Pero
esta catástrofe sanitaria y socioambiental no tiene el objetivo que la
Presidenta declara, persigue en exclusivo el lucro de la gran burguesía
y de su familia. Porque la producción mundial de alimentos es superior a la
indispensable para satisfacer las necesidades nutricionales de la
población planetaria . El problema de la miseria y el hambre reside en que la agricultura sin
agricultores y de extensos monocultivos de organismos transgénicos
aniquila la soberanía alimentaria y lleva a la desaparición forzada de
los campesinos e indígenas. Haití ejemplifica en qué consiste esta
destrucción y cómo el gobierno CFK nos hace participar en la ocupación
militar del país hermano.
Reflexionemos
sobre:
Los
commodities, el hambre y cinco millones de niños pobres
Por:
Silvana Melo (APE)
Ya tiene los dedos adiestrados en la separación de la basura. Una
selección que no hace el que llena bolsas de sobras de alimentos,
vidrios y pilas agotadas. Sabe cómo pescar algo útil y cómo reconocer
algo medianamente comestible. En la bolsa de al lado, el perro le sacó
ventaja: encontró un valioso trozo de carne cocida. Silbando bajito,
puso la cola entre las patas y dobló la esquina con el asado en la boca.
Con el destino de andar recogiendo
bocados para la mesa del día, no tiene tiempo ni ocasión de enterarse de
que hay en el país entre 2.200.000 y 11.000.000 de pobres, según los
mida el Indec o la Universidad Católica Argentina. Para él las cosas
están claras: en la panadería un kilo de felipes vale 15 pesos. En la
vereda, con suerte, puede disputar con el palomerío algunos bizcochos
con grasa de la semana pasada.
Casi dos millones de personas suelen
tener hambre sin alimento a mano.
Cuatro de cada diez chicos y
adolescentes viven en la pobreza en la Argentina. Son casi 5 millones.
800.000 (9,5%) son indigentes. Tienen hambre o comen muy mal. Están subnutridos, panzones de harina, flacos de hierro, descalcificados y se
mueren de muertes que se pueden evitar. Y esta vez sí son números de la
UCA. Para el Indec el hambre está erradicado, como el desempleo en el
Chaco o la pobreza en La Rioja.
Por eso será que en capital y el
conurbano se tiran 670 toneladas de alimentos reutilizables. O el hambre
se acabó y en lugar de tirar manteca al techo se desechan 1.675.000
platos de comida (La Nación sacó las cuentas) o la factoría de la
inequidad logró su producto más sofisticado y perfecto: el 5% de la
población con hambre y en el Ceamse, toneladas de comida volcadas al
relleno sanitario para deleite de gaviotas y gusanos. Pocas veces ha
sido tan contundente y exitosa una alegoría de la injusticia.
La Institución de Ingenieros Mecánicos de Londres asegura que
la mitad
de los 4.000 millones de toneladas de alimentos que se producen
anualmente en el globo no llegan a consumirse nunca. Mientras casi mil
millones de personas dispersas en Africa, Asia y América Latina sufren
hambre y mueren de enfermedades parientes del hambre, hay varios
centenares de millones indigestados que tiran la mitad del plato a la
basura. En el Reino Unido, 3 de cada 10 hortalizas ni siquiera se
cosechan porque su estética no responde a lo que comprará el consumidor
en la feria. Zanahoria torcida, queda en la tierra.
En la Argentina las frutas y verduras se
venden antes de cosecharse. Los excedentes suelen ser cargas molestas
para productores que no tienen camiones ni combustible ni posibilidad de
distribuir ni dinero para cámaras frigoríficas. Entonces las tiran a los
costados de los caminos. Como los manzaneros tiran las manzanas para
protestar porque se las pagan centavos. O los tamberos derraman la leche
para quejarse de que Mastellone es un faraón a costa de su miseria.
Suelen enumerarse decenas de razones.
Una ley de 2004, sobre responsabilidad civil, deja sin respaldo a los
empresarios que donan. Un intoxicado, un juicio. Es preferible la
basura. Los hipermercados tiran en el Ceamse toneladas de yogures por
defectos de envoltorio, envase, fecha de vencimiento próxima. En la base
de la caída miles de privilegiados que lograron superar barreras
policiales, peajes, punteros y espaldas grandes en la estampida, se
llevarán lo que puedan abarcar en brazos y bolsas. Lo comerán o lo
venderán para zafar del día.
Los restaurantes hacen comida de más,
los productos poco exitosos en el mercado, los estacionales y los
excedentes también tienen destino en los rellenos sanitarios. Se explica
buenamente desde las razones culturales, productivas y burocráticas.
Pero no es más que lentejuela en el barro. Hay una configuración
sistémica que determina quién come y quién no. Quién pasa hambre y quién
no. Quién habitará el cielo y quién el infierno.
Quiénes se salvarán y quiénes no.
