El 10 de enero de 2012 Mario
Hernández entrevista a
Alfredo Grande.
En Buenos Aires, República Argentina, la noche del 30 de
diciembre de 2004 un recital de rock del grupo Callejeros duró solo 2 minutos.
Un elemento pirotécnico incendió el material inflamable y tóxico del techo de la
discoteca y la combinación de gases venenosos sumada al exceso de público y las
irregularidades del lugar sobre seguridad contra incendios y salidas de
emergencia provocaron la muerte de al menos 194 personas asistentes. La
discoteca, gerenciada por Omar Chabán, se llamaba República Cromañón.
Mario Hernández (MH): Entre junio y setiembre de 2007 un grupo de familiares, sobrevivientes y amigos organizó un ciclo de 6 charlas y debates bajo el nombre de Pensar Cromañón, allí afirmaste que el movimiento Cromañón “es el acto de resistencia más importante de esta democracia”.
Alfredo
Grande (AG): Resistencia a lo que años después llamamos la lógica Cromañón
porque primero está el hecho en sí, esa noche de horror, y luego todas las
noches que le siguieron.
Después de 7 años pensemos la lógica Cromañón que está camuflada en la democracia formal. La masacre de Cromañón podría ser comparada por su cantidad de muertos, de asesinados, con cualquier acto terrorista, ahora que tenemos una nueva ley “antiterrorista”. Fue un acto terrorista porque se encerró a 4000 personas en condiciones donde una bengala, un fósforo o un magiclick podía provocar lo que finalmente desencadenó: morir por asfixia. Esos chicos murieron por la inhalación del ácido de la media sombra que se quemaba. Murieron asfixiados, quemadas sus vías respiratorias. Resistir eso en democracia siempre lo consideré un acto fundante, sobre todo para los que pensamos que la democracia no es sólo ir a votar. Yo tengo un aforismo que dice: “No es lo mismo que se vote porque hay democracia a que haya democracia porque se vote”.
A 7 años,
Cromañón es un monumento a la impunidad. Ayer hubo un escrache al prostíbulo de
Rafael Levy, el verdadero dueño de Cromañón, otro demiurgo oculto donde no hay
nadie preso por el “chiste jurídico” de la sentencia firme. Antes la primera
instancia era eso, ahora no es nada. De apelación en apelación nadie va preso y
lo que es más grave, el juicio se va diluyendo como pasó con las escuchas
ilegales de Macri, que nadie sabe qué pasó. No hablemos del padre Grassi que es
el gran correcaminos de la historia.
Cromañón
dejó instalado el pésimo antecedente de la impunidad que es una marca de la
cultura represora. Como lo señalo en mi artículo “La terrorista ley
antiterrorista”, se da la paradoja que mientras se defienden activamente
políticas de Derechos Humanos, al mismo tiempo se violan. El terrorismo de
Estado también se presentaba como una doctrina de seguridad nacional y no como
una de exterminio de la población.
MH: Aquí
quiero hacer un paréntesis. Ayer estuve releyendo Pensar Cromañón y allí aparece
una reflexión de Adriana Calvo, fallecida hace un año, sobre el tema de los
Derechos Humanos que me gustaría que analizaras.
AG:
Participamos en la misma mesa.
MH: Luego
volvemos a este tema pero antes quiero referirme a una inquietante reflexión de
Juan Carlos Volnovich quien afirmó en el 2º encuentro del 3/7/2007: “El
sistema necesita que haya Cromañones para seguir persistiendo, para seguir
durando. Cromañón no fue una falla en el sistema. Cromañón fue un éxito del
sistema. No es que el sistema falló y que entonces se podía haber resuelto el
problema si hubiésemos contado con buenos funcionarios, con buenos inspectores,
en vez de funcionarios corruptos; si en vez de tener empresarios indignos
hubieran sido otros, o si el político de turno hubiera sido otro político de
turno. No, nada cambiará en tanto no cambie el modelo, no cambie esta
estructura, este sistema neoliberal. Hace falta que este sistema desaparezca,
porque de lo contrario los jóvenes continuarán desapareciendo, seguirán siendo
exterminados y aniquilados en masa”.
Me
gustaría que lo comentaras.
AG: Comparto
lo expresado por Juan Carlos y eso se ve en lo que pasa con la trata de
personas. El tema es que “mientras el neoliberalismo llora, el capitalismo ríe”,
en realidad el neoliberalismo es el apodo, el nic del capitalismo. No creo que
se pueda hablar del neoliberalismo como algo maldito. En definitiva Cromañón es
un éxito del capitalismo: altísima rentabilidad, bajo costo y cuando algo pasa,
como cuado sucede un accidente aéreo, el seguro pagará o no.
Es
un éxito de la maquinaria capitalista y también expresa que no hay un
capitalismo serio.
Todo capitalismo es en esencia predador. Es como tener un pitbull y decir ‘pero
el mío es bueno’… hasta que te arranca un brazo. Hay razas malditas y el
capitalismo es una de ellas.
Una de las cuestiones donde no se aprendió nada y donde la lógica Cromañón sigue imperando es en esta especie de alucinatorio social de que puede haber un capitalismo serio. Si tenemos una economía donde 500 empresas se llevan el 90% del PBI, cuanto más concentración económica y de poder, más posible es un Cromañón. En este momento la concentración de poder político es tal que cualquier cosa, por ejemplo, una enfermedad de la presidenta aparece al nivel de una catástrofe nacional y además es cierto porque con la línea sucesoria que hay ¡agarrate Catalina!
