Desentrañando la carnavalización de la
política
Por Jorge
Lora Cam (Rebelión)
El Estado Plurinacional, la economía comunitaria, el buen vivir,
la soberanía, los derechos de la naturaleza, entre otros prometedores
conceptos, han quedado en calidad de retórica, de señuelos, de cebos para el
marketing político. Cosmovisiones y pensamiento alternativo están en el tacho
de la basura. Y
como dice el ex presidente Meza los indígenas aun son los verdaderos parias del
sistema. Los gobiernos andinos optan por un pragmatismo centrado en mantener el
crecimiento y asegurar la
reelección. Y eso significa consolidar el neoliberalismo y la
política imperial de saqueo. La construcción de los supuestos objetivos
estratégicos de los procesos boliviano y ecuatoriano han sido envilecidos, tal
como los liberales hicieron con la democracia y la república.
Tratándose de gobiernos “democráticamente
electos”, la explicación de los proyectos o de las transformaciones van mas
allá de la simple critica de la depredación de los recursos naturales y su
explotación irracional o las políticas desarrollistas. Estos argumentos no
sirvieron a la izquierda ecuatoriana para constituirse en alternativa. Y el
Estado plurinacional, el indianismo, el anticolonialismo junto a los
movimientos sociales quedaron otra vez como potencialidades políticamente
marginales. Morales, Correa o Humala son el rostro de la nueva mayoría
geopolítica. Mestizos y cholos ocultando su indianidad, ocupan nuevos espacios
sin desplazar a la vieja o nueva oligarquía neolberal. Mientras que en México o
Guatemala las cosas son mas difíciles de explicar. Hay cambios en la América
mestizo indígena que requieren mayor análisis: la reelección de Correa en
Ecuador y la vuelta del PRI en México, el fujimontesinismo militar de Humala y
la vuelta democrática de los genocidas militares de
Guatemala, la amenaza reelectoral en Bolivia.
Acaso ¿será que allí los ladinos o mestizos
–virtual mayoría cultural- ya llegaron a ser parte del poder?, ¿o posiblemente
la llegada al Gobierno de estos personajes no deba interpretarse como una
aspiración socialista, sino como la momentánea respuesta indígena y de los
movimientos sociales a las ortodoxas políticas de la derecha en esos países? O
quizás debamos comprender más las migraciones, las lógicas urbanas, las
expectativas de las clases intermedias, las aspiraciones mestizas y cómo las
estructuras y mentalidad coloniales afectaron irreversiblemente a los pueblos y
los territorios indígenas para captar el proceso. En este artículo solamente
analizaremos el caso boliviano.
Lo cierto es que las políticas conservadoras
de estos gobiernos han asumido la función de consolidar parcialmente un Estado
nacional y por lo demás se han convertido en mera gestión neoliberal, donde el
Estado no es más que el sostén del interés privado; demuestran además que no es
difícil gobernar si continúan con las tradiciones de la cultura política
criolla y utilizando las viejas y nuevas formas de explotación y dominación
neoliberales, con sus argucias jurídicas y el indispensable control de los medios . Nos muestran que la mejor política
estabilizadora es continuar con el extractivismo y construyendo un Estado
punitivo en favor de los sujetos empresariales, destruyendo a la oposición
mediante la abolición del Estado de su propio derecho, la judicialización de la
política, la imposición jurídica, la criminalización de la protesta, el
envilecimiento de las relaciones sociales, o las alianzas políticas que antes
pudieron parecer antinatura.
La gobernanza criolla se convierte en una
teatralización mestiza aparentemente esquizoide que los obliga a buscar
mascaras, disfraces, caretas, símbolos y discursos que ocultan lo que realmente
hacen y los ancestrales resentimientos. Los conflictos sociales se traducen en
grupos de comparsas que hasta ayer se peleaban entre si, para después hacer de
ello una farsa. Es la carnavalización tenebrosa de la política. La tragedia
de un día al otro se convierte en sainete. Esta es una esfera que no logra ver
Armando Bartra. [1]
Pareciera que se vive un periodo de catarsis
étnica en la que se invierten algunas costumbres, se parodian valores y
políticas desde una nueva burocracia en el poder que juega en favor de
recomponer las cohortes burguesas en una nueva comparsa lumpenburguesa que
acompañará a la vieja en los próximos años. Esta situación es presentada como
el gran cambio, la llegada de los indígenas al poder. Lo que no significa que
todos sean iguales, hay luchadores que han sido burocratizados pero mantienen
dignidad y conciencia. Y muchos otros que continuarán la lucha descolonizadora.