Por eso la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) y su brigada antihambre, la FAO, decidieron que lo mejor
para que los pobres no se mueran de hambre tan descaradamente es que
coman insectos. De hecho, en unos cuantos países de África, Asia y
América latina los desesperados del mundo ya se alimentan de chinches,
hormigas, abejas y avispas; langostas y grillos; piojos y mariposas.
Todos con “un alto valor nutritivo”. Y “contienen tantas proteínas como
la carne o el pescado”. En África central, en Camerún, Mozambique, los
dos Congos y Zambia –dice el informe casi orgullosamente- la gente
practica la entomofagia: es decir, come miles de toneladas de gusanos
por año porque no tienen acceso a la carne ni al pescado ni a un postre
de crema y chocolate que abre la puertita de la felicidad a la lengua y
al alma.
A quién le importa el sabor de las
carnes tiernas, el color del azafrán, el disfrute del perfume de un
durazno o la jalea de frutillas en el pan del día. Si comer chinches
nutre, ése será el plato. Quien rechace piojos y grillos, no será un
hambriento. El suizo Jean Ziegler, desde el estómago mismo de la ONU,
decide que “vivimos un orden caníbal del mundo. El mercado alimentario
está controlado por una decena de sociedades multinacionales
inmensamente poderosas. Controlan el 85% del maíz, arroz, aceite y fijan
su precio”. Entonces “estos amos del mundo deciden a diario quién va a
morir de hambre y quién va a vivir”.
Para alimentar a 12 mil millones de
personas produce la agricultura del globo. De los siete mil millones de
habitantes, mil millones pasan hambre. Para alimentar a 400 millones de
personas produce la tierra en la Argentina.
Casi cinco millones de sus
chicos son pobres. Un bebé de un año y medio muerto el martes en La
Rioja por desnutrición aguda es un niño asesinado por el capitalismo
financiero. El argentino y el mundial.
Asesinado por un golpe de soja. Por un
balazo de commodities en la bolsa.
Compartamos cada vez
más y discutamos sobre:
Las semillas y el dominio del mundo por el hambre
Por: Vicky Peláez (RIA NOVOSTI, especial para
ARGENPRESS.info)
Controla el petróleo y controlarás naciones;
controla los alimentos y
controlarás pueblos.
Henry Kissinge
En cada ciclo histórico la potencia dominante de turno
siempre trata de establecer el control casi absoluto de una región de
interés geoeconómico buscando diferentes instrumentos para dirigir todos
los aspectos de la sobrevivencia humana.
En esta era globalizada se trata ya no del dominio de una región
seleccionada por la única superpotencia existente sino del planeta
entero. El uso de la maquinaria bélica y de los recursos energéticos no
ha sido suficiente para el control completo de la voluntad de los
pueblos. Se necesita algo más y este “algo más” resulta ser la comida
diaria en el planteamiento de uno de los más siniestros globalizadores,
David Rockefeller.
Durante la guerra en Vietnam el otro político
maquiavélico, Henry Kissinger incorporó la idea de Rockefeller en la
agenda diplomática de Washington. La comida se convirtió en un arma
frecuentemente más poderosa que las armas de destrucción masiva. También
jugó un papel muy importante para llevar a cabo el golpe militar contra
el gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile en 1973.
Al comienzo de los años 1980 los globalizadores iluminados llegaron a la
conclusión que el control de la alimentación habría que comenzarlo desde
las semillas, reduciendo las variedades regionales y nacionales
tradicionales para crear simultáneamente una o varias variantes de
semillas para cada cultivo universal pero controladas por un reducido
número de las transnacionales.Así, se inició la época de los Organismos
Genéticamente Modificados (GMO) basada en la manipulación genética, y
crearon finalmente lo que el estudioso y escritor norteamericano, F.
William Engdahl llamó en su libro “Seeds of Destruction: Hidden Agenda
of Genetic Manipulation”, “semillas de la destrucción”. México, Brasil,
Colombia y Argentina fueron seleccionados como países con grandes
recursos para iniciar los primeros pasos en la implementación de la
agenda del “dominio usando alimentos”. La llegada de Carlos Menem al
poder en Argentina con su agenda neoliberal y su ambición de ser
aceptado en el club de los ricos y poderosos del planeta llevó a David
Rockefeller a la conclusión de iniciar los primeros experimentos con
semillas genéticamente modificadas en Argentina.
Las corporaciones Monsanto, Cargill Inc., DuPont decidieron
transformar la agricultura argentina haciendo énfasis en la soja,
para esto inventaron el pretexto de que el sistema de monocultura
agrícola y dijeron que aportaría grandes dividendos al país por la
exportación de soja, lo que facilitaría el pago de la deuda externa
de Argentina que estaba ya en el límite impagable. Así según William
Engdahl, “desde 1991 antes que la Modificación Genética (GM) fuera
aceptada en los Estados Unidos, Argentina se convirtió en un
laboratorio secreto para el desarrollo de los cultivos genéticamente
modificados y su población fue utilizada sin su conocimiento como
“conejillos de Indias”.
