DECLARACIÓN DE
LIMA
Cumbre de los
Pueblos Frente al Cambio Climático
Lima, 11 de diciembre de 2014
La Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático,
realizada en Lima del 8 al 11 de diciembre de 2014, es expresión de los
procesos de movilización y resistencia emprendidos por una diversidad de
organizaciones, movimientos, plataformas, redes y colectivos sociales,
sindicales, de mujeres, campesinos, indígenas, juveniles, ambientalistas,
religiosos, artísticos y culturales peruanos e internacionales. Nos reunimos para
seguir debatiendo y compartiendo las múltiples formas de lucha y resistencia,
por la construcción de la justicia social, contra el sistema capitalista
patriarcal, racista y homofóbico, por el respeto de las diversas formas de
vida, sin explotación ni expoliación de los bienes de la naturaleza, por la
capacidad de los pueblos de decidir sobre sus fuentes de energía, comunitaria,
por la reducción de las desigualdades sociales así como promover el Buen Vivir
como modelo de vida en armonía con la Naturaleza y la Madre Tierra.
El capital busca hacer frente a su crisis sistémica
imponiendo la captura el agua, el saqueo de los territorios y el patrimonio
natural, la depredación, la producción de combustibles fósiles, la mayor
explotación de los trabajadores y trabajadoras, la represión de los movimientos
sociales y la violencia física y psicológica, aumenta múltiples formas de
criminalización de las luchas, de los pueblos, de militarización y control
territorial. Todo esto es alentado por las corporaciones mediáticas. Además, a
esta realidad hay que sumarle la captura de los Estados y de sus burocracias
por el poder económico, el pago de las deudas injustas y corruptas, y una
diversidad de hechos que benefician exclusivamente a los verdaderos poderes
tras los gobiernos de turno, dóciles al mandato de las empresas nacionales y
las grandes corporaciones transnacionales y sus operadores políticos.
En esta coyuntura la Cumbre de los Pueblos representa la
voz de los sectores explotados y oprimidos del mundo, de los marginados por un
sistema económico y cultural que los subordina a los sectores racistas,
fundamentalistas, machistas y patronales que se benefician del modelo
capitalista. En este momento crucial que atraviesa la humanidad, en el que el
gravísimo cambio climático que sufrimos exige acciones urgentes de parte de la
sociedad global, demandamos a los Gobiernos y al Sistema de Naciones Unidas
reunido en la COP 20 la adopción de acuerdos que respeten y valoricen la vida
de los pueblos originarios, campesinos y urbanos, y que promuevan la
preservación de la biodiversidad global. Rechazamos cualquier mecanismo de
mercado que se plantee como solución a los problemas climáticos y ambientales.
Quienes nos reunimos en esta cumbre, recogemos y hacemos
parte de procesos de luchas anteriores que se han tejido en nuestros pueblos, y
llegamos a este momento con esa fuerza y construcción colectiva. A partir de
ello expresamos y demandamos:
A los Gobiernos del mundo que respeten nuestros
territorios, derechos y modos de vida, nuestras culturas, costumbres y
cosmovisiones sobre la vida y el mundo que habitamos. Denunciamos la
explotación de nuestros recursos naturales y territorios por parte de las
industrias extractivas, que afectan nuestras formas de sustento, nuestra fuente
de identidad y la relación armoniosa de nuestras comunidades con la Madre Tierra. Demandamos
el reconocimiento de la propiedad territorial de las comunidades que
tradicionalmente han vivido en sus tierras. No aceptamos el control externo de
los territorios, ni los procesos de negociación e implementación de las falsas
soluciones al clima. Los Gobiernos deben tener como eje central el respeto de
nuestras formas de vida ancestrales y el reconocimiento a nuestra
autodeterminación como naciones y pueblos originarios.
