Perspectiva histórica de la masacre de
Gaza de 2014
Por Ilan Pappé
(The Playmouth Institute for Peace Research)
Traducido del inglés para Rebelión por
Beatriz Morales Bastos.
La población de Gaza y de cualquier parte de Palestina se siente
decepcionada por la falta de cualquier reacción significativa ante la matanza y
destrucción que hasta ahora ha dejado tras de sí el ataque israelí en la Franja. La incapacidad
para actuar, o la falta de voluntad de hacerlo, parece ser ante todo una
aceptación del relato y los argumentos israelíes para la crisis en Gaza. Israel
ha creado un relato muy claro de la actual matanza en Gaza.
Esta es una tragedia causada por un ataque no
provocado con misiles de Hamas contra el Estado judío, al que Israel tuvo que
reaccionar en legítima defensa. Aunque puede que los medios ,
el mundo académico y los políticos occidentales dominantes tengan reservas
acerca de la proporcionalidad de la fuerza utilizada por Israel, aceptan lo
esencial de este argumento. En el mundo de ciberactivismo y de los medios alternativos se rechaza de plano esta versión
israelí. En ellos es generalizada la condena de las acciones de Israel como un
crimen de guerra.
La principal diferencia entre ambos análisis
es el deseo de los activistas de estudiar más profundamente el contexto
ideológico e histórico de la acción que Israel está llevando a cabo en Gaza. Se
debería reforzar aún más esta tendencia y este artículo es un modesto intento
de contribuir a ello.
¿Una matanza ad hoc?
Una evaluación y contextualización histórica
tanto del actual ataque israelí a Gaza como de los tres anteriores desde 2006
revela con toda claridad la política genocida israelí en Gaza. Una política
progresiva de asesinato generalizado que no es tanto producto de un propósito
cruel puesto que es el resultado inevitable de la estrategia global de Israel
respecto a Palestina en general y respecto a las áreas que ocupó en 1967, en
particular.
Este es el contexto en el que habría que
insistir ya que la maquinaria de propaganda israelí trata una y otra vez de
mostrar sus políticas como unas políticas fuera de contexto y convierte el
pretexto que encuentra para cada nueva oleada de destrucción en la
justificación principal para una matanza indiscriminada en los campos de la
muerte de Palestina.
La estrategia israelí de calificar sus
políticas brutales de respuesta ad
hoc a tal o cual acción palestina es tan vieja como la propia presencia
sionista en Palestina. Se
utilizó repetidamente como justificación para implementar la visión sionista de
una futura Palestina que contuviera muy pocos palestinos originarios, si no
ninguno. Los medios para lograr este
objetivo cambiaron con los años, pero la fórmula ha seguido siendo la misma:
sea cual sea la visión sionista de un Estado judío, solo se puede materializar
sin una cantidad significativa de palestinos en él. Y actualmente la visión es
la de un Israel que se extiende sobre la mayor parte de la Palestina histórica
en la que todavía viven millones de palestinos y palestinas.
Esta visión se tropezó con problemas cuando la
codicia territorial llevó a Israel a tratar de mantener Cisjordania y Gaza bajo
su control y dominio desde junio de 1967. Israel buscó una manera de mantener los
territorios que había ocupado aquel año sin que la población que había en ellos
se incorporara como ciudadanos de pleno derecho. Al mismo tiempo participó en
una farsa de “proceso de paz” para encubrir sus políticas unilaterales de colonización
sobre el terreno o ganar tiempo para ellas.
A lo largo de décadas Israel diferenció entre
las zonas que quería controlar directamente y aquellas que administraría
indirectamente con el objetivo a largo plazo de reducir la población palestina
al mínimo mediante, entre otras cosas, la limpieza étnica y el estrangulamiento
tanto económico como geográfico. Así, Cisjordania se dividió en una zona
“judía” y una zona “palestina”, una realidad con la que la mayoría de los
israelíes pueden vivir siempre y cuando los bantustanes palestinos estén
contentos de estar encarcelados en estas prisiones descomunales. La ubicación
geopolítica de Cisjordania da la impresión, al menos en Israel, de que es
posible lograrlo sin anticipar un tercer levantamiento o demasiada condena
internacional.