Para facilitar los experimentos con semillas GM de maíz, trigo, algodón,
girasol y soja, el gobierno de Menem entregó 569 grandes extensiones de
tierra cultivable a las transnacionales. La Comisión Nacional Asesora
sobre Biotecnología Agropecuaria (Conabia) que fue formada para el
control sobre los experimentos se reunía secretamente y sus conclusiones
jamás fueron divulgadas. Y no podía ser de otra forma porque sus
miembros eran empleados de Monsanto, DuPont, Syngenta, Dow AgroSciences
y otros gigantes del GMO. Como los resultados eran muy prometedores, las
grandes corporaciones internacionales, como Seaboard Co., Cargill y
Quantum Fund de George Soros dieron inicio a la compra apresurada de
grandes extensiones de tierra cultivable en Argentina y posteriormente
en el Brasil, Paraguay, Colombia, México, Guatemala y Uruguay.
En una década la agricultura, Argentina fue transformada
radicalmente. Si en 1970 la soja se sembraba en 9,500 hectáreas
ahora su superficie de siembra supera 18 millones de hectáreas
produciendo más de 35 millones de toneladas de soja al año.
Actualmente Argentina es el primer productor en el mundo de aceite y
harina de soja y el tercero de granos. A la vez el país dejó de ser
tanto en el mercado externo como interno proveedor de alimentos de
naturaleza diversificada. Prácticamente el 100 por ciento de la soja
producida en el país es GM RR resistente al herbicida glifosato y
ocupa el 50 por ciento de la tierra cultivable. El impacto del uso
de 200 millones de litros de glisofato anualmente, de las
fumigaciones, el desmonte, el desplazamiento de campesinos, la falta
de alimentos, las nuevas enfermedades, las inundaciones y las
sequías son el precio que paga el pueblo por la “sojización” de la
agricultura. En su libro “Las semillas de la Destrucción”, William
Engdahl lanza una advertencia al gobierno de Argentina: “a este paso
la tierra cultivable en el país va a ser destruida en unos 50 años”.
¿Pero a quién le interesa en este mundo globalizado e
individualizado lo que pasará en el futuro?
Mientras tanto las ganancias de las transnacionales GMO están creciendo
desmesuradamente junto con el control sobre la producción de semillas en
el mundo. Ya poseen tecnología “Terminator” que permite modificación
genética de las plantas para producir semillas estériles usando un
inductor químico llamado “Traitor” para “activar” o “desactivar” algunos
rasgos genéticos del cultivo y para controlar la esterilidad de las
semillas. En Guatemala, Brasil, Argentina y México el maíz GN RR
contaminó el maíz original orgánico y lo mismo está sucediendo con el
algodón, la alfalfa, el trigo, girasol y otros cultivos. Se estima que
actualmente los cultivos GM ocupan el 25 por ciento de la tierra
productiva en el mundo.
El poder de la Monsanto y otras transnacionales de GMO llegó hasta
Washington convenciendo al departamento de Estado de ser promotor de la
agenda global de la industria de biotecnología. De acuerdo a la ONG
“Food & Water Watch”, el departamento de Estado ha hecho cabildeo en
gobiernos extranjeros para adaptar políticas y leyes amigables hacia la
biotecnología. Según cables de WikiLeaks, el gobierno norteamericano
trató de influir sobre el tema de la biotecnología a 113 países del
total de 193 miembros de las Naciones Unidas entre 2004 y 2009.
Lo que trata de hacer Washington es incentivar el consumo de esos
alimentos en todo el mundo con el argumento falso de combatir el hambre
y crear condiciones para el desarrollo.
Otro de los países que se ha convertido en el
paraíso para la industria transgénica es México. Allí la Monsanto,
Syngenta, Dow AgroScience, Bayer y PHI México no solamente están
implantando el uso de las semillas GM, sino las mismas transnacionales
ya tomaron bajo su control la producción y comercialización de los
alimentos, lo que significa la pérdida de la soberanía alimentaria en el
país. Precisamente lo que en los años 1980 planificó el gobierno de
Ronald Reagan elaborando el plan del dominio del mundo a través de los
alimentos: “los países que son amigos recibirán los alimentos y se les
denegará a los que se rebelan”.
En el mismo Estados Unidos ya entró en vigencia una cláusula legal que
permite a Monsanto, Syngenta, DuPont –Pioneer, Dow, Bayer y Basf estar
por arriba del sistema judicial, ignorando las órdenes de jueces de
suspensión de siembra de cultivos transgénicos inclusive por evidencias
científicas que señalan daños a la salud de la población. Actualmente
Estados Unidos es el primer productor de la soja en el mundo con 63
millones de toneladas métricas al año y el 90 por ciento de este cultivo
es producido con las semillas GM RR. La misma tendencia se observa con
el maíz y alfalfa haciendo peligrar las plantas orgánicas y las granjas
familiares con la siembra de Monsanto GE alfalfa. Sin embargo, según la
conclusión del departamento de Agricultura, a los consumidores no les
interesa si los alimentos orgánicos o la leche que consumen tengan o no
tengan componentes genéticos.
