Avances
En marzo de 1996, cuando el gobierno de Carlos Menem aprobó
la soja transgénica con uso de glifosato, la oleaginosa ocupaba seis millones
de hectáreas. Devaluación mediante, en 2003, ya abarcaba 11 millones de
hectáreas. La última campaña, el Ministerio de Agricultura celebró que llegue a
19,8 millones de hectáreas, el 56 por ciento de la tierra cultivada de
Argentina. El Plan Estratégico Agroalimentario (PEA), presentado por la
presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, planifica llegar en 2020 a las 160 millones
toneladas de granos (un 60 por ciento más de la actual cosecha), con un 20 por
ciento más de soja.
En sus 180 carillas, el PEA no menciona en ningún momento a
campesinos e indígenas. Apenas tres carillas hablan de “agricultura familiar”.
El sujeto agrario del modelo es el empresariado rural y las grandes empresas
proveedoras de insumos.
El “corrimiento de la frontera agropecuaria”, eufemismo
técnico para graficar la avanzada del agronegocios sobre regiones
extrapampeanas, multiplico los conflictos en el norte de Santa Fe y Córdoba,
Tucumán, Santiago del Estero, Chaco y Salta.
El 15 de junio pasado, en un almuerzo en la sede del Consejo
de las Américas y frente a las mayores empresas estadounidenses, la Presidenta
relató: “Hace unos instantes estuve con Monsanto, que nos anunciaba una
inversión muy importante en materia de maíz (…) Y además estaban muy contentos
porque Argentina hoy está, digamos, a la vanguardia en materia de eventos
biotecnológicos”.
“Aquí tengo, y esto
la verdad que se los quiero mostrar porque estoy muy orgullosa, el prospecto de
Monsanto. Una inversión muy importante en Malvinas Argentinas, en Córdoba, en
materia de maíz con una nueva digamos semilla de carácter transgénico, que se
llama Intacta (…) Yo le
comentaba, y la gente de Monsanto no lo sabía, que tenemos una Patagonia en la
cual algún productor argentino tiene producción, por ejemplo, forrajera y que
uno lo puede observar en medio de la estepa patagónica los círculos que
solamente con riego producen forraje de primerísima calidad. Y tenemos también
agua en la Patagonia (…). Esto nos da la idea de que el elemento vital, agua,
nos va a permitir extender la frontera agropecuaria”.
El 27 de julio, el MNCI difundió un duro comunicado contra el
Gobierno Nacional. “Democracias o corporaciones transnacionales: tiempos de
elección”.
“La Bienvenida y entrega de nuestros bienes naturales a las
transnacionales es una gran contradicción con otros principios enunciados desde
el gobierno nacional (…) ¿Cómo explicamos que los ‘dueños’ de la tierra y las
transnacionales estén embolsando fortunas y en nuestros barrios y comunidades
aún nos rodea la pobreza? ¿Cómo debemos leer estas caricias discursivas a
Monsanto, Vale, Barrick? La Mesa de Enlace ve satisfecha cómo se reconoce su
discurso y su modelo. El ‘yuyo’ ya no es maldito, ahora es bendecido, y los
ruralistas van por más”.
El Movimiento Campesino Indígena sabe que el avance del
agronegocios implica un avance sobre sus territorios, con más desalojos,
desmontes, agrotóxicos y represión: “Nuestra posibilidad de vivir, trabajar y
producir se ve amenazada con cada paso que dan las transnacionales en nuestro
territorio, y es por esto que vamos a combatirlas hasta nuestra última gota de
aliento. Se trata de vidas, de millones de vidas que están en juego”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario