narrar otra historia es presente. Leer
Reflexionemos sobre cómo hoy se aplaude desde la izquierda a: “los
procesos deliberados de destrucción de la memoria social”, de naturalización de
la "tragedia política" y de ninguneo de la responsabilidad de gobiernos y
estados:
La justicia en
debate
Por Ulises Bosia En una nueva muestra de su capacidad para dirigir el
curso de la vida política nacional, el kirchnerismo volvió a marcar la agenda
del debate público al relanzar sus proyectos de democratización de la justicia.
(…)
Una primera conclusión nos conduce a valorar positivamente el
debate que se abre sobre la democratización de la Justicia, sin embargo es muy
difícil creer que las medidas propuestas logren alcanzar ese ambicioso
cometido. En el fondo, no parece coherente creer que una sociedad caracterizada
por una enorme desigualdad pueda tener una justicia democrática sin poner en
cuestión sus estructuras sociales. Leer
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