Así de simple funciona el sistema moderno globalizado
del dominio del mundo a través del uso de las “semillas de
destrucción”.
Los “iluminados” tienen su agenda, científicos a su disposición y
los medios de comunicación para convertir una mentira en la verdad
con el propósito de confundir la opinión pública. Ni les interesa la
reciente declaración del Foro Mundial sobre la Soberanía Alimentaria
de la Organización de las Naciones Unidas sobre la Agricultura (FAO)
que indicó que “la monopolización por unas cuantas empresas
transnacionales de la tecnología de creación, de organismos
genéticamente modificados (GMO) representa una grave amenaza a la
soberanía alimentaria de los pueblos”.
El fin justifica los medios.
Monsanto, DuPont Pioneer, Dow, Syngenta, Bayer, Basf son simplemente
un brazo del poder global para minar la soberanía de los 193 países
del mundo aprovechando la ignorancia e individualismo de sus pueblos
y la docilidad de sus gobiernos que creen son del uno por ciento y
para el uno por ciento.
Fuente:http://www.argenpress.info/2013/05/las-semillas-y-el-dominio-del-mundo-por.html
Veamos cómo se
amenaza el futuro de la humanidad entera:
La crisis de la biodiversidad
22/05/13
Por José
Santamarta
Existen dos
planteamientos para conservar la biodiversidad: proteger las especies y
las poblaciones individuales o proteger los hábitats en los que viven.
Lo esencial es la conservación de ecosistemas enteros, asegurando su
funcionalidad.
El 22 de
mayo, se celebra el Día Mundial de la Biodiversidad. La pérdida de la
diversidad genética, de especies y de ecosistemas es uno de los mayores
peligros para el futuro de la humanidad. Otra de las amenazas más
insidiosas es el desarrollo de los cultivos transgénicos, y que puede
tener graves consecuencias a lo largo del siglo XXI, si la presión
ciudadana no frena su desarrollo.
Cada año
desaparecen miles de especies y con ellas nuevas posibilidades de
culturas agrícolas, productos industriales o medicinas para curar las
enfermedades. Con la pérdida de diversidad, aumenta la uniformidad, la
dependencia de unas pocas variedades de plantas para alimentarnos, y
sobre todo crece la vulnerabilidad ante las plagas y las enfermedades.
La biodiversidad se pierde debido al deterioro y fragmentación de los
hábitats, a la introducción de especies, la explotación excesiva de
plantas, animales y peces, la contaminación, el cambio climático, la
agricultura (reducción de las variedades empleadas, plaguicidas) y
repoblaciones forestales con monocultivos de rápido crecimiento.
A las
consecuencias indeseables del desarrollo económico, del crecimiento
demográfico, de la desigual distribución de la renta y del consumo
insostenible de recursos, hay que añadir las causadas por las nuevas
biotecnologías y el desarrollo de la ingeniería genética, el reducido
espectro de productos agrícolas, forestales y pesqueros comercializados,
y las políticas económicas que no atribuyen su debido valor a los
recursos. La mayor parte del germoplasma de las especies y variedades
agrícolas y ganaderas puede llegar a desaparecer.
Las
especies inventariadas alcanzan la cifra de 1.750.000, pero algunos
autores señalan que probablemente superen los 111 millones de especies,
aunque la cifra media hoy se estima en 13.620.000 especies, según la
biblia de la biodiversidad, el Global Biodiversity Assessment, informe
de 1.140 páginas publicado en inglés por el PNUMA en 1995. Pero lo único
seguro es que nadie sabe cuántas especies existen.
Entre las
especies ya descritas hay 270.000 plantas, 4.300 mamíferos, 9.700 aves,
6.300 reptiles, 4.200 anfibios, 19.000 peces, 72.000 hongos (se cree que
el número de especies debe superar el 1,5 millones), 1.085.000
artrópodos (950.000 insectos descritos, aunque el número de especies
debe ser superior a 8 millones), 5.000 virus y otras 4.000 bacterias
(una ínfima parte de los más de 400.000 virus y 1 millón de bacterias
que se cree que existen).
Los
bosques tropicales, que sólo cubren el 7 por ciento de las tierras
emergidas, albergan entre el 50% y el 90% del total de las especies. El
promedio de extinción era de una especie de mamíferos cada 400 años y de
una especie de aves cada 200 años, pero las extinciones documentadas en
los últimos 400 años indican que han desaparecido 58 especies de
mamíferos y 115 de aves.