Después de 7 años, llegamos a pensar que los slogans
socializantes que antes mencionábamos son más obra de algunos intelectuales
orgánicos y las Constituciones fruto de la correlación de fuerzas entre
proyectos y los sujetos confrontados, que el fácil argumento de que son mero
resultado de las luchas y movimientos socializantes. Ocurre que la política
–como la sociedad toda- también se carnavaliza y las máscaras perpetúan los
rostros de los muertos (Paz Estensoro, Patiño, UDP, UCS, CONDEPA y ante las
crisis de legitimidad resucitan a Mesa o Paz Zamora). Lugares de neoliberales
oligárquicos ahora también están ocupados por la burguesía plebeya, los
programas de aquellos ahora son de la burguesía mestiza y su gobierno. Se
vienen configurando estados tan punitivos, centralistas y autoritarios, como
ocurrió con los regímenes abiertamente oligárquicos.
Son los Estados ladinos,
mestizos, acriollados, cholos cuyo programa oculto es el enriquecimientos
individual y grupal. Los otros proyectos, aunque reducen la pobreza, son
básicamente electoralistas. En Bolivia las nuevas expectativas se corporizan en
las pegas, las bandas estatales de extorsionadores, en las burocracias y
policías coimeadoras, los cocaleros y narcotraficantes, los comerciantes y
contrabandistas, los transportistas y concesionarios de trasnacionales, las
cooperativas de ahorro que se quedan con los depósitos, las grandes
cooperativas de servicios donde las decenas de altos funcionarios ganan 10 mil
dólares, líneas aéreas que cierran sin devolver los boletos comprados, etc. Que
se suman a las oligarquías y lumpenburguesías acostumbradas al subsidio
estatal. [2]
Cuando se naturaliza la muerte y los
crímenes políticos se hacen reiterativos, cuando la corrupción anda suelta en
todos los ámbitos sociales, cuando los indígenas viven amenazados y coartados
en sus libertades, cuando se dividen las organizaciones populares, cuando los
funcionarios honestos son separados y los corruptos defendidos, cuando el abuso
de las instituciones judiciales son parte de la cotidianidad, cuando sólo se
aprueban normas para beneficiar a algunos y perjudicar a enemigos políticos y
la justicia se convierte en la principal fuente de corrupción, cuando el
cinismo y falta de pudor de los altos funcionarios se naturaliza, cuando
generales y tribunos judiciales se coluden para abusar de la sociedad, cuando
mallqus son descubiertos como narcotraficantes, o cuando se detienen a
congresistas violadores y principalmente cuando ya nos les interesa el programa
de destruir las bases del capitalismo colonial, la vida social se convierte en
una tramoya y las máscaras se hacen necesarias mientras la indignación y el
desaliento crecen entre los socialistas.
En estos países, quizás en todos, la
estabilidad económica y política es fundamental y deriva en una defensa de las
bases que sustentan al Estado neoliberal. Estando claro que por ahora no es
posible destruir al Estado, pudo construirse un Estado republicano y
democrático, anticolonial, y comunitarista, y eso no ha ocurrido. Las
trasnacionales y los principales grupos de poder se benefician de esta
necesidad de estabilizar al Estado. En Santa Cruz, los grupos de poder de los
productores, industriales, comerciantes y terratenientes que sostenían la
actividad política opositora, ahora son los principales aliados del Gobierno;
han pactado, unos abandonando su proyecto y otros anteponiendo sus intereses
corporativos y empresariales a la opción política. Se trata de una alianza
pragmática, que ha optado por escenarios de negociación y acercamiento en
cumbres, reuniones sectoriales, y los correspondientes decretos gubernamentales
que les favorecen; una coexistencia pacífica.