Debido a su ubicación geopolítica única, la
Franja de Gaza no se prestaba tan fácilmente a una estrategia de este tipo.
Desde 1994, y más aún desde que Ariel Sharon llegó al poder como primer
ministro a principios de la década de 2000, la estrategia en la Franja fue
convertirla en un gueto y esperar de alguna manera que sus habitantes
(1.800.000 personas a día de hoy) cayeran en el olvido eterno.
Pero el gueto resultó ser rebelde y no querer
vivir en unas condiciones de estrangulamiento, aislamiento, hambruna y colapso
económico. No se podía anexionar a Egipto, ni en 1948 ni en 2014. En 1948
Israel empujó a la zona de Gaza (antes de que se convirtiera en una franja) a
cientos de miles de refugiados a los que había expulsado del Naqab al norte y
de la costa al sur, y que esperaba que se fueran aún más lejos de Palestina.
Durante un tiempo después de 1967 Israel quiso
mantenerlo como un distrito que le proporcionaba mano de obra no cualificada
pero sin derechos humanos ni civiles. Cuando el pueblo ocupado resistió la
continua opresión en dos intifadas, Cisjordania fue diseccionada en pequeños
bantustanes rodeados de colonias judías, pero esto no funcionó en la demasiado
pequeña y densamente poblada Gaza. Por así decirlo, los israelíes fueron
incapaces de “cisjordanizar” la Franja, así que la acordonaron como un gueto y
cuando resistió se permitió al ejército utilizar sus armas más formidables y
letales para aplastarla. El resultado inevitable de una reacción acumulativa de
este tipo fue genocida.
Un genocidio progresivo
El asesinato de tres adolescentes israelíes, dos de ellos menores, que habían sido secuestrados en junio enla ocupada Cisjordania (lo que fundamentalmente fue
una represalia por los asesinatos de niños palestinos en mayo) proporcionó el
pretexto para, sobre todo, romper la delicada unidad que Hamás y Fatah habían
logrado aquel mes, una unidad que siguió a la decisión de la Autoridad Palestina
de abandonar el “proceso de paz” y pedir a las organizaciones internacionales
que juzgaran a Israel según criterios de los derechos humanos y civiles. Para
Israel ambas cosas eran alarmantes.
El asesinato de tres adolescentes israelíes, dos de ellos menores, que habían sido secuestrados en junio en
Este pretexto determinó el momento elegido,
pero la brutalidad del ataque fue resultado de la incapacidad de Israel de
formular una política clara respecto a la Franja que creó en 1948. La única
característica clara de esta política es la profunda convicción de que eliminar
a Hamás de la Franja de Gaza afincaría ahí el gueto.
Desde 1994, antes incluso de que Hamás llegara al poder en Gaza,
la muy particular ubicación geopolítica de la Franja dejó claro que cualquier
acción de castigo colectivo, como la que se está infligiendo ahora, no podría
ser sino una operación de asesinatos y destrucción generalizados. En otras
palabras, un genocidio progresivo.
El hecho de reconocerlo nunca inhibió a los generales que dieron
las órdenes de bombardear a las personas por tierra, mar y aire. Reducir la
cantidad de palestinos y palestinas en toda la Palestina histórica sigue siendo
una visión sionista, un ideal que exige la deshumanización de los y las
palestinas. Esta visión y actitud adquieren en Gaza su forma más inhumana.
Al igual que en el pasado, el momento
particular de emprender esta oleada de ataques está determinado por otras
consideraciones. El descontento social interno de 2011 continúa en ebullición y
por un tiempo hubo una demanda pública de recortar los gastos militares y
destinar el dinero del abultado presupuesto de defensa”
a servicios sociales. El ejército calificó esta posibilidad de suicida. No hay
nada como una operación militar para sofocar cualquier voz que pida al gobierno que
reduzca sus gastos militares.