Estas
cifras representan solo las extinciones conocidas. Las poblaciones
afectadas pueden resistir durante algunas generaciones, pero están
condenadas a la desaparición cuando su número total cae por debajo de un
punto que no puede soportar la dureza de una sequía, una enfermedad, una
depredación y otras clases de fenómenos. Una especie debe tener una
población de al menos varios miles de individuos para sobrevivir a largo
plazo. Alrededor del 12 por ciento de las especies de mamíferos y el 11
por ciento de aves fueron clasificadas como especies en peligro en 1990.
El 90 por
ciento de nuestra alimentación procede de 15 especies de plantas y 8
especies de animales. El arroz, según la FAO, aporta el 26% de las
calorías, el trigo el 23% y el maíz el 7%. Las nuevas especies
sustituyen a las nativas, uniformizando la agricultura y destruyendo la
diversidad genética. Sólo en Indonesia se han extinguido 1.500
variedades de arroz en los últimos 15 años.
A medida que crece la
uniformidad, aumenta la vulnerabilidad.
La pérdida de la cosecha de la patata en Irlanda en 1846, la del maíz en
Estados Unidos en 1970 o la del trigo en Rusia en 1972, son ejemplos de
los peligros de la erosión genética y muestran la necesidad de preservar
variedades nativas de las plantas, incluso para crear nuevas variedades
mejoradas y resistentes a las plagas.
El trigo
hoy cultivado en Canadá tiene genes procedentes de 14 países y los genes
de los pepinos de EE.UU. proceden de Birmania, India y Corea, genes
adquiridos sin ninguna contrapartida económica, a diferencia de las
semillas mejoradas que exporta EE UU, por no hablar de las semillas
transgénicas.
Las
multinacionales de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón pretenden
obtener gratis, sobre todo en los países del Tercer Mundo, los recursos
genéticos, para luego venderles a precios de usura las semillas,
animales o medicamentos obtenidos, en base a la "propiedad intelectual".
La ingeniería genética supondrá la pérdida de miles de variedades de
plantas, al cultivarse sólo una pocas con una alta productividad, por no
hablar de otros muchos peligros, agravando los efectos de la revolución
verde de las décadas pasadas.
Proteger la biodiversidad
Existen
dos planteamientos para conservar la biodiversidad: proteger las
especies y las poblaciones individuales o proteger los hábitats en los
que viven. Lo esencial es la conservación de ecosistemas enteros,
asegurando su funcionalidad. Los esfuerzos dirigidos hacia las especies
y las poblaciones, aunque son importantes, exigen una gran cantidad de
tiempo y esfuerzo; las medidas incluyen la protección legal de las
especies individuales, planes de gestión y una conservación ex situ, es
decir, proteger las poblaciones de animales y plantas en zoos y bancos
de semillas. La conservación ex situ sirve tanto de seguro contra la
pérdida de la diversidad genética y de especies en la naturaleza como de
semillero para reintroducir o reforzar las poblaciones silvestres.
Además, los bancos de semillas son una fuente de diversidad genética
para la investigación agrícola.
El
Convenio sobre la Diversidad Biológica se firmó en junio de 1992 en la
Conferencia de Río y entró en vigor el 29 de diciembre de 1993; aunque
EE.UU. no lo ha ratificado ni piensa hacerlo. Su objetivo es cubrir el
vacío existente a nivel internacional en el campo de la biodiversidad.
El Convenio prevé programas de cooperación y de financiación para
proteger la biodiversidad, y en su artículo 6 contempla la necesidad de
que "cada Parte Contratante... elaborará estrategias, planes o programas
nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la
diversidad biológica".
La
Conferencia de las Partes del Convenio se ha reunido en varias
ocasiones, la primera en Nassau, en las Bahamas, del 28 de noviembre al
9 de diciembre de 1994, y la segunda en Yakarta, Indonesia, entre el 6 y
el 17 de noviembre de 1995, donde se decidió que Montreal, en Canadá,
fuese la sede permanente del Convenio, e igualmente se aprobó
desarrollar un protocolo de bioseguridad, que finalmente fue aprobado el
29 de enero de 2000. Dentro del Convenio igualmente debe desarrollarse
un problemático protocolo sobre bosques, que fue uno de los temas que
quedaron fuera de la Cumbre de Río de 1992, y otro sobre los derechos de
los agricultores en el mantenimiento de los recursos genéticos.
Destrucción de hábitats
La destrucción del
hábitat es la mayor amenaza actual para la biodiversidad.
Un
estudio de Conservation International mostró que el
23,9% de los sistemas biogeográficos de la Tierra han sido completamente
transformados por el hombre (el 36,3% si se excluyen las superficies
heladas, de roca y los desiertos), el 24,2% parcialmente y sólo quedan
bien conservados el 51,9%, cifra que se reduce a sólo el 27% si se
exceptúan las superficies estériles.