Aliados con la derecha política en las
elecciones en el Beni y en otros lugares, ante la crisis de legitimidad creada
por el escándalo de las extorsiones, que comprometen a la más alta dirección
política estatal, buscan apoyo en la derecha política.
La pretensión de salir de la dependencia colonial por medio de más
extractivismo no tiene posibilidades de concretarse. Se genera una situación
donde la transición prometida se vuelve imposible, por las consecuencias que
traería el abandonar el extractivismo en varios planos, desde las económicas a
las políticas. Aunque por otro lado, el uso de instrumentos de redistribución
económica tiene alcances limitados, como demuestra la repetición de
movilizaciones sociales. Pero además es costoso y por ello vuelve a los
gobiernos todavía más necesitados de nuevos proyectos extractivistas. Además de
que en lo inmediato la economía es afectada por la inflación, el desplazamiento
de la industria local o la sobrevaloración de las monedas nacionales.
De
lo que se trata es de simular la política en su sentido más negativo. Así como
el 2003-2005 el reto era sacar al carnaval del espectáculo, empleando su
potencialidad para subvertir el orden opresivo, ahora es a la inversa, las
máscaras y bailes son para ocultar las nuevas alianzas con los poderosos. Al
inicio fueron momentos en los que los movimientos societales fueron tocados por
la utopía viviente, los movimientos sociales dejaron de ser por un tiempo las
insignificantes, opacas, y tediosas convergencias circunstanciales de
movimientos, para convertirse en vanguardia del cambio.
Hoy, el fingimiento de un poder indígena
esconde la sumisión de algunos movimientos, es el rasgo que acompaña al
clientelismo y al corporativismo patriarcal. Renace el pongueaje de los
sindicatos campesinos junto al clientelismo, la manipulación, la imposición y la corrupción. En este nuevo escenario, una parte de los
movimientos y de los intelectuales críticos ha perdido su autonomía política e
ideológica. Campesinos altoandinos se confrontan con los indígenas amazónicos,
de los 5 grandes movimientos quedan 3 emparentados entre ellos, apoyando al
Gobierno, la CSUTCB, Bartolina Sisa y los colonos cocaleros. Los indígenas de
la CIDOB y de la CONAMAQ han roto con el nuevo poder mestizo quechuaymara. Al
apostar por la reconducción como atajo ante el cúmulo de dificultades en
territorios en disputa, los antiguos referentes se convirtieron en
administradores estatales de la situación de los pobres. En el mejor de los
casos, buscan amortiguar los efectos del modelo, pero en todos los casos lo
hacen sin cuestionarlo, porque ya se integraron en el mismo.
De
acuerdo con Prada Alcoreza, quien realistamente aspira a un cambio de rumbo del
Gobierno progresista, no
existe más el Estado plurinacional, se impone el Estado-nación en todo el país,
“que rechaza violentamente la libre determinación de los pueblos indígenas,
subsume la consulta con consentimiento libre, previa e informada de los mismos
a la consulta pública, subordina el cumplimiento del derecho a la consulta a la
ley ordinaria, evapora los territorios indígenas estatalizándolos en el espacio
homogéneo del Estado han desaparecido la libre determinación, la autonomía y el
autogobierno de los pueblos indígenas, definidos en la Constitución”, y así
pretende hacer desaparecer a los pueblos indígenas. “El recurso político,
económico, social y cultural que se activa es el nuevo etnocidio, con máscara
indígena e impostura popular.” [3]
En una burla despiadada, el Gobierno garantiza la ejecución y
continuidad de las actividades hidrocarburíferas y mineras por su carácter
estratégico y de interés público para el desarrollo nacional. Postergando al último
rincón a los pueblos indígenas. Diseña instrumentos de defensa de los intereses
de los explotadores, para legitimar estas formas de explotación, presentándola
como si beneficiase a los pueblos.
En torno al Tipnis chocaron los argumentos de
una supuesta geopolítica interna –expuestos por el vicepresidente Álvaro García
Linera –con las visiones ecoindigenistas de quienes quieren evitar que una ruta
parta en dos esa aislada región de Bolivia, declarada parque nacional en los
años 60 y territorio indígena en los 90. La reciente consulta a los indígenas
no resolvió el conflicto.
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