Demandamos a los Estados abrir un debate con la sociedad
civil sobre el concepto de emisiones netas evitadas, que permita un acuerdo
climático 2015 que compense a países no industrializados por no explotar
fuentes de energía fósiles y así puedan financiar la transformación de sus
matrices energéticas. Exhortamos a que se adopte un impuesto global a las
transacciones financieras internacionales, que brinde fondos suficientes para
garantizar una transición justa hacia un modelo inclusivo de justicia social.
Asimismo, aclaramos que el conjunto de iniciativas
orientadas a revertir la destructiva tendencia climática hacia la que ha sido
conducido nuestro planeta, deben considerar las responsabilidades históricas de
los países desarrollados y el reconocimiento y reparación de la deuda histórica
y ecológica que tienen con el Sur global. En particular, las corporaciones
transnacionales de capital privado de los países desarrollados deben ser
responsabilizadas por sus acciones y prácticas a nivel global. Exigimos plena
justicia en los casos de contaminación por parte de Newmont, Doeran en
Perú, y la Chevron-Texaco, entre otras, la cual en su paso por la Amazonía dejó
como legado uno de los mayores ecocidios de la historia del planeta.
A los Gobiernos y empresas les exigimos aceptar y respetar
nuestro derecho humano a un trabajo digno, con pleno ejercicio de los derechos
individuales y colectivos, y que se garantice un proceso de transición justa en
un mundo que nos permita mejorar la calidad de vida. Demandamos garantías al
acceso universal a los sistemas de protección y seguridad social, el respeto de
nuestra libertad sindical y a una repartición justa y equitativa de la riqueza
producida con nuestro trabajo y conocimientos.
Consideramos que ninguna acción para enfrentar el cambio
climático será eficiente o viable si no se promueve con políticas públicas
efectivas a favor de la pequeña agricultura familiar y campesina, la reforma
agraria, la soberanía y seguridad alimentaria de nuestros pueblos, la producción
auto sustentable, con base agroecológica, autóctona y libre de transgénicos y
agrotóxicos, orientada al consumo humano y a la preservación de nuestra
biodiversidad. Creemos que para avanzar hacia un mundo justo y una economía
local, solidaria, cooperativa, feminista y comunal, es fundamental reconocer el
derecho humano a la alimentación, así como el gran aporte de la agricultura
familiar campesina, que contribuye con más del 70% de la alimentación del
mundo. Exigimos frenar la producción y expansión de los agrocombustibles, que
promueven la deforestación, erosión de las tierras, contaminación de las
fuentes del agua y aire, y significan una forma de recolonización territorial.
Como expresión de esta estrategia del capital, en los
últimos años se han agudizado los procesos de privatización, mercantilización y
financiarización de la naturaleza, expresados en los principios de la economía
verde, que nos presenta las falsas soluciones a la crisis climática. Algunas de
ellas son: Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), proyectos de Reducción de
Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques (REDD), transgénicos,
agrocombustibles, geoingeniería, megaproyectos hidroeléctricos, centrales
nucleares, fractura hidráulica (“fracking”), agricultura climáticamente
inteligente.
La estrategia del capital pasa también por lo que llamamos
arquitectura de la impunidad de las corporaciones transnacionales y gobiernos,
a través de los tratados de libre comercio y protección de inversiones, entre
otros, que pretenden privatizar servicios esenciales como el agua, la
educación, salud y vivienda, y atentan contra los derechos humanos de
trabajadores y de los pueblos. La Cumbre de los Pueblos rechaza todas estas
estrategias del capital.
Como expresamos antes, denunciamos el sistema
capitalista-patriarcal que sostiene la opresión y control sobre el cuerpo, el
trabajo y la vida de las mujeres, promueve la violencia sexual y la trata, las
margina de diversos ámbitos de la vida social y pública. Es necesario transitar
hacia otra división social del trabajo, que elimine la subordinación del
trabajo femenino, que no invisibilice el trabajo del cuidado que hace posible
la reproducción social ni lo subordine a los mandatos del mercado. Exigimos un
cambio radical que reconozca el trabajo reproductivo como la base de la
sustentabilidad humana y de las relaciones entre las personas y comunidades.