Sólo
quedan sin transformar el 51,9% de las tierras emergidas,
aproximadamente 90 millones de km2. Las áreas parcialmente transformadas
por las actividades humanas son 41 millones de km2 (24,2% de las tierras
emergidas), y las áreas totalmente transformadas por el hombre superan
los 40 millones de km2, un 23,9% del total de las tierras emergidas. Sin
embargo, estas cifras son engañosas, al incluir extensas áreas de
desiertos, rocas o hielos, que no son habitables o tienen escasa
importancia desde el punto de vista de la diversidad biológica.
Si se
excluyen las áreas desérticas, rocosas y heladas, las zonas no
transformadas por el hombre y por lo tanto con los ecosistemas y la
diversidad biológica bien conservadas, son sólo el 27%, mientras que las
parcialmente transformadas son el 36,7% y las totalmente transformadas
ascienden al 36,3%.
Las zonas
sin transformar son la taiga y la tundra en las latitudes nórdicas, los
desiertos en África, Australia y el centro de Asia, y la Amazonia.
Las zonas
más transformadas, sin apenas restos de la vegetación original y con
grandes pérdidas de diversidad biológica, son Europa, el Este de EE UU,
China y el Sureste asiático.
América
del Sur, con el 62,5%, y Oceanía, con el 62,3%, son las dos regiones
mejor conservadas y menos transformadas, mientras que Europa es el
continente que menos hábitats ha conservado, con sólo el 15,6%. Las
zonas de Oceanía bien conservadas corresponden a los desiertos de
Australia, mientras que las regiones de América del Sur casi intactas
corresponden a la Amazonia, con bosques tropicales con una
extraordinaria diversidad biológica. África es la zona con más áreas
parcialmente transformadas, reflejo de una presión demográfica todavía
baja, y de una agricultura extensiva. Europa, con el 64,9%, es la región
más humanizada, más del doble que el siguiente continente, Asia, con el
29,5%.
Ecoportal.net
Se desprende que el capitalismo mundializado ha conseguido maximizar
la alienación de los trabajadores. Porque están dedicados a destruir las
condiciones y medios de vida tanto del presente como del futuro. Al mismo
tiempo, llevan a la práctica la acumulación de riquezas y poder de sus
opresores.
Un sujeto importante de la recuperación del
trabajo para la autogestión y el autogobierno de los pueblos es el campesinado.
Desde la
lucha campesina se habla de:
“Cambiar el modelo”
Por Darío
Aranda
La
Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) es el
mayor espacio continental que reúne a campesinos, indígenas y
trabajadores del campo. Cada cuatro años la CLOC renueva su Secretaría
Operativa. Este año, por primera vez, la conducción quedó bajo
responsabilidad de argentinos: Diego Montón y Deo Carrizo, ambos del
Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). En el Día Internacional
de la Lucha Campesina, Diego Montón repasó las luchas del continente, el
papel de las multinacionales y los gobiernos, y los desafíos en la
Argentina.
–¿Cuáles son los problemas comunes en la región?
–La agudización del modelo extractivo, de saqueo minero y avance
agroindustrial. Con lamentables pérdidas humanas en todo el continente.
Se subordina la agricultura a la lógica de las multinacionales. El
acaparamiento de tierras, los procesos de reforma agraria frenados, el
avance de nuevas semillas transgénicas y el uso de agrotóxicos de manera
indiscriminada. Y es cada vez más notoria la pérdida de
autoabastecimiento de alimentos. En Brasil y Argentina los asesinatos de
campesinos comienzan a ser más frecuentes.
–¿Cuál es la estrategia de la CLOC?
–Articular todas las luchas que ya existen, continentales y locales,
fuerte apuesta a la comunicación, desarrollo de la autodeterminación
política, apostar a la diversidad continental. También la formación, con
escuelas e institutos. Y la articulación con otros movimientos sociales.
–¿Cómo interpretan que sea en este momento político de la región cuando
más avanza el modelo extractivo?
–Falta que se consoliden nuevos proyectos de desarrollo. Existe una gran
colonización y tiene que ver con la enorme fuerza del capitalismo en el
continente. Los gobiernos, en su gran mayoría, no han logrado provocar
cambios estructurales en las instituciones, en los Estados, y la
dinámica de acumulación del capital les sigue siendo afín. Nuestra
estrategia global debe romper esas dinámicas y lograr cambios
estructurales. Desde la CLOC planteamos una lucha frontal a la ofensiva
de las transnacionales, pero también las alternativas: agroecología,
soberanía alimentaria, reforma agraria integral.
–El 17 de abril es el Día Internacional de la Lucha Campesina, en
conmemoración del asesinato de 19 campesinos en Brasil. ¿Cómo lo
conmemoran?
–Se harán movilizaciones en todo el continente y en todo el mundo, ya
que es una jornada de lucha internacional de la Vía Campesina. El MNCI
moviliza en diez provincias, con distintos tipos de actos, y también
habrá marchas a la Embajada de Paraguay en reclamo por la liberación de
los presos políticos de la Masacre de Curuguaty, donde no hay ni
policías ni funcionarios imputados, pero sí campesinos presos, incluso
una compañera embarazada.