También en este ataque reaparecieron
distintivos típicos de etapas previas de este genocidio progresivo. Al igual
que en la primera operación contra Gaza en 2006, “Primeras Lluvias”, y en las
que siguieron en 2009, “Plomo Fundido”, y 2012, “Pilar de Humo”, volvemos a
asistir a un consensuado apoyo judío israelí a la masacre de civiles en Gaza
sin que haya ninguna voz disidente significativa. Como siempre, el mundo académico
se convierte en parte de esta maquinaria. Varias universidades ofrecieron al
Estado sus organismos de estudiantes para ayudar y luchar por el relato israelí
en el ciberespacio y los medios
alternativos.
Los medios
de comunicación israelíes también acataron lealmente la línea del gobierno al
no mostrar imágenes de la catástrofe humana provocada por Israel e informar a
su público de que esta vez “el mundo nos entiende y nos respalda”. Esta
afirmación es hasta cierto punto válida puesto que las elites políticas en
Occidente siguen otorgando la vieja inmunidad al Estado judío. La reciente
petición por parte de gobiernos occidentales al fiscal de la Corte Internacional
de Justicia de La Haya de no investigar los crímenes de Israel en Gaza es un
ejemplo de ello. Gran parte de los medios
de comunicación occidentales siguieron su ejemplo y justificaron generosamente
las acciones de Israel.
Esta cobertura distorsionada también está
alimentada por el sentimiento reinante entre los periodistas occidentales de que
lo que ocurre en Gaza palidece en comparación con las atrocidades que están
ocurriendo en Iraq y Siria. Este tipo de comparación se suelen hacer sin una
mayor perspectiva histórica. Una visión más amplia de la historia de Palestina
sería una manera mucho más apropiada de evaluar su sufrimiento en relación con
las matanzas en cualquier otro lugar.
Conclusión: hacer frente al doble rasero
Pero no solo se necesita una visión histórica
para entender mejor la masacre de Gaza, también se requiere un enfoque dialéctico
que identifique la relación entre la inmunidad israelí y los atroces
acontecimientos ocurridos en cualquier parte. La deshumanización en Iraq y
Siria es generalizada y espeluznante, como lo es en Gaza. Pero hay una
diferencia fundamental entre los casos de Iraq y Siria, y la brutalidad
israelí: los primeros se condenan en el mundo entero por ser bestiales e
inhumanos, mientras que el presidente de Estados Unidos, los dirigentes de la Unión Europea y
otros amigos de Israel en el mundo siguen permitiendo y aprobando públicamente
los cometidos por Israel.
La única posibilidad de luchar con éxito
contra el sionismo en Palestina es hacerlo basándose en un programa de derechos
humanos y civiles que no haga diferencias entre una violación y otra, y que,
sin embargo, identifique claramente a la víctima y los victimarios. Tanto
aquellas personas que cometen atrocidades en el mundo árabe contra minorías
oprimidas y comunidades indefensas como los y las israelíes que cometen estos
crímenes contra el pueblo palestino deben ser juzgadas todas ellas según los
mismos principios morales y éticos. Todas estas personas son criminales de
guerra, aunque en el caso de Palestina llevan más tiempo siéndolo que cualquier
otra persona. En realidad no es relevante cuál es la identidad religiosa de
quienes cometen las atrocidades o en nombre de qué religión pretenden hablar.
Ya se llamen a sí mismas yihadistas, judaistas o sionistas, deben ser tratadas
de la misma manera.
Un mundo que dejara de utilizar un doble
rasero al tratar con Israel sería mucho más eficaz en su respuesta a los
crímenes en cualquier parte del mundo. Acabar con el genocidio progresivo en
Gaza y restituir los derechos humanos y civiles básicos a los y las palestinas
estén donde estén, incluido el derecho al retorno, es la única manera de abrir
nuevas perspectivas de una intervención internacional productiva en Oriente
Próximo en su conjunto.
Ilan Pappé es un historiador
israelí que trabaja en la Universidad de Exeter, Reino Unido. Entre otros libros, es autor de La limpieza étnica de Palestina, (Barcelona,
Crítica, 2008, traducido por Luis Noriega) y The
Idea of Israel (2014).
Fuente original: http://www.pipr.co.uk/all/the-historical-perspective-of-the-2014-gaza-massacre/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=189006
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