Columnas (1/12/2014).
El sueldo de Chile y el fin del súper ciclo global de
las materias primas
Alexander
Schubert, economista
El índice Bloomberg de precios de las
materias primas o “commodities” ha caído en semanas recientes al más bajo nivel
en 5 años, ubicándose en la mitad del valor que tenía en su mejor momento antes
de la crisis de 2008. La caída afecta –junto al petróleo– al cobre, gas
natural, carbón, hierro y otros. Todo indica que esto no es una tendencia
pasajera. Por eso el sueldo de Chile, que en años pasados parecía bastante
alto, en los venideros será bastante más exiguo.
Desde un comienzo fue un autoengaño creer que la
mejoría de los términos de intercambio de los países “emergentes”, basada en un
extractivismo acelerado del sector primario de la economía (minería,
agricultura, bosques y pesca), modificaba sostenidamente los términos de
intercambio globales. La razón es muy simple: si bien la expansión mundial pasó a depender
temporalmente de China, este país, por muy grande y populoso que sea,
ciertamente no ha adquirido la capacidad económica para ejercer un rol de motor
de la economía global. Habiéndose empeorado el entorno internacional, el boom
chino y sus efectos positivos para los precios de las materias primas pasará
pronto a ser un recuerdo del pasado.
Los factores
determinantes del ciclo de las materias primas deben ser ubicados en un contexto
más general. La crisis del 2008 provocó un enorme flujo de capitales. Por un lado, hacia China para la creación de activos fijos, como hacia
muchos países emergentes, para financiar las inversiones en el sector primario
necesarias para abastecer los productos que China necesitó para la expansión
física de su economía.
Sin
embargo, paralelamente, los precios de las materias primas atrajeron a la especulación. Los
bancos más grandes pasaron a constituirse en mercaderes mundiales de varias de
las principales materias primas, concentrando en sus manos un comercio cuya
manipulación de precios les ofreció tremendas ganancias
(recientemente se publicó un informe del Senado norteamericano al respeto).
Si
agregamos a esto la explosión de los derivados relacionados con el sector
primario, se observará que la
evolución de los precios de las materias primas ha dejado de depender de la
demanda física de los productos respectivos. Las compras y ventas en las bolsas internacionales
superan en varias decenas de veces la producción y el consumo efectivo de los
productos allí transados. Así, por ejemplo, en las cuatro
bolsas más importantes a nivel mundial se han transado entre 2013 y 2014 más de
1,1 billones de toneladas de cobre, cantidad superior a 70 veces la producción
mundial de este metal. Necesariamente ello ha tenido un fuerte efecto sobre los
índices respectivos.
Hay quienes mantienen su
optimismo y creen que, independientemente de lo que pase en China, la caída del
precio del petróleo en sí misma será un factor de recuperación de la economía
mundial a muy corto plazo. Según la opinión de un alto economista del Citibank
de Nueva York, a la que muchos economistas más bajitos se han unido como coro
de niños, la caída del precio del petróleo hará “ahorrar” a los consumidores
más de dos billones de dólares diarios, que destinarán a reactivar el consumo
en los países capitalistas centrales. Ello supuestamente hará mover los precios
de las materias primas hacia sus niveles “peak” anteriores.
Esta teoría –compartida
por la Agencia
Internacional de Energía– tendría cierto asidero si la caída
del precio afectara sólo al petróleo. Pero, de hecho, estamos frente al término
de un largo ciclo de alzas de precios de todos los productos primarios. Nada indica que “ahorros” surgidos de la caída del precio del petróleo
pudieran fluir hacia el consumo. Ni los cuatro o más trillones de la Reserva Federal de
los EE.UU. destinados a estabilizar el sistema financiero norteamericano han
tenido ese efecto. Los intentos del gobierno del Japón por inflacionar la
economía mediante la compra “ilimitada” de bonos estatales y el saqueo de los
ahorros previsionales de la población ha sido un fracaso total, volviendo a
reaparecer la odiosa recesión. Las bravuconadas del Jefe del Banco Central Europeo,
Mario Draghi, en cuanto a hacer lo pensable e impensable para estabilizar el
euro, tampoco han sacado a Europa del estancamiento. Y para qué hablar de los
trillones que el sistema bancario chino oficial y paralelo ha inyectado a la
economía, que no han podido evitar la desaceleración.
Los flujos
internacionales de capital que hicieron posible el alza del precio de las
materias primas y de muchos alimentos, están revirtiéndose. Ni China seguirá recibiendo el capital externo que le permitió
financiar su gran expansión económica en los años recientes, ni los países
emergentes seguirán recibiendo los montos para financiar las inversiones y
consecuentes transferencias de ganancias de las empresas transnacionales hacia
el exterior. Con precios en plena decadencia, las capacidades instaladas y su
utilización disminuirán rápidamente (por ejemplo, mediante la destrucción
gigantesca de capitales invertidos en la explotación del gas y petróleo de
lutitas o “fracking”). Pasará
largo tiempo antes de que se restablezcan las condiciones para que la inversión
internacional asuma nuevamente su rol preponderante en el crecimiento económico
mundial.
Quizás sea esta la
oportunidad entonces para el surgimiento de modelos alternativos. Mientras tanto, la economía mundial seguirá orientada hacia un retroceso
generalizado, y los precios de las materias primas hacia niveles inferiores a
los actuales, tal como lo hicieron en 1986, 1991, 1998, 2001 y 2008. Dentro del
próximo año, según algunos cálculos pesimistas pero no irrealistas, el petróleo
podría caer a 30 US$ por barril antes de recuperarse en un periodo no tan
inmediato. Es apenas imaginable que el cobre pudiera tener una caída
equivalente, dado que las condiciones de oferta son estructuralmente diferentes
a las del petróleo. Pero eso no es consuelo. Ya con los precios de hoy las
consecuencias para la rentabilidad de las empresas existentes y para el
presupuesto nacional de los países productores son extraordinariamente
negativas.
El desplome del ciclo
ascendente de los “commodities” amenaza con crear una prolongada inestabilidad
financiera interna y externa, no sólo de los países emergentes, con profundas
alteraciones de los flujos mundiales de capital, inestabilidad cambiaria,
descenso de la actividad económica y erosión de la competitividad global de
muchos de ellos. Esto dará paso a renovadas exigencias de “ajuste”.
¿Serán nuevamente los “sospechosos de siempre” quienes paguen la cuenta?
Fuente original: http://www.elmostrador.cl/opinion/2014/12/01/el-sueldo-de-chile-y-el-fin-del-super-ciclo-global-de-las-materias-primas/
--
UAC Unión de Asambleas Ciudadanas Contra el Saqueo y la Contaminación
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