–Hace dos años, un 17 de abril, fue la primera vez que organizaciones
campesinas presentaron en el Congreso nacional el proyecto de freno a
los desalojos. Tuvo apoyo de muchos sectores, muchos del oficialismo.
¿Por qué no se aprobó?
–En el Parlamento no ha habido convencimiento, probablemente en el
Ejecutivo tampoco, porque si no se hubiera aprobado. Pero valoramos el
espacio amplio que armó esa ley y que incluso instaló el tema de la
tierra en el Parlamento.
–En ningún caso de asesinatos en el campo hubo condena de funcionarios
de primera línea. ¿Cómo entienden ese silencio y la alianza del
Ejecutivo nacional con gobernadores que ustedes cuestionan en las
provincias?
–Tiene que ver con la dinámica de la democracia y la política de hoy. El
sistema institucional no se construyó sobre valores éticos que son los
que nosotros defendemos. Y cuando se entra en la disputa del poder del
Estado hay reglas que no se dicen pero que tienen que ver con esa
dinámica de construcción de poder electoral. Con el asesinato de
Cristian Ferreyra tuvimos la solidaridad de mucha gente del Gobierno.
También es cierto que ni la Presidenta ni ministros se expresaron
públicamente sobre el tema. Y tiene que ver con las alianzas
electorales.
–En los comunicados del MNCI queda explícita la denuncia a las
corporaciones extractivistas. ¿Cuál es la caracterización que hacen del
Gobierno?
–Creemos que este gobierno ha sido un avance. La integración
latinoamericana, los derechos humanos. Sin embargo, en la política
agropecuaria y el uso de bienes naturales el Gobierno está condicionado
por los intereses de la coyuntura inmediata y por el desarrollo de
planes como el PEA (Plan Estratégico Agroalimentario), donde gran parte
de la academia y la ciencia proclaman y difunden las políticas de las
transnacionales. Desde el Ministerio de Ciencia se impulsan cada día
cosas más aterradoras, la bioexportación, formas de “economía verde” que
son mercantilizar la naturaleza en beneficio de las corporaciones. Hay
una gran contradicción del Gobierno y esa contradicción comienza a
aflorar, dentro y fuera del Gobierno.
–¿Cómo interpretan esa contradicción?
–Es sostenido el aumento del precio de los alimentos y que sólo se
resolverá modificando el modelo, con soberanía alimentaria. El rol
geopolítico como proveedor de commodities, el uso indiscriminado de
agrotóxicos, el desmonte masivo, la expulsión de campesinos, el
crecimiento de ciudades superdesequilibradas. Son todos límites que hay
que cambiar. Con el modelo extractivo de megaminería y agronegocios no
se puede profundizar la democracia.
Sin embargo,
el desafío asumido y la interpelación para cambiar el
modelo (que es fundamental para la realización del buen vivir entre los diversos
de abajo de Nuestra América) no tienen claridad emancipatoria. Si bien el
Movimiento Nacional Campesino Indígena -como integrante de
la CLOC- está comprometido
con
"una lucha frontal a la ofensiva de las transnacionales, pero también se
involucra con las alternativas: agroecología, soberanía alimentaria, reforma
agraria integral".
Y procura que se concrete
la
estrategia de la CLOC:
"Articular
todas las luchas que ya existen, continentales y locales, fuerte apuesta a la
comunicación, desarrollo de la autodeterminación política, apostar a la
diversidad continental... y articular con otros movimientos sociales. (...) ".
Pese a una década K y a la intensa labor de la Presidenta (por legitimar a
Monsanto, a Barrick y Walmart), el MNCI sigue creyendo en que es un gobierno en disputa y
contradictorio en sus políticas de derechos humanos e integración
latinoamericana con la agropecuaria y la minera. Asimismo, piensa:"Con
el modelo extractivo de megaminería y agronegocios no se puede profundizar la
democracia".
Cuando cambiar el modelo o erradicar la actual
concentración y transnacionalización socioeconómica supone ir creando democracia
directa e indirecta como poder de los pueblos de adueñarse del trabajo y
acordarlo con resolver los problemas para sus respectivos buen vivir.
El reto es
emanciparnos del capitalismo e imperialismo y de su gobierno-Estado local.
Repito lo expresado por la Secretaría Operativa de la CLOC -
Vía
Campesina:
"La
Vía Campesina Internacional, caminará a redoblar los esfuerzos en la
articulación y alianzas con los trabajadores, los movimientos
urbanos, ecologistas y antineoliberales de todo el mundo,
para lograr transcender las
propuestas sectoriales y avanzar en articular luchas comunes,
desde las cuales se desarrollen nuevos procesos organizativos
globales, regionales y nacionales
que
además de enfrentar al
capital permitan construir
una propuesta
estratégica desde los pueblos, de justicia social, igualdad y
respeto de la naturaleza y la diversidad cultural".