Hay una
frase que circula: si se puede prevenir no es un accidente. Entonces ¿qué es? Es
un asesinato. La planificación sistemática del asesinato de jóvenes a la que se
refiere Juan Carlos es una constante de la historia. Es el tema de la infantería
donde el enemigo gastaba balas y después venía la caballería. Eso sigue
funcionando así, el sistema es implacable. Para el capitalismo 20, 30, 50 años
no es nada. Siempre la crisis, la catástrofe la paga la víctima, nunca el
victimario. Hay ajuste en Europa pero mientras tanto los sueldos de los
banqueros se cuadruplican. Obviamente la lógica Cromañón no va a ser destituida
cuando terminemos con el neoliberalismo, sino cuando arrasemos con el sistema
capitalista de producción. Ahora, si decís eso te internan.
Muchos
organismos de Derechos Humanos fueron muy mezquinos con Cromañón
MH: Se
debatió mucho tragedia o crimen, tragedia o masacre. Se intentó culpar a las
víctimas instalando ideas engañosas y acusaciones infames.
AG: La
impunidad funciona así.
MH:
También tuvo mucho que ver el gobierno de Aníbal Ibarra.
AG: Aníbal
Ibarra es el responsable. Su traición fue que era la cara del progresismo, el
“bueno” por decirlo de alguna manera, aunque cabe pensar que con buenos así cómo
serán los malos. En eso los organismos de Derechos Humanos fueron muy mezquinos.
No fue el caso de Adriana Calvo, los Familiares de Detenidos o la Liga Argentina
de Derechos Humanos, pero los demás fueron muy mezquinos porque Cromañón les
explotó en las manos. ¡Imaginate si le hubiera pasado a Macri! Es muy cruel pero
también sirve para aprender que depende de quién haga qué se lo mira de una
manera o de otra. Fijate qué tardíamente muchos salen a cuestionar la Ley
antiterrorista.
MH:
Efectivamente. Recién ayer se pronunciaron críticamente Hebe y Carta Abierta,
una vez que la ley ya ha sido promulgada.
AG: Además
es absurdo pedirle a la presidenta que vete la ley que ella misma mandó al
Parlamento. Si lo hiciera hubiera vuelto el surrealismo a full.
El mayor
dolor es que la lógica Cromañón no ha sido destituida. Ahí tenés todos los
“accidentes” viales. Rutas de una sola mano que cuando te pegás el palo no es un
accidente sino que no hicieron la autopista hace 20 o 30 años atrás. Propiciar
permanentemente la tragedia pasa a ser muy similar a planificar el asesinato en
masa. En ese sentido es un aniversario realmente triste y doloroso, además
porque la sociedad civil, y quiero aclararte que sos una de las excepciones
cuando decís que has leído muchas veces el libro porque otros no le han dado ni
cinco de pelotas, no han querido pensar Cromañón para sostener que fue una
maniobra contra Ibarra.
MH: Ahora sí quiero volver a la participación de Adriana Calvo de la Asociación de ex detenidos desaparecidos (AEDD) afirmando que: en la masacre de Cromañón se violaron abierta y explícitamente un sinnúmero de derechos humanos ya que el Estado no cumplió con el deber de velar por el respeto a la vida, a la integridad física y moral, a la seguridad personal. Y es indudable que ahora no cumple con el deber de velar por los derechos humanos de los sobrevivientes y de los familiares. Cabría preguntarse ¿qué son los derechos humanos? El 90% de las personas te contestarían: los derechos humanos son los que violaron los militares durante la dictadura.
AG: Ese es
el relato K.
MH: Y
sigue: Eso ayuda a explicar porqué la masacre de Cromañón no es asumida
socialmente como una flagrante violación de los derechos humanos, digna de ser
denunciada e investigada y, en consecuencia, castigados los responsables que
forman o formaron parte del aparato del estado. Tal vez el objetivo mejor
logrado por el genocidio y el de más largo alcance fue generar en una inmensa
parte de nuestro pueblo la convicción que no tiene derecho a tener derechos.
Todos los
condenados por Cromañón están libres
AG: Tal
cual.
El resultado de todo eso
no es una impunidad jurídica ni política sino cultural.
Por eso
Ibarra sigue siendo legislador, diciendo cosas contra Macri, pero tenés que
verlo en el contexto de lo que hizo, porque el problema de Cromañón no fue solo
la catástrofe, la masacre, el asesinato sino el día después, la semana, el mes
después. Ahí Ibarra fue Macri. Actuó como cualquier agente de la derecha. Ibarra
no hizo nada, ni antes ni después. Tenés los cables pelados en tu casa, un pibe
los arregla y se electrocuta ¿qué hacés después? ¿Salís corriendo? ¿Declarás en
contra de Edenor? Asistís al pibe, a su familia, por lo menos te hacés cargo.
Ibarra no se hizo cargo de nada, ni siquiera concurrió a la Legislatura, lo
tuvieron que citar. El ex legislador Milcíades Peña, que tuvo un pariente
asesinado en Cromañón, nos decía que fue a la Legislatura a dar cuenta de nada.
Dime cómo reaccionas y te diré qué tuviste que ver.
Una
indiferencia total. Eso sí, a los 3 días se reunió con la Cámara de empresarios
de los boliches. Todo un paquete de impunidad, antes, durante y después. Como
decía Adriana, el terrorismo de Estado y el Menemato, que completó la tarea de
ensuciarnos el cerebro, lograron esto, una especie de impunidad por default.
Ya no es la
impunidad de hiciste algo y no te juzgo. ¡No! Te juzgo pero igual seguís impune
como el paradigmático cura Grassi.
Todos los
condenados en Cromañón están libres porque ninguna sentencia está firme. Parece
que hay que darle Viagra. Una locura. Antes un tipo culpable iba en cana. Hoy
hay un montón de procesados que están encarcelados, un 70% que están más tiempo
como procesados que la sentencia que les pudiera tocar si fueran culpables. Si
eso no es una paradoja (…)
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