Todas las alternativas deben incorporar la perspectiva feminista y promover una
relación más justa entre hombres y mujeres.
Abogamos por la promoción de un consumo responsable y no
alienado, basado en la adopción de hábitos y pautas de consumo saludables, y de
acuerdo con la necesidad humana, no sujeta a la ambición del capital. Un
consumo que no contribuya a la contaminación ambiental ni al cambio climático.
Alentamos el uso responsable de los recursos vitales, el reciclado y el manejo
sustentable de los residuos sólidos. Nos comprometemos a promover la conciencia
ciudadana respecto a las acciones que podemos llevar adelante individual y
colectivamente para avanzar hacia un mundo más justo.
Los Estados deben tomar decisiones y medidas inmediatas de
protección, conservación o restauración de las cuencas, los ecosistemas, las
altas montañas, bofedales, humedales, páramos, estepas, bosques, acuíferos,
lagos, ríos, manantiales, zonas marinas costeras, que alimentan a la Madre Tierra. Esos
ecosistemas y fuentes de agua son afectados por las actividades de las
industrias extractivas, como la minera, petrolera, carbonífera y gasífera, por las
talas de árboles y el arrojo de desechos, entre otras causas. Se debe
garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento, en igualdad de
condiciones, acceso y salubridad. Esto sólo se puede garantizar con empresas
públicas en manos públicas.
La Cumbre de los Pueblos cuestiona la incoherencia del Gobierno peruano en su calidad de presidente de
la COP 20. Por las políticas ambientales, laborales y tributarias adoptadas
recientemente a favor de la inversión privada rebajando estándares y
regulaciones que afectan derechos colectivos, ambientales y culturales.
Denunciamos la represión que sufren representantes indígenas, dirigentes
sindicales y campesinos, activistas ambientales, así como los hostigamientos a
delegaciones que arribaron a la Cumbre de los Pueblos desde diversas regiones
del país y el exterior.
La Cumbre de los Pueblos cuestiona la captura corporativa
de la Convención
Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Las grandes
corporaciones transnacionales “acompañan” a los gobiernos en las negociaciones
globales para acordar medidas que tienen por único fin limpiar de
responsabilidades a los países industrializados por sus emisiones de gases de
efecto invernadero y por ser los principales responsables del cambio climático.
Exigimos que los pagos por servicios de la deuda externa e interna – que ahogan
a los pueblos y limitan la capacidad de los Estados para atender necesidades
básicas de las poblaciones –, se destinen a hacer frente a la crisis ambiental
y climática, porque de ello depende la sobrevivencia de la Humanidad y todas
las especies vivas del planeta.
La Cumbre de los Pueblos saluda la movilización
comprometida y entusiasta de las decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas de
todo el mundo que participaron de la Gran Marcha Global en Defensa de la Madre Tierra (10/Dic) en Lima y en otras ciudades
del planeta. Esta gran concentración de organizaciones, movimientos y
delegaciones del Perú y numerosísimos países es la expresión más clara de la
posición de los pueblos a favor de un mundo justo y democrático, que garantice
la armonía entre la existencia humana y los derechos de la Naturaleza y la Madre Tierra.
Seguiremos fortaleciendo la articulación de nuestras
luchas, de forma activa y permanente en las múltiples movilizaciones del 2015,
con un especial momento de activismo en París, Francia, donde se llevará a cabo
la COP 21. Desde ya los movimientos sociales del mundo nos preparamos para dar
continuidad a las luchas desde nuestros territorios en defensa de la vida,
hasta que nuestras exigencias sean atendidas. Seguiremos en lucha hasta cambiar
el sistema… No el Clima.
Cumbre de los Pueblos
Lima 11 de diciembre 2014.
(Versión actualizada
15/12/2014)
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