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Coincido con esta propuesta de
reorganización social e internacional desde las luchas comunes y de proyectos
desde los pueblos que se centren en principios básicos para la vida y
convivencia humana. Discrepo con el MNCI que sigue confiando en el Estado bajo
gestión CFK para derrotar al sistema global de agronegocios que, supone, invade
el país cuando la Presidenta es la principal protagonista de su legalización y
legitimación.
Durante diez años el núcleo duro del
kirchnerismo ha desempeñado el papel de lúcido y exitoso restaurador del poder
económico imperialista sobre nosotros. Ha restablecido el dominio y la impunidad
de los genocidas de ayer y de hoy: las corporaciones locales e imperialistas.
Aún más, ha desplegado y consolidado el modelo de optimización del acaparamiento
de bienes comunes por el contubernio de capitales y Estados imperialistas con
los poderes locales. Es decir, ha expandido al extractivismo (agrario, minero,
petrolero, pesquero), el IRSA y los megaemprendimientos turísticos, comerciales
e inmobiliarios. Todos convergen en la desertificación del país o en
ecocidios-genocidios y etnocidios. En suma, el progreso en la acumulación
oligopólica de riquezas y poder implica planificar e implementar la violación de
derechos humanos de todos los diversos de abajo.
Al "modelo" es prioritario enfocarlo
de modo integral para unificar todas las luchas existentes que comparten la
voluntad de justicia. Hay que asumirlo como perfeccionamiento no sólo de la
privatización-mercantilización de bienes comunes y de la precarización de la
vida mayoritaria sino también de súpernegocios criminales y delictivos: el
sistema de endeudamiento-desendeudamiento, el entramado espurio de los juegos de
azar, el narcotráfico y la trata de personas para las redes de prostitución y de
otras formas de esclavitud. Es preciso tener en cuenta que ha ido afianzando la
democracia restringida mediante intensificación del presidencialismo vaciador
del funcionamiento parlamentario y judicial, de la creciente proscripción de
partidos políticos por fuera de la falsa polarización kirchnerismo-oposición de
derecha, del apoderamiento tanto de medios e instituciones como de fondos
públicos para la manipulación psicológica de los diversos de abajo y de la criminalización tanto de la pobreza como de la protesta social.
Pero, además, es fundamental
divulgar la contraposición de su progreso con las necesidades e intereses
populares. Es instalar el debate sobre cómo mantiene el régimen neoliberal de privilegio para las terminales
automotrices u oligopolios transnacionales que ocupan el podio de los
"ganadores" y constituyen la rama industrial más dinámica. Este ensamblaje
automotor en beneficio exclusivo de esos oligopolios globalizados refuerza
soluciones individualistas de transporte, la densidad de tránsito, el
despilfarro energético, la contaminación ambiental y la inseguridad vial. Asimismo esas
transnacionales se fusionan con las corporaciones de agronegocios, petroleras y
los grandes capitales financieros para ocupar el país de manera económico
territorial mediante los agrocombustibles que son promovidos por el gobierno CFK.
En la convocatoria al paro del
miércoles 29 de mayo (con 100 Cortes y Movilización a Plaza de Mayo y en todas
las capitales de provincias) la Multisectorial formula entre otras
reivindicaciones:
•
Basta de trabajo no registrado, precarización laboral y tercerizaciones.
Trabajo digno para todos. Por una nueva Ley de Riesgos del Trabajo que
proteja la salud y la vida de los trabajadores.
•
En defensa de la Salud y la Educación Públicas. Inmediato aumento del
Presupuesto. Implementación del boleto educativo universal y gratuito.
Derogación de la LES menemista.
•
Contra la criminalización de la protesta social. Derogación de la Ley
Antiterrorista. Basta de persecución, represión y muerte a los
luchadores sociales y a los pueblos originarios que defienden los
derechos sobre sus tierras y territorios.
•
Lucha contra la violencia de género. Presupuesto para la aplicación
efectiva de la Ley de Prevención, Sanción y Erradicación de Violencia de
Género (Nº 26.485) que hoy no cuenta con financiamiento.
•
Ni esta Justicia para Ricos, ni reforma tramposa. Por una verdadera
democratización de la Justicia a favor de las mayorías populares.
•
Por el desarrollo de las economías regionales. Contra la concentración
de la tierra y la producción agropecuaria. Por una reforma agraria
integral. Por una Agricultura con agricultores. Reforma impositiva
progresiva en favor de las PyMEs, los trabajadores y los sectores
populares. Segmentación de las retenciones. Restitución del 15% de
coparticipación a las provincias.
•
Contra este modelo extractivista y depredador. En defensa de la
soberanía sobre nuestros bienes comunes. No al pago de la ilegítima
deuda externa. Por una política antiinflacionaria integral a favor del
Pueblo que no consienta propuestas devaluacionistas.
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